Cerdos y diamantes (At. Madrid - Murcia)
Decía mi admirado Pio Baroja que el hombre está un milímetro por encima del mono cuando no un milímetro por debajo del cerdo. En el caso de ese siniestro personaje denominado Lucas Alcaraz, y en lo que respecta a lo puramente futbolístico ya que lo demás afortunada o desgraciadamente lo desconozco, los milímetros por debajo del cerdo deberían ampliarse. Los equipos que dirige este señor se caracterizan por tres cosas: renegar de jugar al fútbol, dar patadas a diestro y siniestro y vivir los 90 minutos en los límites (o fuera) que marca el reglamento futbolístico y la convivencia humana. Después de los 90 minutos se permite incluso el farol de reafirmarse en su desprecio por el contrario. Tipos de esta calaña, que viven de la gestión del estiércol y además sacan pecho de su podredumbre, deberían tener prohibido acercarse a un campo de fútbol. Desgraciadamente no es así. Lo lamento por mis buenos amigos murcianos pero un equipo dirigido de esta manera por un marrullero como este no merece estar en la elite del fútbol.Aun así esto no es excusa para el empate de hoy. El atlético de Madrid ha empatado por la misma razón por la que hemos perdido y empatado otros partidos: porque es un equipo que no sabe que hacer con el balón. Existe un dato aterrador: en lo que va de liga el atlético de Madrid no ha sido capaz de ganar un partido en el que no se adelantase primero en el marcador. Siempre que nos marcan un gol o empatamos o perdemos. Así de crudo. Nunca hemos sido capaces de remontar. Alguien pensará que un dato así sólo es fruto de la casualidad pero yo no creo en las casualidades después de 20 partidos de liga. La razón, desde mi punto de vista es más que evidente. Nuestro equipo no sabe jugar llevando la iniciativa del partido y eso es precisamente lo que tienes que hacer cuando vas por detrás en el marcador. En realidad un equipo que aspira a estar en lo más alto de la competición debería llevar la iniciativa en todos los partidos pero eso es algo que no entiende Javier Aguirre. Tan triste como cierto. Tan conocido como penosamente ignorado por los dueños de este bendito club.
El partido comenzó como suelen comenzar en el calderón los partidos contra equipos de abajo que se encierran en su portería: ellos no juegan y nosotros tampoco. Forlán y Agúero, dos diamantes perdidos en un sistema nefasto, eran como siempre nuestros mejores centrocampistas. Bajaban al centro del campo a buscarse la vida (¿Se acuerdan de Fernando Torres?) y de allí salían las ocasiones de gol. De ahí también sale el cansancio de estos jugadores y el estar más veces de las deseadas fuera de su posición. Fin de la primera parte. Otros 90 minutos tirados al limbo del buen gusto o al vertedero donde van a parar los minutos de fútbol intrascendentes. Seguro que tenemos el carné VIP de ese club.
La segunda parte comenzó con un penalti tan claro como estúpido de Eller. Si, ese personaje que juega en Europa gracias a que la secretaría técnica del atlético de Madrid está dirigida por un reconocido y reincidente negligente. Fabiano Eller siempre que entra al balón, salvo que se equivoque, hace falta. Es axiomático. Cuando como hoy lo hace dentro del área ni tan siquiera disimula. Un jugador por cierto que cuando no hace faltas el resto del tiempo lo pasa dando puntapiés al balón, atusándose la coleta o abrazándose con su entrenador. Esa es una de las plazas de extranjero de este equipo.
A partir del penalti el Murcia se concentró, con más ahínco si cabe, en lo que venía haciendo desde el principio: dar patadas y desquiciar a los jugadores del atleti. Daba igual la posición en el campo o el número del contrario, el caso era parar el juego haciendo daño. Gracias a la estulticia pagada del árbitro uno de los criminales con la camiseta del Murcia reventó el pie de kun Agüero. Cualquiera que haya jugado al fútbol sabe que esa entrada se hace consciente y con el único fin de hacer daño. El carnicero se quedó en el campo y el Kun no sabemos lo que estará fuera de el. Cerdos contra diamantes. Espero que el año que viene le pase algo parecido a este tipo (de nombre y juego intrascendente) en algún bonito campo de segunda división.
El atlético de Madrid, consciente de que jugar al fútbol no entra en los planes de su entrenador y que hoy no era el momento para empezar a aprender a hacerlo, decidió romper el partido. A Aguirre le gustó la idea y colaboró con los cambios. En mitad del caos apareció Luis García, un magnífico jugador al que la lesión de rodilla y la poca continuidad que le brinda Aguirre le está mermando de hacer algo grande en este equipo, metió un magnífico gol y de ahí hasta el final alguna ocasión aislada, muchas más patadas de los señores que se hacían pasar por futbolistas del real Murcia y un gol fallado por Maxi en el último minuto. El bache de juego y goles de este otro gran jugador empieza ya a ser preocupante.
Otro resultado mediocre digno de una propuesta mediocre. Y digo yo, ¿qué es mejor, arrastrarse por la liga y conseguir que la suerte y el despropósito no coloque el cuarto clasificado, con lo que seguiremos aguantando esta pesadilla al menos otro año más, o quedar por enésima vez perdidos en mitad de tabla e intentar empezar de nuevo algo que merezca la pena?
1 comment
Curioso el dato de que el Atleti no remonta un partido esta temporada, curioso y revelador, y hasta ¡rebelador!
Saludos!
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