Disfruten
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Bilbao,
Griezmann,
Liga 2014/2015,
Simeone
Ath. Bilbao 1 - At. Madrid 4
Habían sido 45
minutos de espanto. El Athletic Club de Bilbao había optado por minar el centro
del campo, elevar el balón y poner toda la intensidad posible para llevarse el
partido frente a esos madrileños, los que viven fuera de la circunscripción de
Dios, que últimamente siempre ganan en San Mamés. Acertaron de pleno. Los
balones altos eran todos de Aduriz, los rechaces eran todos para los leones y
los llamados colchoneros pululaban por el campo sin poder agarrarse a ningún
plan concreto. Aturdidos. Derrotados por su propia medicina. La típica falta
absurda de Raúl García al borde del área permitió que Rico cabeceara a puerta e
hiciera el primer gol del partido. El marcador hacía justicia a lo que pasaba
en el césped. Poco después el mismo Aduriz, el mejor de la primera parte, a punto estuvo de hacer el segundo. Terminado
el tiempo reglamentado, el Atlético de Madrid, desbordado, encaraba el túnel de
vestuarios sin chispa en la mirada. Las redes sociales echaban jugadores a
diestro y siniestro. Los gurús del análisis argumentaban una lista interminable
de errores que justificaban el ocaso y los histéricos invocaban el apocalipsis, mientras hablaban de fin de ciclo.
Nunca sabremos lo
que ocurrió durante quince minutos en el vestuario visitante de la llamada Catedral
del fútbol, ese lugar presuntamente místico del que, por alguna razón, nadie
puede decir jamás una mala palabra. Curioso. Nunca sabremos desgraciadamente lo
que salió de la boca de Simeone pero Griezmann se chivó al final del
partido, en uno de los micrófonos oficiales del equipo de Dios (porque todos
los micrófonos del universo y de la galaxia son micrófonos oficiales del equipo
de Dios): “Disfrutad, dadlo todo y acabad bien un año que ha sido fantástico”. Genio.
El Atleti acababa
de ganar 1-4 con 3 goles del francés. En ese momento, feliz por la victoria que
cierra el año y en vísperas de la lotería de navidad, recordé que los
aficionados al equipo de los herejes, el de las rayas rojas y blancas que tanto
molestan al blanco atómico y pluscuamperfecto, ya nos tocó el gordo con la
llegada de ese argentino de mirada penetrante y dudoso gusto por la peluquería.
Un genio del fútbol que no sólo ha transformado a un equipo entero sino también
a la sociedad que lo alimenta. Un tipo molesto y difícil de plegar que incomoda
sobremanera a los pestilentes y mediocres peones del poder que como fístulas impregnadas
en pus ocupan todos los poros. Un tipo que nos ha hecho grandes pareciendo
pequeños. Que es de nuestra misma pasta, de los que se crece nadando a
contracorriente y de los que antepone el orgullo de la integridad a los ejercicios de felación
bucal, tan necesarios hoy en día en el deporte de élite y los medios de
comunicación.
A los 30 segundos
de reanudarse el partido el Atleti consiguió por fin poner el balón en el suelo
y darle siete toques de primera. El último de ellos fue un remate de cabeza de
Griezmann al palo derecho de la portería bilbaína que ponía el 1-1 en el
marcador. Simeone correteó por la banda para abrazarse a un Juanfrán pletórico
que acababa de dar el pase de gol, dejando dos cosas claras por el camino. La
primera, que algo de los conceptos que hilvanaron esa jugada se había gestado pocos segundos antes
en la caseta. La segunda, que los equipos apóstatas que no se doblan a la
religión oficial no pueden alegrarse de sus goles y que merecen la tarjeta
amarilla por el simple hecho de existir.
El Atleti era ya otra
cosa entonces. Presionaba en campo contrario, igualaba el nivel de intensidad
de su rival y trataba de imponer su personalidad. Obviando el terrorífico gris
de esa camiseta que homenajea las misiones de Comando G, el equipo se fue a
ganar el partido. Merodeando el área euskaldun, Tiago regateó en el área un
balón que se le fue largo. San José llegó al cruce y pareció chocar con el portugués
pero no fue así. Puede que ni siquiera se tocaran. El árbitro pitó un penalti que no lo fue
y los bilbaínos tienen razones para quejarse del árbitro porque esa acción,
clave, les sacó del partido. Raúl García daba la vuelta al marcador
transformando la pena máxima y ya nada volvió a ser como era. Los de Valverde
trataron de inclinar el campo hacía el lado madrileño pero los de Simeone sólo
les dejaban llegar hasta la frontal del área. Acoso y derribo que era más
apariencia que realidad. No me gustó la actitud de los colchoneros sin embargo que
en lugar de sacar al equipo del área, controlar el balón y el partido,
prefirieron achicar agua renunciando a jugar. Pero una vez más los datos
deslegitiman mis cuitas. A falta de quince minutos, un cinematográfico robo de
balón de Arda acaba con un gran pase de Gabi a la espalda bilbaína que recoge
Griezmann como si estuviese haciendo arte con pompas de jabón. En tres toques
de maestro se fabrico el gol que ponía el 1-3. El cuarto que redondeaba la
fiesta de los colchoneros y del francés llegó tras nuevo contraataque
fulgurante de los madrileños y seguramente en fuera de juego. Gran noche sin embargo la de
Griezmann que espero le sirva como punto de inflexión en lo personal y como
prueba de lo gran jugador que es para esos cenizos, con especial querencia por
abrazarse al drama, que lo cuestionaban.
El Atleti cierra
un año maravillo en lo alto de la tabla y clasificado en todas las
competiciones. Disfrutemos de este momento. Hagámoslo pero no como homenaje al
pasado o como medida preventiva para un futuro que será catastrófico. No. Disfrutémoslo
porque, de hecho, es maravilloso y merece ser disfrutado. Porque lo merecemos.
Quieran o no quieran los arcángeles del equipo de Dios con los que
lamentablemente tenemos la desgracia de convivir. Esos que tienen bloqueados y
retenidos, manus militaris, todos los canales de comunicación. Que digan lo que les de la gana.
No hablan para nosotros.
Con esta crónica
se acaba el año 2014 y se cierra el blog hasta nueva orden, así que les deseo a
todos ustedes todo lo mejor para un feliz año 2015. Un millón de gracias a
todos y cada uno de los que en algún momento de su vida se han pasado por aquí
y muy especialmente a los que se han atrevido a dejar evidencias de ello. Les estoy
eternamente agradecido.
@enniosotanaz