Oficio de ganar
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At. Osasuna 0 - At. Madrid 2
Cualquier aficionado al fútbol con un mínimo de curiosidad y capacidad de observación entenderá enseguida de lo que hablo. Cuando uno ve de seguido los partidos que disputa un equipo de los denominados grandes, un grupo que es bastante más reducido de lo que parece, observará que rara vez hace partidos espectaculares todas y cada una de la veces que juega. Muchas de ellas, e independiente del estilo futbolístico que maneje, el equipo parece que gana de suerte. Como si de la diosa fortuna se tratase, partidos en los que parece que no pasa nada, que no hay ocasiones, que da la sensación de que no hay ritmo, de que el rival tiene la pelota pero no es capaz de tirar a puerta o simplemente en los que pasan los minutos y el marcador sigue reflejando el empate a cero, suele ocurrir que en algún momento la balanza se inclina una vez y el equipo grande acaba ganando. Generalmente incluso con generosidad en el resultado. Muchas veces hemos culpado a la suerte de este tipo de cosas pero en una esquinita de nuestro conocimiento sabemos que eso que denominamos suerte es en realidad grandeza. Oficio de ganar. Seguir el guión, confiar plenamente en tus posibilidades y saber adaptarse a las circunstancias con la paciencia y la convicción plena de que lo esperado acabará llegando. Y llega. El Atleti de los últimos lustros no era ese tipo de equipo sino uno bastante más vulgar y previsible. Viajar a Osasuna era saltar al campo con reservas y con más miedo que vergüenza. Era subirse al discurso de esa clase de entrenadores que nos conducía pensando más en las ruedas de prensa que en el césped y que colocaban el listón demasiado pegado al fango de la mediocridad. Los equipos grandes no se distingen de los pequeños porque siempre jueguen bonito sino porque generalmente siempre juegan bien. Es distinto. Juegan sin errores, son fuertes en lo físico y en lo moral y tienen recursos de calidad por encima de la media. El Atlético de Madrid de esta temporada, a pesar de su plantilla desequilibrada, su evidente falta de talento para la creación y los enemigos que dirigen tanto la gerencia como la dirección deportiva, es un equipo grande o por lo menos juega como tal. Con solvencia, con seriedad, con un estilo definido y con el oficio de ganar instalado en el cerebro. El Atleti de este año sale al complicado estadio de Pamplona a ganar. Y gana.
El partido no era nada fácil. En ese mismo campo Madrid y Barça sufrieron y en ese mismo campo la mayoría de equipos suelen pasarlo mal. Pocos juegan bien y menos todavía lo hacen bonito. La presión de la grada hace que el equipo navarro juegue con una marcha por encima de lo normal y que aparezca con intensidad esa forma tan característica de los rojillos de ahogar al rival en el centro del campo. Presión asfixiante, superioridad numérica en la medular y verticalidad agotadora. El momento más crítico jugando en Pamplona pasa normalmente por la primera media hora que es cuando el equipo de casa está a tope en lo anímico y en lo físico. Ante un ritual que no por conocido es difícil de contrarrestar el Atleti tiró de oficio. Y tiró bien. Defensa unida, ayudas constantes, líneas cercanas y ni una concesión a la especulación que provoque errores. Los madrileños, sabedores de sus carencias en la elaboración, prescindieron por completo de intentar construir en la medular durante los primeros minutos abusando en ocasiones del desplazamiento vertical. El impaciente aficionado colchonero denunciaba la situación lamentándose del juego tan pobre de los rojiblancos. Personalmente ya entonces no compartía las quejas. Tratar de elaborar en el centro, algo que es el talón de Aquiles de los del Cholo, contra un Osasuna sobre excitado es multiplicar por mil las posibilidades de un robo en campo propio que inicie una jugada de ataque en ventaja de los rojillos, algo que resulta ser el santo y seña de los de Mendilibar durante muchos años. Inteligentemente el Atleti no lo hizo, sacrificando el balón, que no el control del partido, en favor de no romper el equilibrio defensivo.
El planteamiento dio como resultado un partido intenso y veloz pero áspero y feo. Una par de jugadas iniciales de Arda nada más comenzar y un par de remates de cabeza de los iruñarras que a continuación dejaron paso a una guerra física en el centro del campo con mucha patada, mucha ayuda, mucho apoyo y poca precisión. Pero el planteamiento le salió bien a Simeone puesto que a la media hora Osasuna no podía mantener el ritmo y el Atleti, que no había sufrido, empezaba a tener más el balón y buscar los espacios. Con un esférico robado en campo propio, el Atleti ve la defensa navarra adelantada y pone un magnífico balón a Koke (a mí me parece que en fuera de juego) que desde la banda derecha asiste de forma magistral a un Diego Costa que primero remata mal al portero pero que después recoge el rechace de cabeza para abrir el marcador. Los protagonistas de la jugada, junto con Courtois que volvió a ofrecer una gran actuación, fueros las claves del partido. El canterano creciendo más y más por momentos en este equipo. Es ya el máximo asistente de la plantilla pero es que además el jugador ha ganado en jerarquía y peso dentro del equipo. Se le ve confiado y es un jugador con una técnica por encima de la media de lo que tenemos. Un jugador a seguir, sin duda, que cada vez está más consolidado. De Diego Costa ya lo hemos dicho todo. El brasileño está en el mejor momento de su carrera y ahora mismo cada vez que aparece en el partido resulta ser un punto de inflexión. Está en todas las jugadas claves y es capaz de sacar petróleo en cualquier sitio.
Osasuna acusó el golpe y apenas reacciono con peligro. Hasta el tiempo de descanso todavía fueron capaces de empujar al rival a su campo y tratar de hacerse con el partido pero tras la parada, las sensaciones fueron ya completamente diferentes. El Atleti salió mucho mejor de los vestuarios y no sólo maniató por completo el juego del rival sino que aumentó la intensidad y se hizo con el control total del partido. El Atleti tardó así cinco minutos en finiquitar el encuentro. Diego Costa, otra vez, aparece envuelto en una batalla por la banda izquierda en la que injustamente recibe una tarjeta amarilla por protestar una entrada de carnicero de su marcador. El público del Sadar gritaba “tonto, tonto,...” cuando Costa correteaba hacia el área para rematar la falta que iba a sacar. Unos segundos más tardes el nuevo internacional brasileño mandaba callar los mismos aficionados tras hacer el segundo gol. Falta sacada muy cerrada por Koke, el balón que se pasea por el área y el más listo de la clase esperando en el segundo palo para meter el balón en las redes. 0-2, ese es Diego Costa.
Simeone debería haber sentado en ese momento al jugador. Con un marcador generoso, tarjeta amarilla y once navarros queriendo abrirle el tobillo, era un riesgo mantener a Diego Costa en el campo pero el Cholo debe tener fe ciega en sus posibilidades porque no lo hizo.
Osasuna quedó bastante aturdido tras el gol y pudo haber encajado una goleada mayor de no ser por el preocupante estado de ansiedad de Falcao, que hace del colombiano un jugador precipitado y fallón, así como del egoísmo de un Diego Costa que se obsesionó demasiado con el tercer gol personal. En uno de esos contrataques mortales que el Atleti ha tenido, debería haber habilitado el balón a la izquierda por donde entraba Falcao solo pero en lugar de ello encaró en solitario al portero marrando la ocasión. En el rechace deja el pie muy blando tapando la salida del rival por lo que la patada de despeje le pilla con el pie en alto y sin cargar lo que le ha provocado, probablemente, un esguince que hace peligrar su debut con la canarinha. Osasuna trató de empujar a base de fe en los minutos finales pero la defensa colchonera primero y el bueno de Courtois después evitaron el gol navarro.
Victoria muy importante para espantar los fantasmas aparecidos con la derrota en casa y también para silenciar a esa cohorte de agoreros tóxicos que parecen estar esperando con la escopeta cargada expectantes ante el mínimo tropiezo de los de Simeone. Tendrán que esperar. El equipo tiene claro lo que quiere, creen en lo que hacen y tanto los números como las sensaciones les da la razón. El Atlético de Madrid por fin es un equipo con oficio. Con oficio de ganar.
PD. El uniforme que ha vestido hoy el Atlético de Madrid es un atentado al buen gusto. No sé quien es el responsable de semejante atrocidad pero debería solicitar la dimisión de inmediato.