En un breve periodo de tiempo de apenas unos días he tenido que asistir con cara de acelga a la misma pregunta por parte de un montón de gente diferente: “¿Qué? ¿Vendemos/vendéis al Kun?”. Amigos, enemigos, colchoneros, vikingos, señores que pasaban por ahí, jefes, porteros, porteras, tipos con criterio y sin el, sinvergüezas, despistados,... todos se ponen de acuerdo en la misma pregunta. Mientras todas las mañanas aparecen tres nuevos jugadores para el Madrid o el enésimo esputo paleto de Florentino “el intocable” en los recovecos de la fosa de las marianas, donde aparece la información del Atleti, encontramos siempre tres nuevas ofertas por nuestros cracks y el mensaje de austeridad tan acorde con los tiempos que corren.
Sin entrar a valorar (otra vez) los delictivos y mafiosos códigos por los que se rige la prensa deportiva y el efecto de erosión constante que esto produce en el escudo colchonero lo que más me duele de este ataque constante al corazón de mi equipo son esas voces subliminales que intentan justificar la venta de la referencia actual de la afición colchonera, el Kun Agüero, hasta el punto de plantearlo como una acción positiva. Es algo que entra en mi ser como gotas de limón en una herida en carne viva. Me parece un inmenso error desde el punto de vista deportivo pero también y sobre todo desde el punto de vista de club. Del Atlético de Madrid.
El fútbol “desgraciadamente” es un deporte de equipo y en los deportes de equipo, “desgraciadamente”, influyen muchas más cosas que la calidad individual de los personajes. No siempre las mejores plantillas ganan, ni son mejores los jugadores más caros. No siempre una trayectoria previa significa éxito asegurado y no siempre una ficha alta se corresponde con un juego que marque la diferencia. No es tan fácil. La plantilla del Atleti debe ser de las más caras de la liga y hemos quedado los novenos. La lista de fichajes carísimos que no se han comido un colín con esta camiseta (y otras) es inmensa y la cantidad de jugadores que lo eran todo y ahora no son nada también. Creo que no hace falta dar nombres. Agüero estuvo apunto de ser un fracaso el primer año. Forlán fracasó en el Manchester. Por muchos millones que te dejes (aunque los millones ayudan a reducir la incertidumbre, es cierto) el que un jugador encaje en el equipo y el club para rendir según lo esperado no deja de ser una apuesta más o menos arriesgada. Que se lo pregunten a kaká o Ibrahimovic. Barça y Madrid se pueden equivocar pero nosotros no. El Kun funciona. El éxito de un equipo es evidente que depende de otras cosas y esas “cosas” son especialmente importantes en equipos como el nuestro que ni tiene ni va a tener los mejores jugadores. Si preguntamos a 100 colchoneros que digan cual es la columna vertebral del equipo los 100 pondrán al Kun en esta terna de jugadores. En el resto puede que existan dudas y no se coincida pero el Kun es otra cosa. Los equipos se construyen alrededor de la columna vertebral y a estas alturas hasta un tipo tan inteligente como Petón estará de acuerdo en que no se puede estar haciendo una trasplante de médula espinal todos los años. Por eso el 90% de la plantilla del Atleti es potencialmente material de especulación para lograr un equipo más compensado. El Kun no.
Pero mucho más sangrante es el tema de la identidad. Dentro de la inmensa particularidad de este equipo (particularidad que algunos desprecian, unos obvian y otros desconocen) el Atleti es un equipo no sólo ninguneado o agredido por la prensa y el imperio mediático nacional sino que de forma incomprensible es también sistemáticamente despreciado por la prensa y las instituciones locales. A pesar del inmenso número de seguidores colchoneros (cuyo grueso se encuentra en la capital y alrededores) y del potencial consumidor o de movilización que tiene (lo acabamos de ver al volver de Hamburgo) las instituciones y prensa local no sólo viven de espaldas al Atlético de Madrid sino que lo desprecian, lo ignoran y lo esconden. Súmenle dirigentes oscuros, inútiles dirigiendo los designios deportivos del club u otras desgracias y notarán objetivamente lo sumamente difícil que es ser aficionado al Atleti hoy por hoy. Aun así somos el tercer club en casi todo por mucho que algún henchido garrulo de abrillantada tonsura y repugnantes modos rupestres ladre estupideces que lo ponen en duda.
Por eso la afición del Atleti necesita más que nadie rasgos identitarios a los que agarrarse. Imágenes, conceptos, ideas, sensaciones,... cosas que justifiquen nuestra idiosincrasia. Fernando Torres mantuvo el orgullo y la esencia de este escudo en los peores años del club en toda su historia. No quiero ni pensar lo que hubiese ocurrido de no haber estado el de Fuenlabrada. Con su venta no se ganaban 40 millones de euros sino que se perdían los únicos pilares sanos que quedaban en el Atlético de Madrid. Seguimos de hecho ligeramente huérfanos de referencias y muchos niños colchoneros van con la camiseta del Liverpool o de la selección española. A Fernando Torres te lo tienen que robar con malas artes, poniéndolo difícil y peleando su marcha pero jamás puedes proponer su venta y alegrarte porque entonces nada tiene sentido. No tiene sentido que el Calderón esté lleno de camisetas del Liverpool y no tiene sentido que la supuesta esencia verdadera del Atleti esté viviendo en Inglaterra (espero que no se mude a localidades más cercanas) metiendo goles en contra. Puede que alguna vez fuese la verdadera esencia (yo creo que si) pero ya no lo es. No debería serlo.
Sergio Agüero, por muchas razones, es una versión infinitamente reducida de lo que significó Torres pero me temo que es lo más parecido que tenemos hoy por hoy a algo que se parezca a un símbolo. No un crack sino nuestro crack. Nuestro y sólo nuestro. Por eso su salida no sólo dejaría un hueco difícil de llenar en la delantera sino una carencia mucho más complicada de suplir (al tiempo) y sobre todo la peligrosa sensación de equipo mediocre y previsible que dejaría. El Atleti, por sus características, puede sobrevivir a cualquier cosa menos a la vulgaridad y la mediocridad. Los equipos grandes no venden a sus estrellas y en todo caso se las roban o se las extirpan.
Aunque ahora que lo pienso, ¿qué le importa todo esto a los “dueños” del club?