Fin de fiesta
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Ayer terminó en el Calderón la temporada 2008-2009 para el Atlético de Madrid y lo hizo, muy a pesar de la estirpe de presuntos periodistas que tienen raptado el periodismo deportivo y que lejos de apelar a sus escaso talento son incapaces de escaparse del tópico manido, sin nervios, sin agobios, sin sorpresas y con la única épica de ver un estadio lleno hasta la bandera, gritando, animando en su equipo y celebrando el éxito menor de la cuarta plaza y el éxito mayor de uno de sus ídolos. Éxito que por cierto tendríamos hasta en la propaganda electoral de los partidos frikis si Diego Forlán vistiera otras camisetas más galácticas. Con el 3-0 frente al Almería terminaba una temporada larga, rara, complicada y en la que en ningún momento el equipo se ha sentido sereno, sólido o a gusto. Una temporada para olvidar desde mi punto de vista. Una temporada en la que se comenzó improvisando y en la que se terminó de la misma manera porque al fin y al cabo como decía Confucio basta estudiar el pasado para pronosticar el futuro.El ambiente era fantástico, increíble, era el ambiente de las grandes noches del Calderón. El equipo sin embargo salió atenazado por los nervios que no significa temeroso ni asustado ni venido a menos. Salió atenazado por la responsabilidad de no estropear la fiesta pero la sensación duro apenas los diez minutos iniciales. A partir de entonces, sin que el Atleti se hiciese todavía con el control del partido, el aspecto fue diferente, el balón volvió al césped y a estar lejos de las áreas lo que de momento tranquilizaba al respetable. Pero mientras los colchoneros se estiraba, se desperazaban y empezaban a entrar en el partido apareció el inagotable talento del Kun Agüero para adelantar el final y para sacarse un gol de la manga que levantó como resortes a los más de 50000 espectadores que allí estábamos. El Argentino recibe el balón en el lateral derecho del área almeriense, regatea en una baldosa a un par de rivales y saca una de esas piernas prodigiosas que ponen el balón en la red y el uno en el marcador. Corría el minuto 20 y el partido había acabado.
Había acabado porque a partir de ese momento no existió más equipo en el campo que el Atleti. Se hizo dueño del balón, del ritmo, del ambiente, del juego y del espíritu. La grada también ayudo con ese incansable grito de guerra que una y otra vez provocaba el Fondo Sur y que ayer si coreaba el resto del estado. Los jugadores, a diferencia de tantas y tantas veces, ni se dejaron verse afectados por el ambiente, ni sufrieron la presión ni sintieron el relajo de verse por encima del marcador y siguieron metidos en el partido hasta el minuto final. Hasta las jugadas a balón parado volvieron a ser una realidad en el Calderón y el “bueno” (por decir algo) de Raúl García remato un buen cabezazo que suponía la tranquilidad del 2-0 con el que se llegó al descanso.
La segunda parte resultó ser una balsa de aceite. El equipo seguía manteniendo en el terreno de juego el estilo y la entrega que nos ha llevado hasta este punto en ese final de temporada glorioso y que como una alegoría se podía ver en la cara de Abel, serio y concentrado. Existió algún desajuste defensivo y alguna que otra ocasión de los andaluces pero todo terminó de finiquitarse con el enésimo zurdazo sobre humano desde su continente del uruguayo Forlán que subía el tercer gol al marcador, el número 32 a su cuenta particular (¡32 goles!) y la certeza de que el rubio charrúa sería el flamante bota de oro de esta temporada. A partir de ahí la celebración de la clasificación para la previa de la Champions, cánticos reivindicativos (“abeel, abel ,abel, abel...”), la ola dando vueltas, los himnos en el ambiente, el premio de la ovación a Forlán, ... en fin, el fin de la fiesta.
Hoy quizás no sea el momento y ya tendremos tiempo de teorizar sobre el futuro, la planificación, los descartes, el criterio de club, los desastres pasados, los errores de los que no aprendemos, la impertinente espada de Damocles de la prensa deportiva, las estupidez congénita de nuestros dirigentes incluso horas antes de jugarse toda la temporada en un partido, de fichajes, de los que tendríamos que traer, de la perenne crisis institucional, de Abel, de los enemigos de Abel y en definitiva de como debería ser el Atleti del futuro, Eso si, espero que los que tienen las riendas de este carro no adopten la misma actitud porque en esto estoy con Albert Einstein cuando decía que él no pensaba en el futuro porque este llega muy pronto y no le daba tiempo.