Errare humanum est
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Villa
Elche 0 - At. Madrid 2
Las vicisitudes de esta vida moderna, tendente a la simpleza y la inmediatez, que nos ha tocado vivir, hacen que incluso un tema como la forma de jugar al fútbol tenga que reducirse a un debate basado en la mínima expresión. A ese acartonado código binario del “uno u otro” que parece tener que explicarlo todo. Ya saben, eso de que si uno no es de un equipo es que es del otro, si no vota a un partido es que vota al otro, como si exclusivamente hubiesen dos equipos o dos partidos o dos de todo. Vivimos en una época en la que sólo existen dos supuestas alternativas (que luego además se parecen sospechosamente demasiado) y donde el resto de opciones no aparecen en las estadísticas oficiales y por lo tanto no existen. Si por alguna razón se intuyen mínimamente es mejor decidir que no interesan o que son pasto de excéntricos. Si nos tenemos que dejar guiar por el periodismo oficial únicamente existen también dos formas de jugar al fútbol: como el Barça o al contrataque. No hay más. Aquellos periodistas que de forma, casi siempre engolada, se sitúan intelectualmente por encima de los demás defiende ardientemente y con inflexibilidad la primera opción despreciando abiertamente la alternativa que por supuesto consideran única. Los que no son del Barça, pero quieren situarse también por encima de los demás, se vuelven normalmente locos, al no poder la razón a los primeros y por ello elaborando sofisticadas teorías sobre el “fútbol de toque” que se acercan más a elucubraciones de Cuarto Milenio o leyendas de la tradición Celta que a otra cosa. El que esto escribe es un aprendiz amateur en esto de ver e intentar analizar el fútbol pero a mí me parece una desfachatez gratuita simplificar la cosas de esa manera. Qué quieren que les diga, a mí me resulta todo bastante más abierto y complicado.
Cuando hace años el Atleti tenía la mala suerte de estar dirigido por entrenadores como Ferrando o Aguirre o Manzano, recuerdo que decían, casi siempre con desprecio, que el Atleti jugaba al contrataque. Ahora que el Atleti tiene la inmensa suerte de estar dirigido por un tipo como Simeone igualmente dicen, también con cierto desdén a pesar de los evidentes resultados, que el Atleti juega al contrataque. Si ustedes, al igual que yo, han visto la mayoría de partidos del cuadro rojiblanco en los últimos años intuyo que estarán de acuerdo conmigo en que la forma de jugar antes y la de ahora se parecen tanto como George Clooney y el señor Montoro. De hecho cada vez estoy más convencido de que eso de “jugar al contrataque” se ha convertido más en un eufemismo periodístico para decir que no juegan como el Barça que en otra cosa. El Club Atlético de Madrid es un equipo compacto, que se sitúa en el campo muy junto, en pocos metros, con un férreo sistema táctico basado en el rigor defensivo, el poderío físico y la intensidad, que apuesta por defender lejos del área para robar el balón en zonas críticas y que elige velocidad y verticalidad como opciones a la hora de encarar la portería contraria. Después, dependiendo del partido, el equipo tiene la opción de dominar el balón y jugar entre líneas (el 99,9% de las veces que juega en el Calderón, por ejemplo) o recular y buscar los espacios en la espalda del rival (cuando el resultado es favorable). El Atleti tiene varios recursos y varias caras y las usa todas. Yo las he visto. Sólo hay que mirar para verlas. Antes no era así. Antes el Atleti jugaba a expensas del rival esperando un error. Ahora el Atleti juega según su plan pero un error del rival supone que pierdan el partido. Existe un sutil matiz que lo distingue.
A diferencia de los últimos partidos lejos del Calderón hoy me ha gustado como el Atleti encaró el partido de inicio en el Martínez Valero. Con la defensa y la presión adelantadas, metiendo intensidad y disputando el balón. Con cualquier otro equipo delante creo que hubiésemos hecho un gran partido y el resultado se hubiese encauzado relativamente pronto (aunque este tipo de vaticinios siempre son muy aventurados) pero delante tenía un señor equipo. Decía Escribá en la víspera que veía al Atleti como un hermano mayor y tenía razón. El Elche parecía la mejor versión del Atleti. Muy compacto, muy intenso, disputando el control del partido, con capacidad para bajar al barro pero también para sacar el balón jugado. Muy buenas sensaciones las del equipo alicantino aupado en un centro del campo en el que el rojiblanco Rubén Pérez hacía una buena primera mitad. Sin ser vistoso, la primera parte resultó muy competida y para mí divertida de ver. Una sucesión de microbatallas en todas las posiciones del campo que dejó muy pocas ocasiones de gol. La más clara un rechace de Diego Costa en el área, tras error del portero, que no remata bien a puerta y por parte del Elche una llegada apresurada que Boakye tira fuera cuando ya tenía dos defensores encima. En el cuadro colchonero, sin que ningún jugador estuviese realmente a gran altura, desaparecía una vez más el bueno de Villa que para mi gusto lleva ya varios partidos mereciendo empezar el partido desde el banquillo.
Los equipos se marchaban al descanso con la sensación de que el primero que cometiera un error perdía y así fue, pero el Atleti buscó algo más el partido desde el reinicio. Se fue algo más arriba, tuvo más el balón y además entró en juego Arda Turan, que no había existido tampoco en el primer tiempo. Sin embargo, aunque los colchoneros rondaban el área, no llegaban las ocasiones claras y si que brotaban con cierta preocupación salidas del equipo levantino con mayor verticalidad que en la primera parte. Simeone decidió entonces cambiar el panorama y puso en liza al renacido Raúl García en detrimento de un Villa inédito. El Navarro, casi en la primera ocasión que tuvo, cogió el balón en la frontal del área y tiro a puerta con fuerza. El esférico parecía franco para Manu Herrera, portero del Elche, pero esas manos blandas que ya habían aparecido antes volvieron a hacer acto de presencia en el peor momento. A por el rechace se tiró como una alimaña Diego Costa (para mí haciendo falta) pero el balón quedó muerto para que Koke lo recogiera y lo metiese en la red. Era el segundo error del portero pero ya no hubo piedad. 0-1.
Todo hacía indicar que aquello suponía el final del partido pero simplemente tuvimos que esperar diez minutos para corroborarlo. Podían haber sido menos si el árbitro (pésimo todo el partido sin tener ninguna complicación) no hubiese anulado un gol de Arda que aprovechaba las manos blandas, otra vez, del portero ilicitano (a mí me pareció gol legal). Pero ocurrió ya definitivamente cuando Adrián, que había salido precisamente por el turco, se inventó una de esas cosas que hacen que el Cholo siga teniendo fe en un jugador diferente. Con un preciso y precioso pase de cuchara por encima del defensa habilitó a un Diego Costa que esta vez no perdonó. 0-2 y final del partido. El Atleti se colocó a partir de entonces en modo cerrojo y el Elche apenas logró acercarse al área.
Tres nuevos puntos que confirman la realidad, porque hace ya meses que la trayectoria del Atleti no puede calificarse de sorpresiva o de casualidad. El Atleti actual es esto. No es suerte, es trabajo. No es un sueño, es la realidad. Una realidad que nos sitúa ahora mismo con los mismos puntos que el líder, en octavos de Champions y llenando de internacionales los equipos que disputarán dentro de poco el mundial. Aunque no lo lean en los periódicos, ni lo escuchen en la radio ni lo vean por televisión. Es así.