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Sé que acaba de comenzar el otoño y que ni siquiera hemos tenido que desempolvar las chaquetas del armario. Es cierto que esto no ha hecho más que comenzar y que los motivos para ilusionarse con el Atleti 2015/2016 están intactos, pero sería ingenuo no asumir que desgraciadamente el verano hace semanas que ha terminado. Que ya no queda tiempo para estar probando y que necesitamos dejar de soñar con lo que pasará, porque, entre otras cosas, ya está pasando. La Champions es una exigente realidad y la liga empieza a ser ese certero tamiz que clasifica a sus equipos en zonas concretas de las que luego será muy difícil salir.
El Atlético de Madrid acaba de perder justamente en el Madrigal y aunque seguimos a una distancia prudente de la cabeza y una derrota concreta, frente a un excelente equipo en horas altas, no debería suponer nada, la forma en la que ocurre, como última etapa de una tendencia que viene de lejos, me resulta inquietante.
El equipo de Simeone ha perdido en Villarreal sencillamente porque ha sido peor. Porque entró peor en el partido, porque no supo contrarrestar la presión ni el juego de los castellonenses y porque el equipo colchonero no fluye. Pelea, defiende, se sacrifica y corre como el que más pero no fluye. El centro del campo, lejos de ser clave, parece ser un mal menor y el resto del líneas no son capaces de conectar cuando el equipo rival presiona y/o juega cerrado. Nada nuevo bajo el sol.
El resumen de partido es muy sencillo. Los dos equipos salen a tumba abierta pero el Villarreal se impone por la simple razón de que su trato del balón es mucho mejor. Lo es porque Bruno (¡qué jugador!) y Trigueros defienden tanto como sus rivales pero además juegan y hacen jugar. Enfrente, Gabi y Tiago cumplen con creces la tarea defensiva pero se ahogan en la faceta creativa. Especialmente el capitán, que es quién debería asumir ese papel (Tiago, entre centrales, es más stopper). Nadie ayuda en esa tarea. Óliver sigue tímido y su poca valentía para tomar responsabilidad en el juego le hace parecer un jugador mediocre. Saúl se pierde en banda (mucho mejor luego en el mediocentro). La superioridad en la medular y ciertos desajustes entre líneas (para mí motivados por tanta rotación) hicieron que los levantinos se pusieran por delante en el marcador (buen gol de Baptistao) y ahí se acabó el partido. Como tantas veces ha ocurrido con los protagonistas cambiados. El Villarreal cerró filas y cedió el balón para que el Atleti, sudando tristeza y desazón en cada pase, no supiese que hacer con él. La segunda parte fue un canto a la melancolía en el que pudimos observar la peor cara de un equipo sin ideas, sin recursos, sin ánimo, sin duende y lo que es mucho peor: sin fútbol.
El Atleti no fluye. Las malditas rotaciones han hecho que Simeone no haya repetido equipo en lo que va de temporada lo que, para mí, es un error. Los jugadores que hacen buen papel vuelven rápidamente al banquillo y los que no han hecho nada siguen ocupando incomprensiblemente la titularidad. Supongo que todo obedece a una plan estructurado para barajar los egos y mantener alto el espíritu pero no lo veo y a mí, desde fuera, no me gusta. El equipo debería pivotar sobre una forma de jugar y el mejor once posible (¿quién no recuerda el once titular de las dos últimas ligas?). Ese once no está. No lo veo. Todos tenemos o intuimos uno en la cabeza pero ese no vale. El que vale es el de Simeone, pero en la puerta del vestuario parece existir un cartel virtual que reza: “se busca once titular”.
No creo que sea justo ni sensato tampoco cargar las tintas en los nuevos fichajes pero reconozco que lo están poniendo difícil. La totalidad de ellos, a excepción de Correa, se sitúan, de momento, entre la anécdota y la decepción. Carrasco y Savic son todavía nombres por descubrir. Vietto está siendo absolutamente irrelevante. Jackson, además de irrelevante, transmite unas sensaciones pésimas.
Pero yo vuelvo a lo mío. La última entrada en este mismo blog antes de las vacaciones hablaba de la ilusión que representaba escuchar a Simeone hablar de bajar a Koke al mediocentro. Lo entendía como una metáfora de una cambio en la forma de jugar, incluso en el sistema, que renovase una línea cargada de años y escasa de recursos. Falsa alarma. Varios meses después estamos donde estábamos. Peor, en realidad. Más años en las piernas, un efectivo menos (Mario Suárez) y la promesa de algo que está por ver lo que será. Cualquier opción de modificar el mediocentro ahora mismo (Saúl, Koke o Kranevitter cuando venga) será improvisada y eso siempre es un problema en un equipo tan mecánico y trabajado como el Atleti.
Insisto, de momento son sólo tres puntos. Toca reflexionar, sacar conclusiones, aprender, adaptarse, apretar los dientes y remar. Somos el Atleti y Simeone (tiene narices tener que repetirlo) tiene crédito más que suficiente. No soy pesimista pero estoy preocupado. Viene el Madrid, sí pero eso me da igual. Ni eso ni lo que ocurrió contra el Barça es (ni será) significativo para mí. Se gane o se pierda. Son partidos especiales que se juegan de otra forma y con otras componentes. La realidad cotidiana, la que te hace ser campeón, está en otro sitio y sigue con el cartel de “Se busca” colgado en la pechera.
@enniosotanaz