¿Oficio?
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Alcaraz,
Granada,
Liga 2013/2014
Granada FC 1 - At. Madrid 2
Analizar el fútbol a posteriori es siempre mucho más fácil. Es obvio que existen verdaderas odas literarias dedicadas al deporte rey y yo me declaro admirador de muchas de ellas pero todas tienen truco. Conocido el resultado se busca entre el potaje de datos y hechos que se han cocinado durante 90 minutos para que, con mayor o menor talento, se elija ese puñado concreto que lo explique todo. Que explique lo que queremos explicar. En ocasiones, muchas, se recurre a espacios generales, esos lugares comunes que todos conocemos sin tener que explicar demasiado, para trazar un relato creíble. En otras ocasiones, como la de hoy por ejemplo en las que no ha ganado el mejor equipo sobre el campo y que además el ganador lo ha hecho sin desplegar un fútbol acorde con su nombre y su posición en la tabla, se suele hablar de oficio. El equipo ha tenido oficio, dicen. El oficio de los ganadores, claman a modo de titular autoexplicativo. Francamente, nunca he tenido claro que significa eso. Hablaban de oficio cuando los equipos de Caparrós se dedicaban a dar patadas durante horas y horas en las que no se podía hacer rodar el balón. Hablaban de oficio cuando Aguirre plantaba el autobús en su área y le decía a los recogepelotas que no soltasen el balón tan rápido. Pero también hablaban de oficio cuando el Real Madrid tiraba únicamente de su proverbial suerte y ganaba contra pronóstico. Si todo eso es oficio yo prefiero ganar de otra forma. El Atlético de Madrid, desde mi modesto punto de vista, ha ganado hoy porque sus sistema defensivo sigue siendo el principal bastión de este equipo (y el último que se desajusta), porque el Granada es un equipo sin gol y con serias dificultades para terminar jugadas y porque ha tenido suerte. Decir otra cosa, buscar perífrasis de ambrosía literaria para eufemísticamente encontrar razones más románticas sería estúpido. Además creo que no hace falta. No mientras lo de hoy no se convierta en norma y se quede en ese hecho puntual que dice, sin ambigüedades, que el Atleti también gana así.
La primera parte del Atleti fue horrible, pero mucho mérito para que así fuese corresponde al equipo rival, el Granada de Lucas Alcaraz. El lenguaraz y generalmente algo engreído entrenador del equipo nazarí había jugado su particular prepartido en los rotativos deportivos. Haciendo gala de su verborrea tóxica, bastante conocida al la rivera del Manzanares desde los infernales tiempo de segunda división, había decidido meter presión a los árbitros en esa otra suerte de “el otro fútbol” que algunos también confunden con oficio. Puede que el tiro le saliese por la culata. Si ha sido así me alegro por ello. Además, viendo a su equipo sobre el césped se comprende todavía menos esa actitud de perdonavidas. Su equipo jugó mucho y bien, siendo claramente superior al rival en muchas fases. Ganando en intensidad, algo que teniendo enfrente al Atleti es ciertamente meritorio, imponiéndose claramente en la zona medular, robando rápido, practicando una presión más que decente y manejando mucho mejor el balón. Sólo faltó crear ocasiones de gol y culminar, eso que cuesta tantos millones de euros. Enfrente tenían un Atleti apático y con un punto especulador, que abusaba del pase largo y que sólo veía el balón de lejos.
La lamentable planificación deportiva que se hace en los despachos del equipo rojiblanco (sí, lamentable), hace que la escasez de jugadores de enganche sea pertinaz. Apenas Turan y ese fascinante todocampista que es Koke. Este “pequeño” detalle, evidente desde hace años, obliga a Simeone a fabricar encajes de bolillos cada vez que hay un lesionado y esa es, me temo, la razón por la que saltamos con tres delanteros al campo. Algo que puede sonar ofensivo pero que a mí no me gusta teniendo en cuenta como juega el Cholo. La realidad es que hoy el centro del campo se ha resentido. Adrían y Villa no ayudan y los Gabi, Mario y Koke se veían superados por el buen hacer del equipo andaluz. Aun así la mejor ocasión en la primera parte fue para el Atleti, con un remate de cabeza de Diego Costa que se encuentra el portero. Pero cuando el medio tiempo estaba apunto de aparecer, llegó un penalty. Balón al área que Villa protege bien con el cuerpo (eso el Guaje lo hace como nadie) y al que Mainz, impotente por perder la posición, arroya de forma inocente. Para mí, a pesar de las protestas, es penalty claro.
La segunda parte tuvo mejor pinta para el cuadro madrileño y algo peor para el granadino. El panorama, en esencia, no cambió demasiado pero el Atleti asumió con mayor tranquilidad su actitud contragolpeadora y pareció tener más claras las ideas. El Granada bajó un punto la intensidad (probablemente por el cansancio) y subió otro punto la asumción de riesgos, lo que provocó la salida peligrosa del equipo rival. Así, con este panorama, durante muchos minutos no pasó nada. El Granada se chocaba con la defensa colchonera, incapaz de hacer una ocasión y el Atleti, alérgico al balón, pocas veces conseguía conectar alguna combinación de pelota que pudiese ser definida como jugada. Pero de nuevo las mejores ocasiones (las únicas, de hecho) volvieron a ser de los colchoneros. La más clara, sin duda, un buen balón en diagonal de Villa que remató Diego Costa con la zurda y que paró con solvencia Roberto. Cuando el partido parecía encaminado a refugiarse en la pereza de la monotonía, en una de esas contras colchoneras, se juntaron los planetas. En una combinación de tres pases, el balón acabó en largo sobre la trayectoria de Villa que encaró escorado la porteria. Buscando el disparo, consiguió girar el cuerpo dominando el balón pero en el camino fue derribado por Murillo. Para mí vuelve a ser penalty. Las dudas solamente vienen por la exageración del jugador asturiano. Exageración totalmente ineccesaria que me hace pensar que el Guaje se veía ganado y sin posibilidad de remate. Pero la realidad es que el derribo existe y para mí es claro. El propio Villa se encargó de poner el 0-2 en el marcador. A partir de ahí el partido podía haber sido definitivamente resuelto por los rojiblancos que tuvieron varias ocasiones claras para matar totalmente el partido pero, paradojicamente, lo que llegó, ya con el tiempo casi cumplido, fue un remate del Levante a pase desde el lateral que Ighalo remata de cabeza a la red. Los agónicos segundos finales fueron solventados, con oficio, por el cuadro colchonero.
Mal partido de los de Simeone que sin embargo sirve para ver otra cara de este poliédrico equipo y comprobar que también en esta versión el equipo es robusto, rocoso y gana. Por la buenas o por las malas. También de esta forma el Atleti sigue siendo incómodo e impenetrable y también así desespera al rival. Seguimos aguantando el tirón del Barça en el mejor arranque liguero de la historia. Seguimos soñando con los pies en el suelo. Que dure.