FC Barcelona 4 - At. Madrid 1
El FC Barcelona recibe cada año, por el mero hecho de competir en la liga y quede en la posición que quede, 100 millones de euros más que el Atlético de Madrid. El centro del campo blaugrana es Xavi, Busquets e Iniesta y el madrileño Gabi, Mario y Koke. Cuando se lesiona Filipe Luis no es que no exista ningún lateral de garantías en el banquillo rojiblanco, es que directamente no hay ningún lateral más. En el Barça Cesc se recupera de una lesión mientras Diego Alves y Villa juegan a pares o nones en el banquillo. Si a los fríos números consecuencia del vil metal le sumamos el universal apoyo mediático y social más una política deportiva ejemplar que ha provocado que el vistoso estilo futbolístico del Barça sea reconocido en los cinco continentes y sea indisoluble con el ADN culé, seremos conscientes de que un Barça-Atleti, hoy por hoy, es un enfrentamiento deportivo terriblemente desigual. Podrá sonar a excusa pero no lo es. Podrá sonar a pataleta pero no lo es. Es la cruda realidad. Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que no era así pero ya no lo es. No existe. Por mucho que los medios de comunicación hablen de rivalidad histórica o clásicos del fútbol, la liga es una engendro asimétrico que tiene los días contados. Esto es otra cosa. En una competición dónde cualquier jugador que destaque en cualquier equipo acabará, indefectiblemente, en Barça, Madrid o fuera de España cualquier cosa que esté fuera de la dupla mediática no tiene razón de ser. Es como correr una carrera en la que todos van a pie menos dos que van en bicicleta. Terriblemente frustrante.
Así que puede resultar irónico decirlo, sobre todo viendo lo contundente del resultado, pero el Atleti hizo en el Camp Nou un gran partido y personalmente creo que pudo hacer poco más. La primera media hora de hecho fue ejemplar. De escuela de fútbol contemporáneo. Simeone, gran entrenador y mejor analista del mundo del balompié, conocía perfectamente que la ecuación que optimiza los recursos propios y minimiza los del rival es esa que sitúa al equipo colchonero metido en 20m, fuera del área, con altas dosis de concentración y agresividad, olvidando la especulación con el balón y que arma salidas de cuatro y cinco jugadores en vertical cada vez que recupera. El Atleti lo hizo perfecto. Recordó por momentos a las noches estivales de Bucarest y Mónaco. Con un gran trabajo de Diego Costa y Koke además de la motivación extra de Falcao, el Atleti fue muy peligroso. Dio miedo. Maniató a un Barça que no se reconocía y que tenía a sus grandes puntales sin participar. Los colchoneros avisaron por dos veces con un remate del colombiano al palo y otro balón cruzado que se escapó por la parte izquierda de la portería. Uno se sentía orgulloso ya entonces de su equipo pero más todavía cuando un robo de Costa deja a Falcao encarando la portería para que con un recurso técnico al alcance de muy pocos pusiese de una medio vaselina de zurda el 0-1 en el marcador. Los Atléticos vimos que se podía ganar. El problema es que también lo vieron los azulgranas.
La idea era mantener el mismo esquema. La misma tensión. Si los de Simeone era capaces de llegar así al descanso (faltaba 15 minutos) una gran parte del camino estaría hecho y las posibilidades de rematar el encuentro con una contra fatídica se multiplicarían. Pero entonces llegó la suerte. Justo al que menos la necesita. Una jugada intrascendente por la izquierda de Adriano acaba con el jugador culé cerrado en la diestra y recortado a su izquierda. Viendo que toda la delantera está marcada y los pases cortados, decide entonces lanzar un disparo lejano con la pierna izquierda. El balón entra por la escuadra y empata el partido. Hasta entonces el Atleti había estado al 110% de su capacidad mientras el Barça, por méritos de los madrileños seguramente, no había pasado del 50%. Aun así íbamos empatados. Entonces el Barça, que había visto la oscuridad, sacó el tarro de las esencias y el Atleti, que había visto la luz, se sintió cansado e impotente. Los catalanes ya no abandonaron el área rival en lo que quedaba de primera parte pero además tuvieron la suerte, otra vez, de un segundo gol tras melé caricaturesca en el área que Busquets acaba aprovechando. 1-2 al descanso. Injusto. Un Atleti vaciado que no podía hacer más frente a un Barça que a sus muchos recursos naturales y financieros había sumado el de la suerte. Psicológicamente desolador. Darlo todo y darlo bien para irte perdiendo al descanso.
La segunda parte fue algo más parecido a lo “normal”. El Barça monopolizó el juego y el balón frente a un Atleti que ahora si era incapaz de salir con fluidez. El problema de ser un equipo potente, rocoso y peligroso como es este Atleti de 2012/2013 es que los rivales te toman como tal. Te respetan, te temen y no escatiman en recursos para ganarte. Eso es lo que le pasó al Barça. Vio que necesitaban ser ellos mismos en su mejor versión para ganar y lo hicieron. Para el Atleti era mucho más fácil ganar en el Camp Nou cuando éramos un equipo del montón que ahora siendo segundos en la liga pero prefiero mil veces esta tesitura a la otra. El Atleti ha perdido en el feudo blaugrana por pensar a lo grande pero yo lo veo como un peaje que tenemos que pagar si queremos recuperar nuestro lugar histórico en el fútbol.
El Atleti no perdió nunca la cara al partido pero no volvió a inquietar y se vio incapaz frente a un Barça alegre, fluido y convencido de sus posibilidades. El partido finalizó definitivamente cuando Messi, hasta entonces inédito, decidió hacer su típica diagonal hasta la frontal del área para empalar a la base del poste. Los minutos postreros desde ese momento hasta el final del partido, incluido el segundo gol del crack argentino tras error absurdo de Godin, entran prácticamente en la categoría de anécdota.
Creo que no se puede pedir más a quien lo da todo y este Atleti lo da todo. Algún cenizo apocalíptico olvida (o no quiere ver) que este Atleti está viajando muy por encima de sus posibilidades. Que gracias a su entrenador está regalando un rendimiento muy por encima no ya de lo esperado sino de sus posibilidades reales. Ahora estamos dolidos por perder y sobre todo por ser conscientes de que el sueño de volver a ganar la liga se diluye en el éter pero no deberíamos olvidar que este Atleti, con 9 títulos de liga en sus vitrinas, ha hecho este año el mejor arranque liguero de su historia. Me repugnan los supuestos analistas y supuestos atléticos que cuando el equipo gana ven cracks y genios por todos los sitios y cuando pierden son todos unos paquetes miserables. No me interesa ese discurso fácil y ventajista. Yo critiqué a Aguirre ganando y defiendo ahora a Simeone perdiendo porque creo en la coherencia y porque sabedor de la fuerte dosis de incertidumbre que tiene el fútbol uno pretende evitar la casualidad del momento para ceñirse al análisis del trabajo, del proyecto y del buen hacer, tratando de distinguir lo que es un riguroso plan y lo que es fortuito. Yo me siento orgulloso de este Atleti. Incluso hoy, perdiendo 4-1 en el Camp Nou.