Hamsterdam
Viendo el otro día el partido en casa de un amigo ocurrió al terminar que su chica, una persona entrañable que tiene la suerte de vivir al margen del fútbol, nos hizo la siguiente pregunta: “¿Qué tal el Atleti?”. Yo lógicamente contesté algo así como que ni me preguntase sobre “esas cosas” porque me tenía de “muy mala leche” a lo que ella me contestó con una sarcástica sonrisa: “vamos, exactamente igual que desde el día que te conozco”. Conozco a esta chica desde hace unos diez años, más o menos, y lo verdaderamente triste de esta historia es que tiene toda la razón. Durante todos estos esos años, en mayor o menor grado, siempre he estado de este humor con mi equipo. No recuerdo en todo este tiempo estar verdaderamente ilusionado o contento del todo y si recuerdo estar permanentemente enfadado, cabreado y de quejarme amargamente de Ranieri, de Sacchi, de Ferrando, de Manzano, de los Gil, de Bianchi, de Aguirre, de Pitarch, de Costinha, de MA Ruiz, de Pernía, de Novo, de Javi Moreno, de Telemadrid, de la SER, de la COPE, de Cerezo y hasta de la megafonía del estadio. Ha pasado demasiado tiempo como para pensar que todas las cosas pasan por casualidad o por mala suerte. Demasiados años como para caer en el error de personalizar la causa de tantos males en tipos que pasan por aquí un par de años y se van. ¿Qué está pasando?Finalmente lo tengo claro. Me lo explicó hace pocos días de una forma muy sencilla Howard Colvin, mayor de la policía en Baltimore Oeste en la ficción que representa en esa joya de la televisión que para este que escribe supone The Wire, una serie de la televisión de la cadena americana HBO, En un capítulo de la tercera temporada El señor Colvin, a punto de jubilarse, harto del lamentable estado de decadencia en el que se encontraba su barrio gracias al submundo que acompaña siempre al tráfico de drogas y dada la imposibilidad de su departamento para poder combatirlo, decidió explicar a sus pupilos cual era el problema y cuál era la solución. Lo hizo con el siguiente ejemplo: por alguna razón en los Estados Unidos está prohibido beber alcohol en las calles a la vista de todos lo cual parece una simple regulación sin importancia pero esa simple “norma de conducta” era en realidad muy difícil de controlar por parte de la policía dada la cantidad de gente que bebía por la calle, lo que les consumía unos recursos policiales que no tenían y lo que provocó que durante un periodo de la historia los departamentos estuviesen tan ocupados deteniendo a los borrachos que pululaban por las calles que literalmente no podían preocuparse de empresas más serias e importantes. La solución al problema vino sin querer pero de la forma más genial y simple en que podía llegar. A alguien se le ocurrió salir de una tienda bebiendo una cerveza pero tapada con una miserable bolsa de papel marrón de forma que nadie, entre ellos la policía, podía saber si estaba bebiendo cerveza o coca-cola. Las tiendas a partir de entonces vendían las botellas de alcohol tapadas con la dichosa bolsa y así, con una trampa tan sencilla, las pobladas unidades policiales americanas pudieron por fin olvidarse de si la gente bebía en la calle o no (no era delito ir con una bolsa de papel por la calle) y a emplear todos sus recursos en la lucha del crimen organizado. El Mayor Colvin quería explicar con esto a la gente de su departamento que estaban tan ocupados lidiando con los “camellos” que trapichean en las calles (delincuentes menores) que no podían abordar el verdadero problema: la cabeza organizativa de la red.
Ustedes dirán que esto no tiene nada que ver con el Atlético de Madrid pero yo lo he visto claro. Necesitamos una bolsa de papel que tape lo que está podrido pero es intrascendente (o menos importante) y nos deje a la afición colchonera pelear con todos nuestros recursos por lo que de verdad importa, Llevamos demasiado tiempo lidiando con problemas menores que si bien han sido muchos, y a veces no tan menores, lo cierto es que siempre escondían el verdadero problema de fondo: ¿Quién maneja los hilos y cómo lo hace? Llevamos más de una década en estado de letargo donde los errores se cuentan por docenas, los sinsabores son parte de la familia, la diversión y el espectáculo son fantasmas del pasado y donde los éxitos son algo así como leyendas increíbles de países muy lejanos pero de forma curiosa la cúpula del monstruo, esa que permanece oculta y sin hacer ruido, vive paseándose entre nosotros con una tranquilidad impropia de sus fechorías. Igual que los capos en The Wire. Es curioso pero en más de una década de mediocridad y tristeza no recuerdo una sola imagen de un dirigente del Atlético de Madrid acorralado por la prensa o la afición o pasándolo mal en su vida pública aunque sí recuerdo que ocurriese en el mismo tiempo cosas similares en otros equipos a los que además les ha ido bastante mejor que a nosotros como Real Madrid, Barcelona, Valencia o Sevilla,
Por un lado los grandes capos del monstruo han conseguido tejer una red mediática afín que eclipsa, difumina y oculta los trapicheos que ocurren en el atlético de Madrid lo que ha provocado que una gran parte de la afición este literalmente en estado de letargo pero por otro el resto de la afición estamos tan preocupados de guerrear con los camellos de poca monta: Pernia, Costinha, Bianchi, Ferrando, Pitarch, Amorrortu, Seitaridis, Aguirre e incluso de “matarnos” entre nosotros mismos en la búsqueda mitológica del verdadero sentimiento atlético que agotamos en esas guerrillas los pocos recursos que tenemos para luchar contra el verdadero problema de este club: La cúpula, la cabeza, el cerebro.
Aguirre no debe seguir un minuto más en este equipo por múltiples y variadas razones pero al fin y al cabo Aguirre es como un camello en una esquina de Baltimore, algo que hace daño pero que lo hace en un punto concreto de la historia a sabiendas de que es la voz de su amo y de que si se va de la esquina esta no se quedará vacía o limpia porque el gran capo mandará a otro de sus chicos. Esto no significa que tengamos que defender el que se quede (¡no por Dios, ni mucho menos!) o que tengamos que argumentar su inocencia (porque independientemente de su jefe es culpable del delito que ha cometido) pero lo más seguro es que su “retirada” simplemente suponga unos días de alivio y que tampoco sea ninguna solución si seguimos con la dinámica actual. Ya nos pasó con Manzano, nos pasó con Ferrando, nos pasó con Bianchi y nos pasará con Aguirre.
El Mayor Colvin decidió que ya que no podía acabar con el problema general al menos conseguiría, en honor a sus vecinos, tener las calles de su distrito limpias de droga así que ordenó a su gente que obligase a todos los camellos del distrito a marcharse a una zona de la ciudad abandonada donde podrían ejercer su venta ilegal sin que ningún policía les molestara. Una especie de gueto limitado donde no vivía nadie y en el que de alguna manera fuese legal la venta de drogas. Era su particular “bolsa de papel” y a ese lugar lo llamaron Hamsterdam. No acababa con el problema ni con el tráfico de drogas pero al menos sus vecinos vivían más tranquilos y sobre todo los policías podían ocupar su tiempo en luchar contra empresas más importantes,
¿Y si pudiésemos tener nuestra particular “esquina” limpia por una vez aun sabiendo que los capos siguen ejerciendo su actividad”? Una dirección deportiva lógica y un entrenador normal. ¿Seriamos entonces más y con más recursos para combatir el “crimen”?.¿Y si pudiésemos tener momentáneamente un discurso deportivo decente que a pesar de perder no nos avergonzase con su juego, su espíritu o su actitud? A lo mejor entonces no discutiríamos entre nosotros sobre vergüenza, dignidad, objetivos indefinidos, sobre lo que pasaría si….o sobre giles y cerezos como ente abstracto ¿Y si nos organizarnos para ganar pequeñas batallas con las que comer terreno a la organización (boicot a la prensa afín, boicot a las marcas e instituciones afines, guerra en las gradas a todo lo que no respete la tradición del club, protestar en el estadio por todo lo que no sea un discurso digno,…)?
La lucha contra la droga es tremendamente complicada y me temo que prácticamente imposible de solucionar atacando directamente a la cabeza porque estos están bien protegidos por la “red”. Al Capone fue a la cárcel por defraudar a hacienda a pesar de ser un sanguinario asesino, Me temo que aquí también habrá que entrar por la puerta de atrás.