Conclusiones tras el Madrigal
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Ganadores. Los más jóvenes del lugar, o los que se han destrozado el cerebro a base de periodismo deportivo caducado, no lo recordarán pero hubo un tiempo en el que el objetivo del Atleti no era quedar tercero en la liga o ganar la Champions sino “hacer un buen papel”. ¿Lo recuerdan? Lo decían jugadores, entrenador y presidente. El Atleti parecía ser un pobre verso libre cuyo desempeño en el césped no se correspondía (ni por lo visto tenía por que corresponderse) con lo que apuntaba su presupuesto y su historia. Una parte de la afición colchonera (con el apoyo cómplice de los medios de comunicación, claro) llegó a celebrar una cuarta posición, conseguida in extremis tras una temporada de asco, como un verdadero título. ¿Recuerdan? Otra parte de esa misma afición llegó incluso a ilusionarse con la segunda llegada del ínclito Gregorio Manzano, agarrándose con ardor a esa campaña de los medios (siempre en su sitio) que vendía la experiencia anterior como "fantástica" dado que sólo el gol average de la última jornada nos había dejado fuera de Europa. ¿Recuerdan? La fragilidad cerebral del aficionado al fútbol nunca ha sido prodigiosa pero parece menguar según pasan los años. Gracias a Dios todo esto ha cambiado. Para bien. El Atleti que saltó ayer al Madrigal, independientemente de su forma física, estado anímico, capacidad de juego, carencia de gol, desequilibrios tácticos, falta de verticalidad y lo que ustedes quieran, lo hizo para ganar. Sin peros. Ni buena imagen, ni un puntito, ni historias. A ganar. Como sea. Eso, señoras y señores, es lo más importante. Al menos lo es para mí, que tuve que sufrir con dolor y diarrea, esas épocas “gloriosas” en las que “todo el mundo” aceptaba que mi equipo fuese una simpática comparsa. Los mismos periodistas que nos animaban entonces a celebrar una cuarta plaza son los que ahora nos exigen ganar la liga y la Champions, catalogando de sonoro fracaso no hacerlo. Ustedes verán lo que hacen y lo que quieren pensar pero basta poner los datos sobre la mesa y abrir un poco el objetivo para darse cuenta de lo obvio.
Cansancio. Noto al equipo cansado. Pero más por una cuestión anímica que por algo físico que, sinceramente, no veo. Es como ese tipo educado que está en una fiesta que ya no le interesa para nada pero que, estando muerto de sueño y con unas ganas terribles de irse a su casa, es capaz todavía de mantener dignamente una conversación coherente. La temporada ha sido larga (tres competiciones peleando hasta el final) y dura (8 partidos contra el Madrid, 4 contra el Barça, Supercopa, Copa, Champions,…). Jugadores y cuerpo técnico han tenido que soportar también una inusitada y desproporcionada presión adicional, externa e interna, que en algún momento deberíamos analizar para intentar no autodestruirnos. Encima, tampoco han tenido demasiada suerte en momentos puntuales. Todo eso se tiene que notar y es normal que aparezca ahora que los objetivos golosos se han disipado. Todo cuesta más. Frente al Villarreal el equipo hizo un gran esfuerzo por mantener la concentración, la pasión y su característica intensidad pero la gasolina se está agotando. Los partidos que vienen van a ser terribles en este sentido y probablemente el efecto será cada vez más evidente. Me asusta pero confío en el equipo.
Portería y Delantera. Durante muchas fases de la temporada había llegado a estar convencido de que la gran diferencia de este equipo con el del año pasado estaba en la portería. Creo que me equivocaba. Una inoportuna lesión a principio de temporada y una mala tarde en El Pireo condicionaron el futuro de la meta colchonera, pero a estas alturas de película da la sensación de que la portería está en buenas manos. Los últimos partidos de Oblak han creado suficiente certeza como para pensar que será (es) un portero más que solvente y que tenemos motivos para soñar con que se ha solucionado un problema que parecía irresoluble. El despunte de Oblak da todavía más valor a la temporada de un Moyá cuya titularidad es más valiosa sabiendo a quién tenía detrás.
Al final, el verdadero problema estaba arriba. El Atleti 2014/2015 no tiene pegada, es obvio, y fundamentalmente no la tiene porque tampoco tiene delantero centro. Nuestro máximo goleador es un segundo punta francés en estado de gracia porque no tenemos un 9 a la altura de las exigencias. Quedan 4 partidos así que yo creo que ya lo podemos decir. Mandzukic no ha estado a la altura en ningún momento (llegó sólo a estar a punto) e intuyo que ya no lo va a estar. No sé si es una cuestión de calidad personal, de tipo de juego, de estado de forma o de adaptación al sistema pero en el fondo me da igual. No funciona. Es lo que hay. Que Raúl Jiménez formase parte de esta plantilla debería entrar en la categoría de milagro o de Expediente X. No merece mayor desarrollo. Y luego está Torres, un jugador al que es muy difícil juzgar sin la enorme carga emocional que tiene para la mayoría de colchoneros. Para mí sigue sin estar bien (está mal de hecho). Es cierto que no se le puede poner un pero a su compromiso y entrega pero creo que tampoco se le puede poner a Mandzukic o a Raúl Jiménez. Dicho esto, creo que ahora mismo debe ser el titular. Es cierto que le falta desborde y que ha fallado muchos goles pero también ha demostrado que puede meterlos (el de ayer es prodigioso y además se lo fabrica él solo). Como mínimo ha generado ocasiones de gol, cosa que no se puede decir de un croata que no remata a puerta desde que el futuro Balón de Oro, Chicharito, jugaba en el Guadalajara.
Juego. El juego del Atleti es malo. Poco brillante y carente de ideas. No creo que sea una cuestión de colocar la defensa más arriba o más abajo sino de falta de grasa. De ausencia de frescura y seguramente de escasez de talento. El lateral izquierdo es un problema, por mucho que la actuación de Gámez sea más que digna y de un mérito tremendo. Es una limitación a la hora de atacar al rival en un equipo ya de por si limitado. La lentitud de ideas en los mediocentos es un problema generacional del que ya hemos hablado pero es que además (sobre todo) Arda y Koke están muy lejos de su mejor versión. Sin ellos, el Atleti pasa a ser un equipo demasiado parecido a sus rivales y todo cuesta el doble. Aun así me gustaría destacar que el Atleti jugó contra el Villarreal en campo contrario y tuvo el balón tanto como su rival (en la primera parte bastante más, incluso). Eso no significa nada (lo sabemos bien), pero lo digo por todos esos “analistas” que solo ven al equipo cuando juega contra el Real Madrid o el Barça y asumen que esa es la forma habitual de jugar. No, queridos. Levanten la vista del ombligo y descubrirán ahí fuera un mundo nuevo y fascinante.
Quedan 4 partidos. 4 finales. Dejemos a los jugadores jugarlas en paz y juguémoslas nosotros fuera como ellos. Con orgullo, con dignidad, partido a partido y olvidándonos de los cantos de sirena del ejército de la caspa que intentará acelerar la realidad y tratará de poner los focos (y el veneno) en su propia miseria y en ese partido de la penúltima jornada que pretenden jugar sin tener que hacerlo. No seamos tan mediocres de caer en el engaño.