Balance
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Simeone
Me temo que en este
año de catarsis no será así y que el balance, si es que merece la pena hacerlo, va a resultar muy
breve: se me hace difícil pensar en una temporada mejor. Si
alguien espera palos a diestro y siniestro, que me la coja con papel de fumar o
una bandera con la que cubrir su radical talibanismo anti-todo, me temo que
tendrá que buscar en otra ventanilla. Sí, sé que la meta está en ganar todo lo que
se juega y que técnicamente hemos perdido dos títulos de tres pero qué quieren
que les diga, un puto minuto y medio en la final de la Copa de Europa o caer en
semifinales de la Copa del Rey frente al campeón me parecen datos lo
suficientemente cercanos a la casualidad o la suerte como para tenerlos en
cuenta. No lo haré. Sería un necio. La temporada ha sido fabulosa, espectacular e inolvidable. Un
sueño que ha sido (y es) y que he podido vivir de cerca.
El Club Atlético
de Madrid sabemos que no es un Club, que no tiene socios, que está en manos de
quién está y que esa propiedad aparentemente legal, lamentablemente, fue una
usurpación mafiosa y denigrante. Lo sé y no lo olvido (ni lo olvidaré) pero me
niego a que eso condicione mi vida, mi felicidad y mi forma de entender al
Atlético de Madrid. El gilismo es una enfermedad que tiene el Club pero igual
que me parece injusto ignorarlo me resulta estúpido anteponerlo siempre ante cualquier otra cosa. A mí lo que me importa y lo que me hace feliz es el Atleti
y no su enfermedad. Que está desgraciadamente todo ligado es obvio pero lo que
no pienso consentir es que los árboles no me dejen ver el bosque. Que ningún agente
externo, por nocivo que éste sea, me haga renunciar a mi esencia, a mis
principios, a mis sueños y a mi alegría. Y que si quiero llorar de felicidad pues lloro sin remordimientos.
¡Faltaría más! El Atleti, mi Atleti, está por encima de personajes, a un lado y
a otro de las trincheras. Nadie me va a decir a mí cuál es la forma correcta de
acercarse al escudo del Oso y el Madroño porque, entro otras cosas, esa forma única y perfecta no existe. Nadie debería decírselo a ustedes tampoco. Los repartidores de carnets de buen colchonero que van por ahí dando lecciones, digan lo que digan, son unos farsantes.
Soy de los que
piensa que para que las críticas tengan sentido hay que ser también capaz de resaltar, con el mismo estilo, los aciertos. Desconfío por definición
tanto de los aduladores que siempre ven el lado positivo como de los cenizos que
siempre lo ven todo mal. Así que honestamente creo que el Atleti, como institución, ha
acertado esta temporada en muchas cosas. Ahora que entramos en periodo estival
y la prensa tóxica vende todos los días a quince jugadores de la primera
plantilla conviene recordar lo que ocurrió por ejemplo el año pasado. Un año
que comenzó exactamente igual, con aparente desbandada general de todos
nuestros jugadores y que acabó con la misma plantilla que al principio (a
excepción de Falcao que a estas alturas ya no estaba). Conviene recordarlo
porque creo que por primera vez en muchos años se gestionó un plantilla con
sentido, coherencia y ciñéndose al presupuesto. Dos tipos por puesto, respeto al entrenador, buena
política de cesiones, apuestas por jóvenes de futuro y refuerzos interesantes
en invierno. Algunas cosas salieron mejor que otras pero el plan tenía sentido
y a priori a todos nos hacía estar esperanzados. Si son capaces de repetir lo
mismo este año, teniendo en cuenta además los réditos económicos obtenidos tras
una exitosa campaña, seré muy feliz. Es decir, no pienso arrancarme la camisa y
ni perder los nervios a modo preventivo como veo que está ocurriendo en las
redes. Lo único que echo de menos es saber realmente la situación económica del club, el
montante de la deuda, la lista de acreedores y el escenario real que nos movemos
pero esta reivindicación recurrente es parte de la historia negra del legado
Gil como ya sabemos.
De la dirección
técnica (el Cholo, Burgos, el profe Ortega,…) no puedo decir nada malo.
Sobresaliente. Simeone es ahora mismo un Dios para la religión colchonera. La
referencia en la que todos nos fijamos. Deportivamente ha construido un equipo
con personalidad y poderío. Un equipo que maneja muchos registros pero que lamentablemente los
rapsodas más casposos de las ondas, sumidos en esa soberbia gratuita que parte
del público les deja tener, no quieren ver. Es su problema. Poco a poco ha
ido cuajando la leyenda mentirosa de que el Atleti juega mal y que gana únicamente a base
de cojones. Mentira. El equipo de Simeone es un equipo que juega al fútbol muy mal y muy bien. Feo y bonito. Que ha jugado al contrataque y llevando la manija
del partido. Que defiende y que ataca. Un equipo capaz de adaptarse a las
circunstancias y los momentos pero sin perder de vista el objetivo único que lo
consolida todo: ganar. Me encanta el fútbol y me encantan los buenos jugadores
pero también me siento muy identificado con la forma de jugar de este equipo.
No veo incoherencia por ningún sitio.
Otro de los
grandes aciertos del Club ha sido en mi opinión la imagen
institucional. Moderna, honesta, emotiva y diferente. Viendo hablar al entrador
o al capitán (o a cualquier jugador) y leyendo la cuenta oficial de Twitter, me he sentido este año orgulloso de los que me representan. Con la salvedad de esa anomalía
desagradable, que tan poco tiene que ver con el Atlético de Madrid y que es siempre
Enrique Cerezo, tengo la sensación de que el Atleti ha sido capaz de transmitir
una imagen muy apetecible para el espectador neutral y que el escudo, como
marca, ha ganado muchos enteros. Evidentemente los éxitos deportivos han
ayudado pero no es sólo eso. El Atleti de este año es la demostración de lo
importante que es la forma con la que se consiguen las cosas. Que es mucho más fácil
querer algo construido por uno mismo que comprado. Uno sale ahora por el mundo y
siente la admiración. La envidia. El Atleti es ahora un ejemplo de los valores que nunca
deberían habernos abandonado: humildad, esfuerzo, coraje, orgullo, valentía y
felicidad. Veo pancartas felicitando al equipo en campos pequeños de Italia,
Alemania o Polonia y me lleno de euforia. El Atlético de Madrid, es ahora mismo
la referencia del otro fútbol. No el de las patadas sino el del corazón. El
héroe de todos aquellos que no están inmersos en la sangría de dinero y
estupidez que sacude el mundo contemporáneo del balompié. Fuera de los petrodólares, el gas
ruso o la recalificación mafiosa de terrenos al norte de Madrid. Fuera de la
mentira. De las portadas para imbéciles. Del alpiste diario de los que nadan a
favor de la corriente. De la crueldad del vil metal. Del poder fáctico. Del
Establishment.
Con todos los
matices que quieran, hoy me siento muy orgulloso de ser del Atlético de Madrid
y si me preguntan qué es lo que espero para el año que viene mi respuesta será
muy sencilla: poder volver a sentir exactamente lo mismo dentro de 365 días.
PD. En la foto
que ilustra el artículo aparece el que esto escribe.