Llegado el final de temporada, y como viene siendo habitual en este blog, es momento de hacer balance y buscar conclusiones.
Dirección deportiva.
A punto de empezar la temporada, antes de ver la exhibición en Mónaco frente al Chelsea, mis expectativas para la temporada que ahora concluye eran bastante bajas. Está escrito. El buen regusto que había dejado la consecución de la Europa League de Bucarest se había visto coartado bruscamente por el hacer estival de la secretaría técnica del Atlético de Madrid. Lo que quiera que eso sea. Entonces dije que la plantilla del Atleti era peor que la plantilla de la temporada anterior . Hoy, a pesar de todo lo que ha pasado después, lo mantengo. Me explico. En verano se fueron: Diego, Salvio, Pizzi, Asunçao, Antonio López, Domínguez y Perea. Llegaron: Cisma, Cata Díaz, Emre y Cebolla (más la recuperación de Raúl García y Diego Costa). Visto así, en frío, espeluzna. Se fueron más jugadores de los que vinieron y los que vinieron… vinieron de aquella manera. En el caso de los dos repescados, probablemente los que mejor rendimiento han dado, dio la sensación además de que eran jugadores a los que se buscaba acomodo fuera del equipo pero por distintas circunstancias tuvieron que quedarse en la plantilla. Sobre Raúl García no me voy a extender, creo que sigue en el Atleti por tener una ficha muy alta al alcance de pocos equipos y que es un jugador que sería mucho mejor en otro equipo con otro tipo de exigencias. Ha dado lo que ha dado. Lo de Diego Costa es sin embargo la gran sorpresa de la temporada. Crecimiento espectacular y resultado insuperable. No creo que entrase en los planes de nadie hace un año pero se ha ganado merecidamente una titularidad que hoy nadie discute. Los que sí debían entrar en los planes del proyecto de Caminero, esa especie de holograma que dice ser el director deportivo de este equipo y al que sólo se puede ver en las celebraciones, debieron ser los “fichajes”. Ninguno de los cuatro mejoró la plantilla (al contrario, en algún caso), ninguno de ellos ha jugado regularmente (salvo quizá el Cebolla) y ninguno de ellos es, ni de lejos, titular. La dirección deportiva me resulta por tanto más que pobre nefasta. Lamentable. Una plantilla confeccionada con retales, corta, sin gusto y configurando un plantel desequilibrado con posiciones sobresaturadas y otras en barbecho. Independientemente de los problemas financieros, que algún día deberían explicar claramente de qué naturaleza son si es que esa va a ser la excusa, no se explica un diseño tan rácano y falto de criterio como el que se hizo. Caminero, por razones previas, no debería haber desempeñado nunca ese cargo pero llegado a este punto es evidente que sobra. La inmensa suerte que tiene ese señor de barba descuidada, verbo irregular y amenazantes gafas de sol es la misma que tenemos nosotros. Se llama Diego Pablo Simeone.
Dirección técnica.
En los años que llevo viendo fútbol, unos cuantos ya, se me hace muy complicado encontrar una temporada en la que el Atleti estuviese mejor dirigido que la presente. Es obvia la referencia al doblete pero sin ánimo de parecer exagerado, tengo la sensación de que ésta temporada no le va a la zaga en lo que a dirección respecta. En un contexto diferente, con Madrid y Barça en el universo de los humanos, el actual Atleti hubiese sido imparable. Así lo creo. Simeone recogió una piltrafa a la que encima le quitaron un jugador clave como Diego y ha devuelto un equipo de élite. El otrora puñado de pusilánimes sin carácter que carecía de orgullo y de sueños es ahora una roca compacta, unida, feliz, orgullosa, valiente y que mira de frente a cualquier reto que se ponga por delante. Ese puñado de millonarios agradecidos y complacientes que celebraban llegar a jugar la Europa League en la última jornada no sólo tiene ahora un máster en pasear trofeos por las calles de Madrid sino que quieren todavía más. Simeone se ha erigido en el líder de este club pero lo ha hecho dando ejemplo y de forma natural. Haciendo. No ha exigido respeto y diligencia por ser el quién es o por estar dónde lo han puesto (como intentaron hacer sus predecesores) sino que ha conseguido lo que tiene a base de esfuerzo, criterio, talento, fuerza y demostrando cada paso que daba. Ha traído a la plantilla el respeto por la institución que sus jefes ni tienen ni reclaman. El amor a los símbolos. Ha puesto realidad en todos los frentes sin perder ilusión. He demostrado que es lícito tener sueños en este equipo. Ya no se permite que nadie nos deje de tomar en serio en el campo. Simeone ha desempolvado el escudo y lo lleva bien alto, para que todos vean lo que estamos defendiendo. El equipo sabe a lo que juega y ya no duda nunca que cuando el árbitro pita el inicio de partido el objetivo es simplemente ganar.
El equipo se ha construido desde una defensa contumaz, el rigor táctico y una presión asfixiante provocada por una preparación física que hacía muchos años que no recordábamos por aquí. Es cierto que la única carencia del equipo se encuentra a la hora de manejar el balón pero yo tengo la sensación que es más un problema de falta de plantilla que de otra cosa. El Atleti cuando ha tenido que tener el balón casi siempre lo ha tenido. El problema es que no sabía qué hacer con él. Estoy convencido que con una plantilla más equilibrada este equipo se parecería mucho a ese tipo de fútbol que hacen ahora en Alemania. Compacto y contragolpeador en esencia pero vertical y sólido cuando necesitan tener un balón del que no reniegan. La labor de la dirección técnica como bloque (incluyendo al Mono Burgos, el Profe,…) sólo puede recibir el calificativo de excelente.
Jugadores.
En general y prácticamente todos han rendido a su nivel máximo o incluso por encima. Courtois ha demostrado otra vez que con él en plantilla el resto de porteros no tienen sentido a la vez que Asenjo demostraba que nunca debió volver al Atlético de Madrid. La defensa ha sido el eje sobre el que se ha sustentado el éxito del equipo pero más como concepto que como línea concreta. El Atleti ahora defiende en bloque y eso lo agradece una defensa que años atrás era el hazmerreir del equipo. La pareja de centrales, muy sólida, ha mantenido el nivel del final de la temporada anterior. Juanfran ha estado algo más discreto (sin hacer mala temporada), algo que contrasta más todavía si tenemos en cuenta el temporadón de Filipe Luis. El brasileño se ha convertido, y no es amor de madre, en uno de los mejores laterales izquierdos del mundo. Estos cuatro no han dado opción a unos reservas muy por debajo en nivel. Una línea que evidentemente necesita refuerzos.
El tipo de juego que Simeone diseña en el medio campo dibuja dos mediocentros claros y dos o tres jugadores en la media punta. Los primeros destruyen, equilibran y lanzan al equipo. Los segundos crean, inventan y nutren la delantera. La pareja de mediocentros ha cumplido relativamente bien supliendo las carencias técnicas con derroche físico. Gabi, quién lo iba a decir, ha sido pieza clave erigiéndose en punta de lanza de la presión y en la representación del espíritu competitivo dentro del campo. Buena temporada la del capitán. Mario fue de más a menos, dejando muy buenos momentos a principio de temporada pero también algunas gotas de esa cierta indolencia que tan poco gusta en el Calderón. Tiago fue de menos a más pero una desafortunada lesión le hizo perder el tren cuando mejor estaba. Los tres, con matices, me siguen pareciendo jugadores válidos para este equipo pero echo de menos algo más de salida de balón.
En la línea siguiente es sin embargo donde encontramos las diferencias más sangrantes. Faltan efectivos de nivel. Ideas. Si ahí está Arda Turan, el jugador más creativo de la plantilla por no decir el único, el equipo es uno bastante interesante. Si no está aparece la mediocridad. Koke se ha hecho también fundamental en el equipo y su creciente combinación de fuerza y calidad hace que sea un jugador muy del gusto de Simeone. Ha jugado mucho y seguirá jugando. Es muy bueno. El resto de jugadores en esas posiciones nunca han estado a la altura y su entrada en el equipo coincidía con los peores momentos del equipo. Adrían y Diego Costa han entrado a veces en la línea de tres caídos en banda. Mientras el brasileño ha regalado la mejor temporada de su carrera, el asturiano ha mostrado su peor cara. En ningún momento ha entrado en la dinámica y se le ha visto lento, fallón y falto de confianza. Pero es un excelente jugador, el Cholo lo sabe, y soy de la opinión que tenemos que esperarlo.
Arriba, ese gran profesional de cuyo nombre no quiero acordarme, nos dio un recital de fútbol ofensivo en la primera mitad de la temporada pero a partir de navidad decido retirarse a un meditado retiro espiritual, pensando probablemente en las glamurosas noches de Mónaco y el estupefaciente olor del dinero. Que con su pan se lo coma. Afortunadamente decidió volver de la hibernación el día de la final de la Copa del Rey para regalarnos (previo pago, claro) una jugada excelente que quedará marcada en el recuerdo de varias generaciones de colchoneros.
Resultados.
La temporada me hubiese resultado válida simplemente con todo lo anterior. Con la constatación de que el proyecto es de verdad, es creíble y va en serio. Pero es que además han llegado los resultados. Un tercer puesto en liga que hacía años no se alcanzaba y encima con insultante suficiencia. Esa supercopa de Europa vapuleando a todo un Chelsea y sobre todo ese Campeonato de España, esa Copa del Rey, que nos ha dado tanta alegría a todos. Mi único pero está en la Europa League, torneo que despreciamos desde el principio y que Simeone dejó claro siempre que no quería disputar. Su apuesta era centrar físicamente al equipo en la liga y posteriormente, cuando ya se puso al alcance, también en la final de Copa. Nunca lo entendí y nunca compartí (ni comparto) esa opción pero debo reconocer que el Cholo ha ganado la apuesta. Tengo razones para criticarla y defender mi postura pero la realidad es que los resultados le dan la razón al argentino. Fin de la historia.
Temporada tranquila, feliz y plagada de buenos momentos. Simeone y sólo Simeone es el principal culpable de que ahora tengamos la sensación de que en las calles de Madrid cada vez existen más camisetas rojiblancas.
Tiempo habrá de hablar del futuro. Ahora sólo queda felicitar a los artífices de todo esto. Enhorabuena campeones.