Hasta mañana entonces
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Sevilla
Sevilla FC 2 - At. Madrid 2
“Me temo que es a ti a quién echo de menos porque simplemente me quedo contemplando el techo. Se me hacen nudos y se me retuerce el estómago. Puede que este fuera de onda pero ¿tú sabes lo que es amor verdadero? Haré que todo esto merezca la pena así que crezcamos más allá de esto...”
Corría el año 2001 y el Atlético de Madrid recién sorteaba las llamas del infierno de segunda. Sin embargo la Copa del Rey de aquel año deparó una semifinal en la que los madrileños se enfrentaban al Real Zaragoza. El equipo maño, que a la postre ganó la competición, estaba entrenado por un tal Luis Costa del que me acordaré toda mi vida. No por su desempeño como entrenador sino por lo que dijo en rueda de prensa cuando supo que se enfrentaba al equipo colchonero. Sin ningún tipo de ironía o sarcasmo deslizándose por su curtido rostro, el entrenador zaragocista reconoció en voz alta estar contento de tener que enfrentarse a un equipo de segunda división. Recuerdo que algún nostálgico periodista dijo algo parecido a “pero es el Atlético de Madrid” a lo que el tal señor Costa respondió con algo parecido a: “pero es un equipo de segunda división”. Aquella puñalada gratuita y repugnante (siempre he odiado a los aprovechados que sólo golpean cuando son poderosos) se me quedó clavada en lo corazón y ahí seguirá instalada hasta que me muera. Para lo bueno y para lo malo. Odié a aquel señor con todas mis fuerzas por perpetrar esa humillación que por otro lado él entendía como cierta pero también me sirvió para entender que en esto de los equipos hay cosas esenciales como el respeto, el orgullo, la dignidad o el corazón que se escapan a los puntuales resultados concretos.
El Atlético de Madrid, con sus casi cien años de historia al hombro volvió a la senda de la primera división dos años después pero como esas lesiones mal curadas que acaban con carreras de jugadores prometedores fallaba algo. Mientras que los números muy lentamente volvían a la tendencia histórica seguía faltando ese respeto moral que tipos como el tal Luis Costa nos había perdido. El Atleti saltaba a los estadios como un equipo más de la primera división que, dependiendo de las circunstancias y el momento concreto, podría ser más o menos difícil de batir. La camiseta no asustaba. El escudo tampoco. Podría hacerlo algún jugador estrella o una micro racha de suerte pero ese aura que sobrevuela sobre los equipos grandes, independiente de quien se enfunde el uniforme, no aparecía por ningún sitio. Hasta que ha llegado Simeone y ha construido un equipo. Un señor equipo. Denso y compacto. Con espíritu y músculo. Un equipo que se llama Atlético de Madrid y que tiene el respeto de sus rivales. Independientemente de quién juegue, del día, del momento y de la competición. Simeone ha venido a este club para decir desde el banquillo, desde el césped o desde una rueda de prensa que ojo señores, somos el Atlético de Madrid y ahí fuera hay un montón de gente que está con nosotros.
“Si el mundo se terminará tú serías mi amigo apocalíptico. Hasta mañana entonces...”
El ambiente en Sevilla era espectacular. Desde el punto de vista puramente futbolístico el encuentro se presentaba como una de esas ocasiones especiales en las que todos los jugadores quieren estar. Presión, ruido, colorido, graderío hostil y encima una lluvia torrencial que aportaba épica al cuadro. Fantástico. Lamentablemente en el mismo cuadro aparecía también ese Hooligan maleducado y fanfarrón que hace las veces de presidente del Sevilla. Un tipo con demasiadas sombras a su espalda y que se había encargado de calentar imprudentemente un partido que no necesitaba combustible violento para ser especial. Pero este renacido Atleti que se construye desde el corazón tiene también una poderosa cabeza que lo hace estar a la altura de las circunstancias. Especialmente en partidos importantes. Todos esperábamos un arranque brutal de los sevillanos buscando ese gol tempranero que diera la vuelta a la eliminatoria y permitiese a los andaluces desplegar su temido contrataque pero lo que vimos en el campo fue todo lo contrario. Un equipo hispalense ralentizado por la buena disposición táctica de su rival y un Atleti serio y contundente que mordía en cuanto los blanco ponían a rodar la pelota. Así que efectivamente ocurrió todo lo contrario de lo que estaba escrito en el guión de Emery. A los cinco minutos un pelotazo ronda la frontal del área y el segundo de duda de los centrales sevillistas es aprovechado por Diego Costa, ese jugador, para primero atrapar el balón, más tarde bajarlo al suelo, buscar sitio de disparo frente a su rival y poner el balón en la base del poste abriendo el marcador. La grada del Nervión que soportaba la lluvia por fuera notó como empezaba a calarse también por dentro. Hablar otra vez de Diego Costa puede sonar redundante pero es que el brasileño está en un estado de forma inmejorable. Es un jugador clave, aporta miles de cosas y cada vez que aparece en el partido es para liarla. Un jugador que desquicia a sus rivales y no sólo por su constante brega y provocación sino también, y ayer sobre todo, por su fútbol. Dinámico, atrevido, incansable y deslavazado. El jugador sorpresa de Atleti en lo que va de temporada. Ha nacido un señor futbolista.
El Sevilla trató de no acusar el golpe y seguir haciendo lo mismo pero el problema es que los rojiblancos decidieron imitarles y continuar también igual. Según avanzaban los minutos los equipos tomaban consciencia de sus posibilidades y mientras el Atleti decidía bajar la línea de presión ligeramente el Sevilla asumía que la única solución pasaba por recurrir a la épica. Mientras tanto, ese jugador con aspecto de luchador de peleas clandestinas llamado Medel decidió partirle el brazo a Tiago. Así. Un tipo que si, es todo entrega y corazón pero que tengo la sensación de que generalmente está del otro lado de la legalidad en cuanto a lo que al reglamento de fútbol se refiere. Tiago trató de seguir con el brazo en cabestrillo (admirable la actitud del portugués) pero tuvo que dejar sitio a un Mario que salió algo despistado y que hizo recular al equipo algo más de lo esperado. Pero antes de que los de Emery repararan en ello esa dupla atacante que tenemos, y que es la envidia de medio mundo, decidió matar definitivamente el partido. Contrataque que arranca en Falcao, balón a la banda para Costa y el brasileño se escapa de todos por la banda con ese estilo tan anárquico como efectivo. Llegando a la línea de fondo el colombiano le mandó un mensaje telepático codificando su idea de desmarque y Costa le puso el balón en el sitio exacto. 0-2. Eliminatoria resuelta. El Sevilla necesitaba cuatro goles.
A partir de ahí el partido se convirtió en una especie de acoso consentido que durante la primera parte apenas tuvo efectividad. La única jugada verdaderamente peligrosa llegó de la mano del talento de Reyes y Alberto (gran lateral zurdo) que dejaron en balón a Navas dentro del área para que de magistral derechazo pusiese el balón en la red de Courtois. Un gol que dejaba en los jugadores la engañosa sensación de que el partido no estaba acabado. La segunda parte fue otra cosa. El Sevilla jugó bastante bien contra la roca colchonera y lo único que le faltó fue aportar algo más de velocidad a su excelente movimiento de balón. El Atleti se echó ya definitivamente atrás (demasiado para mi gusto). Así, lo primeros 20 minutos fueron un bonito espectáculo de ataque y contrataque en los que el conjunto hispalense pudo marcar algún gol (Manu del Moral, Negredo) y los colchoneros sentenciar de forma mucho más contundente (Arda, Falcao, Costa,...). No fue así y con el paso del tiempo se apagaban las ocasiones y las esperanzas de remontada sevillista. Los últimos minutos fueron para el marginal gol de Rakitic (disparo desde fuera del área) y para las muestras de ese mal perder tan zafio y evitable que en ocasiones saca a relucir el equipo del presidente Hooligan. Ese del Sombrero y el Rabo.
Así que el Atleti está en otro final. Y contra el Madrid. Y puede que en el Bernabéu pero como dijo Simeone en rueda de prensa eso es otra historia y hoy hay que hablar del partido porque lo contrario sería faltar al respeto al rival. Nosotros desgraciadamente sabemos lo que es eso. Hasta mañana entonces.
“Así que excavaré un túnel bajo tierra y esperaré pacientemente a ser encontrado. Hasta mañana entonces...”
Until Tomorrow Then - Ed Harcourt