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¡Un abrazo!

Zihuatanejo

Cadena perpetua es una película magnífica. Una de mis preferidas. Sin embargo lo que más recuerdo de ella no es el excelente guión, ni la interpretación de Tim Robbins ni nada que destaque las suculentas virtudes cinematográficas de la cinta. Lo que más recuerdo es lo bien que queda reflejada la inmensa alegría que se debe sentir después de cobrarte una venganza contra alguien o algo que te ha hecho soportar una penitencia injusta. La imagen de un Tim Robbins blanco y radiante dirigiéndose hacia las calles de su pueblo mexicano soñado de nombre impronunciable (Zihuatanejo) refleja perfectamente el sabor de la venganza más inteligente y elegante. Esa es la imagen que me vino ayer por la noche pero el protagonista no era un Tim Robbins peinado y vestido de blanco sino un Luis Aragonés con aspecto desaliñado (Como siempre), mirada perdida (como siempre) y cara de pocos amigos (Como siempre).

Cuando inicié este blog hace ahora casi un año decidí que estaría dedicado exclusivamente al atlético de Madrid. Era una forma de centrar las muchas cosas que la mayoría de veces tenemos que decir cuando está el fútbol de por medio. También hace unos días colgué el “último post” de la de temporada despidiéndome hasta la temporada que viene. Bien, lo de ayer ha hecho que aparentemente me disponga a contradecir mis dos premisas anteriores aunque intentaré que el atribulado lector no tenga esa sensación cuando termine lo que tengo que decir.

Y es que la selección española con menos jugadores “colchoneros” de las últimas décadas (concretamente ninguno) se acaba de proclamar campeona de Europa y de hacerlo de la forma más brillante que yo recuerde desde que con seis años inicié el visionado sucesivo de mundiales y eurocopas. Sin embargo, por esas ironías que tiene la vida, esta selección sin jugadores que defiendan los colores de atleti tenía evidentes tintes rojiblancos. El autor del gol de la final fue el último ídolo (ficticio o no) de nuestra “bendita” afición mientras que el cerebro, estratega y verdadero artífice de ese cuento de dibujos animados que es hoy la selección española es un colchonero de pro que nos ha dado muchas y buenas alegrías pero al que los actuales usurpadores del escudo colchonero le dan sistemáticamente la espalda mientras abrazan opciones más fáciles, más toscas y más torpes.

Triste paradoja la que tenemos que sufrir los atléticos del corazón viendo como la gloria del mayor hito en la historia del fútbol español la encabezan dos exiliados rojiblancos. El caso de Torres ya lo he tocado en este mismo blog y para mí, salvo que Torres tenga a bien explicar algún día una versión distinta a la oficial, es un tema cerrado y terminado. Torres no existía.

El caso de Luis Aragonés es distinto. Luis ha pasado muchas veces por el atlético de Madrid primero como jugador y luego como entrenador dándonos ligas, copas y algo que mucha gente olvida como la posibilidad de volver a jugar en primera división después de dos años en el “infierno” de segunda (no sé lo que hubiese ocurrido sin Luis). Ha tenido muchas rarezas porque, reconozcámoslo, es un tipo raro, pero nunca ha dado muestras de falta de personalidad y eso precisamente fue lo que le llevó a enfrentarse con la actual directiva y ser apartado del universo colchonero moderno, ese que nada tiene que ver con el atlético de Madrid histórico del que estúpidos como yo nos enamoramos. Yo fui de los que me enfadé cuando Luis Aragonés salió de mala manera de mi equipo (porque siempre he sentido debilidad por este tipo) pero ahora casi me alegra ver que su reforzada imagen nada tiene que ver con el bochornoso sucedáneo de atlético de Madrid que tenemos la desgracia de sufrir.

Luis Aragonés ha dado no una sino varias lecciones a tanto y tanto chupatintas advenedizo y tanto y tanto borrego confundido que abraza como suya la idea esperpéntica de que la mejor forma de triunfar en el fútbol es despreciarlo. En esta confusa época que vivimos de chikilicuatres y “miembras” ser fiel a una idea y morir con ella no se lleva. Se lleva la ambigüedad, nadar entre varias aguas y sobre todo no definirse. Luis dijo antes de la Eurocopa que probablemente no fuesen el mejor equipo pero que el iba a ganar el título y que creía que lo ganaría. ¿Se imagina a Javier Aguirre en la misma situación? A mí de hecho me cuesta imaginármelo en cualquier sueño donde aparece un balón de fútbol pero sea como fuere no creo que dijese lo mismo. Lo ha demostrado con empresas menos ambiciosas. Las comparaciones son odiosas pero por eso Luis Aragonés es odiado (aunque ojo, también respetado y temido) por la prensa mientras Aguirre es un tipo “querido” del que nadie habla, ni bien ni mal. Por eso uno es entrenador de fútbol y el otro dice serlo.

Luis Aragonés es un anacronismo en esta sociedad de mediocres donde el que habla muere y el que tiene personalidad es un freak. Sometido a una brutal presión por estupideces como la de la no convocatoria de Raúl, que abanderaban, con fervor, todos y cada uno de los medios de comunicación, ha sido capaz de hacer de tripas corazón, evitar el daño a su plantilla, asumiendo en carne propia la mierda, mientras seguía hacía adelante. ¿Cuántos de todos esos mequetrefes pedirán perdón? No hacia falta ganar la final para entender las razones que inspiraban a Luis para obrar como obró pero emociona ver el manteo de los jugadores a su entrenador o las declaraciones de los campeones dedicando la victoria a la misma persona. Algo tendrá Luis cuando todos los jugadores hablan tan bien de él.

La otra lección que ha dado es la de que ser fiel a este deporte es la mejor y más bonita forma de ser grande. Independientemente del fabuloso juego que ha desplegado el equipo nacional, que eso es algo que depende también del fabuloso ramillete de jugadores de que dispone, el mejor acierto de Luis en este sentido es mucho más básico. Lo dijo cuando fue nombrado seleccionador y lo ha cumplido. Dijo que llevaría a los mejores y en función de quienes fueran encontraría la forma en la que pudieran jugar mejor y con personalidad propia. Esa es la clave: personalidad y juego, dos cosas de las que lamentablemente carece nuestro pseudo-atlético de Madrid gracias a que por desgracia nosotros no tenemos un entrenador con las ideas tan claras o que el que está “en funciones” prefiere nadar en tierra de nadie mientras pasan los minutos pero siempre hacerlo alejado del fútbol.

El Milan de Sacchi puso de moda los carrileros y todos se pusieron a jugar con carrileros. La Francia del mundial de Francia puso de moda el “puñetero” doble pivote y desde entonces todos juegan con ese pastiche. Espero que a partir de hoy cambie la moda y se elimine para siempre esa idea de que hay que jugar mal al fútbol para ser alguien, idea en la que nuestro “peculiar” entrenador (y sus palmeros) se escuda para justificar su patética labor. Espero que a partir de ahora se ponga de moda el jugar con un (buen) mediocentro de contención, tres o cuatro jugadores polivalentes capaces de caer por banda, crear juego y defender, además de uno o dos delanteros rápidos, y generosos de esfuerzo para tapar al rival. Espero que a partir de ahora se ponga de moda jugar bien al fútbol porque esa es la manera en la que España ha barrido a todas las potencias europeas que le han salido al paso.

Señor Aragonés. Gracias por todo. Usted si es un fiel representante del atlético de Madrid que yo entiendo y me enorgullece que aparezca en sus anuarios. Desgraciadamente no puedo decir lo mismo de los que aparecen en los últimos años. Como colchonero entiendo que le debemos algo.

Señor Aguirre, siéntese y trate de entender de qué va todo esto. A ser posible intente aprender también algo de los que saben. Por nuestro bien y por el suyo.

Señores directivos, traten de dejar de hacer el ridículo y si de verdad quieren a este equipo recuperen su esencia tratando mejor a las personas que lo hicieron grande y eliminando cuanto antes la mala hierba que no hace más que bulto y con la que desgraciadamente tenemos hoy que convivir.

Rodeado de tanto presunto colchonero eufórico por la vuelta a la “elite europea” y en contra de todas las representaciones oficiales que aparecen en TODOS los medios de comunicación acariciando esta versión inofensiva y descafeinada de mi equipo me siento como el Tim Robbins del principio de la película pero hoy, después de la hazaña de Luis, me siento un poco más contento. Ver a mi selección jugando de maravilla y ganando es como tener un compañero de celda especial. Espero algún día poder encontrar también, como Luis, mi propio Zihuatanejo.

Mirar atrás para mirar adelante

Hasta la temporada que viene...