Muchas gracias a todos los que os habéis pasado por aquí durante todos estos años.

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¡Un abrazo!

Directamente hacia delante

At. Osasuna 0 - At. Madrid 1


Estoy en la cama con un virus raro que me tiene con fiebre y sin fuerzas de nada así que seré breve. Simplemente un puñado de apuntes:

- Simeone vuelve a sacar a Arda, Juanfran y Adrián en un campo tremendamente complicado lo que prueba primero que el argentino es valiente, tan valiente como lo era en el campo. También demuestra de esta forma que no es bobo y que prefiere sacar a los buenos por encima de esquemas preconcebidos. Bien por el Cholo.

- El cambio en defensa es prácticamente milagroso. El equipo defiende como equipo, se funde, es solidario, se anticipa y no concede espacios. Hacía muchos años que no veía algo así con la camiseta del Atleti de por medio. Apenas nos hacen ocasiones. Sólo al final, con un Osasuna en tromba y el equipo fundido, han llegado al área, más por empuje que por juego.

- El juego ha sido feo, trabado, espeso y romo. Si. A veces se ha abusado del pelotazo y el pase en largo. Si. Pero también se ha jugado cuando se ha podido y es que delante había un equipo tremendamente complicado y con muy pocos complejos para jugar a la furia del patadón en su propio estadio. Tremendamente complicado hacer fútbol en esas condiciones pero lejos de fustrarse no hay complejos en ponerse a remar.

- No hay jugadores que destaquen en el aspecto negativo y todos como mínimo aprueban. Todos parecen jugadores dignos y comprometidos. Koke metidísimo, Mario Suárez también, Miranda y Godín creyéndoselo,...

- Lo mejor, la valentía del equipo. Defendiendo arriba, buscando el partido en todo momento y tratando de dominar con un gol arriba en el marcador. Otra cosa a la que tampoco estábamos acostumbrados por estos lares.

En fin, los más radicales suelen ser los conversos y yo me estoy convirtiendo al Simeonismo. No apostaba por el cholo pero me estoy haciendo de su religión.

A dos puntos de la Champions y con el equipo anímicamente a tope lo mismo es cuestión de quitarse la negrura y pensar en positivo. Partido a partido, como dice el mister. O como diría el amigo Sondre Lerche: ir directamente hacia delante.

Sondre Lerche - Go Right Ahead

Fuera depresión

Real Sociedad 0 - At. Madrid 4

Muchas veces los aficionados pecamos de simplificar el fútbol. Sin pensarlo dos veces es habitual que abusemos de frases hechas que describen la sencillez de las reglas que rigen los cuestionados fundamentos de este bendito juego. Entendemos con evidencia aplastante que el partido se pierde por situar a determinado jugador, que si colocasen a los delanteros de determinada forma o que si le pusiesen un poco más de... valentía, las cosas serían mucho más alegres. Todos lo hacemos pero eso no significa que sea verdad. De hecho, es mentira. El fútbol es un fenómeno analizable en el que poco a poco se logra sistematizar y definir leyes, reglas o esquemas que sean capaces de explicarlo y controlarlo pero afortunadamente nunca se consigue. Millones de personas en todo el mundo lo analizan todo pero rara vez sirve para casi nada. Los grandes analistas lo son (¿lo somos?) siempre a posteriori. Los jugadores que le han metido cuatro goles a la Real Sociedad en uno de los partidos más serios de este equipo en los últimos años son los mismo que dieron vergüenza hace apenas un mes. Algunos explican la milagrosa transformación con una sola palabra, Simeone. Es evidente que los tiros van por ahí pero si fuese tan sencillo las crisis no existirían o durarían mucho menos. No es tan sencillo. Aun así, bendito fútbol. Bendito universo de enigmas y explicaciones tardías en los que necesitas a veces recurrir a la magia para entenderlo.

Ninguno debería peder las perspectiva de que cuando los partidos empiezan bien todo es mucho más fácil. Es cierto y el partido empezó muy bien. A los dos minutos el Atleti ya estaba por encima en el marcador gracias a un penalty absurdo por mano en la esquina del área que sin embargo parece claro. Un golpe de suerte quizá, pero hasta ese momento, en apenas unos segundos, el Atleti había salido a morder, a presionar arriba y a por el partido. Lo que siempre reclamamos independientemente del esquema futbolístico que se proponga. Lo que nunca ocurría. Ilusionante marcador para comenzar una nueva era pero más ilusionante aun resultó lo que pasó después. Lejos de bajar la intensidad se mantuvo. Lejos de cambiar la forma de jugar se mantuvo. Lejos de especular la plantilla parecía convencida de confiar en lo que estaban haciendo. Lejos de recular el equipo se mantuvo en el mismo sitio que ya estaba.

Y pasaban los minutos sin sobresaltos. La Real Sociedad era incapaz de construir sometida a la intensa presión de los madrileños y su agresiva forma de encarar el partido. Agresiva en el buen sentido. En el de no conceder espacios, en el de no dejar jugar, en el de anticiparse y en el de estar encima de forma asfixiante. La Real perdía el balón y el Atleti lo jugaba en vertical pero con criterio hacia el marco contrario consiguiendo ocasiones para mejorar el marcador. Especialmente clara fue un remate de volea de Arda que no llegó a empalar dentro del área.

Pero no todo era maravilloso. Algunos pelotazos desde los centrales, que recordaban épocas pasadas, empezaron a despuntar. Cuando el equipo robaba arriba y jugaba el balón apenas sufrimos ocasiones en contra (salvo alguna falta cercana al área del siempre inquieto y sobre excitado Gabi). Sin embargo cuando empezamos a soltar pelotazos el equipo era incapaz de armarse o posicionarse para jugar el balón con lo que tenía que recular y eso provocaba que la Real, casi sin querer, empezase a jugar en nuestro campo. Por eso los últimos minutos de la primera parte fueron los peores del Atleti y los mejores del rival. Eso es lo que ha ocurrido todos estos años de entrenadores especulativos.

Pero la segunda parte volvió a subir los marcadores del optimismo. De nuevo se marcó muy pronto (Adrián, que cada día es mejor jugador y tras una excelente jugada de Falcao) pero también de nuevo el equipo había salido con ambición y presionando arriba. Mención especial merece el partido de Falcao y no sólo por los tres goles que marcó. El colombiano estuvo muy participativo con el equipo e hizo que aquellos que pensábamos que era “simplemente” un rematador de área empecemos a tener dudas. Para mí el partido más completo del Tigre con nuestra camiseta. Sin embargo, más allá de la calidad de Adrián y Falcao, la clave del sistema Simeone estuvo en Diego y Turan. Aparentemente escorados en una banda fueron el motor, la sorpresa y el cerebro. Gracias a la generosidad física de ambos, la superioridad en el centro del campo, en ataque y en defensa, fue exagerada y eso provocó primero la perdida de balón de los txuri urdin pero después la incapacidad de los mismos para entender el juego rápido y vertical que practicaban los colchoneros.

A partir del 0-2 el partido fue una exhibición. Una exhibición de fuerza, compromiso, generosidad...y calidad. Especialmente destacable, para mí, fue la aportación de Koke. Jugando también aparentemente escorado la realidad mostró a un jugador alegre, con libertad y mucho criterio. Los dos goles siguientes pasaron por sus botas. El primero metiendo un pase a la espalda que Falcao aprovecha para meter un gol en vaselina que es una obra de arte. El segundo tras una jugada espectacular en la que Koke primero se deshace del rival dejando pasar el balón por debajo de las piernas y asistiendo después a Falcao tras gran jugada colectiva por la izquierda.

Un 0-4 redondo y justo que deja un gran sabor de boca incluso entre los más críticos, como yo, con lo que parecía iba a ser el juego de Simeone. Los dos últimos partidos, dentro y fuera de casa, parecen una forma sólida de apuntalar el optimismo. Simeone ha demostrado que antepone pragmatismo a estupidez (ha puesto a los buenos porque sabe que es lo mejor), ha inculcado carácter y criterio a una plantilla que estaba muerta y transmite seguridad, suficiencia y colchonerismo. A mí, de momento, se me apagan las dudas. Fuera depresión.

Uncle Tupelo - No depression

El mundo se enciende

At. Madrid 3 - Villarreal 0

Era ya noche cerrada. Corría el año 1996 y al igual que otras muchas personas yo me encontraba en las inmediaciones de la plaza que corona el Dios Neptuno en Madrid. El ruido era tremendo y apenas se podían distinguir las frases que volaban por el cielo. El Atlético de Madrid acababa de ganar la liga y yo estaba allí para celebrar lo que nunca pensé que pudiera celebrar en vida. El autobús de los jugadores no podía llegar hasta la fuente, de la cantidad de gente que cerraba el camino, así que tuvo que aparcar en algún lugar de la Carrera de San Gerónimo, cerca del congreso, mientras sus inquilinos bajaban a pie hasta el monumento. Aquello fue un precioso baile de masas para los héroes del doblete. Yo estaba allí y aunque no soy muy dado a los mitos ni a los autógrafos ni al contacto con los protagonistas del póster no pude resistir la tentación de chillarle al Cholo Simeone del que me separaban apenas unos metros. “Cholo, cholo,...”, me desgañitaba al igual que otros tantos colchoneros que se agolpaban alrededor mío en las vallas. lo normal es que no hubiese pasada nada más pero aquella noche era mágica y el Cholo se giró. Se giró y me miró a mí. En una de esas situaciones para las que sólo a posteriori encuentras una frase brillante, lo único que me salió decir fue un sincero y emocionado: “¡por fin!”. Simeone, al que no conozco y con el que no he cambiado una frase en mi vida, recorrió los seis o siete pasos que nos separaban y por alguna razón, que yo agradeceré toda mi vida, se fundió en un sincero abrazo conmigo.

No creo en la objetividad extrema, especialmente hablando de fútbol. No conozco a nadie al que le guste el fútbol de verdad y no sea de algún equipo igual que no conozco a nadie que tenga pasión por algo y resulte ser imparcial en ello. Es estúpido pensar otra cosa pero es que además no veo mal que sea así si evitamos a los hipócritas. Yo no soy imparcial ni objetivo. Trato de ser sensato y juicioso pero sé cuales son mis limitaciones. Tengo un cariño especial por aquel Simeone y es muy difícil que nadie me lo quite nunca. A mí me pasa lo que a mucha gente que comparte la pasión colchonera. No puedo ser neutral ni objetivo con el Cholo. El Simeone jugador fue el estandarte de una época que mi generación recordará hasta la tumba y su imagen en el campo representa aquello que siempre hemos sentido indisoluble con el Atlético de Madrid. Ahora bien, también tengo que decir dos cosas que equilibrarán algo la balanza. La primera es que la llegada de Simeone como entrenador me parece el enésimo fuego de artificio de MA Gil y viene cargada de demagogia, falsa moralina y desfachatez. La segunda es que soy seguidor de Racing de Avellaneda y he visto jugar a la Academia con el Cholo el pasado semestre. Se me estremecen las carnes de pensar que eso sea lo que nos espera.

Pero es difícil ponerle peros al partido de hoy contra el Villarreal. La mañana era fría, el cielo era gris, el plomizo frío del Manzanares carcomía los huesos pero la gente parecía que tenía ganas de felicidad. Real o ficticia. Proscrita o legítima. Ni rastro de las protestas anti-directiva anunciadas entre semana (descorazonador) así que los obvios y cada vez más previsibles y con menos gracia gritos de la grada era la única banda sonora del comienzo del partido. Un comienzo que sin embargo no fue bueno. Bien en el carácter mal en la intensidad. El juego se tornaba lento y plomizo y el partido se clavaba en la intrascendencia. El Atleti parecía más preocupado por tapar los huecos y juntarse mientras que el Villarreal deambulaba aturdido por el terreno de juego con una falta de ideas importante. El Atleti no robaba arriba ni salía rápido. Los de castellón tenían el balón pero no sabían que hacer con el. Tan sólo los colchoneros llegaban de vez en cuando a puerta contraria gracias al balón parado o alguna que otra salida de guión de Turán y sobre todo Diego.

Pero poco a poco la música fue cambiando a favor de los madrileños. Más por empuje y raza que por juego, el Atleti se dedicaba a jugar cada vez más en el lado contrario y cada vez más intentaba también tratar algo mejor el balón, gracias fundamentalmente a un Diego que derrochando generosidad en defensa marcaba la diferencia en ataque. Casi terminando la primera parte aparecieron los buenos. Un renacido Tiago (me acuerdo de Manzano aquí pero me ahorro el comentario) mete un soberbio pase (probablemente en fuera de juego pero muy dudoso) a Adrián que asiste magistralmente a Falcao en boca de gol para que el colombiano se revuelva e inaugure el marcador. Gran combinación de tres peloteros. Por estas cosas son por las que tienen que jugar siempre los buenos. Por eso no entiendo que se dude de la titularidad de Adrián.

La segunda parte fue otra cosa. El Atleti salió a morder con muchos menos reparos y anuló por completo al Villarreal. Los de amarillo se mostraron la sombra de lo que fueron hace bien poco. Lentos, espesos, sin alma y sin ideas. Desbordados por los madrileños los 90 minutos dieron una imagen pésima que alienta los fantasmas de la segunda. Pero el Atleti no tuvo piedad y ejecutando con precisión esa presión asfixiante que echamos de menos en la primera parte, cerrando huecos y robando el balón se hizo con el el partido. El 2-0 llegó de penalty a Falcao (que fue en realidad falta fuera del área) tras un taconazo de crack nuevamente de Adrián. Los castellonenses podrán quejarse del árbitro con razón pero sería algo humillante para un equipo que ha demostrado señoría y criterio un millón de veces en este estadio. El Villarreal ha empequeñecido su escudo y no ha merecido hoy ni tan siquiera empatar.

A partir del segundo gol el partido ha sido de juego a placer. Los amarillos trataban de soportar la vergüenza a base de jugar el balón pero lo hacían con tan poco criterio que resultaba ridículo. Los madrileños se gustaban y sólo la falta de puntería y alguna buena intervención de Diego López libraron al Submarino Amarillo de llevarse un saco de goles. El tercero, de un gran Diego, llegó tras pase de Filipe que lo dejaba sólo en el centro del área.

Buen partido en líneas generales del Atleti que alimenta las esperanzas incluso de los que, como yo, éramos pesimistas con el juego que podría ofrecer el Atleti de Simeone. Espero y deseo que la valentía de hoy no se difumine jugando lejos del Calderón. El cualquier caso, parece que esto se enciende.


The Pooh Sticks - The World is turning on


El Mago de Oz

Si hay algo que caracteriza al Atlético de Madrid de la última década es que la solución a los problemas siempre está en el otro lado. En forma de jugador imposible, en forma de promesas tan ilusionantes como infundadas, en forma de futuro estupefaciente o en forma de entrenador milagro. Da igual. Sea la forma que sea, el aficionado se agarra sin remedio a esa difusa pero efectiva ilusión para afianzar los cimientos de una afición colchonera que se resquebraja imparablemente por falta de mantenimiento. Rara vez vemos que el monstruo rojiblanco, ese que podemos observar en las gradas del estadio y que con descuidada precisión describen también los grandes medios, sea capaz de mirar a este lado de la verja. Como poseídos por una insaciable necesidad de fantasía el aficionado colchonero emprende sistemáticamente la búsqueda del Mago de Oz… y ahí se queda.

El Mago de Oz, ese ser difuso y misterioso que vive al otro lado y que es capaz de conceder todos los deseos. De solucionar todos los problemas, cualesquiera que éstos sean. De devolvernos a nuestro particular y tranquila morada en Kansas. Ese lugar en el que se respetaba el nombre del Atlético de Madrid, en el que los jugadores querían quedarse en el equipo, en el que no se especulaba con el orgullo, en el que no se hacía el ridículo o en el que se luchaba por ganar títulos en lugar de por hacer “buenos papeles”. Confundida todavía por los efectos de un tornado cuyo epicentro no es capaz de situar con precisión, la afición del Atleti parece sin embargo consciente de estar en otro mundo diferente. Un mundo en el que las cosas no funcionan. ¿O si? No se sabe bien y eso es algo que provoca todavía mayor confusión. ¿Éxito o fracaso? Quique, Raúl García, Aguirre, Reyes, Agüero, Pitarch, Forlán, Manzano… todos pueden ser (y de hecho son) buenos o malos, héroes o villanos, dependiendo de cuales sean las circunstancias o de lo que se quiere contar.

Pero la afición colchonera no es sólo la Dorothy que busca al Mago de Oz para poder volver a Kansas sino que es el Espantapájaros y el León y al Señor de Hojalata. Un espantapájaros perdido y sin guía que espera ilusionado a que el Mago lo dote con un cerebro. Un León derrotado y quejoso que espera encontrar de una vez la valentía que no tiene. Un Señor de Hojalata humillado y deprimido que busca desesperadamente La Ciudad Esmeralda en la que obtener un corazón. Ahí estamos nosotros. Nuestro equipo. Nuestro club. A la búsqueda constante de nuestro particular Mago de Oz.

El de este año se llama Simeone. Antes se llamó Manzano y antes Quique y antes Abel y antes Aguirre. En verano se llamó Falcao. Hace algunos veranos se llamó Forlán. Hubo una vez que se llamó Agüero y poco antes Fernando Torres. Llámenlo como quieran. Es siempre lo mismo. El de hoy, Simeone, viene a dotar a la institución de cerebro, de valentía y de corazón. Con todo ello volveremos de forma natural a esa Kansas que todos decimos recordar. Parece tan fácil y evidente que resulta extraño el que a nadie se le hubiese ocurrido antes. El aficionado vuelve a sonreír mientras corretea una vez más por el enésimo arco iris de cartón piedra que nos han trazado.

Pero el Mago de Oz no existe. Resultaba ser un simple ser humano nacido también en Kansas que escondido tras una cortina y aupado en juegos de luz y pirotecnia aparentaba ser lo que no era. Esa es también la historia que nos está tocando vivir a los aficionados. Nos toca vivir periódicamente alimentados por la ilusión de un Mago que desprovisto de los fuegos artificiales que nos motivaron a creerlo sobrenatural resulta ser alguien normal y corriente. Un fraude.

El cuento deja sin embargo una lectura mucho más interesante. El Mago fraudulento de la Ciudad Esmeralda era efectivamente un humano mortal y corriente pero era suficiente para solucionar los problemas sin magia. Le bastaba aplicar el sentido común. Dándole una medalla y un diploma al Leon y al Espantapájaros, que acreditaba Valentía y cerebro, les hacía ver que para llegar dónde habían llegado habían utilizado aquello que reclamaban. Ya lo tenían. No necesitaban nada más. El premio de un inútil reloj en forma de corazón junto al recuerdo de lo que había sentido por el camino es todo lo que necesitó el Señor de Hojalata para darse cuenta de que así como estaba ya tenía más corazón y emotividad que nadie. El Atleti, su afición, no necesita buscar un Mago de Oz. Lo que necesita es recordar o darse cuenta de lo que de verdad es el Atleti y utilizar sus recursos en consonancia. No necesitamos que un ser sobrenatural nos regale valentía, un cerebro, un corazón y nos devuelva a Kansas. Necesitamos darnos cuenta de que somos una afición fiel y muy numerosa junto al tercer presupuesto de la liga. Lo que necesitamos es simplemente que alguien o algo nos permita ver de verdad lo que somos, lo que tenemos y lo que podemos hacer con ello aplicando únicamente la lógica y el sentido común. ¿Será Simeone el señor tras la cortina? Podría ser, pero no lo sabremos mientras que el tipo que diseña los fuegos artificiales y los juegos de luz, ese que recorre la M-30 los días de partido, siga viviendo de hacer “magia”. Mientras no retiremos lo cortina, el Atleti seguirá permanentemente a la búsqueda de un Mago de Oz que no existe.

Feliz año 2012

¡Feliz año o toda persona de bien!

La semana que viene volverá a cobrar vida el blog…

Hasta entonces, espero que por el camino te traigan muchas cosas los reyes magos.