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¡Un abrazo!

Pensamiento oriental

At. Madrid 3 - Málaga 1

Decía Mao Tse-Tung que la crítica debe hacerse a tiempo. Que no hay que dejarse llevar por la mala costumbre de criticar sólo después de consumados los hechos. Parece evidente que las vedettes del periodismo deportivo patrio, así como los millones de ávidos comedores de alpiste que todos los días escuchan sus arengas, no son muy de seguir las enseñanzas del pensamiento oriental pero eso es casi una prueba evidente de lo acertado del mismo. Tras la derrota del equipo de Simeone en Anoeta, los analistas del veneno, los tertulianos de las estupidez y toda esa cohorte de aplaudidores que conforman el engrudo principal de ese mundillo, salieron con el cuchillo entre los dientes a descuartizar al conjunto rojiblanco. Como setas venenosas después de una ligera lluvia, aparecieron para poner los supuestos puntos sobre las supuestas ies. Con análisis que difícilmente podrían aguantar una simple revisión lógica pero eso no ha sido nunca un problema pera estos amigos de lo tóxico. Con esa valentía ruin que les caracteriza y que siempre sacan a toro pasado. A estas alturas de película debería darnos igual a todos los que vivimos ninguneados por la actualidad y al margen de la rabiosa tendencia mediática, pero no parece ser así para un nutrido grupo de colchoneros que una y otra vez caen en la trampa y que no sólo comen diligentemente su ración de bazofia diaria sino que son además capaces de regurgitarla en público. Una lástima con la que reconozco no poder luchar pero que, aunque me incomoda, realmente me da absolutamente igual. Paso de los unos y de los otros.

El Atlético de Madrid ha hecho hoy un buen partido que le ha servido para derrotar claramente a un Málaga que venía con la vitola de llevar cinco partidos consecutivos sin perder, pero que no lo ha parecido. Aun así, parece que siempre quedará la inercia de comparar a Moyá con Courtois, a Mandzukic con Costa o a Ansaldi con Filipe Luis. Absurda costumbre que me parece que tardará en extinguirse por el Calderón. Independientemente de que nos parezca bien o mal el Atleti 2014/2015 es otro equipo y lo va a seguir siendo hagamos lo que hagamos. Por esa simple razón, yo al menos, prefiero estar dispuesto por lo menos a que me guste.

El horario de las cuatro de la tarde hacía que todos llegásemos algo apresurados al estadio pero también que la grada se poblase de niños y familias que es algo que a mí siempre me resulta agradable. El ambiente era fabuloso y los jugadores colchoneros se encargaron de no aguar la fiesta. Salieron como motos a comerse al equipo andaluz y casi lo hacen a las primeras de cambio. Mis plegarias por ver a Griezmann, Arda y Koke por detrás de Mandzukic fueron escuchadas y el experimento no defraudó. El Atleti era intenso, rápido y poderoso pero además jugaba muy bien al fútbol. Mucho tenía que ver con ello la presencia en el centro del campo de un tipo portugués llamado Tiago. Griezmann ya avisó metiendo un buen balón que el croata colchonero no acertó a rematar antes de la jugada del primer gol. Jugada que empezó siendo una excelente combinación por la derecha en la Arda desplegó parte de su inmensa magia (lo seguiría haciendo toda la tarde) para que el balón llegara a la frontal del área y fuese rematado por Koke a la mano (clara) de un jugador malagueño que, por supuesto, el árbitro no vio. La acción terminó siendo un córner pero ya sabemos que en el Calderón eso no sólo no es malo sino que son palabras mayores. Tanto es así que algunos segundos después el marcador reflejaba ya el 1-0 tras remate de cabeza de Tiago. El portugués que volvía de una prolongada lesión ha demostrado hoy lo importante que es para este equipo. Su presencia acerca al equipo al fútbol, libera a Gabi de suertes que no sabe manejar y protege a los jugones de arriba. Se me antoja un jugador vital en el Atleti contemporáneo que, lamentablemente (y lo digo hoy como lo dije ayer), no tiene sustituto.

Uno esperaba que el 1-0 sirviese para que el Málaga abandonase su posición ordenada y timorata, tratando de meterse en el partido. No ocurrió así. Siguieron jugando como si no hubiese ocurrido nada reseñable, lo que aprovecharon los de Simeone para no sufrir. Se paró el ritmo y la intensidad pero los madrileños no perdieron el control. Sin pena ni gloria se llegó de esa forma al descanso.

La segunda parte pareció mostrar un equipo malacitano algo más metido en el partido. El Atleti aceptó el envite pero lo hizo desde esa posición replegada con la que encara los partidos en los que domina el marcador. La cosa en cualquier caso parecía seguir funcionando bien para los del Cholo hasta que una buena jugada por la izquierda de Samu Callejo (ayudado por cierta relajación de Ansaldi) fue rematada de forma acrobática por Santa Cruz para reducir distancias. Los minutos posteriores provocaron cierta intranquilidad en la grada que, en mi opinión, no se correspondía con la realidad. El Málaga había llegado una vez y había metido un gol. No parecía haber motivos para estar nerviosos (de hecho no volvieron a tirar a puerta en lo que quedó de partido) pero parece que la campaña en pro de sembrar la incertidumbre en las filas colchoneras, esa campaña que tiene su epicentro en las redacciones mas populares (o populistas, como quieran), está cuajando.

Raúl Jiménez había salido al campo en sustitución de un apático Mandzukic que se marchaba lesionado. El cuestionado mejicano hizo hoy buenos minutos jugando de único punta. Fijando la defensa, bajando el balón, dando oxígeno y tirando diagonales. La lástima fue (o es) la patente falta de gol que sigue manejando. En una estupenda jugada de Griezmann, otro buen partido del francés que a pesar de un par de fallos al final parece acercarse a lo que su entrenador quiere de él, Raúl Jiménez se llenó de ansiedad y remató directamente al portero en una posición bastante clara. Afortunadamente uno de los de siempre, Godín, volvió a poner las cosas en su sitio entrando como un bisonte al segundo palo tras pase de Tiago desde la derecha para poner el tercero del marcador. Poco más. Un expulsado por cada equipo (Samu y Gabi) y la sensación de que el partido se había ganado con bastante solvencia.


El Atleti sigue con paso firme arrastrando a su paso todas las dudas. Las reales y las ficticias. Las inocentes y las dañinas. Dudas y reproches que estuvieron, están y estarán. Por dentro y por fuera. Es así y lo mejor será vivir con ello pero al margen. Esperando en silencio al siguiente episodio que en este caso habla griego y se llama Olympiakos.  

Toro o torero

Real Sociedad 2 - At. Madrid 1

No suelo parafrasear a Jorge Valdano, Dios me libre, pero viendo el partido del Atleti en Anoeta me ha venido a la cabeza una frase que le escuché hace tiempo (y que probablemente vendría a su vez de otro sitio): el equipo no sabe si ser toro o torero. Viendo a los de Simeone perderse en San Sebastián en batallas de ardor guerrero, frío ajustes tácticos o balonazos hacia el eter, sabiendo además que esporádicamente son capaces de demostrar a propios y extraños que también saben sacar el balón combinado y con criterio para llegar al área contraria, me hace pensar que este nuevo Atleti se está equivocando de camino. Y no me confundan con esos rapsodas de la demagogia que abogan por el fantasioso juego de Play Station y que confunden el fútbol con un concurso de malabarismo. No es eso, pero al fútbol se juega con una pelota y eso es algo que últimamente el equipo parece olvidar de forma voluntaria. ¿Por qué? Sinceramente creo que el Atleti necesita adaptarse al momento, olvidarse del pasado, tirar de personalidad y  utiliar todos los recursos que tiene al alcance para llegar a su máxima expresión.

Podemos seguir llorando toda la vida la marcha de Costa, Courtois o Filipe Luis pero no servirá de nada. Podemos analizar la desgracia (y el por qué) de tener que vender a los mejores jugadores año tras año pero haciendo eso la realidad nos pasará mientras tanto por encima. Ya no están y no van a estar. El año pasado Diego Costa condicionaba la forma de jugar. El año pasado poner al equipo a 10 metros del área no era un problema pero ya no podemos contar con ninguna de las dos cosas. El hispanobrasileño era capaz de bajar melones del cielo, parar el balón, combinar y sobre todo encarar la puerta contraria con muchos metros por delante. Hoy no tenemos a nadie que pueda hacer eso y no lo vamos a tener. Entre otras cosas porque Costa es el mejor del mundo haciendo eso y el resto serán todos peores. El equipo sigue insistiendo en ello pero lo único que obtenemos es frustración. Durante quince años hemos tenido delanteros que ganaban partidos. Jugadores independientes que se buscaban la vida. Mandzukic no lo es. Es un rematador dependiente de sus compañeros y con poco más que ofrecer. ¿Es malo? No lo creo. Es seguramente mejor que las otras opciones que se barajaban en verano. El problema, el gran problema, es que es inferior a todos los que hemos tenido.

El Atlético de Madrid de Simeone ha demostrado al mundo que a base de fuerza, intensidad y rigor táctico se pueden reducir las distancias con equipos muy superiores técnicamente. Así hemos ganado copas y ligas que recordaremos toda la vida pero también ha servido para que el resto de equipos lo tomen como referencia. Ahora ocurre al contrario. Todos y cada uno de los equipos a los que nos hemos enfrentado desde que ha empezado la liga (excepto el Madrid) ha intentado jugarnos con esa idea en la cabeza y la Real Sociedad no iba a ser menos. Es algo lógico y eso hace que, paradojas de la vida, la distancia entre los equipos se reduzca. Por eso creo que el Atleti se equivoca enrocándose únicamente en esa tesitura de la testosterona sin acumular nuevos registros a su fútbol. Especialmente cuando tiene recursos para hacerlo. Especialmente cuando luego te ganan por fútbol equipos que en esa faceta no son superiores. 

El partido comenzó como comienzan todos los partidos del Atleti últimamente. Choques, faltas, piques, velocidad y poco fútbol. Los rivales, aupados por medios de comunicación mezquinos y árbitros mediocres, siguen confundiendo intensidad con violencia. En ese pastiche salió mejor parado el equipo vasco, con un Vela demostrando lo gran jugador que es y que ponía sentido y criterio al ataque txuri urdin. El Atleti aparecía bien colocado pero frío e impreciso. No veíamos a Koke y salvo que Arda recibiese un balón de casualidad, nadie en el centro del campo colchonero era capaz de dar dos pases. Pero el drama llegaba al corazón colchonero cuando veía (como ocurrió antes y después de los goles, en Malmö y en tantos otros sitios) que si lograba tener el balón cinco segundos y combinarlo, salían cosas y parecían otro equipo.

A los diez minutos la falta de originalidad de los colchoneros tuvo sin embargo reconpensa. Enésimo balón que sacó Moyá a la cabeza de Raúl García para peinársela a Juanfran y que el lateral le devolvió para que el navarro metiera un buen balón al área que remató Mandzukic llegando por el segundo palo. El 0-1 podría haber puesto la tranquilidad y la pausa en el partido (como también ocurría el año pasado) pero no sucedió así. Cinco minutos después, tras el clásico pasito atrás de los madrileños y las ganas de jugar de los donostiarras, el mejicanco Vela, que para entonces ya era el mejor del partido, enganchó un buen balón con la zurda desde fuera del área que se coló en la red. Leí por ahí criticas a Moyá por encajar el gol pero pero yo no creo que sea error suyo. Que Courtois hacía paradas milagro como esa es cierto, pero ahora tenemos un portero terrenal. El nuevo cancerbero colchonero genera muchas dudas en las salidas y quizá no tenga ese registro que lo lleve a la escelencia pero está realizando una buena campaña. Sería injusto decir otra cosa.

A partir de ahí la Real Sociedad se hizo con el control del partido y el Atleti, dando la sensación de hacerlo voluntariamente, dejo de existir. Con los txuri urdin teniendo el balón y los rojiblancos parapetados en su campo la salida de los de Simeone se antojaba imposible. Mario Suárez era incapaz de sumar en la construcción (lo normal). Gabi (otra vez) perdido. Koke anulado por la responsabilidad de tener que hacerlo todo. Arda jugando a un deporte distinto que sus compañeros. Raúl García constantemente protestando al árbitro como principal aportación y Mandzukic esparando a la luna de Valencia. Llegado a este punto es cuando ni entiendo ni puedo entender la ausencia en la titularidad de uno de nuestros mejores jugadores: Griezmann. Y me dan igual las razones, si es que existen. No me valen. Los mejores jugadores tienes que estar en el campo y punto. No entiendo el fútbol de otra forma. Puntualmente, partidos clave, rivales importantes, momentos concretos, me pueden valer otras fórmulas pero no como recurso habitual en la jornada 11 de Liga frente a un equipo en posiciones de descenso. 

Antes del descanso el equipo vasco ya pudo ponerse por delante si el árbitro hubiese pitado un penalti de Godin a Vela o hubiesen acertado a meter un error tremendo de Miranda (no fue el único del brasileño) que permitió a Aguirretxe regatear a Moyá y lanzar a puerta vacía pero el donostiarra no tuvo en cuenta que por ahí venía Godin disfrazado de su mejor versión para sacar el balón en la línea de gol. Dio igual. Era cuestión de esperar. La segunda parte fue más de lo mismo, con el añadido de la estupidez del lateral Siqueira que en apenas cinco minutos se expulsó del campo (bien es verdad que el árbitro había perdonado segundos antes la segunda amarilla a Vela por mano descarada). Un jugador profesional no puede hacer la entrada que hace Siqueira teniendo amarilla, jugando en el centro del campo y estando el partido como está. La tarjeta ni siquiera me parece rigurosa. Error grave que dejó a los colchoneros todavía más aturdidos de lo que estaban y a la Real con motivos para creer en la victoria. Aun así, el Atleti pudo haber reventado el partido con una gran jugada por la izquierda en la que Ansaldi (había salido tras la expulsión) colgó un gran balón al área que dejaba solo a Mandzukic en el segundo palo pero el croata... digamos que no es Agüero ni Forlán, ni Falcao ni Diego Costa. Fue un espejismo. Una jugada de calidad en mitad de un ponche de fútbol horrible. Un ponche que tampoco supo arreglar un Simeone que, paralizado en la banda, no acertó con los cambios. La victoria local llegó finalmente de cabeza, tras un nuevo error de Miranda que defiende muy lejos a Aguirretxe. El gol hacía justicia a lo que había pasado en el campo.


Victoria justa de la Real Sociedad que provoca un contratiempo en el devenir colchonero y que básicamente debería servir como aliciente para la reflexión. Estamos en una buena posición en todos los frentes y en todas las competiciones así que no creo que debamos rasgar las vestiduras ni cortarnos las venas pero no podemos tampoco engañarnos: el equipo no funciona. Se empeña en ciertos latiguillos del año pasado que ya no sirven y que desgraciadamente, porque no tenemos mimbres para ello, no van a volver a servir. El equipo tiene margen de mejora, sí, pero para ello necesitamos tirar de personalidad. Eliminar complejos. Poner a nuestros mejores hombres y adaptarnos a ellos. Decidir efectivamente si queremos ser toro o torero.

@enniosotanaz

Seguir creciendo

Malmö 0 - At. Madrid 2

Una de las novedades más interesantes del Atlético de Madrid de esta temporada es la amplitud de recursos. Donde el año pasado el equipo tenía que hacerse físico y vertical, al no existir otra posibilidad, este año tiene la posibilidad de mucho más juego entre líneas y de controlar el partido a base de manejar el balón. Es más, con el cambio de ariete, la verticalidad demoledora de antes se torna ahora en un recurso mediocre y ramplón. Ya no vale. Es evidente que no voy a jugar a ser entrenador del Atleti, Dios me libre, pero no termino de entender esa querencia de Simeone por llevar al equipo al terreno de la brega, incluso frente a equipos claramente inferiores en el resto de aspectos del fútbol. Me temo que eso es lo que ha ocurrido hoy. También es verdad que las cosas no salen siempre como se piensan y que enfrente hay un equipo que plantea sus armas sobre el tapete y sobre ellas tienes que improvisar, pero no da la sensación que el plan, desde fuera, fuese otro. Estoy seguro de que existe una explicación para todo lo anterior pero si no la hay tampoco tenemos mucha alternativa porque me temo que veremos bastantes partidos como este en lo que queda de temporada.

El Atleti llegaba a Malmö (o Malmoe, como parece que se escribe en castellano) empatado a puntos con Olympiakos y consciente de que lo que ocurriese en Suecia resultaría crucial para las posibilidades de pasar a la siguiente fase de Champions. La prensa madrileña, con ese proverbial desprecio que tiene por todo aquello que no sea Real Madrid, apenas daba importancia al partido y cuando lo hacía casi siempre aparecía envuelto en esa estúpida soberbia que calificaba a los escandinavos de perita en dulce. Quizá desconocían que hacía 8 partidos que nadie metía un gol en ese campo jugando la máxima competición europea. 

El entrador de los suecos había advertido que quería que su equipo se acercara más en intensidad a los madrileños y a fe que lo hizo. El partido comenzó con un nivel de tensión y agresividad realmente alto. Impidiendo el juego fluido y llevando el partido a un ritmo que provocaba cierta precipitación y que hacía muy difícil la continuidad. El Atleti aceptó el reto sin miedo a que el traje se arrugara, como acostumbra, pero enseguida todos vimos que cada vez que los de Simeone cogían el balón y trataban de jugarlo la diferencia entre los dos equipos se agrandaba a pasos agigantados. El problema es que no lo hacían mucho. ¿Por qué? Mario Suarez y Gabi soltaban rápido y sin precisión y solamente cuando Koke conseguía contactar con Arda el equipo respiraba. Raúl García peleaba pero no entraba en la combinación y Mandzukic tres cuartos de lo mismo. Así siguió la primera parte, con una lucha de poderes físicos salteadas de vez en cuando con alguna llegada con criterio de los del Cholo. Ya había avisado Raúl García rematando blando tras una gran jugada por la derecha pero no ocurrió lo mismo poco después. Juanfran, soberbio otra vez todo el partido, arranco desde la defensa prolongándose por la banda, llegando hasta la línea de fondo y metiendo un magnífico balón al área que Koke remató de tacón como sólo las grandes estrellas saben hacer.

El 0-1 en el marcador tranquilizaba los ánimos y daba la sensación de que abría el camino hacia un resto de partido controlado para el Atleti pero no ocurrió así. De hecho ocurrió todo lo contrario. El efecto se pudo intuir ya en el cuarto de hora que quedaba hasta el final del primer tiempo en el que vimos al equipo echarse demasiado atrás y renunciar miserablemente al balón, pero fue todavía mucho más intenso a la vuelta de los vestuarios. Los suecos, lejos de bajar el nivel de intensidad, mantuvieron el mismo ritmo (con la aquiescencia de una pésimo colegiado, todo hay que decirlo) y encerraron en su área a un Atleti que de forma incomprensible renunció por completo a jugar. Con Mario Suarez excesivamente retrasado y quitándose el balón de encima, con Gabi sin estar demasiado fino, con Arda cansado y Koke multiplicándose en todos los aspectos, los rojiblancos achicaban agua, llegaban tarde a la presión y permitían que el Malmö dominara el juego y el partido. Ahí aparecieron, como siempre, Miranda y sobre todo un Godin que volvió a dar otra lección a los ganadores de los premios de la Liga y sus repugnantes ideólogos. A punto estuvo de costar un disgusto sin embargo tanto repliegue. En una controvertida jugada en la que el árbitro podía haber pitado penalty pero que dejó en falta al borde del área, el saque pegó en la barrera y el rechace acabó con un tiro al poste cuando Moyá estaba ya por los suelos. Mal síntoma y mala lectura de un equipo que no puede sufrir tanto en estas lindes.

Afortunadamente pasados los primeros veinte minutos del segundo tiempo el equipo escandinavo empezó a acusar el derroche físico y sobre todo Koke consiguió, por fin, darle algo de criterio a la salida del balón. Es cierto que el panorama había cambiado ya para entonces pero la tranquilidad definitiva llegó sólo cuando Raúl García enganchó un rechace al borde del área como sólo el navarro sabe hacer, que ponía las cosas definitivamente del lado madrileño. Desde ese momento hasta el final, quedaba poco, las distancias se fueron abriendo todavía más entre los equipos y hasta el Cebolla consiguió marcar de cabeza un gol que anularon por claro fuera de juego.


Excelente resultado que sitúa al Atleti a la cabeza de su grupo en un partido raro, con fases muy complicadas y que sigue generando las dudas de ciertos desajustes defensivos, falta de fútbol en el mediocentro y un Mandzukic que sigue sin ver puerta. Pero el equipo sigue ahí, en todos los frentes, subido a la mejor plataforma posible para seguir creciendo. Debemos ser optimistas. 

Viviendo en el desierto

At. Madrid 4 - Córdoba 2

Hay una escena en El Club de Los Poetas Muertos en la que un Robin Williams en estado de gracia, invita a los incrédulos alumnos a que arranquen las primeras páginas de sus libros de poesía. La poderosa razón para hacerlo no es otra que en ellas aparece un método cartesiano para, mediante gráficas y criterios castrenses, poder asignar una nota a las obras de arte. Valiente estupidez. Tenía razón el Gran Capitán cuando hizo lo que hizo. El arte, como tantas y tantas cosas entre las que se incluye el desempeño futbolístico, no se puede calificar con números ni cifras. Esa y no otra es la principal razón por la que detesto (e ignoro) los trofeos individuales en un deporte eminentemente de equipo como es el fútbol. Se otorguen a Estrellita Castro o a Koke, se entreguen en Bruselas, en la sede de la LFP o en Don Benito. Pero dándome exactamente igual lo que formalmente ocurriese en la entrega de los premios de la Liga Florentino Pérez del otro día, lo que me parece verdaderamente repugnante es el insulto, el despecho y la falta de empatía que se tuvo con el Club Atlético de Madrid. Por parte de unos dirigentes corruptos y soberbios que actúan como una pandilla paleta del Palermo más mafioso, pero también por parte de esos compañeros de la primera división que como parte de la trama, en el mejor de los casos, no han sido capaces de dar la cara por los protagonista de una de las historias más bonitas y más cercanas del fútbol contemporáneo. Así se pudran. Unos y otros.

Por eso ha sido muy reconfortarte toparse esta tarde con la afición del Córdoba. Para volver a fijar la mirada en las cosas que de verdad importan y para recordar que el fútbol es eso que ocurre entre Madrid-Barça y Madrid-Barça. Lo que hace y que miles de personas viajen cientos de kilómetros para ver a su equipo, a pesar de estar en puestos de descenso y de tener que manejar un presupuesto irrisorio. El fútbol es ese puñado de miles de cordobeses aplaudiendo a su equipo después de perder 4-2 sin haber ganado un partido todavía. El fútbol es eso y no lo que aparece por la radio, por la tele o en las portadas para gañanes de los diarios deportivos. Odio eterno al fútbol moderno, sí, pero amor eterno al fútbol de verdad. Gracias a la afición del Córdoba por ser hoy ejemplar. Callando por momentos al Calderón, animando a su equipo en las buenas y en las malas y haciéndolo además sin emitir un insulto ni un desdén al adversario. Chapeau!

El partido en el campo ha sido también bonito y vistoso pero, a diferencia de lo que ocurrió en la grada, sólo existió un equipo. El Atleti salió como un toro y con una alineación que invitaba a soñar  en la que Mandzukic aparecía arropado por un tridente de lujo: Koke, Arda y Griezmann. El Canterano realizó un partido soberbio. Brutal. Erigiéndose en el líder dentro del terreno de juego, conectando con los mediocentros, imprimiendo intensidad y haciendo jugar. Se postula como primer candidato para sustituir a Gabi en esas lides, si es que no lo ha sustituido ya. El turco volvió a dar otro recital de manejo de la pelota, combinación y fútbol, pero eso ya no es ninguna novedad. Lo que si que fue novedad es que, por fin, el francés entró al nivel de sus compañeros y consiguió enseñar parte de lo gran futbolista que es. Conduciendo, combinando y metiendo goles. 

Los primeros 20 minutos del equipo fueron espectaculares. Un acoso brutal y constante que hacía al conjunto andaluz no poder salir de su propia área. El Atleti atacaba por la izquierda sobre todo (buenos detalles, otra vez, de Siqueiera) pero también tirando diagonales por el centro que acaban en tiros demasiado inocentes. Koke estuvo a punto de inaugurar el marcador pero el balón acabó en el travesaño. Pasado el ecuador de la primera parte el ritmo y la intensidad se frenaron. El Córdoba cogió oxígeno y pudo por fin desprenderse de la presión. Cierto runrún apareció en la grada. Las llegadas a la portería rival se frenaron pero el balón y el dominio seguían siendo rojiblancos. Afortunadamente para los de Simeone, Griezmann subió el primer gol al marcador tras un rechace que controla muy bien dentro del área y que teniendo luego la suerte de que su disparo posterior golpeara en un defensa, para acabar colándose en la red.

El segundo tiempo comenzó prácticamente igual que había terminado el primero pero todo cambió rápidamente cuando Ghilas aprovechó el despiste de Juanfrán en la marca para rematar a gol un saque de esquina. La euforia que emanaba la grada blanquiverde se coló por todos los rincones del Calderón, ayudando por el camino a que aparecieran las primeras dudas entre los más frágiles de espíritu que hoy se sentaban en las cochambrosas sillas del estadio. Pero afortunadamente los jugadores que hoy visten la camiseta del Atleti no son tan frágiles de espíritu. De hecho son todo lo contrario: fuertes, valientes y duros de moral. Se fueron para arriba y en apenas diez minutos solucionaron el partido. Primero con gol soberbio de Griezmann que remató de cabeza un excelente pase de Juanfran tras elaborada jugada por la derecha. Después con un remate, casi sin querer, de Mandukic que recogió un balón pasado que se comía el cancerbero cordobés. Raúl García (aunque me cuentan que en la televisión se ha visto que no fue él sino el defensa) cabeceaba otro balón lanzado dede la izquierda para subir el cuarto al marcador. El 4-2 del Córdoba llegó al poco del final y podría entrar en la categoría de anécdotas irrelevantes si no fuese porque llegó tras otro de esos desbarajustes de la defensa colchonera que ya nos ha dado algún susto serio esta temporada.

3 puntos obtenidos en un partido Epifanía en el que la grada a cantado el campeones, campeones a grito de pecho y en el que el Frente Atlético se ha acordado reiteradamente del señor Tebas. Es evidente que nos sentimos apartados de la riada de estiércol que emite la tan cacareada Liga Española y sus pregoneros. Viviendo ajenos al epicentro en el que se instala la sala de máquinas que mueve el mundo del fútbol pero es lo que hay. Tendremos que convivir lo mejor que podamos con ello porque, tal y como decía Séneca (que debía ser colchonero), el que no quiera vivir sino entre justos, que viva en el desierto.