Muchas gracias a todos los que os habéis pasado por aquí durante todos estos años.

Puedes encontrarme en www.enniosotanaz.com o enniosotanaz@hotmail.com

¡Un abrazo!

No me acuerdo

“No te voy a mentir. Nos estamos perdiendo algo. No tenemos porque convencernos de creer que nada se ha ido. Tenemos tiempo para saber hacia donde vamos pero estamos muy lejos todavía de saber la razón”

La copa del rey es un torneo vapuleado y maltratado. Para los equipos grandes es una tortura que pasar en la que se tiene mucho que perder y poco que ganar. Hasta bien entrada la competición los equipos de presupuesto generoso no ven la posibilidad potencial de ganar el llamado torneo del KO y hasta entonces los recursos a emplear son mínimos y caros. Para los equipos pequeños se trata de una cruel lotería en la que algunos privilegiados podrán sanear sus arcas atendiendo la visita de un grande mientras la mayoría se despellejan entre ellos ante la indiferencia del gran público. El retomado formato a doble partido no hace más que restar las posibilidades de los equipos modestos para dar la campanada mientras que multiplica por dos el número de partidos inútiles. Esa es la copa del rey en este país. Algo insulso, falto de interés y que casi todo el mundo desprecia hasta que quedan pocas eliminatorias. En otros países como Inglaterra, la copa es una competición interesantísima para un gran público que la sigue con fervor. No es cuestión de comparar pero es la prueba fehaciente de que las cosas pueden ser distintas. Aquí, la copa del Rey es un fiel reflejo de la federación española de fútbol que la organiza, un lamentable desastre.

Y en esa espesa penumbra aparece el Atlético de Madrid. Bueno, en realidad quien aparece es esta versión descafeinada, triste y mediocre de lo que debería ser Atlético de Madrid. Esa mala falsificación que fabricada por un MA Gil que a modo del Charlie de Los ángeles de Charlie nunca habla ni se le ve y que de forma tan cruel nos vende sus Ángeles: Cerezo, Pitarch y Aguirre.

El Orihuela es un equipo modesto con un pequeño campo que no ha dado tiempo para ampliar y que en la noche de hoy ponía a la venta entradas de “el partido de la temporada” con unos precios no excesivamente caros para lo que se estila en estos casos. Bien, si ustedes han visto el partido a través de la pequeña pantalla (espero por el bien de sus salud mental que no hayan tenido que pasar semejante trago) habrán visto los significativos claros en la grada del equipo alicantino. El atleti no ha sido capaz de llenar el estadio del Orihuela. Ese es otro de los logros de estos ángeles de Charlie de “todo a 100” que nos entretienen con sus diabluras. Cada vez interesamos menos a nuestros rivales y para el público poco a poco se diluye esa vitola de equipo grande e histórico que teníamos. ¿Exageraciones mías? Será eso.

“No me acuerdo de la última vez que me miraste a los ojos. No me acuerdo de alguna forma de hacerte llorar”

¿Qué quieren que les diga del partido? Se me hace tremendamente complicado hablar de este equipo. Complicado y aburrido. El partido en general ha sido soporífero pero la primera parte en concreto ha rallado los límites de lo humanamente soportable. De acuerdo en que los partidos de copa son lo que son pero es que el Orihuela, el supuesto equipo modesto, no se crean que se ha encerrado en su propia área como le gusta hacer a nuestro ilustre mexicano. Bien al contrario los porcentajes de balón de la primera parte eran claramente favorables al equipo de segunda B. Ni siquiera en estas condiciones el sistema táctico de Aguirre es capaz de requerir el balón. No puedo entender que algo así no le parezca patético al 100% de la afición colchonera.

Y no se crean que la alineación era un combinado de circunstancias porque no era así. Franco, A. López, Pernía, Perea, Luis García, Banega, Forlán, Sinama,... Hay que reconocer a Aguirre una cosa al menos y es su coherencia en el juego. Salga quien salga juegan igual. Igual de mal, claro, pero igual al fin y al cabo. Se me hace difícil recordar algo en la primera parte relacionado con el fútbol, con el balonpié, incluso con el deporte que merezca la pena. Nos quedaremos con un pase de A. López a Forlán que acabó con el balón en la red y que a la postre fue lo único destacable de un partido para olvidar.

“Sé que hace mucho tiempo desde que escuché y hace mucho tiempo desde que todo estaba claro. Muchos podrían vivir con lo que hemos tirado...”

La segunda parte fue más o menos parecida aunque el atleti, también más o menos, empezó a tomar el control del partido (que no del juego ni del balón), a base fundamentalmente de ese “otro fútbol” que es como eufemísticamente se dice a “no saber que hacer con el balón”. Si jugando contra el Madrid o el Barça el ritmo es pesaroso, la velocidad mínima y la actitud indolente imaginense ustedes un frío miércoles jugando contra el modesto equipo de una ciudad levantina que la mitad de la plantilla (siendo generoso) no debe saber ni donde está.

Así con más pena que gloria pasaban los minutos y entre bostezo y bostezo teníamos tiempo de pensar en nuestras cosas. Los pobres desgraciados que estaban en la grada no tenían el mando a distancia para ver las noticas o los programas de variedades que fueron sin duda alguna lo más divertido que recordaré de este partido para olvidar.

Un pequeño apunte. No piensen que esa eufórico miedo que le ha entrado a nuestro gentil estratega por el cansancio de nuestros jugadores y las modernas rotaciones han hecho mella en los jugadores que estaban en el césped. En absoluto. No piensen que nuestro portero del filial, ese que dicen que es tan bueno y que ha sido internacional en todas la categoría, ha podido debutar. Ni él ni ninguno de los canteranos (excepto Camacho) tuvieron minutos para foguearse en este equipo. Alex Quillo saltó al campo a falta de cinco minutos por... ejem, Camacho. Keko lo hizo en el minuto 90 en otro de esos alardes de estrategia del ilustre mejicano con los que asombran a la parroquia mundial de este deporte. ¿Qué adjetivo le pondrían ustedes a hacer debutar a un chico del filial en el minuto 90 de un Orihuela-At. Madrid con 0-1 en el marcador?

Tengo la sensación de que estoy esperando algo. Algo que rompa esta dinámica mediocre y espesa que no lleva a ningún sitio. Algo radical y definitivo. Algo que debería haber llegado ya pero que no llega. ¿Engordar para morir? Yo sé lo que quiero pero que lo sepa yo no soluciona nada.

“Hace tanto tiempo...”

I Can’t remember (Mullins/Sweet/Droge)
The Thorns - The Thorns (2003/Aware Records)

Puede que te hayas marchado

“Has pasado toda tu vida esperado. Usas tu paciencia para parecer que estás bien. El tiempo avanza mientras te preparas para decirte a ti mismo que seas razonable. Entonces vienen los momentos que no puedes prever. No puedes irte, no puedes soltarte para mantenerte lejos de esos sueños, ignorando los buenos tiempos...”

Los Partidos entre el Villarreal y el Atlético de Madrid en los últimos años son, como si estuviesen representando en un campo de fútbol cualquier saga mítica de ciencia ficción, una lucha encarnizada lucha entre el bien y el mal. El blanco contra el negro. La honestidad frente al engaño. El trabajador frente al lazarillo. Es la lucha entre quien apuesta por tener el balón y quien no lo quiere. Quien es valiente y quien no lo es. Quien quiere ser protagonista y quien no quiere serlo. Quien quiere escribir el guión y quien pretende vivir de los borrones del contrario. Es la pelea entre quien se siente campeón y pretende demostrarlo o entre quien se siente inferior, con nada que perder y a partir de ahí cualquier cosa es un éxito. Es la pugna entre quien apuesta por el juego colectivo y el que apuesta por la individualidad esporádica. En definitiva es la lucha entre el fútbol y el anti-fútbol. 

Hoy el destino ha sido tremendamente injusto con quien apuesta por el camino recto y tremendamente generoso con el ideólogo de la mentira y la excusa. Sin embargo y en compensación también ha sido justo con Simao, jugador sobresaliente que junto con Forlán. Maniche o Agüero han tenido la mala suerte de caer en uno de los atléticos peor dirigidos de todos los tiempos (y no sólo dentro del campo).

El Atlético de Madrid mediocre y casposo de Javier Aguirre nunca remonta los partidos. Para eso hace falta tener el balón e intentar hacer algo con el, cosa que no parece entrar en los esquemas de tan genial entrenador. Estoy harto de hablar de este hombre pero desgraciadamente su presencia contamina, para mal, todos los poros deportivos de este equipo. Este año siempre que el equipo contrario abre el marcador o perdemos o empatamos. Es fácil comprobarlo. En temporadas anteriores, salvo excepciones puntuales, fue exactamente igual. La revolucionaria táctica de Aguirre consiste en meter gol primero y parapetarte en tu portería hasta que acabe el partido. No hay otra forma de ganar. Lamentable planteamiento para el tercer presupuesto de la liga pero eso es lo que tenemos y eso es lo que a nadie parece importar.

“Ahora es demasiado tarde para ti. Puede que no esperes y las cosas que todavía no he conocido se desvanecen antes de completarse.”

Hoy, como no podía ser de otra forma y a pesar de la situación tan crítica de autoestima que padecemos, hemos asistido de nuevo a tan patética forma de plantear la vida. El equipo ha salido concentrado para variar y en la primera jugada trenzada como colectivo y al primer toque desde hace muchos meses Simao ha recogido el balón en el borde del área para meterlo por la escuadra. A partir de ese momento, minuto 1 de partido, se acabo el volver intentar jugar al fútbol. El equipo a la frontal del área y a esperar mientras se reparten patadas a diestro y siniestro. Eso es lo que hay que hacer estando Aguirre en el banquillo. Daba igual las bandas, los medios, los mediocentros, los delanteros o la creación. Todos a defender como se pueda.

El Villarreal, equipo que apuesta siempre por jugar al fútbol, se dedico a intentar dar con la puerta de entrada en el autobús de matrícula mejicana que había en la portería atlética pero se topaba sistemáticamente con los muchos jugadores de color rojiblanco y sus patadas traicioneras. En un despeje a la estratosfera de los muchos que hacia la zaga colchonera el balón llegó sin querer a las inmediaciones del área del equipo levantino y como un rechace suelto en el área es lo único que necesita Forlán para hacer gol pues lo hizo. 0-2, tremendo resultado para una planteamiento tan ruin y chabacano pero gracias a Dios tenemos los jugadores que tenemos. ¿Cómo sería la cosa jugando al fútbol? Lloro sólo de imaginármelo.

El Villarreal siguió con la misma idea de intentar jugar y el atleti con la misma idea de no hacerlo, de defender en su área y de dar patadas. En una de esas, en el lateral del campo contrario (me cuesta encontrar un sitio más estúpido para hacer una entrada de carnicero), Ever Banega se autoexpulso con una segunda amarilla más que justa. Debe ser muy duro para un jugador como Ever tener que estar todo el partido corriendo detrás el balón sin tocarlo pero eso no lo exculpa de la estupidez que hizo esta noche. Así acabo la primera parte, dos goles a favor, un jugador menos y asistiendo a un monólogo del Villarreal.

“Debería girarme y ver si estás todavía ahí pero por ahora no es seguro. Puede que me estés esperando, puede que te hayas marchado”

Y así empezó también la segunda parte pero el Villarreal había tirado a puerta unas 20 veces para entonces. No soy muy defensor de la labor de Leo Franco, creo que lo he dejado claro en este blog otras veces, pero si tiran 20 veces a puerta las probabilidades de fallar son bastante más altas que si tiran 2. Como no podía ser de otra forma en uno de esos tiros Leo decidió hacer lo que no hace nunca, intentar atajar el balón, y claro se lo metió en su portería. Es lo que tiene intentar hacer lo que no sabes. Empleando las misma lógica si el equipo contrario pasa el 80% del tiempo en la frontal de tu área las probabilidades de que surja un error (o un acierto del contrario) que deje un jugador rival delante del portero son bastante más altas que si tienes tú el balón en el campo contrario. Bien, así llegó el empate a 2. Y el 3-2 y el 4-2. Si, porque el Villarreal, en contra del infecto código deontológico que usa Aguirre, siguió jugando exactamente igual con el marcador en contra que con el marcador a favor. Siguieron siendo protagonistas, teniendo el balón y marcando el ritmo. Da gusto ver algo así comparado con nuestro pseudojuego que siempre depende del rival, del resultado y hasta del Ibex 35.

Para entonces mi desesperación y aburrimiento se había transformado en amarga envidia. La sensación de que no merece la pena animar a este equipo en estas condiciones sólo era disimulada por la vergüenza que supone comprobar el poco respeto que la prensa tiene por mi equipo cuando ni Valdano, ni Kiko cuestionaban un planteamiento tan sumamente cobarde como el nuestro dando por hecho que tenía que ser así y hasta elogiando lo “compacto” de mi equipo en la primera parte.

Pero apareció Simao. Un pequeño fallo, un inteligentísimo slalom y 4-3 en el marcador. Ni siquiera lo celebré porque no había nada que celebrar. Minutos después una falta sacada por el mismo Simao de forma espectacular, olvidándose de tácticas peregrinas y haciendo lo que sabía hacer antes de pasar por las manos del estratega azteca, ponía un empate injusto en el marcador. Tampoco lo celebré porque no había nada que celebrar.

El atleti debería haber ganado este partido poniéndose 0-2 en el marcador en el descanso pero debería haberlo perdido por la forma en la que lo ha planteado, la forma en la que lo ha jugado y sobre todo porque un discurso tan vacío, mediocre e injusto para este club y el deporte del fútbol jamás debería tener éxito. El culpable de ese discurso tiene nombre y apellido. Puede que se haya marchado mientras escribo esto pero no será así. Un empate a cuatro en Villarreal es una hazaña sobrehumana para los dirigentes y gran parte de la afición de este Atlético de Madrid refundado y entre ellos el mismo tipo que hace un rato sacaba pecho en la rueda de prensa diciendo que se "rompía una racha de mierda". El que es cobarde lo es hasta el final.

“Tienes problemas para hacer lo correcto y tratas de decirte a ti mismo que funcionará, como debería. Pero algo “bueno” puede hacer mucho daño. Sabes que no puedes soñar. Perece que estoy estancado”

Maybe You’re gone (S. Lerche)
Sondre Lerche - Two Way Monologue (EMI/2004)

Todo está mal

“Quiero volver, quiero volver a casa. Tenía todo planeado y ahora no entiendo porque me siento tan sólo. No reconozco este sitio aunque había estado antes aquí. Dejaré que todo se esfume ahora que ni siquiera sé para que vine”

A finales de la temporada pasada, cuando definitivamente se confirmó que el Atlético de Madrid quedaría cuarto de una liga rara y descafeinada, las voces más triunfalistas del Calderón alzaban su voz y sacaban pecho como si el club hubiese conseguido un gran éxito. Por fin el equipo volvía a la elite, se escuchaba, por fin el equipo jugaría la Champions, decían. Hubo quien incluso fue a celebrarlo ante una estupefacta estatua de Neptuno. Unos meses después, el equipo sigue siendo el caos infernal y la extraña máquina de NO hacer fútbol que era el año pasado. Sigue haciendo el ridículo en el campo cada vez que tiene ocasión y sigue perdiendo con todos los equipos grandes con los que se enfrenta pero curiosamente, en esa liga de campeones que todo lo justifica, el equipo marcha en cabeza y se enfrenta contra el “coco” del grupo, nada menos que el Liverpool de Fernando Torres. Cualquiera pensaría que es el partido del año y precisamente por eso, porque todos lo pensábamos, nuestro “gran” entrenador decide que no es así. Decide que la tan manida Champions es un torneo que no nos corresponde, que se nos escapa, y al que no debemos dedicar nuestros mejores recursos. Hay quien dice que esta forma de actuar atendía a una “recomendación” que venía desde arriba. Si es así, el que dice ser el entrenador del Atlético de Madrid debería presentar su dimisión por dignidad. Si no es así debería presentar su dimisión por negligencia.

“Porque todo está mal, todo está mal. Ahora toda mi fe se ha marchado...”

Con esa perspectiva es muy difícil hablar del partido de hoy. Me da pereza, me siento cansado, hastiado e incomprendido. El encuentro comenzó de forma lamentable por parte colchonera pero es que no podía empezar de otra forma con esas credenciales. La plantillas salió con el miedo al rival con el que a suele salir todos los partidos, amplificado por el rival de hoy, el ambiente y los dos debutantes en la plantilla. Sacar a Camacho y Domínguez en el partido de hoy es algo que debería estar castigado en el código penal. Con el pavor habitual, sin balón, sin tensión, sin esquema, sin juego, sin ganas,... vamos, como siempre se desarrollaron los primeros minutos del partido y la primera parte. El Liverpool sin pisar el acelerador aceptó el regalo de Aguirre y se dedicó a intentar meter un gol, gol que llegó (en fuera de juego) tras una gran jugada de equipo. Si, esas cosas que hacen los equipos que están entrenados y que en el Calderón nos hemos acostumbrado a ver en los rivales que no visitan. A partir de ahí no crean que el Atleti reaccionó. Ni mucho menos, el Liverpool siguió siendo dueño del partido, del balón y del juego. El atleti estaba grogui y podía haber pasado cualquier cosa pero gracias a la divina providencia o la flor que dicen otros no pasó. Puede que también gracias a Benitez, un entrenador en las antípodas de Aguirre en cuanto a talento, amor al fútbol y a como preparar un equipo pero muy afín al gusto por la especulación y ese otro fútbol del que muchos hablan. Puede que ese otro fútbol salvase al atlético esta noche cuando el Liverpool se dedicó a jugar al tran-tran y no decidió pisar el acelerador frente a un equipo muerto y entregado.

La segunda parte fue muy diferente pero la diferencia no hay que buscarla en ningún planteamiento revolucionario o algún cambio genial. Salió Agüero si, pero fue su peor partido de la temporada probablemente. La diferencia estuvo en que en el Atlético de Madrid, a pesar de lo que piensa su entrenador, existen buenos jugadores y a que alguno de ellos tiene el orgullo suficiente como para tirar hacia adelante de vez en cuando. Agüero, Simao, Forlán, Maniche,... gracias.


“Me di cuenta de ello, o eso dije, pero entonces encontré cuando lo había tirado todo por la borda. Estaba todo en mi cabeza”

Los mejores minutos de este equipo siempre llegan de la misma forma que no es otra que cuando las tácticas se deshacen, los esquemas se rompen y el partido se transforma en un caos sin reglas. Cuando en los equipos se anulan los efectos de sus entrenadores los potenciales se igualan y es el momento de atleti. No sé lo que le puede parecer esto al atribulado lector pero a mi me parece simplemente patético, especialmente cuando hablamos de una plantilla como la nuestra que tira por la borda cualquier posible sinergía. Así a golpe de émbolo, con arranques de furia y mucho patadón llegaban las ocasiones colchoneras, pocas eso si, porque enfrente, aunque jugando al ralentí y especulando, estaba uno de los equipos tácticamente mejor preparados del mundo que no es muy partidario del caos y suele volver a poner orden siempre que puede. Eso si, entre medias de todo esto Maniche metió un gol legal que el colegiado se encargó de anular injustamente. ¿Será casualidad que después de todo lo que ha pasado con la UEFA el gol del Liverpool sea en fuera de juego y a nosotros nos anulen uno legal? Por cierto que de dar la espalda durante el himno de la Champions nada de nada.

Impone tan poco respeto este atleti y aparece tan vulgar ante los ojos de cualquiera que hasta el propio Benitez decidió pensar en su partido contra el Chelsea y decidió quitar a los tres mejores jugadores del partido del terreno de juego: Keane, el autor del gol, ese pedazo de centrocampista de esos que miran a la portería contraria llamado Gerard y ese medio centro de los que hacen bastante más que dar patadas y echar el balón para atrás: Xavi Alonso. Aun con esos tres futbolistas fuera y el Liverpool pensando en el equipo del barrio pijo de Londrés el gol que empataba el partido llegó, como no podía ser de otra forma, tras un patadón desde alguna parte imprecisa del campo colchonero y después de un fallo inesperado de una defensa que nunca tiene fallos. Forlán incansable y atento lo aprovechó y Simao llevaba el balón a la red. Premio merecido para uno de los jugadores que se echó el equipo a la espalda y para una afición que con tan poco a cambió estuvo en todo momento con el equipo, aunque desgraciadamente también un premio injusto para un entrenador que no debería seguir un minuto más en un mundo lógico y en un club dirigido por una directiva competente.

“Ahora quiero volver, abandonar esta pelea. Me siento débil, me siento cansado con ganas de dormir y nada me hace sentir bien”

Así terminó el partido. Entre entrañables saludos por parte de las dos aficiones rivales y gritos eufóricos que recordaban a ese gran profesional que dejó nuestro club “para mejorar” el 4 de Julio de 2007 y que afortunadamente este que escribe escuchó en la lejanía desde fuera del estadio.

No puedo entender la alegría de mis correligionarios con lo poco que tenemos. No puedo entender ni su paciencia, ni su euforia, ni su conformismo ni su forma de entender las derrotas. No puedo entender como asumen con tanta dignidad el papel de segundones y bufones que nos otorga el sistema ni puedo entender que acepten sin más lo que escuchan desde la prensa pero simplemente “es lo que hay”. Hemos empatado en casa y parece que tenemos que dar gracias a Dios y estar contentos. Que alguien me explique como lo hace. Necesito la misma droga que ellos usen. Quiero tomar la otra píldora, la que me lleva a Matrix. No puedo más.

“Solía entender esto pero ha sido demasiado largo. Todo lo que una vez estaba bien ahora esta mal”.


Everything is wrong (gibbs/hurley)
The Gigolo Aunts - Minor Chords and Major Themes (Geffen/1999)

Recuerdos censurados

“Ríos de recuerdos envueltos en brillo naranja. Algunos escondidos en el tiempo,... parece como si fuese ayer”

El ajedrez es un juego milenario fascinante que despierta pasiones. Tras la aparente sencillez de sus reglas se pueden presenciar batallas descarnadas, muestras de talento y reacciones geniales. Cualquiera puede jugar al ajedrez pero hacerlo bien es cuestión de horas de preparación, horas de sufrimiento, aprendizaje y por supuesto de talento natural. Saber como se mueven las fichas parece suficiente para “saber” jugar al ajedrez pero no es así. Un muchacho naturalmente dotado para este deporte al que diez minutos antes le has explicado las reglas puede dar muestras de talento frente a un maestro pero difícilmente será capaz de ganarlo, aunque potencialmente tenga la materia gris necesaria para ello. El atlético de Madrid es ese muchacho cargado de talento que sabe que salen las blancas o que el caballo se mueve en L pero depende de golpes de intuición para ganar una partida. Presentarse tan poco preparado en primera división es un insulto al fútbol y a la inteligencia.

La noche era preciosa, la amenazante lluvia había desparecido, el estadio estaba lleno, el Frente Atlético desplegaba una mural que ocupaba todo el fondo norte donde un indio se arrodillaba invocando el escudo fundacional del Club Atlético de Madrid (Chapeau!), el ruido era ensordecedor y el partido comenzaba con cincuenta mil almas cantando el himno del atleti... 40 segudos después ya íbamos perdiendo por un gol. A eso le llamo yo salir concentrado. El partido anterior de este equipo había sido toda una demostración física de como saltar a un campo pensando en otra cosa. Durante 15 días desde el club se apelaba al orgullo herido y al partido contra el Madrid como forma de resarcirse de aquella catástrofe. Todo parecía indicar que la concentración sería máxima y que por una vez el equipo utilizaría el peso de la grada a su favor. Bien, ni orgullo, ni concentración ni vergüenza. Un despiste en un saque de banda, un central (otra vez un central) que no encima, un tiro desde la península de Jutlandia y un portero que no está. 0-1 en 50 segundos. Minutos antes de todo esto los atléticos nos frotábamos los ojos viendo la alineación de nuestro estratega favorito. No uno ni dos ni tres sino cuatro medio centros conformaban el centro del campo rojiblanco. Simao, calentaba banquillo por decisión técnica. Sin bandas, sin enganche, sin juego, sin ritmo, sin concentración, con un gol por debajo en el marcador y un minuto más tarde empezaba el partido para el Atlético de Madrid.

“Veo historias en blanco y negro escondidas bajo el agua, censuradas para mi. No puedo encontrar la verdad en mi cabeza. Lo intentaré y dejaré que los perros viejos sigan mintiendo”

Y claro, con esas premisas las consecuencias no pueden ser más que nefastas. El equipo intentaba atacar con criterio, especialmente de la mano de Ever Banega, que dada la incapacidad de los que le rodean para manejar el balón parece mejor de lo que es, pero la defensa, el sistema defensivo que Aguirre lleva puliendo tres años y cada vez es peor, era para el Real Madrid como las puertas del cielo que custodia San Pedro. Un atleti espeso se estrellaba contra un Real Madrid reservón que nos estaba mareando. Un gol anulado que a mi me pareció dudoso y otro gol anulado por fuera de juego de Raúl también al límite de lo legal hacía desesperarse a los blancos. Cada jugada a balón parado era un calvario para el atleti y cada córner una lección de como no se debe defender un córner. Ni siquiera podíamos escudarnos en el árbitro. El atleti, muy en el estilo Aguirre, lo único que hacía con regularidad era dar patadas y en esa dinámica apareció Perea que teniendo una amarilla decide muy inteligéntemente soltarle un sopapo al rival. Expulsado. Snejder seguía sangrando diez minutos después. Con un jugador menos, sin criterio, sin rumbo, sin saber que hacer y con el Madrid enfrente la perspectiva no podía ser peor.

Pero entre Maniche, el árbitro y un calentón Van Nistelrooy la cosa se igualó milagrosamente pocos minutos después. La entrada de Van Nistelrooy fue fea y a destiempo pero la expulsión de Perea, los gritos de Maniche y el clamor del Calderón probablemente también ayudaron a que el colegiado decidiese que el color de la tarjeta debía ser el rojo y no otro. Poco más hasta el descanso. Un Madrid especulador y poco ambicioso había dejado vivo a un equipo roto, descabezado, desesperado y pésimamente entrenado.

“Las fotografías caducadas demuestran que una vez sonreí. Tan sólo, tan inseguro, tan confuso, buscando algo más”

En el descanso Javier Aguirre decidió dejar de hacer de entrenador y utilizar por una vez esa inteligencia que tan bien utiliza en las ruedas de prensa pero que tan poco le sirve para el fútbol profesional. Decidió entonces sacar a Simao, darle permiso a Banega para que pasase el balón hacia delante, prescindió de Pernía para plantar una defensa de tres y encomendarse a la virgen de Guadalupe como el mejor recurso que tiene este hombre para sentarse en un banquillo de fútbol. Entonces vimos el mejor atleti. Así sin táctica, sin orden ni concierto. En un corre-calles suicida. El Kun se echó el equipo a la espalda, Maniche y Banega se fueron para arriba y los defensas decidieron dejar en el banquillo el miedo que les atenazaba. Entonces fue cuando los locutores que transmitían el partido nombraban por fin los nombre que deberían nombrar siempre que hablan del atleti: Agüero, Simao, Forlán, Maniche... Ufjalusi se lesionó dejando su posición a un desaparecido e indolente Luis García que tampoco estaba en el partido (la primera vez que le pasaron un balón se le fue por debajo de las piernas). El cambio nos sirvió al menos para ver a Conseiçao como central donde francamente jugo casi mejor que en su privilegiada posición del centro del campo.

“Lo estoy haciendo otra vez. Estoy escondiendo toda la historia que creé y encuentro en mi recuerdo que la miseria se ha eliminado. No me sentí así seguramente. Ya yo creo en mi mismo nunca más.”

Las ocasiones llegaban pero los goles no. El Madrid seguía metido atrás desde el comienzo de la segunda parte y apenas daba miedo. Parecía que el gol colchonero era inminente pero los mano a mano del Kun que siempre entran hoy no entraban y los tiros de Maniche o Simao se perdían en la grada o en las manos de Casillas. En estas llegó la enésima falta de Sergio Ramos al borde del área y Simao, ese jugador internacional que estuvo toda la primera parte en el banquillo, metía el balón en la portería del Madrid con algo de ayuda desde la barrera. Justicia se escuchaba unas filas más atrás de la mía.

Los atléticos mirábamos el reloj y veíamos que quedaban 6 minutos de descuento en el que podíamos por fin pulverizar las estadísticas y vencer a los merengues de una vez. El Kun estaba muerto pero todos pensábamos que seguiría la euforia y las ganas de ganar que habían demostrado el equipo hasta ese momento pero no, lo que ocurrió fue justo lo contrario. El equipo se ciño al estilo Aguirre, ese de contemporizar y esperar a que pase el tiempo, mientras que el Madrid se desperezaba y se iba a por el partido, que es lo que se supone que tienen que hacer los equipos grandes. En seis minutos hicieron tres ocasiones. En la última de ellas Heitinga, el mismo jugador que a los 50 segundos de empezar el partido no había encimado a Van Nistelrooy, decide en el último minuto de partido encimar dentro del área a Drenthe con la misma habilidad que un rinoceronte tocado la mandolina. Ni siquiera la grada se dignó a discutir el penalty. Como no podía ser de otra forma los madridistas no desaprovecharon de volver a ganar en el último minuto.

Hubo un tiempo en que los partidos de máxima rivalidad en el Calderón eran tardes divertidas de emoción y alegrías. Recuerdo algunos donde las caras de los mismos socios que veías todos los domingos mostraban una sonrisa diferente, más amplia y sincera. Recuerdo como en aquellos partidos acabábamos abrazando a gente que no conocíamos o chillando a un árbitro comprado que nos robaba por enésima vez. Desgraciadamente todo eso ha muerto. Hoy las caras eran las mismas caras de los últimos partidos, endurecidas por los litros de mediocridad que han tenido que tragar y por las noches de vergüenza que nos está tocando vivir. Hoy los colchoneros salíamos con las caras desencajadas sin saber a quien echarle la culpa de tener que soportar esta situación. Alguno que otro intentamos recurrir a imágenes olvidadas en alguna esquina de nuestros recuerdos en donde estas noches eran de otra forma. Alegres o tristes pero de otra forma. No he podido rescatar aquellas imágenes. Están como censuradas en mi cerebro. Probablemente no vuelvan a aparecer hasta que uno sea consciente de que este equipo vuelve a ser digno de ellas.

“las lagrimas caen secas, dolorosamente tímidas. Todo se ha ido ahora mismo. Finalmente me he dado cuenta”.

Censored Memories (Garrison)
Budapest (Too Blind to Hear – Republic/2003)

La hoguera de las vanidades

El escritor americano Tom Wolfe escribió hace mucho tiempo una interesantísima novela en la que sacando punta y jugando probablemente al límite retrataba de forma muy graciosa pero demoledora la sociedad hipócrita en la que vivimos. Ese sistema en el que lo que parece es más importante que lo que es y donde lo que se cuenta es más importante que lo que ha pasado. Tom Wolfe es periodista así que es lógico pensar que sabía de lo que hablaba.

En la novela (película también años más tarde) un error del protagonista al tomar la salida de la autopista provoca que acabe en un barrio de tenebroso aspecto donde está a punto de sufrir un desagradable atraco. En la huida desesperada parece rozar a su atracador, de etnia afroamericana él, lo que provoca que incomprensiblemente (sin que tenga nada que ver) el chico acabe en el hospital. De forma disparatada las rendijas de un sistema plagado de burócratas corruptos y el poder de la publicidad provoca que un delincuente iletrado pase a ser un héroe de su raza con un futuro coartado mientras que el pobre conductor sufre una campaña publicitaria de acoso y derribo que acaba con su carrera.

Es exactamente lo que ha ocurrido hoy. El Atlético de Madrid ha sido hoy la víctima propicia para que las aristas del decrépito y corrupto sistema que maneja la UEFA lave sus culpas, adoctrine al mundo y mantenga contento al que hoy es el jefe de la tribu. La decisión de la UEFA en el día de hoy es algo imposible de explicar con sensatez que no merece ser tratada con las reglas de la lógica sino interpretada a través de la mentira, el odio, la desfachatez, la desvergüenza y el miedo.

Tras una decisión sin precedentes acaban premiado a un gremio de delincuentes de tinte fascista y penalizado a quien a instancias de la propia UEFA trataba de combatir precisamente aquello que ahora se les achaca. Yo estuve en el campo desde mucho tiempo antes como para ver con mis propios ojos lo que pasó. Creo que era la primera vez en mi vida que veía en directo como unos animales que hablan francés arrancaban los asientos para arrojarlos grada abajo mientras que los aficionados allí sentados tenían que huir de sus asientos. Hasta los propios jugadores estaban impactados sobre el césped.

Me duele todavía más las etiquetas racistas que de repente aparecen por doquier. Llevo más de 30 años viendo fútbol en directo en el Calderón y jamás había visto actitudes racistas. He visto insultar y hacerlo de muchas formas (supongo que como en todos los estadios de fútbol del mundo). Al gordo se le llama gordo, al gafas gafotas, al que es guapo marión y al Sevillista sevillano. El famoso uh, uh... que la prensa ha puesto de moda y que es verdad que cuatro anormales rebuznan de vez en cuando últimamente, es algo que nunca había escuchado hasta hace pocos años. Una persona con cerebro no le daría más importancia a eso que a los cientos de “hijos de puta” que todos los domingos reciben los árbitros. Racismo es lo que ocurre en algunos estadios de Inglaterra, Italia o la pagada de si misma Francia donde algunos aficionados insultan a jugadores de su propio equipo por el color de su piel. Eso si es Xenofobia pero parece que la mejor forma de resolver un problema interno es siempre buscar problemas en el exterior. Me repugna que Inglaterra y más todavía que Francia vengan a dar lecciones de tolerancia con las razas.

Hoy me siento sólo y desamparado y creo además que ese es el sentimiento de muchos atléticos. Estamos sólos frente a otro atentado flagrante de la banda mafiosa de la UEFA. Ardo en deseos por ver cual va a ser la implicación del gobierno, la federación españolas o el mundo del fútbol para con el atlético de Madrid pero no soy muy optimista al respecto. Del mundo del fútbol fuera de España todavía espero menos.

Se me plantea sobre todo el debate de fondo de si realmente merece la pena seguir metido en esta pantomima donde caraduras corruptos sin escrúpulos juegan impunemente con los sentimientos de quienes realmente pagan el circo del fútbol. Si es esto lo que nos espera es mejor buscar el espíritu del fútbol en otro sitio pero nunca en una competición fantasma, apañada, corrupta, mentirosa y repugnante que asesinó con frialdad un torneo tan bonito como la Copa de Europa. Maldita Champions.

Que alguien salve el fútbol por favor.

No puedo estar aquí esta noche

“No puedo estar aquí esta noche. Hay botones que coser y lujuria que habrá que hacer parecer cariño con la cara refrescada y unos labios sonrientes. Practicaré encerrado en el baño”

Dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra. Puede que dentro de unos años este bonito dicho se quede anticuado si se contabiliza a humanos como Aguirre que sin duda suben la media considerablemente. Hace un par de años el Atlético de Madrid sufría la derrota más humillante que jamas ha tenido en su propio estadio. La ejecutaba el FC Barcelona con un lamentable entrenador en el banquillo colchonero que planteó el partido, por decir algo, como solía hacer ese hombre entonces frente los equipos que consideraba mejores (casi todos, por otra parte). Un planteamiento que se basaba en parar el partido desde el primer segundo con cualquier recurso posible, tuviese o no que ver con el fútbol, reducir el ritmo todo lo posible, olvidarse del balón, encerrarse en su área y dejar pasar el tiempo. Entonces el FC Barcelona nos pasó por encima. El mismo planteamiento se utilizó con otros grandes R. Madrid, Sevilla, Villarreal, Valencia,... y con todos perdimos pero lo del Barça fue mucho más humillante. Como es lógico el suicidio de salir al campo con esas ideas en la cabeza frente a uno de los pocos equipos que apostaban entonces por llevar sin especulación el peso del partido, que basaban su éxito en el balón y en definitiva que mejor jugaban entonces al fútbol pasó factura. Dos años después ha ocurrido exactamente lo mismo. Hemos sufrido la derrota más humillante que el Barcelona nos ha endosado nunca en su casa y lo hemos hecho con el mismo señor en nuestro banquillo y con una táctica similar por parte del susodicho. Las frases de mañana serán que sólo son tres puntos, que es un borrón, que no pasa nada, que hay que tener tranquilidad, que simplemente han sido fallos en defensa,... No sé a ustedes pero a mi me da vergüenza. ¡Ya está bien! Me da vergüenza que sea tan habitual sufrir goleadas de este tipo y me da vergüenza que no pase nada. Me da vergüenza que alguien que se supone defiende mi club diga y piense que perder 6-1 sólo son tres puntos. Fue entonces, tras esa primera humillación de hace dos años, cuando según algunos Fernando Torres tomo la decisión de dejar el atlético. No sé lo que estarán pensando los jugadores esta noche pero a mí, como atlético, me resulta muy duro ser seguidor de un equipo que recibe seis goles en su estadio y dos temporadas después recibe otros seis en campo contrario.

Se me hace tremendamente complicado también resumir el partido de hoy porque un partido de fútbol en el que a los diez minutos un equipo ya va ganando 3-0 no puede ser considerado un partido de fútbol. Lo de hoy puede ser considerado una lección, un soberbio correctivo, una violenta bofetada o la constatación de que la mejor forma de saltar a un campo es precisamente para jugar y no para especular pero nunca puede ser considerado un partido de fútbol. Si merece la pena hacer algún análisis de esta pesadilla este se reduce a los 30 primeros segundos de partido. Un equipo salió al campo (supongo que tras la consiguiente labor de concienciación por parte de su entrenador) pensando que jugaba ante un rival contra el que no se podía fallar, que había que poner velocidad, marcar el ritmo, mirar la portería contraria y sobre todo tener el balón. El otro equipo salió al campo (supongo que tras la consiguiente labor de concienciación por parte de su entrenador) con la consigna de olvidarse del balón, del fútbol, pensando lento, actuando lento, con la especulación en la mente, pensando en echarse atrás a ver que pasa y esperando que pasase el tiempo. A los tres minutos el en
ésimo córner mal defendido por el atleti ponía el primer gol en el marcador. El atleti no ha ganado nunca esta temporada cuando recibe el primer gol. Desde que está Aguirre esto es una constante: si el contrario marca primero no se gana el partido. Rara vez ha ocurrido. La razón no es estadística sino que responde a una razón evidente. El atlético de madrid de Aguirre ni sabe, ni quiere, ni puede crear fútbol. Vive de los errores del contrario y del talento individual de sus estrellas y así es muy difícil no hacer el ridículo en algún momento. Supongo que los jugadores, que no son tontos, estaban pensando en esto cuando otro error de la defensa provocaba un penalty. Minuto 6. El equipo seguía roto y ya se dedicaba a achicar agua a base de pelotazos y faltas. En una de estas faltas al borde del área los jugadores sin esquema, sin voluntad, sin mentalidad, sin fútbol y sin recursos supongo seguirían pensando en lo que se les venía encima y por eso no se preocuparon de colocarse delante de Messi para que no nos metiera el gol más tonto de la liga. Minuto 9 y 3-0. ¿Qué quieren que les diga?

“No podemos estar aquí esta noche. Este camarero está cansado de librar una guerra de desgaste así que paga el café y lo tomaremos para llevar”

El año pasado la justificación oficial en los medios oficiales para analizar el esperpento que fue el juego del atlético de madrid se basaba en que los centrales eran malos (todos) y todo el patetismo y mediocridad del juego atlético quedó justificado por los fallos en defensa. Este verano fichamos dos centrales de nivel máximo. Es difícil encontrar un equipo con mejores centrales que los nuestros (Ufjalusi, Heitinga, Perea y Pablo), todos internacionales, pero hoy nuevamente han aparecido los mismos fallos en defensa e siempre. Yo ya no voy a seguir con esta farsa por más tiempo: los fallos en defensa son fallos del sistema defensivo y no de los defensas. Defender un córner, o un contrataque o un ataque estático es labor del entrenador y el nuestro es muy malo.

Salir al campo con un centro del campo formado por Raúl García y Conseiçao, jugadores que el 80% de los pases que dan son horizontales o hacía su propio campo, es toda una declaración intenciones. Si renuncias a crear juego con empate a cero en el marcador con tres goles por debajo, ochenta minutos por delante y los mismos jugadores la perspectiva es desoladora, aunque el resultado final ha sido más desolador todavía. Frente a un equipo incapaz de trenzar una jugada que no partiese de un pelotazo desde la frontal del área, un Barcelona enchufadísimo y engrandecido en su concepto del fútbol nos ha dado una lección de lo que hay que hacer jugando por encima en el marcador. Con un gol por encima y también con cinco ha seguido teniendo el balón, presionando arriba y jugando en campo contrario. Es decir, ha seguido jugando igual. Es decir, lo que nunca hace Aguirre.

Si, Maxi metió un gol pero ellos metieron otros dos antes del descanso. Por cierto, que Maxi se lesionó en el disparo. ¿Será simplemente mala suerte la multitud de lesiones musculares que tiene este equipo (y no sólo esta temporada)? Yo creo que no.

La segunda parte fue de esas que le gustan a Aguirre, no pasó nada. Bueno si, un magnífico gol de Henry, otro al que hemos resucitado. Este equipo forjado en el espíritu mediocre y reservón no tiene ni orgullo ni dignidad. Se habían rendido mucho tiempo antes así que se dedicaron a corretear humillados por el césped mientras su entrenador se mantenía de pie en la banda haciendo lo que mejor sabe hacer: aparentar.

Llevo dos años escribiendo después de cada partido del Atlético de Madrid. Muchas veces lo he hecho enfadado o indignado pero lo de hoy es distinto. Estoy harto, cansado y tengo la sensación de estar haciendo el imbécil fundamentalmente porque este no es mi equipo. En mi Atleti mañana pasarían cosas y mañana no va a pasar nada. En mi Atleti no dejarían que un entrenador de segunda fila permaneciera tres años desarrollando una labor pésima e instituyendo un discurso mediocre y cínico ni que un aprendiz de filibustero dirigiese la dirección deportiva. Mi equipo hubiese salido en la segunda parte dolido y su entrenador pondría su cargo a disposición de la directiva pero esto es una mala copia del equipo del que yo me hizo aficionado.

Decía Luis Aragonés, más atlético que cualquiera de los que hoy se supone que defienden mis colores, que la copa de la UEFA es la gran mentira. Se refería a que esa competición europea, que jugarla aparentemente es un premio, se transforma en un problema para equipos pequeños sin recursos y que al final acaban pasándolo mal en su verdadera competición, la liga. El atleti no es un equipo pequeño pero Aguirre y Pitarch se empeñan en considerarlo así y ya han convencido a todo el mundo de ello. Por eso tenemos una plantilla corta y descompensada, mal preparada físicamente y mal preparada técnicamente que es muy dudoso pueda aguantar con dignidad tres competiciones. ¿No será la Champions la gran mentira?

“No puedo estar aquí esta noche. Hay sabanas que doblar y amor que ser pulido, abrillantado y almacenado detrás del cristal de la memoria. Lo recogeremos cuando nos sintamos solos.”


I Can’t stand Here Tonight” (Eef Barzelay)
Clem Snide - You were a Diamond (Tractor Beam/1998)

Esos son los días

“Y ahora que el día ha pasado, aquí te recuerdo la verdad ahora que la mañana llega otra vez. Deber ser el destino empezando de nuevo con un gran final”

Era miércoles y el horario Champions hace que los partidos entre semana comiencen antes de lo normal pero eso no fue excusa para que las inmediaciones del estadio no tuviesen el ambiente y el color de los grandes partidos. Los cánticos espontáneos de tantos colchoneros expectantes que se dirigían a sus asientos provocaba que todos los allí presentes inhalásemos una especie de perfume conocido pero olvidado. Olía a fútbol europeo. El himno de la Champions sonaba atronador pocos minutos después dentro del estadio mientras unos niños asustados por la grandeza del ambiente agitaban una inmensa tela en forma de balón en el centro el campo. Habíamos vuelto. Las caras de mis compañeros de grada mostraban la tensión contenida, las horas de espera, el dolor de tantas y tantas semanas mirando de reojo a la máxima competición europea. Ni los aficionados cafres llegados desde el bonito puerto marsellés podían estropear la noche. Once años después el Calderón volvía a ser un estadio precioso donde se jugaba la copa de Europa. Atrás quedaron esos días de oscuro y espeso ostracismo. Atrás quedaron esos días de penurias y pesadilla. Era inevitable que a los más viejos nos viniese a la cabeza aquel fatídico e inoportuno gol de un tipo portugués llamado Dani que jugaba en el Ajax y que no sacó de la competición en un partido vibrante e injusto. Aquella fue la última noche de Champions en el Calderón hasta el día de hoy en que el Atlético de Madrid salía a pelear tres puntos contra el Olimpic de Marsella.

Las dudas ofrecidas el domingo contra el Sevilla, las lesiones y la incertidumbre que desgraciadamente parece que tiene que acompañar irremisiblemente a nuestro equipo durante las últimas campañas, hacía que la grada estuviese alerta sobre lo que podía pasar en los primeros minutos pero el partido no pudo comenzar mejor. Diez minutos de locura en la que el Atleti pareció una contundente apisonadora para el equipo francés. Tensión, ganas, concentración, fuerza, velocidad y balón. ¿Qué más se puede pedir? A los pocos minutos del inicio un magistral pase de un desconocido Maxi dejaba un difícil balón a ese genio del balompié llamado Sergio Agüero que con un recurso técnico al alcance exclusivamente de los que están tocados por la divinidad consiguió dejar el balón pegado a su bota, el sitio natural del balón cuando está cerca el Kun, para tras un recorte explosivo marca de la casa inaugurar el marcador del coliseo colchonero. La euforia se desató. El grito de la afición fue el grito contenido que tantas y tantas veces habíamos callado. La cosa no podía empezar mejor.

Este que escribe temió en ese momento la reacción del equipo y el poder repetir una película que desgraciadamente ya es conocida para los humanos que seguimos al atleti. El equipo se echa para atrás, empieza a especular, intenta terminar el partido... y lo acaba perdiendo. Pues hoy no ocurrió así (al menos de momento). El equipo bajo el ritmo pero no la intensidad ni la concentración lo que le permitió controlar el partido y seguir llegando al área contraria con facilidad como un remate de Raúl García que a escasos metros de la portería mandó el balón fuera o una vaselina del Kun que desbarató Mandanda, el meta galo.

“Esos son los días que nunca quisieron decir que realmente habíamos sido vencidos”

Los franceses se dedicaron entonces a parar al genial Agüero de la única manera que podía que era a base de patadas, un recurso que todos sabemos no está permitido pero que el único que de verdad debe conocer las reglas, el colegiado, parecía haber olvidado. En medio de los impunes ataques terroristas en forma de patada con que los franceses nos deleitaban apareció una de las tradicionales lagunas de la plantilla colchonera, para todos excepto para nuestra dirección deportiva. Pernia, acelerado y descentrado como de costumbre, volvió a perder su espalda y verse desbordado por enésima vez lo que provocó un buen pase de Bonnart que Niang, mal defendido, cabeceó completamente sólo a la red. No parecía justo el resultado que reflejaba el marcador y de hecho el responsable de mover los números tardo algo más de la cuenta en hacerlo pero la realidad es que estábamos empatados.

El panorama en cuanto a lo que a juego se refiere no cambió demasiado tras el gol galo pero si se empezó a ver cierta precipitación y cierto bloqueo en la distribución del balón. En ese momento llegó una brutal entrada de un energúmeno que responde al nombre de Taiwo sobre el Kun que le debería haber mandado fuera del campo en ese mismo momento pero, por esas cosas que tiene la justicia, le salvo el que los árbitros son igual de malos en todos los sitios. Afortunadamente se hizo justicia de otra forma y una falta en principio inocente acabó colocando el resultado definitivo en el marcador. Botado por Pernía y rematado in extremis por Raúl García el balón acababa de nuevo en la grada para regocijo de los colchoneros. Así, cantando y ganando se llegó al descanso.

“Como te puedes ir en un momento como este...Sabes que el oceano cuando aparece el sol es distinto que el oceano cuando el sol se esconde”

Y la segunda parte lo cambió todo... para no cambiar nada. Ya parecía extraño ver corretear a Maniche mientras nos tomábamos el bocadillo. Un tipo que estaba fuera de la convocatoria por lesión a las cinco de la tarde era convocado una hora después mientras que algunas más tarde calentaba sobre el césped. Raro. Pero más raro fue empezar la segunda parte con diez jugadores porque uno de ellos, el Kun, estaba todavía en el banquillo. Es la primera vez en mi vida que veo algo así. Todos veíamos que el Kun estaba fundido en la primera parte y sospechábamos que no sería de la partida pero claro nosotros no somos entrenadores. Segundos más tarde aparecía Agüero de nuevo en el campo.

Me gustaría saber cual fue la charla del Mejicano en el descanso pero por lo que vimos después me temo que dio resultado. El interesante y entretenido partido hasta entonces se convirtió en le soporífero esperpento en el que con demasiada periodicidad se convierten los partidos del atleti cuando va ganando. Falta de ritmo, pesadez, lentitud, espesura, cortes, pelotazos,... toda esa colección de despropósitos que ya conocemos tan bien. Afortunadamente sin embargo los franceses parecían contagiarse del ambiente y no terminaban de inquietar la defensa atlética, inexpugnable por el centro pero frágil como una malva en los laterales, especialmente el izquierdo.

Entonces Aguirre decidió dar un poco de vida a su colega francés así como una oportunidad a los jugadores del equipo contrario para aguarnos la noche. Una sucesión de cambios imposibles dejan en el campo a un Kun averiado, cuatro mediocentros, Ever Banega en la banda y Maniche en tierra de nadie. Cualquier ingenuo podría pensar que con cuatro centrocampistas, Luis García y Agüero el dominio de la pelota y el juego correspondería a los colchoneros pero nada más lejos de la realidad. El equipo se fue a la frontal de su propia área a achicar balones y cada vez que tenían esa cosa esférica con la que se juega a este deporte la rifaban entre los rivales cuando no se la regalaban directamente al primer señor con escudo del Olimpic en la camiseta que pasase por allí. Supongo que tuvo que ver también en todo esto un alarmante y preocupante estado físico de los jugadores que apareció en el momento más inoportuno. Así llegaron las mejores ocasiones del rival (sin tirar cohetes) lo que nos llevó a un final agónico de esos que tanto molestan a la grada. Pero no ocurrió la tragedia y el atleti pudo respirar tranquilo con seis puntos en el bolsillo. Hoy duerme siendo el primero de su grupo que al fin y al cabo es lo que importa.

“Una vez más, esos son los días que nunca quisieron decir que realmente habíamos sido vencidos”



“These are the days” (Collet)
Jason Collet - Idols of Exile (EMI/2005)