Había una vez... un circo
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Esta tarde se disputaba en el Vicente Calderón un duelo fraticida entre los dos peores equipos del 2009, Valladolid y Atlético de Madrid pero los pucelanos dejaron perfectamente claro durante todo el partido que equipo es el que merece ese dudoso honor. La Real Academia de la Lengua define Patético de la siguiente manera: “Que es capaz de mover y agitar el ánimo infundiéndole afectos vehementes, y con particularidad dolor, tristeza o melancolía”. Ese es el Atlético de Madrid contemporáneo y ese es el Atlético de Madrid que hemos visto esta tarde bajo la lluvia y el frío en un estadio desolado física y emocionalmente. Algo patético. Un patético equipo que lleva viviendo demasiado tiempo en el alambre de los resultados engañosos y los objetivos periodísticos. Un patético equipo descabezado, sin orden ni concierto, sin patrón y sin espíritu, alimentado por el escurridizo talento de sus miembros, publicitado por la seductora verborrea mentirosa del que dice ser su director técnico, escondido en su mediocridad por una red mediática alérgica a determinados sobresaltos y dirigido en la sombra por un particular rey midas de apellido famoso entre la parroquia colchonera que tiene el poder de convertir en estiércol todo lo que toca.El partido comenzó rimando con el desapacible día que caía en la capital. Minutos antes un centenar de valientes se dieron cita en la puerta cero del estadio para protestar por lo mismo que una inmensa mayoría protestaba después de dos horas. La afición del atleti está dormida, drogada y desacompasada. Es así. El partido insisto comenzó como el día: gris triste y espeso. El Valladolid con más miedo que otra cosa esperaba en su campo lo que pudiese ofrecer ese misterioso equipo que viste como el Atlético de Madrid mientras que los pseudocolchoneros vestidos de tal guisa se perdían en su tradicional ristra de patadones, carreras estúpidas, patadas a destiempo y anti fútbol. Con este panorama el Valladolid tardó poco en desperezarse y mucho menos en dejar claro quien ganaría el partido esta tarde. Un penalti de Pablo no pitado a favor de los pucelanos (dudoso desde mi posición) y varios remates a puerta de Goitom o Sesma debieron haber dado al Valladolid el liderazgo en el marcador. Por parte colchonera nada. Nada de nada. A destacar exclusivamente la lesión de Simao (¿otra extraña lesión muscular?) y alguna voluntariosa internada de Pernia por su banda pero eso era todo lo que el tercer presupuesto de la liga podía ofrecer. Era tan humillante lo que estábamos viendo que hasta los aficionados vallisoletanos que llegaron a Madrid desafiando frío, lluvia y nieve se atrevían a cantar un sarcástico: “Aguirre quédate, Aguirre quédate”. Así terminó la primera, con el mismo sopor con el que empezó.
Y así empezó la segunda parte. Con el mismo discurso, la misma dinámica, el mismo juego y el mismo patetismo. Mientras que en el descanso los jugadores del Atleti supongo que aprovecharon para hablar con sus agentes para empezar a actualizar el Currículo, los profesionales del Valladolid decidieron conjurarse para ganar un partido en un campo otrora mítico como el Calderón. Juntaron filas atrás, subieron la línea de presión y estuvieron rápidos buscando la espalda da la penosa defensa atlética. Con unos recursos tan sencillos hicieron de la segunda parte un calvario para los “madrileños” que se vieron desarbolados por todos los frentes. Pero como ni por esas el Valladolid conseguía quitar el cero de su marcador Leo Franco decidió echar una mano cuando rechazó un balón al centro del área, lo que en este tipo suele ser costumbre, dejando el balón franco como su apellido para que Luis Prieto deshiciese la igualada.
Como por arte de magia la timorata parroquia colchonera pareció darse cuentan entonces que lo que acontecía en el terreno de juego por parte de su equipo no tenía mucho que ver con ese deporte llamado fútbol y decidieron empezar a pitar sin gracia pero con algo más de vigor. Todos menos el Frente Atlético que fiel a su nueva campaña de apoyo infinito empezó a alentar al equipo más que nunca. Incompresible a todas luces pero parece que dio resultado cuando minutos después una buen pase de Sinama desde la derecha es rematado por Forlán. El balón no iba entre los tres palos (hubiese sido el primer tiro a puerta del partido por parte atlética) pero un exatlético como Garcia Calvo (buen profesional tratado cruel e injustamente de forma gratuita por nuestro mejicano favorito) decidió echarnos una mano metiendo el balón en su portería. Alguien podría pensar que aquello ponía fin a la pesadilla pero desgraciadamente no era más que el principio.
A partir de ahí el Valladolid se dedicó a dar una lección de querer ganar el partido, de claridad en el movimiento de balón, de fe en sus posibilidades y de fallar goles. Soy incapaz de recordar de memoria todas las ocasiones marradas por los castellanos. Enfrente una caricatura de equipo se desesperaba (o ni eso) corriendo como pollos sin cabeza detrás del balón. Parecía eso si que los dioses Aztecas volvían a estar de nuestra parte pero lo de hoy era ya demasiado. Pernia quiso hacer justicia en el marcador así que agarró de la camiseta a Goitom con la torpeza que le caracteriza dando la posibilidad al rival de ganar el partido cosa que este hizo marcando el penalti. Desde ese momento hasta que el árbitro pito el final fue el acabose y entonces por fin los pitos que se escucharon fueron realmente dignos del Calderón. Entonces si el Frente Atlético de sumó a la “fiesta” (“fiesta” que nunca debería haber abandonado) y los pitos dejaron a Aguirre de lado para centrarse en la lamentable gestión de “Calamidad” y su particular “monchito” el señor Cerezo. Fin del partido y ni el himno rojiblanco sonando en el estadio más fuerte que nunca podía tapar el descontento de los que allí quedábamos.
No sé lo que pasará esta noche pero personalmente no espero nada. El Atlético de Madrid es un equipo roto, desestructurado, sin alma, sin espíritu y sin juego. Eso no se recupera en una semana y menos con un escenario donde de lo único que se habla es de quien estará la temporada que viene y quien no. Lo dije hace tiempo y me reitero: fue un error renovar a Aguirre el año que perdimos a Torres, fue un error renovarlo el verano siguiente y ha sido un error mantenerlo hasta hoy. A partir de ahora me temo que tendremos que olvidarnos de gestas en las que nuestro entrenador (y dirigentes) nunca han creído y empezar a mirar la clasificación por la parte de abajo que irónicamente es precisamente lo que le gusta al señor Aguirre.
Lo dicho, había una vez… un circo.
4 comments
Es verdad , En realidad '' erase un ...circo'' jajaja me encanta este titulo y pobre atleti.
Por favor visitame en mi blog .Gracias y saludos.
Ya titulé yo con el 'Había una vez un circo' hace casi dos años, cuando tras perder 2-3 en casa con el descendido Celta sellamos nuestro pase a la Intertoto, justo dos semanas después de hacer historia con el 0-6 ante el Barça.
Con razón nos llaman el Patético de Madrid, nombre muy ganado a base de bien.
Un día nos vamos a morir del asco...
Buenas,ayer (y en todo 2009),jugamos de pena,sin crear ocasiones y haciendo el ridiculo.Ayer el Valladolid fué muy superior al Atléti en el Calderón y nos pudimos ir humillados.Y sobre Aguirre...,pues se lleva diciendo desde a principios de 2009 que se iba a ir y mira,ya a aguantado así un mes..no parece que le echen,saludos!
www.atleti1903.blogspot.com
Biel Selles, gracias por entrar a verme. Me paso ahora mismo por tu blog.
Jose I Fdez., somos un circo desde hace muchos años pero ayer, por razones obvias, lo que me dieron ganas era de cantar esa canción de los payasos de la tele. No se me ocurría mejor banda sonora para semejante esperpento. ¿Morirnos de asco?... ¿No estaremos muertos ya?
Atleti1903, jugando mal llevamos desde que bajamos a segunda y jugando muy mal desde que el ilustre mejicano cobra por ser entrenador del Atletico de Madrid. Semejante personaje sigue ejerciendo su labor (la que sea) porque este equipo no tiene estructura, ni gestión, ni proyecto, ni miras, ni sueños. Vive del día a día, de un resultado engañoso, de una jugada, de una declaración,… y así nos va, claro.
Un saludo y gracias.
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