Vacaciones de verano
Cuando era pequeño mi familia tenía la sana costumbre de pasar los meses de verano en el mismo sitio aunque para mí todos los veranos eran diferentes. Al menos al principio. Siempre tenía la sensación de que algo bueno iba a ocurrir, que conocería a gente maravillosa y que aquella chica tan guapa que el año anterior no me había hecho ni caso este año por fin acabaría descubriendo al tipo tan simpático que llevaba guardado en mi interior. Cada principio de verano era una nueva ilusión sobre el mismo escenario y esa era la sensación que tenía ayer mientras iba andando al Calderón. Me imaginaba un estadio lleno y jubiloso, una afición entregada con su equipo y hostil con su estéril directiva, unos jugadores comprometidos con el espíritu colectivo y sobre el césped, por fin, un equipo de fútbol.La cosa se empezó a torcer antes de empezar cuando las fuerzas del “orden”, normalmente expectantes ante un potencial desenlace violento en las inmediaciones del estadio, decidían boicotear la tradicional protesta de la puerta cero mientras la prensa hacía oídos sordos o directamente acusaba a los manifestantes, “los de siempre” según Telemadrid. ¿Todo vuelve a la normalidad? pero en el campo tardamos en despertar del sueño. El partido comenzó un ritmo desenfrenado, casi alocado, lo cual era toda una novedad tras años de espesura y contención desde el minuto uno. El balón iba más rápido que los jugadores y los colchoneros tardaban en encontrar la posición en el campo. De esa manera llegaron don jugadas del Getafe que bien podrían haber costado el partido (remate al larguero tras otra jugada a balón parado mal defendida y mano a mano contra Leo Franco). Afortunadamente el equipo tomo el aire suficiente para encontrar su sitio y pudimos disfrutar de lo que se supone debe ser el nuevo atleti: defensa alejada de la portería (Pablo y Ufjalusi vuelven a parecer futbolistas), laterales acompañando la jugada, balón sacado sin pelotazos, mediocentros que se ofrecen y alternan estando siempre cerca de defensas y delanteros (aunque falta calidad y eso no es cuestión de entrenamiento), interiores que ayudan en la creación, segundo delantero móvil, presión a la salida del balón e intensificación cuando el esférico está en la banda… no suena mal. Lo cierto es que esos minutos, que duraron hasta el descanso, fueron los mejores del partido con una batalla de tú a tú contra un Getafe que es un equipo que sabe jugar muy bien y donde los espectadores por fin pudimos disfrutar de un espectáculo muy parecido al fútbol. Entre medias sólo el cero-cero del marcador hasta que apareció un tal Seitaridis, un tipo que dice no gustarle el fútbol pero prefiere ser profesional de este deporte para mantener un nivel de vida alto y es que hay cosas que no dependen de los entrenadores como la pájara mental de este chico lo cual es algo todavía más sangrante sabiendo las condiciones naturales que tiene para ser un gran jugador. En un momento de lucidez levanto la cabeza y puso un pase con efecto al área colosal que Forlán decidió empotrar contra la red. El equipo jugaba, la actitud era buena, veíamos fútbol e íbamos ganando. ¿Qué más se podía pedir?
Mientras los principios de verano eran todos iguales en cuanto a la ilusión que tenía, desgraciadamente los finales eran muy parecidos en cuanto a la decepción. Los amigos seguían siendo los mismos de siempre y la misma chica que el año anterior me había ignorado lo volvía a hacer el año siguiente sin tan siquiera reparar en mi existencia. Yo estaba convencido en que caería rendida de mi yo interior si llegase algún día a conocerlo igual que estoy convencido de que este atleti tiene un yo interior interesante si alguien fuese capaz de sacarlo pero a veces las cosas son más difíciles de lo que parecen.
Si todavía existía gente que decía que lo de Aguirre era un proyecto de futuro al que había que darle tiempo (y llevábamos dos años y medio) sería injusto juzgar a Abel por unas cuantas horas. Las intenciones de lo que quiere prometen (aunque entraña ciertos riesgos) pero tiene un duro trabajo por delante que no tengo tan claro sea viable. A las carencias naturales del equipo causadas por la lamentable dirección deportiva (descompensación de plantilla, falta de calidad en el centro, etc…) se les une las carencias tácticas de un equipo que lleva sin entrenar más de dos años. Difícil tarea la del de Velada con la presión de los puntos, sin pretemporada, sin plantilla a su gusto y con el Anglirú en ciernes (Sevilla, Barça, Oporto, Real Madrid y Villarreal). Que Dios nos pille confesados.
A todo esto la segunda parte tuvo mucho menos que ver con la primera. El ritmo paró, los desajustes fueron algo más evidentes y el equipo que antes estaba junto en 30m ahora se estiraba como un chicle que se rompe. Abel trató de ajustarlo poniendo a Sinama por un cansado y desacertado Agüero (acierto según se vio después) y tratando de dar más agilidad a la mediapunta con Maniche por Raúl García lo que acabó siendo un gran error. El estado de forma física y mental del portugués está en la línea del alicaído espíritu del aficionado colchonero.
Aun así el partido estaba controlado y el Getafe apenas llegó pero las sensaciones eran otras. Maxi tuvo la oportunidad de sentenciar pero marró la oportunidad poco antes de que el árbitro pitase un dudoso penalti en el área atlética. Cuando el equipo estaba junto la defensa parecía intratable (hasta Pablo salió ovacionado) pero en el momento en el que el equipo deja huecos vuelven a parecer defensas de patio de colegio que hacen penalties absurdos. ¿Ven como el problema no es de los centrales? Aun así el Getafe desperdició la ocasión ante el estupor de Victor Muñoz que veía como tiraba (y fallaba) el penalti el jugador que no había designado por él para hacerlo. Respiró tranquila la grada que ya entonces quería ver terminar el partido pero el aliento se congeló de repente cuando Maniche poco después tiraba el balón fuera con toda la portería para él. Aquello no pintaba bien y se terminó por confirmar cuando el propio Maniche decide regalarle la pelota al contrario en el borde del área en lugar de despejar y este la cuelga en el área, aparece una chilena que no va a puerta, un getafense que entra de cabeza como un toro y gol. Jarro de agua fría en una afición que está harta de estar empapada.
No todos los veranos eran malos. Alguna vez aparecía un personaje que cambiaba la rutina y las ilusiones. Un personaje que hacía que aquella chica ignorante pasase a mejor vida y decidieras centrar tu atención en esta otra. No solía pasar nada tampoco casi nunca más que una renovación de ánimos e ilusión pero a veces se alineaban los planetas, se fusionaban los átomos y el mundo se convertía de repente en un lugar maravilloso. ¿Volveremos a vivir un verano de estos?
2 comments
Buen blog y buen artículo, tienes un estilo propio interesante, un saludo desde http://derojoyblanco.blogspot.com/
Muchas gracias Adal y bienvenido.
Me apunto ahora mismo la dirección para pasarme por allí.
Un abrazo,
Publicar un comentario