Rehabilitación
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Real Madrid 0 - At. Madrid 1
No
sé si llegará algún día en el que sea capaz de disfrutar del derbi como si de un
partido de fútbol se tratase. Es más, no sé si llegara el día en el que simplemente sea
capaz de disfrutar esos 90 minutos. Hoy por hoy no ocurre. Desconozco si hace muchos años era
distinto pero la verdad es que no lo recuerdo. Nací colchonero rodeado de
colchoneros y si eso es algo que marca para encarar la vida lo es todavía más para encarar un partido contra el eterno rival. Ese que representa tu antítesis. Todo lo que no quieres ser. Desde que me alimentaba con leche materna el Real Madrid ha sido la representación en color blanco, camiseta y pantalones
cortos, de todo aquello que nunca debería servir de referencia para construir mi
personalidad. No digo que el Madrid sea eso (sería otro debate que hoy no procede) sino
que es lo que para mí representaba. El eterno ganador que juega con las cartas
marcadas. El arrogante cacique que reparte desprecio a su paso. El caprichoso
niño mimado que a base de dinero consigue los juguetes que le gustan,
simplemente para que no los tenga el otro niño. Desde entonces los
derbis, para mí, nunca han sido partidos normales. Siempre fueron motivo de
nervios y de una tensión insana que provocaba sensaciones dispares, pero
también, durante mucho tiempo, eran fechas esperadas y deseadas, que se
marcaban en el calendario de forma especial. Pero eso se acabó desgraciadamente hace aproximadamente quince años. A partir de entonces lo derbis pasaron a ser un problema y empezaron a llegar disfrazados siempre de pesadilla
insoportable. De dolor. De vergüenza. Un partido se puede ganar o perder, lo
sabemos. Sabemos también que cuando la diferencia entre presupuestos crece
de forma exponencial las
posibilidades de ganar son cada vez menores. Lo sé, pero ese nunca fue el problema. El
drama venía en forma de ese sucedáneo de Atlético de Madrid, vulgar y mediocre,
que durante años se arrastró por los campos de Dios y en concreto por el Santiago
Bernabéu. Un equipo de jugadores asustados, devorados por el miedo y que se
sabían perdidos de antemano. Durante esos años hubo goles anulados, penaltis raros y
suerte del rival, claro. Siempre lo ha habido. Pero no se trata de eso y nunca pudieron servir de excusa cuando faltaba lo fundamental: el
Atlético de Madrid. El equipo orgulloso que nunca arruga el rictus, tenga el rival que
tenga delante. El equipo capaz de mirar a los ojos a cualquiera. El que muere en el campo y se siente dolido en la derrota. Pero el equipo que
de verdad representa a la idea que sus aficionados tienen, nunca
estuvo. Uno veía la cara de aquellos jugadores y veía el pavor. El sufrimiento
de no querer estar allí. El respeto cobarde trasformado en derrota. Muchas noches me
sentí humillado entonces y puedo asegurar que lo de menos era haber perdido
un partido de fútbol. Sé que no soy el único.
Todo
eso se ha acabado. Hace unas horas el Atleti, el de verdad, el del oso y el
madroño, el que molesta, el que ya no cae simpático, ha derrotado al Real
Madrid en su estadio y lo ha hecho siendo mejor. Perdonando la oportunidad de
hacer sangre en un rival con dudas. Aun así, lo de menos es otra vez el
resultado. La verdadera alegría es comprobar que mi equipo, como sospechábamos, ha
vuelto. Hemos podido comprobar que cualquier jugador del Atlético de Madrid mira hoy a la
cara a cualquier jugador rival de cualquier equipo del mundo. Cualquiera. Con respeto
pero sin miedo. Orgulloso de vestir la camiseta que viste. Hoy vimos, otra vez y en el escenario más difícil, que el
Atlético de Madrid es un equipo. Un equipo compacto y maravilloso que
constituye la depurada obra magna de un tipo argentino llamado Diego Pablo
Simeone. Gracias Cholo por rehabilitarnos para la vida. Gracias Cholo por
resucitar a mi equipo. El tuyo.
Pasadas
las 22:00 el partido comenzó sin sorpresas, con un cuadro colchonero instalado
en una franja de 30 metros situada por delante de su área. Enfrente un Real
Madrid que colecciona dudas, modificaba su centro del campo y aportaba más
músculo para contrarrestar el poderío del rival en esa zona. Buen síntoma eso
de que el Real Madrid modifique su esquema cuando se enfrenta al Atleti. Los
blancos tenían una pelota que no sabían qué hacer con ella mientras los
rojiblancos plantaban su sistema de aguas movedizas por el que nadie puede
pasar. Hasta ahí, lo normal. Lo que parecía que sería el guión del partido, en
consonancia con lo que ocurrió en la final de la Copa del Rey, dejo de serlo muy rápido. Pasados los primeros minutos de empuje, el Atleti empezó no sólo a robar el
balón sino a tenerlo. No sólo a tenerlo sino a moverlo rápido y con criterio.
Ya desde entonces aparecieron los protagonistas del partido. Tiago, soberbio en
la posición de mediocentro, cortando y sacando con criterio y haciéndonos tirar de los pelos porque un jugador así haya llegado tan tarde al Atleti. Arda,
dando clase, fútbol e imaginación a esa zona del campo en la que otros equipos
se pierden y sobre todo Koke y Diego Costa. El primero siendo otra vez más el
crack de este equipo. Roba, corre y cierra pero es que también piensa y juega.
Y juega muy bien. Un tesoro que algunos intuíamos y que poco a poco deja de ser
un secreto. El segundo un jugador que ha roto todos los límites. Al esforzado
compañero que siempre lo dejaba todo en el campo se le ha sumado ahora un gran
rematador (está en números de Messi), un punta magnífico (él solo es capaz de
fijar a toda la defensa) y un excelente segundo punta (se pasa la vida tirando
desmarques y abriendo el partido). Si Koke fue el cerebro, Diego Costa fue la
estrella del partido. Y ellos dos, junto con Filipe Luis que robó el balón a un
despistado Di Maria, fueron los protagonistas del único gol. Un genial pase
del canterano a la espalda de la defensa, que Costa resuelve perfectamente
delante del portero.
El
gol lejos de espolear al Madrid lo dejó sonado. Aparecieron los primeros pitos,
el aficionado madridista siempre tan fiel, mientras el equipo se estrellaba una
y otra vez con la tupida defensa rival. Las ayudas de los interiores colcheros y el buen hacer de los mediocentros hacían que ni Cristiano Ronaldo, ni Isco ni Di María pudiesen correr, tocar o
entrar en juego. Benzema directamente se escondía detrás de los centrales. El
Madrid bombeaba balones como único recurso. Alguno pensó entonces en los miles
de millones de euros que había en el campo y se echó a temblar. Pero no servían pero nada. El Atleti
seguía con su plan letal. El Madrid tenía la posesión pero era lenta, inútil,
fofa y sin peligro. Cuando el Atleti recuperaba el balón, el juego era sin
embargo, vertical y peligroso. Pudo haber sentenciado el
partido en la primera parte, sobre todo con una llegada desde atrás de Tiago,
completamente solo, a la salida de un córner, pero no ocurrió y el Madrid se marchó vivo al
descanso.
Acelotti
puso más millones en el campo con Modric y Bale pero fue absurdo. El croata,
como había ocurrido con Illarramendi, fue incapaz de construir o trazar algo de
juego en la salida del balón. Más lamentable fue lo de Bale, el muchacho de los
100 millones de euros, que se perdió en la banda derecha como un canterano con
ganas pero sin criterio. No es un tema de mi incumbencia pero jamás entenderé
como el Real Madrid puso tanto empeño en fichar a un jugador que juega de…
Cristiano Ronaldo. La única posición verdaderamente indiscutible en los
merengues. En fin, ellos sabrán. La realidad es que el partido siguió por los
mismos derroteros: balones a la olla de los blancos, llegadas letales de los
colchoneros. Especialmente doloroso fue un contrataque que marra Diego Costa
tras un mal control, cuando encaraba en solitario a Diego López. Un segundo gol
que hubiese servido para no sufrir los últimos minutos. En ese momento apareció
el cansancio en las filas del Cholo (que no hizo cambios hasta el minuto 85) y
también el orgullo blanco que a base de fe consiguió, por fin, meter al Atleti
en su área. Aun así, quitando el remate en tijereta (¿por qué ahora todo el
mundo dice chilena?) de un Morata que había salido aclamado por su parroquia,
estuvo más cerca el 0-2 con otra soberbia jugada de Koke que recortando en el
área como sólo los maestros saben hacer, colocó después el balón en el
larguero. No hubo tiempo de más.
Victoria
colchonera que asesina definitivamente los fantasmas del pasado, que generará
dudas y miedo en los rivales, que nos deja en cabeza de la liga, que consigue
el mejor arranque de la historia colchonera y que, lo más importante, nos
devuelve por fin a nuestro equipo. El que nos representa. Del que nos sentimos
orgullosos independientemente del resultado. En la liga o en la copa o
encuentro internacional, como bien reza nuestro himno.
6 comments
Amén maestro.
Solo puedo decir una cosa... por esto siempre fuimos del Atleti.
P/D Gracias Cholo.
Un fuerte abrazo a ti y a todos los colchoneros.
Jesus.
Tuve la suerte de ver el partido con dos amigos, uno atlético y otro madridista (de los sanos, de los que sabe reconocer las cosas, no un "Roncero" de los que tanto se ven ahora) y tras el tiro al larguero de Koke les dije a ambos que para mi el partido había acabado, que el resultado me daba igual, que (al igual que contra el Barcelona) lo que yo quería era ver al Atleti así, dando la cara ante el coloso blanco. Ni que decir tiene que el llevarnos finalmente la victoria fue lo mejor de todo.
Hace unos meses debatiamos en este foro acerca de la racha contra el Madrid, y recuerdo haber comentado que, al igual que le pasó a nuestro rival de anoche contra el Barça, un dia la racha se rompería, casi de forma natural.
Ese dia fue ayer, y hay que darle las gracias a los jugadores y, sobre todo, al entrenador
Y ahora, a pensar en el Oporto, que lo de ayer fueron sólo 3 puntos... Partido a partido
Ahora mismo solo me apetece decir que soy feliz. El real madrid hasta el dia de la final, y hasta la maravilla de ayer, siempre tuvo algo de trauma infantil para mí, a mis veinticinco años. Ya no. El Atleti de mis sueños, como bien dice tu entrada, muere en el campo. Ayer tuve la desgracia de ver el partido con compañeros madridistas y comprobar, una vez mas, como si todo lo que rodease a mi equipo fuese secundario, lo importante era ver que madridistas jugaban entraban y como lo iban ha hacer, lo importante era destacar que los colchoneros decimos que vamos lideres cuando no lo somos, lo importante era el real madrid y esa suficiencia con la que siempre lo han afrontado se transformaba en dudas al principio del partido y en silencio al final. Ese es el mayor regalo. Ya no caemos simpáticos. Ahora somos ese Atleti. El bueno. Ahora mismo, solo me apetece decir que , despues de tantos dias inciertos al lado de este nuestro atleti, soy feliz, y me siento orgullso de ser de este equipo.
Alfon
Ya han pasado 24 horas del partido y sigo en una nube de éxtasis y alucinamiento. El Cholo no solo nos ha devuelto al auténtico Atlético, sino que nos lo ha devuelto mejorado con espléndidos intereses.
La primera grata sorpresa fue comprobar, que el Millonario Madrid nos temía rompiendo su sistema, aportando músculo a costa de calidad en el medio campo, propio de muchos equipos cuando se enfrentan a un grande, esto me recuerda a nuestra reciente y oscura historia. Luego durante el partido el temor y la realidad que tenían enfrente les volvió totalmente inoperantes, hasta a Ronaldo se le olvidó como tirar los golpes francos, ya no enseñaba sus muslos a la gradería, ya no exhibía sus gestos chulescos, simplemente agachaba la cabeza y rezaba.
Grande Simeone, con sus principios, equipo, entrega, confianza y sobretodo trabajo, ha convertido un equipo mediocre en el mejor equipo de España, tanto técnica como tácticamente. Si el cuerpo y la plantilla aguanta esto no ha hecho más que comenzar.
Saludos y felicidades a todos los atléticos.
Buen análisis Ennio. Ahora empiezan a decir que no jugamos a nada, que nuestro juego es rácano y especulativo.
Ya lo dijo Cervantes: "Ladran, luego cabalgamos".
Un fuerte abrazo y celebremos de una vez que tenemos lo que nos merecemos.
Para los que están a las duras y a las maduras.
Si el Cholo Simeone supiera lo q ha significado para mi terminar de ver un derby, dar un beso a mi hijo de nueve años y chocar los cinco con él con esa mirada cómplice de vaya pasada..., sólo por eso. No sabe D Diego Pablo Simeone cuanto ha hecho por una familia colchonera huérfana de esos valores q Ud. D Ennio nos ha relatado en este artículo. Un saludo
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