Objetivo intacto
Etiquetas:
Champions League 2013-2014,
Óliver Torres,
Oporto,
Raúl García
At. Madrid 2 - FC Porto 0
Entiendo que, como un lícito ejercicio de análisis periodístico, se produzca el debate mediático sobre
las posibilidades reales de este Atlético de Madrid dentro de las competiciones
que disputa. El problema es que no lo veo. Lo que veo es un
ejercicio de filibusterismo, rancio y nauseabundo, para tratar de sacar al
cuerpo técnico del equipo (y por ende a su entorno y sus aficionados) lejos de
su estable zona de confort actual. Obligar a entrenador, jugadores y aficionados a posicionarse
respecto a objetivos concretos, que en cualquier caso no dejarían de ser un
ejercicio de adivinación esotérica, es una trampa mortal para desguazar al que
no tiene porque ser desguazado. Al que hace su trabajo sin meterse con nadie. Si
el objetivo fijado es bajo será un cobarde o un hipócrita. Si el objetivo fijado
es alto sería un fantoche, un fracasado cuando no lo consiga y sobre todo ya no
tendrá sentido quejarse por el camino de una competición injusta y adulterada, fabricada por
y para dos. Es fácil deducir, por las portadas, los tratamientos y el ejercicio
diario de su profesión, que algunos de estos notarios de la realidad, los más
poderosos, piensan que el aficionado al fútbol en imbécil y probablemente también
muchos de nosotros, con nuestra forma de asimilar el alpiste o nuestro quehacer
diario, les damos la razón, pero eso no cambia la repugnante realidad. Cuando
en tiempos no tan pretéritos el ínclito presidente colchonero hablaba de que el
objetivo del Atleti en Champions era “hacer un buen papel” no recuerdo asistir
a ningún debate, nocturno o diurno, respecto a qué narices significaba eso.
Será porque todos teníamos muy claro que eso significaba algo así como “hacer
lo que se pueda en una competición que nos viene grande y no es para nosotros”
y que eso coincidía con el papel que el Establishment ha concedido formalmente al Club
Atlético de Madrid. Por eso resulta ahora mucho más chocante que los líderes
de la información deportiva, lo que quiera que eso signifique, se tiren de los
pelos cuando escuchan a Simeone decir que el objetivo es competir. Intentar ganar
todos los partidos de uno en uno. ¿Existe alguna duda de qué significa
eso? Hay que ser muy retorcido y muy
rufián o extremadamente estúpido para no querer entenderlo. Pero afortunadamente el Cholo
y su mundo vive en una cápsula acorazada frente a majaderos y manipuladores y
podemos decir con orgullo que finalizada la fase de grupos el objetivo sigue
intacto.
Era una pena ver un Calderón semi vacío en el último
partido de la primera fase de la Champions jugándose un Atleti-Oporto, pero la
realidad era que el único equipo que se jugaba algo era el portugués, así que
bendita pena. La gélida noche tampoco acompañaba demasiado por lo que es fácil
entender que el partido comenzara un poco frío a pesar del nutrido grupo de
aficionados lusos que estaban en el campo, principalmente en el fondo norte,
pero también repartidos por todo el estadio. Simeone sabía que el Oporto se
jugaba la vida y que necesitaba ganar para pasar a la siguiente fase de la
competición así que los de Fonseca tenían que abandonar su tradicional forma de
jugar, compacto atrás para salir a la contra, y tener que llevar la iniciativa
del juego. El argentino preparó al Atleti para ello y se lo puso "fácil" al rival. Cediendo el balón, defendiendo
en formación de 4-1-4-1 fuera del área, muy juntos y esperando al rival. Y
así, simplemente con un ajuste táctico, desarbolo a un equipo, el portugués,
que se siente muy incómodo con el balón. Incomprensible, viendo los jugadores
que tiene, pero cierto. El remozado Atleti, con toda la defensa cambiada y
Óliver torres escorado en banda en línea de tres cuartos, se limitó básicamente
a repetir los mecanismos que los jugadores tienen interiorizados para defender y
con eso le bastó. Los dragoes pudieron ponerse por delante en el marcador, con
balón colgado al área que remataron al larguero en uno de los varios errores
defensivos que tuvieron los rojiblancos (aunque de los pocos que normalmente
tiene Miranda), pero la diosa fortuna normalmente su junta con los que ganan y
ahora está con el Atleti. De hecho creo que algo tuvo que ver también cuando
poco después vimos a Raúl García girarse tras recibir el balón en un saque de
banda y sacarse un zurdazo, casi sin ángulo, que se cuela por la escuadra del
Oporto haciendo carambola con los postes. El gol es espectacular y encumbra a un
Raúl García que, merecidamente, escuchó corear su nombre al mismo estadio que
hace poco lo pitaba, pero para mí el portero tiene bastante culpa también.
El equipo tripeiro, hasta entonces demasiado reservón
para mi gusto, estiró un poco las líneas y trató de ir un poco más a por el
partido pero tampoco fue una cosa exagerada. Más bien todo lo contrario. No
daba la sensación de ser un equipo jugándose la vida. Aun así, dominaron la
pelota y el partido y tuvieron varias oportunidades de marcar. Primero con un
remate al larguero, después desperdiciando un penalti absurdo de Aranzubia (de
serlo, porque en el campo resultó tan raro que no puedo saber si fue o no fue) que
él mismo se encargó de neutralizar (ayudado en parte por lo mal que lo tiro
Josué) y finalmente con otro tiro al poste
tras rebotar el balón en Alderweireld. La sensación es que el Oporto no
había hecho mucho para merecer más pero si repaso lo que acabo de escribir veo que dice tres
tiros al poste y un penalti fallado, así
que lo mismo mi percepción no es muy correcta.
Y entonces apareció Oliver. Puesto en el disparadero
por periodistas lumbrera, de esos que se pasan la vida quitándose la pelusilla
del ombligo mientras buscan la siguiente bomba demagógica a la que agarrarse, salió
muy nervioso al campo, impreciso y nervioso. Falto de confianza. No me extraña.
Pero el canterano, sin hacer un gran partido, se repuso al ambiente viciado
(buen síntoma) y aportó en el equilibrio táctico (su principal talón de Aquiles)
dejando tiempo de paso para alguna genialidad como el pase a la espalda que
habilita a Diego Costa para que el hispano-brasileño hiciera ese segundo gol
con el que los equipos se marchaban al descanso.
La segunda parte fue soporífera. Un frío cada vez
más pesado en la grada, un Atleti con menos tensión que un banco del Retiro y
un Oporto que poco a poco se daba cuenta de que no era equipo de Champions. Los
lusos no estuvieron a la altura en ningún momento y deberían entender como un
fracaso no clasificarse en un grupo en el que el Zenit pasa de ronda con seis
puntos.
Lo dicho, objetivo intacto. El lunes sabremos quién
es el siguiente rival que puede variar entre cocos como el Manchester City,
históricos como el Milán o supuestas peritas en dulce como Olympiakos, pero yo en
esto, una vez más, estoy con nuestro entrenador Don Diego Pablo Simeone: “toque
quién toque no nos creemos mejor que nadie”. Tampoco peor, añadiría.
1 comment
¿Que nadia ha comentado nada?... esto se soluciona rápidamente.
Me quedé hasta las dos de la mañana para poder ver al menos la primera parte, y me fui a la camita con una sonrisa de oreja a oreja.
Estamos de acuerdo que lo que hace el Cholo (A.Q.D.G.M.A.) con jugadores en principio "normalitos" es un milagro,y el caso más palmario es el del ínclito Raúl Garcia, antaño "el encastado", me quito el sombrero ante la maravillosa evolucion de este jugador al que los minutos y la confianza que su entrenador le ha dado, han convertido en un más que peligroso "llagador"
Don Ennio, que siga la fiesta y pase el siguiente... los chotos del Valencia.
Un abrazo.
Jesus.
Publicar un comentario