Pertinaz sequía
At. Bilbao 1 - At. Madrid 0
Decía Abel antes de irse de este equipo la semana pasada que lo que había sido su tumba deportiva no era otra cosa que la falta de gol del equipo y la mala suerte. Yo no estoy personalmente de acuerdo pero el partido de hoy desde luego le da la razón porque si el Atleti no ha ganado el partido en San Mamés tranquilamente ha sido única y exclusivamente por la pertinaz mala suerte. Única y exclusivamente. El equipo con lo mal construido que está, con todas sus carencias y todos sus desequilibrios hizo un gran esfuerzo físico y anímico especialmente en la segunda parte pero ni siquiera dándolo todo parece ser suficiente para ganar un partido. De hecho nada parece suficiente para meter un gol. Tenemos un problema.
Puede que sea porque cuando hay un entrenador nuevo todos nos fijamos algo más de lo normal respecto a los aspectos tácticos que presenta el equipo, la distancia entre líneas, la actitud... quizás por eso la salida del atlético no me pareció nada mal. Digo esto porque Quique es precisamente el tipo de entrenador que no me gusta ni un pelo desde el punto de vista de tipo de entrenador (aunque ojalá le salga todo bien) pero lo cierto es que parecía un equipo junto, parecía estar concentrado y al menos el ritmo de presión, de ayudas y de actitud parecía estar por encima de lo que venía siendo habitual. En ese caldo apareció incluso una gran jugada que Maxi remató de cabeza al larguero y que no entró por verdadera mala suerte. El problema de la primera parte es que el Atleti se contagió de esa violenta furia desaforada del equipo rival que vive en el límite de lo legal y que el inefable de Caparrós inculca a todos sus equipos (y que a un equipo como el Athletic de naturaleza aguerrido le viene como anillo al dedo). Con el balón por las nubes es muy difícil jugar en general contra cualquiera pero en especial frente a los bilboarras. A base de pelotazos, rechaces y pundonor, es decir lo que es el terreno del equipo local, llegó una falta lateral al área que es todo lo que los rivales necesitan para ponerse por delante en el marcador. Así fue. El Atleti de Quique empieza continuando el testigo de sus antedecesores, sin saber defender los balones parados en contra y malgastando los propios (somos el equipo que más saques de esquina tira y el que menos provecho les saca). A partir del gol los colchoneros fueron poco a poco desapareciendo del partido acongojados por la vehemencia pugilística del equipo rival para participar como sparring, ese nuevo papel que hemos adoptado últimamente, en el generoso ejercicio de furia de los leones. Durante muchos minutos el equipo estuvo KO pero afortunadamente aquello no quedó plasmado en un nuevo gol que matase el partido y los madrileños consiguieron salir del atolladero, especialmente con gran pase de la muerte de Forlán que el Kun no pudo rematar cuando llegaba de cara a la portería. Con la misma intensidad de los primeros 45 minutos acabó la primera parte.
Pero la segunda parte no tuvo nada que ver- El equipo vasco pagó el esfuerzo físico y la segunda entrega del partido fue dominada de principio a fin en todos los aspectos por el equipo madrileño en lo que probablemente sea la mejor segunda parte desde que empezó la temporada. El equipo se fue arriba, cogió el balón, decidió jugarlo y distribuirlo con criterio y triangular con rapidez y peligro sin perder en ningún momento ni las ganas ni el tono físico ni la concentración. Solamente la mala suerte (y cualquiera que me lea normalmente sabe que no suelo apelar a la mala suerte) hizo que el equipo no sólo no empatase sino que no se llevase la victoria. Maxi por dos veces nada más empezar, Forlán con un zurdazo de los suyos al poste, el Kun con un espectacular disparo tras una excelente que acabó empotrado en la escuadra, Forlán de nuevo,... El Bilbao asistía como convidado de piedra y solamente las artes rupestres de ese ser que promueve un engrudo de pseudo-fútbol llamado Caparrós conseguía frenar al Atlético siempre a base de patadas, lloros en el césped y eternas pérdidas de tiempo.
Cualquier que vea este partido dirá que el Atleti no tiene nada de qué preocuparse si es capaz de jugar así lo que queda de temporada ya que eso es lo que pensaría cualquiera basándose en la lógica. El problema es que el fútbol, como tantas cosas en la vida, es no sólo fútbol sino fundamentalmente un estado de ánimo y el del Atleti ahora mismo está bajo mínimos. Me temo que esta semana que comienza, que para nosotros los colchoneros es como si fuese el Anglirú, va a ser vital en cuanto a lo que nos depara el futuro. Más que por los puntos que podamos sacar por las sensaciones que se puedan quedar en el imaginario colectivo de la afición colchonera. Mientras tanto las semanas pasan y seguimos en el mismo sitio.
Puede que sea porque cuando hay un entrenador nuevo todos nos fijamos algo más de lo normal respecto a los aspectos tácticos que presenta el equipo, la distancia entre líneas, la actitud... quizás por eso la salida del atlético no me pareció nada mal. Digo esto porque Quique es precisamente el tipo de entrenador que no me gusta ni un pelo desde el punto de vista de tipo de entrenador (aunque ojalá le salga todo bien) pero lo cierto es que parecía un equipo junto, parecía estar concentrado y al menos el ritmo de presión, de ayudas y de actitud parecía estar por encima de lo que venía siendo habitual. En ese caldo apareció incluso una gran jugada que Maxi remató de cabeza al larguero y que no entró por verdadera mala suerte. El problema de la primera parte es que el Atleti se contagió de esa violenta furia desaforada del equipo rival que vive en el límite de lo legal y que el inefable de Caparrós inculca a todos sus equipos (y que a un equipo como el Athletic de naturaleza aguerrido le viene como anillo al dedo). Con el balón por las nubes es muy difícil jugar en general contra cualquiera pero en especial frente a los bilboarras. A base de pelotazos, rechaces y pundonor, es decir lo que es el terreno del equipo local, llegó una falta lateral al área que es todo lo que los rivales necesitan para ponerse por delante en el marcador. Así fue. El Atleti de Quique empieza continuando el testigo de sus antedecesores, sin saber defender los balones parados en contra y malgastando los propios (somos el equipo que más saques de esquina tira y el que menos provecho les saca). A partir del gol los colchoneros fueron poco a poco desapareciendo del partido acongojados por la vehemencia pugilística del equipo rival para participar como sparring, ese nuevo papel que hemos adoptado últimamente, en el generoso ejercicio de furia de los leones. Durante muchos minutos el equipo estuvo KO pero afortunadamente aquello no quedó plasmado en un nuevo gol que matase el partido y los madrileños consiguieron salir del atolladero, especialmente con gran pase de la muerte de Forlán que el Kun no pudo rematar cuando llegaba de cara a la portería. Con la misma intensidad de los primeros 45 minutos acabó la primera parte.
Pero la segunda parte no tuvo nada que ver- El equipo vasco pagó el esfuerzo físico y la segunda entrega del partido fue dominada de principio a fin en todos los aspectos por el equipo madrileño en lo que probablemente sea la mejor segunda parte desde que empezó la temporada. El equipo se fue arriba, cogió el balón, decidió jugarlo y distribuirlo con criterio y triangular con rapidez y peligro sin perder en ningún momento ni las ganas ni el tono físico ni la concentración. Solamente la mala suerte (y cualquiera que me lea normalmente sabe que no suelo apelar a la mala suerte) hizo que el equipo no sólo no empatase sino que no se llevase la victoria. Maxi por dos veces nada más empezar, Forlán con un zurdazo de los suyos al poste, el Kun con un espectacular disparo tras una excelente que acabó empotrado en la escuadra, Forlán de nuevo,... El Bilbao asistía como convidado de piedra y solamente las artes rupestres de ese ser que promueve un engrudo de pseudo-fútbol llamado Caparrós conseguía frenar al Atlético siempre a base de patadas, lloros en el césped y eternas pérdidas de tiempo.
Cualquier que vea este partido dirá que el Atleti no tiene nada de qué preocuparse si es capaz de jugar así lo que queda de temporada ya que eso es lo que pensaría cualquiera basándose en la lógica. El problema es que el fútbol, como tantas cosas en la vida, es no sólo fútbol sino fundamentalmente un estado de ánimo y el del Atleti ahora mismo está bajo mínimos. Me temo que esta semana que comienza, que para nosotros los colchoneros es como si fuese el Anglirú, va a ser vital en cuanto a lo que nos depara el futuro. Más que por los puntos que podamos sacar por las sensaciones que se puedan quedar en el imaginario colectivo de la afición colchonera. Mientras tanto las semanas pasan y seguimos en el mismo sitio.
1 comment
Comparto el pesimismo, ya que las semanas pasan y no somos capaces de salir del pozo.
Nos merecemos estar donde estamos, hemos empatado tres partidos en casa y la derrota en Málaga han sido cruciales para estar abajo, abajo.
Seguir con la misma actitud que la demostrada el sábado es la única solución.
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