Una cuestión de fondo (Hércules 4 - At. Madrid 1)
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Ayer el Real Madrid y el Villarreal se enfrentaban en un entretenido partido de fútbol (porque el fútbol puede ser entretenido aunque cueste creerlo como seguidor colchonero) poniendo sobre el campo dos formas de entender el fútbol. Los castellonenses queriendo el balón para tenerlo, tocarlo y tener la paciencia para elaborar la jugada. Los blancos queriendo también el balón pero para salir en velocidad con el, sumando efectivos sin especulaciones ni demasiado desarrollo horizontal. De distintas maneras los dos querían el balón, querían dominar, querían jugar al fútbol, eran valientes y querían ganar. El Atlético de Madrid de hoy, al igual que el de ayer y que el de casi siempre en los últimos diez años, no quería el balón, no quería dominar, no quería jugar al fútbol, era cobarde y su principal objetivo era no recibir gol. ¿Alguien nota la diferencia? Existen algunos iluminados que sin sonrojarse dicen todavía que salvo el Barça el resto de equipos de la liga española juegan igual. Evidentemente los árboles no dejan ver el bosque o lo que es lo mismo te puedes pasar la vida señalando con el dedo al sol que algunos iluminados seguirán mirándote siempre al dedo.
A los cinco minutos de partido ya se podía ver cual era la propuesta futbolística (y perdón por la expresión) del Atlético Especulación dirigido por Quique: 9 o diez jugadores detrás del balón, desprecio absoluto del balón y pelotazos verticales cada vez que por casualidad aparecía la pelota en los pies de algún jugador colchonero. La idea de ganar un partido de fútbol para este club consiste en defender desde el principio con uñas y dientes contra cualquiera (hoy el Hércules, un equipo de presupuesto infinitamente inferior) y esperar un fallo del rival o un ataque de talento de las pocas estrellas que van quedando (hoy Kun y Reyes). Nada de crear, nada de querer, nada de llevar la iniciativa. Un insulto al fútbol. El mismo insulto que llevamos una década soportando y que algún iluminado todavía justifica con ignorancia en un equivocado concepto del histórico contrataque colchonero. Enfrente un modesto equipo bien colocado, con ambición que quería tener el balón, llevarlo a campo contrario y que tenía claro que la mejor forma de ganar el partido es si tú lo provocas. Una bocanada de aire fresco en un mundo del fútbol podrido. Una forma preciosa de respetar este magnífico y precioso deporte. Hoy hubo justicia y el valiente pasó por encima al cobarde.
A los diez minutos, tras jugar constantemente en las inmediaciones del área madrileña, se produce una indecisión entre Filipe Luis y Domínguez que aprovecha Tote para meter la pierna y colar el balón por el lado que De Gea debería tener siempre protegido. Quique culpará a los defensas de la debacle colchonera (como siempre) pero hay que ser muy cazurro para seguirse tragando la trola de los fallos defensivos como justificación de la vergüenza futbolística que es este Atlético de Madrid. Si el Atleti normalmente es un equipo siempre a merced del contrario cuando está con un gol en contra, gracias a las directrices del banquillo que han diseñado este equipo, directamente es una broma. Incapaz de saber que hacer con el balón cuando no les queda más remedio que hacerlo parecen algo que bordea el ridículo. Pero es qe encima hoy tenía enfrente al Hercules, que no es el Barça pero que es un equipo que ha querido seguir con el balón por delante en el marcador y que ante la pájara atlética ha seguido jugando al fútbol con criterio hasta clavar el segundo con un golazo de Valdez desde la frontal del área. El mismo guión se ha repetido toda la primera parte: El Atleti corriendo detrás del balón o dándole pelotazos y el Hércules, relajando los riesgos, controlando el partido. Con ese caldo de cultivo llegaron el tercero (Thormet de cabeza enfrente de Godin) y el cuarto (Trezeguet desde la frontal de preciosa jugada). Humillante y merecido correctivo a un equipo no tiene ningún reparo en humillarse a si mismo domingo tras domingo con su humillante forma de saltar al campo.
En la segunda parte el equipo salió en tromba (ya sabemos que esto de la épica le encanta a los entrenadores del corte Quique Sánchez Flores) y gracias a un voluntarioso Agüero se tuvieron en seguida un par de ocasiones que Fran Merida manda a las nubes y el propio Kun al poste de falta directa. Poste que respondieron los alicantinos con otro tras claro contrataque. El partido se transformó enseguida en un correcalles provocado por la desazón colchonera que enfrentaba los intentos alocados y desesperados de sobre todo un Kun Agüero herido en el orgullo frente a los contrataques relajados de los alicantinos. La huida desesperada sólo sirvió para agotar al Kun y a Reyes (muy inteligente otra vez Quique vaciando sin sentido a sus dos únicas posibilidades de hacer algo el jueves) y para ver en las postrimerías del partido un gol de Reyes típico de pachanga veraniega.
Llevamos diez años jugando a defender, a despreciar el balón, al doble pivote de tarugos, a esperar el fallo y a jugar en función del contrario. Llevamos diez años también haciendo el ridículo. Que los resultadistas hagan sus cuentas. Ningún equipo de presupuesto parecido tiene una propuesta futbolística tan cobarde y humillante ni un proyecto deportivo tan sumamente patético. Así es difícil hasta soñar. No es cuestión de fichar mañana al entrenador del Hércules o al del Villarreal. Es una cuestión de concepto. Una cuestión de fondo.
2 comments
Soy de los que piensa que las finales de la temporada pasada no se puedan considerar más que producto del azar y de la suerte. De los que al acabar la Liga me preguntaba cómo era posible que hubiera once equipos peores que el Atleti.
De los que no entendía que se dijera que este verano se había reforzado bien. De los que no se creyó la apuesta por la cantera. De los que se indigno con la salida de Jurado a última hora, o a primera, según se mire.
De los que se aburre con el juego del Atleti y de los que muchas veces siente vergüenza ajena y otras propia.
Dice Quique que lo de la temporada pasada no va a ocurrir en cuarenta años. Se equivoca, va camino de repetirse este mismo año: quedar a 52 puntos del campeón. Como oí en «¡Atleeeeti!», si no se siente capaz de volver a ganar, ¿qué hace que no presenta su dimisión? Y además acepta que las finales no se deben al talento sino a una conjunción planetaria.
La plantilla es limitadita pero se le puede sacar bastante más jugo que el que exprime Quique. Para más inri, la forma física general del equipo es baja y la motivación ni la conocen. Quique se mostró como buen estratega (que no táctico) la temporada pasada, pero esta ni eso; más bien al contrario.
Hoy me he dado cuenta de que Forlán me cae realmente mal. A los dos minutos de salir (por Agüero) ha estado a punto de marcar, pues, mientras bajaba el balón hacia la portería he sorprendido a mi cerebro diciendole a la pelotita: «No entres, no entres.» Me parecía inmerecido para él e inservible para el Atleti.
Yo también soy de esos Cex, de los que piensan que los títulos del año pasado fueron fruto de la conjunción planetaria y que la temporada, en términos globales, fue bochornosa. El problema es que somos muy minoría.
Quique es el último eslabón de la cadena que representa el peor proyecto deportivo de la historia de este club y entre los peores del fútbol profesional. Pero la figura de Quique es irrelevante porque si no fuese Quique sería Abel, o Aguirre, o Ferrando o Manzano o cualquiera que reúna las características precisas del puesto: connivencia con la directiva, simpatía con la prensa y un sistema cobarde de equipo mediocre y discreto con el que “salvar” las campañas y que en su mediocridad distraiga a todos de la verdadera realidad. Un entrenador decente duraba dos sesiones en este equipo porque es imposible hacer algo decente con una estructura deportiva cancerígena como la nuestra. O se daba de hostias con la dirección o dimitía. Quique no es nada del otro mundo (más bien todo lo contrario) y me toca las narices los castigos públicos a Domínguez o ese discurso de trabajar la psicología y demás chorradas cuando luego practica el silencio administrativo contra la dirección deportiva pero hay que ser muy ingenuo para pensar que el problema es Quique. Quique es sólo una pieza que el cerebro de todo esto se ha encargado de que sea sustituible. Quique es un fusible.
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