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Entrega gratuita y corazón (Osasuna 2 - At. Madrid 3)




Diego Costa apareció en el universo colchonero por la puerta de atrás. Tras varias cesiones y casi sin querer esté año se quedó en el Calderón con muy pocas posibilidades de jugar pero las lesiones de los dos de arriba hizo que saliese en el once inicial cuando nadie lo esperaba y el brasileño respondió con entrega y goles. Costa no es un excelente jugador, no tiene una técnica depurada ni posee un instinto depredador. Eso lo ve cualquiera pero también cualquiera ve lo gran profesional que es. El extraño brasileño respondió el reto mejor de lo esperado y yo entonces lo dije y lo mantuve en los tiempos oscuros, Diego Costa es un jugador muy aprovechable para este equipo porque tiene algo que escasea MUCHO en él: entrega gratuita y corazón. Pero Quique es Quique (ya saben, tiene que inventar la rueda todos los domingos) y en el mejor momento de Costa lo condenó al ostracismo para el resto de la temporada, reservándole únicamente los minutos de la basura en los peores momentos. Mientras Forlán se agotaba entre mohínes y el infinito intelecto de Quique se perdía buscando la cuadratura del círculo Diego Costa se sentaba en silencio en el banquillo. Hoy el Atleti ha ganado en Pamplona después de una década y lo ha hecho a pesar de Quique y gracias a la entrega gratuita y el corazón de un jugador como Diego Costa.

El bueno de Quique es tan mal entrenador como cualquier otro de los que hemos tenido en la última década atroz, de esos que tiene a bien fichar el inútil profesional de M. A. Gil. Es del corte de entrenador caduco, casposo, anclado en el fútbol espeso y áspero que se imponía a finales de los 90 y que ha desaparecido de los equipos de elite en todo el mundo a excepción de Atlético de Madrid y Valencia. Tiene tan poco fútbol y tan poca capacidad para dirigir un equipo con necesidad de mandar en el campo como los anteriores pero Quique es listo y además tiene muy buena prensa, dos características que lo hacen el entrenador ideal para el Atlético de Madrid de Miguel Angel Gil Marín. Listo para vender humo y burras de leche además de obedecer al amo sin que parezca que te estás bajando los calzoncillos y el talento verbal unido al pasado madridista que lo hace el amigo de los periodistas que jamás traicionarán a un compañero. Quique también tiene suerte.

La enésima alineación estúpida del incomprendido entrenador, esta vez en el Sadar, volvía a llevar la contraria a todo el mundo, algo que debe provocar el éxtasis en el ex madridista. Su enésimo ejercicio de entrenador colocaba a Raúl García, un jugador acabado para el Atleti, en la banda derecha, supongo que para reforzar esa banda de los todo poderosos Cejudo y Camuñas. Bien, todas las jugadas de peligro de Osasuna llegaron por esa banda ocupada por un García inútil y un López que no está para jugar de titular. A esto sumenle la absoluta necesidad de los madrileños de olvidarse del balón y de intentar jugar al fútbol (marca de la casa de Quique), la necesidad de defender con 9 jugadores a diez metros del área (marca de la casa de Quique) y un animoso rival que suele animarse más en su campo. De esa manera entenderán lo que fue la primera parte. El Osasuna, un equipo de tradición vertical, pareció por momentos la Naranja Mecánica si lo comparamos con este lamentable Atleti cobarde, alérgico al balón, de Quique y MA Gil. Los navarros fueron protagonistas en lo bueno y en lo malo. Los madrileños se limitaron a estar durante la primera parte.

A los quince minutos una de las miles de veces que los de Pamplona entraron por la derecha hacen que De Gea se tenga que emplear por tres veces con dos remates clarísimos desde el área que el madrileño saca de forma magistral. Porterazo. El Osasuna sigue jugando y el Atleti viendo jugar. A los 30 ya no perdonan y una gran jugada por la derecha de Osasuna (tras el enésimo olvido de Raúl García en la presión y la enésima llegada tarde de Antonio López) acaba en gol de Sola. Osasuna sigue jugando y el Atleti sigue viendo jugar. Aunque Quique siga revisando los vídeos del mundial de Francia para preparar sus partidos resulta que hoy por hoy hasta equipos como el Osasuna prefieren el balón incluso por delante en el marcador. Tener el balón no significa jugar como el Barça (hay que ser estúpido para pensar así) es preferir que no lo tenga el rival en tu campo, es intentar hacer algo con el y sobre todo es no despreciarlo.

Pero el fútbol es injusto y cuando estaba a punto de terminar el primer tiempo, cuando el Osasuna estaba en un fase de mayor tranquilidad, una diagonal de Diego Costa provoca un pase a la defensa navarra (mal colocada) que acaba en empate tras una magistral resolución del brasileño.

El gol debió espolear a los madrileños en el baquillo (no creo que fuese Quique que normalmente tiene el efecto contrario) porque la segunda parte fue otra cosa más parecido a un partido de fútbol con dos equipos. Los rojiblancos aumentaron un punto la presión y se fueron más arriba a ejercerla lo que desarboló a un Osasuna que resultó que cuando se les presionaba con intensidad no eran tan buenos creando fútbol. A los 15 minutos Reyes (sigue sin gustarme cuando juega de segunda punta) marró una clara oportunidad en boca de gol tras pase desde la izquierda pero dos minutos después un excelente pase de Raúl García (al Cesar lo que es del Cesar) de nuevo a la espalda de Costa hacía que éste pusiese el segundo en el marcador tras otra buena definición.

Con ello se iniciaban los mejores minutos de un Atleti desconocido. Intenso, tirando la presión en campo contrario, vertical, rápido y si repudiar el balón. La dupla Tiago/Mario Suárez parece que se consolida y otro gran pase del último de nuevo deja a Costa delante del portero para que el brasileño no falle. Hat-trick de un jugador que no sólo había metido tres goles sino que había vuelto loca a la defensa navarra, tirado mil diagonales y sido el primer ariete de la línea de presión. Gran partido del brasileño. En pleno acoso llegó también un dudoso penalty a Reyes que el utrerano decide lanzar y falla. Es fácil hablar a toro pasado pero parecía natural que lo hubiese lanzado el triunfador de la noche. No fue así y el error marcaba el final del buen juego Atlético y el inicio de los minutos de sufrimiento hasta el final. Sufrimiento que se amplificó con el absurdo (y claro) penalty de Tiago que marcaba Nekounman reduciendo distancias. De ahí al final el partido se convirtió en un acoso Navarro con más intención que resultados. Tan sólo los típicos errores en defensa de los madrileños pusieron algo de emoción.

La mediocre liga española hace que el Atleti siga aspirando a los puestos de la Europa de garrafón de los que todavía estamos alejados. Eso dice bastante del nivel de esta liga y también dice mucho del Atlético de Madrid, un equipo acabado, desestructurado y que necesita una renovación total en todos sus estamentos.

1 comment

Unknown 4 abr 2011, 1:06:00

Genial entrada, como siempre, me gusta mucho tu forma de escribir, pero me quedo con el último párrafo.

Los medios siguen vendiendo "la mejor liga del mundo" (una Liga en la que nunca pasa nada sorprendente y está todo decidido desde Agosto) y los Giles siguen vendiendo la Champions (que en Octubre se convierte en la Europa League y en Febrero ya estamos mirando los puntos que nos separan del descenso).



Saludos desde Paseo Melancólicos