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¡Un abrazo!

Por alguna razón

Todos hemos asistido a cenas en las que, con las mismas personas, unas veces son fantásticas y otras un suplicio. Todos hemos ido de vacaciones con amigos del alma que, a la hora de convivir, han resultado ser un inesperado drama. Todos hemos tenido esa sensación de que en un momento dado cierta combinación de personas, por alguna razón, no está funcionando. Abducidos por los chistes y los exabruptos de los gurús del micrófono o las soflamas individualistas de los petulantes de la pluma, estamos empezando a olvidar algo esencial: el fútbol es, sobre todo, un deporte de equipo. Y un equipo no es coleccionar figuras de cera que se colocan en un lugar preciso del tablero sino conseguir que las conexiones entre esas figuras transciendan más allá de las individualidades respectivas. No es tan fácil. Mientras que a veces dos estrellas son capaces de anularse mutuamente, otras veces vemos como dos tipos normales acaban formando un gran conjunto. De esa forma, gracias a Dios, en los deportes de equipo no siempre gana el que corre más, el más fuerte o el que la pega más rápido. 

El Atleti ha empatado en el Calderón frente al Valencia un partido que era clave no solo para fijar los ánimos en la parte alta de la tabla sino para acabar con una dinámica de malos partidos y malas sensaciones con la que desgraciadamente tendremos que seguir lidiando. Personalmente no vi mal al equipo ni tácticamente (creo que gana el Atleti a los puntos), ni en intensidad (volvimos a ver retazos de la mejor versión de Gabi o de esa presión poderosa de antaño), ni tampoco en contundencia defensiva (el rival llegó una vez). Sí eché de menos algo más de fútbol, pero eso ni es nuevo ni es exclusivo de esta temporada. Reduciendo mucho las cosas, el Atleti empata el partido porque en la portería tiene un portero que comete uno de esos errores que no se puede permitir un equipo que pelea por títulos. Moyá es un tipo encantador al que me encantaría que todo le saliese bien en mi equipo (porque además creo sinceramente que se lo merece) pero no me parece un portero que marque diferencias. Especialmente inseguro en las salidas y los balones por alto, el error que ocasiona el empate del equipo Che es grave por sí mismo  pero mucho más pensando en el futuro. Es ese tipo de errores que provoca el pánico entre los compañeros y que genera falta de confianza en la defensa. Lo he dicho muchas veces antes de hoy, la gente que me conoce lo sabe, para mí la principal diferencia entre los equipos del año pasado y el de este está en la portería. El resto puede corregirse con imaginación o táctica. Esto no. 

Pero no quiero quedarme en eso. Podemos buscar el diagnóstico del Atleti actual enfocando la vista en jugadores que no están, en otros que están pero como si no, en desequilibrios de gestión de plantilla o en errores de bulto (que de todo eso hay) pero no estaré siendo honesto. Para mí el quid de la cuestión está flotando más arriba. Cada uno tendrá su explicación lícita y concreta pero yo prefiero analizarlo desde la perspectiva de las sensaciones. Cuando el año pasado nos parapetábamos en el área para defender un resultado (lo hicimos muchas veces aunque ahora existan indignados de nuevo cuño que parecen haberlo olvidado) personalmente, por alguna razón, tenía la sensación de que nadie nos podía meter un gol. Ayer tuve la sensación contraria. Cuando el año pasado nos empataban a falta de quince minutos, por alguna razón, yo tenía la sensación de que remontábamos el partido. Ayer tuve precisamente la sensación contraria. De hecho estoy convencido de que si el Valencia, que resultó decepcionante en lo que respecta a la ambición, hubiese ido entonces a por el partido lo hubiese ganado. Podemos hablar de jugadores o de tácticas, sí, pero creo que hay algo más. El Atleti ha perdido el duende. Esa mirada en los jugadores que transmitía a la grada la sensación de que todo era posible. Ese balón que entraba por la escuadra y ahora pega en el larguero. Ese convencimiento de que el próximo córner era gol seguro y ahora temes para que no te hagan un contrataque. La absoluta certeza de que aun pasándolo mal en el área por el acoso del rival, el partido se iba a ganar (y se ganaba) mientras que ahora crees que en cualquier momento te van a hacer gol (y te lo hacen). Es probablemente injusto que ocurra pero es así. Ayer Simeone alentaba a la grada, más de lo normal, en el momento más crítico del partido que es precisamente cuando nunca ha hecho falta que a la grada colchonera le dijeran lo que tiene que hacer. Ayer fue diferente. La grada estuvo fría desde el principio a pesar de llenar el estadio. Dato más significativo y preocupante de lo que parece y que tampoco habla muy bien de los que estamos allí sentados. Por alguna razón el equipo no estaba transmitiendo, eso lo notábamos todos, pero si nos decimos una afición diferente es por tener la capacidad de llevar la iniciativa en estas circunstancias. Quizá es que nos hemos emobrrachado de éxito, no lo estamos sabiendo digerir y todo esté empezando estar demasiado desquiciado.

Creo totalmente en Simeone y estoy convencido de que todo esto no es más que un episodio pasajero del que saldremos, pero tenemos que ser consciente de donde y como estamos. También de quienes somos. No creo que debamos agarrarnos a fuego a los datos positivos (el objetivo es ser terceros, estamos todavía por arriba, bla, bla,…) ni abrirnos en canal las carnes añorando tiempos mejores (Courtois era mejor, Siqueira no vale, lo de Mandzukic no lo veo, bla, bla, bla,...). Tampoco nos hace ningún bien parapetarnos en debates retóricos sobre los objetivos reales del Atleti o los fichajes del año que viene. El Atleti es mucho más importante que eso y nos necesita en estado puro. Tenemos un problema de confianza que hay que solucionar y ese será el principio de lo que venga después. Hasta entonces, olvidémonos del resto.

4 comments

Juan 10 mar 2015, 0:10:00

Macho, me impresiona una y otra vez lo bien que plasmas lo que sentimos algunos. Y no me entusiasma especialmente parecer un pelota.

A mí el Atleti ayer me pareció un equipo reconocible. Me recordó al del año pasado, y por tanto, me gustó. Lo contrario, en mi caso, sería ser un ventajista. Una pena lo de Moyá. Fue un error grave.

Es cierto que no hay nada como el “partido a partido” como filosofía. Seas jugador o aficionado. Pero la condición humana, es como es, y a veces, aunque todos repitamos que no olvidamos de dónde venimos, lo cierto es que no nos comportamos como procede. A diferencia del año pasado, esta temporada, los aficionados nos percatamos de que no sólo falta algo de fortuna, sino que también llevamos todo el año con Valencia y Sevilla como molestos compañeros de viaje. Es como esas carreras de marcha atlética, en la que veías a atletas rusos o italianos pisándoles los talones a los nuestros, sin acabar de descolgarse… Llevamos dos temporadas en las que a estas alturas, éramos terceros claros. Eso reportaba tranquilidad. Ahora estamos “con la mosca.” O así lo veo yo.

A todo ello, efectivamente, añadámosle lo del portero…o que ya no tenemos los córners que eran medio gol de Sosa en el minuto 70 –jugador normalito, que sin embargo botaba los mejores córners que yo haya visto nunca…-, o que Costa… En fin, ya sabes, Ennio.

Y tienes razón. Hay que apretar los dientes y estar con esta gente. Fundamentalmente, porque además hay argumentos razonables para ilusionarse tanto en Liga, y por supuesto, en Champions. A mí, por cierto, el tercer puesto en Liga me hace ilusión... Para incomprensión de los Roberto Palomar o Pérez de Rozas de turno… (O sea, de los que no perdonan al Atleti.)

Anónimo 10 mar 2015, 10:38:00

El Atlético de Madrid es mi equipo y con éste equipo moriré. Ha sido una lástima de lo de Moya pero así es el fútbol. Nos queda un final de temporada de infarto y espero no morir en el camino. AÚPATLETI.

Ricardo 10 mar 2015, 18:25:00

El análisis del partido es tan bueno como siempre, pero el análisis del sentir de la grada es excepcional. Entre otras cosas lo sé porque estuve allí (pocas veces tengo la suerte de poder ir al Calderón, por vivir lejos) y percibí exactamente eso.

No sé si no hay confianza ciega porque no hay suerte, o no hay suerte porque no hay confianza ciega. Algo del fanatismo del año pasado nos falta (esos jugadores negándose a darle a la prensa más que el consabido "partido a partido" que los ponía frenéticos), una determinación inexplicable cuya máxima expresión es el último partido de liga: con dos lesionados clave y perdiendo en el Camp Nou, y se remonta.

Pero hay una cierta suerte externa: el Valencia la está teniendo, ganando con rebotes, cantadas ajenas y demás, pero sigue sumando y sumando. Cuando lanza una moneda al aire le suele salir cara. Nosotros parece que no gozamos de ese extra, que bastante nos dio el año pasado, pero es algo incontrolable, y no vale excusarnos en él porque es de lo poco dentro del fútbol que no responde al trabajo.

Ennio Sotanaz 11 mar 2015, 9:35:00

Muchas gracias por vuestros comentarios y especialmente a Ricardo por la mención que hace sobre el sentir de la grada. Precisamente eso, la sensación de estar en el estadio, es algo que echo (mucho) de menos en las crónicas profesionales. Me molesta que ahora el fútbol "de verdad" sea el televisado y la gente lo acepte.

Un abrazo.