Adiós
RCD Mallorca 2 - At. Madrid 1Cuando el Atlético de Madrid comenzó la liga 2011-2012 mis sensaciones no eran nada buenas. Aquí está escrito. El verano infernal que tuvimos que sufrir los atléticos y la plantilla cogida con alfileres y confeccionada en el patrón de la improvisación no dejaba sitio para el optimismo. Especialmente sabiendo que el director de orquesta sería ese farsante con gafas de colores llamado Gregorio Manzano. Pasado el primer puñado de partidos la sensación de inquietud se transformó en pavor. En miedo atroz a perder la categoría. Lo digo sin exagerar. Viendo el cariz de los acontecimientos y el talante del charlatán jienense el que escribe temía por la primera división. El cambio de entrenador fue más un alivio que una inyección de optimismo. Pensé que la hemorragia podía contenerse, era imposible hacerlo peor, pero no confiaba demasiado en el Simeone que yo conocía de Racing de Avellaneda. Pero todo cambió cuando vi lo que el argentino proponía en el campo. Tanto que me emocioné e ilusioné hasta el punto de estar convencido de que jugar la Champions el año que viene era una posibilidad casi segura. Falsa alarma. No lo es. El Atleti hoy ha dicho probablemente adiós a dicha posibilidad y aunque sigo pensando en el Cholo como una opción de futuro (si se crea un equipo decente, una plantillas compensada y se le da poder) el presente es mucho más dramático y desalentador. Adiós a la liga. Adiós a la copa, adiós a la ilusión y no sé si adiós a la idea que uno tenía en la cabeza. Lo que hoy hemos visto en Mallorca es muy difícil de defender y todavía más difícil de justificar. ¿Adiós al futuro? Veremos.
Horroroso. No se me ocurre otro adjetivo para describir la primera parte. Ritual de apareamiento. Danza de guerra. Coreografía bélica. Escenificación del sopor. Alegoría de la destrucción. Elijan lo que quieran. Cualquiera vale para describir 45 minutos de sopor. Caparrós, ese supuesto entrenador del que MA Gil dijo que algún día tendría que estar en el Atlético de Madrid, es un viejo conocido de la liga. Un tipo que a base de renegar del fútbol buscando las líneas tangentes de un deporte que suele jugarse con el balón ha conseguido labrarse una cierta reputación en nuestra liga. Ya sabemos lo que representa y ya sabemos lo que significa jugar contra él. Tremendamente difícil usar el balón con criterio sin recibir una patada y tremendamente difícil tratar de jugar sin que se destruya todo tras el primer atisbo de combinación. Ya lo sabíamos igual que ya sabíamos que un Atlético de Madrid con Gabi-Mario en el eje y sin Diego ni Arda en el campo era imposible de hacer algo digno contra este renacido Mallorca. Gabi-Mario no puede ser el eje de un equipo con aspiraciones (o sin ellas) y este partido no es más que otro buen ejemplo para refrendarlo. Parece que Simeone, en un error imperdonable, pretendía ser hoy más Caparrós que Caparrós y eso, además de ser imposible, debería estar penalizado en el código civil. El Atleti, un equipo con una plantilla corta y desequilibrada, no se puede permitir el lujo de dejar a los jugadores con criterio futbolístico en el banquillo. Arda tiene que jugar siempre por la misma razón que Salvio no debería jugar nunca. A base de pelotazos, patadas, robos, patadones y pérdidas de tiempo se consumió una primera parte lamentable en la que no se vio al Atlético de Madrid al que estábamos acostumbrados. Ni juego, ni intensidad, ni ambición ni carácter. Habrá quien lo achaque al cansancio pero yo no vi muestras de cansancio. Lo que vi fueron muestras de conformismo y de juego especulativo. Mal asunto.
La segunda parte parecía comenzar con los mismo derroteros (los dos entrenadores apostaban por el mismo esquema) pero la suerte, el único elemento que podía modificar el drama, se fue esta vez de lado balear. Un mal tiro de los mallorquines da en el pie de Godín y se mete dentro. 0-1 que dejaba cara de estúpido en la mitad de los que habían jugado a especular durante la primera parte. Los del Atleti. Pero es difícil cambiar el ritmo cuando has estado 45 minutos haciendo el canelo y cuando los que tienen que llevar las riendas del equipo son Gabi, Mario y Salvio. Difícil no, imposible. Los madrileños intentaron estirar un poco las filas pero con tan poca salud, tan poca fe y tan poco criterio que el primer contrataque de los insulares ponían el segundo con un gran gol de Pereira.
Entonces Simeone decidió poner por fin al Atlético de Madrid sobre el campo. Tarde pero significativo. Si el argentino es inteligente, que lo es, tomará buena nota de lo que ha pasado. Con Arda en el campo (y sobre todo sin Mario) el equipo pasó a ser un equipo de fútbol. La pelota pasó a ser parte del juego y la cámara de televisión se centró exclusivamente en el campo del Mallorca. Y llegaron las ocasiones. Y llegó un gol fantasma (creo que no fue) que daba con la expulsión de Ramis y penalti a favor de los madrileños. Penalti que Falcao se encargó de marrar. El colombiano no termina de acabar con ese runrún que dice que su fichaje es el enésimo error de la directiva colchonera y uno, que tiende a querer defenderlo, se queda sin argumentos para defender lo contrario. Eso si, pocos minutos después la duda volvía a torcerse cuando el mismo jugador realizaba un avance en la frontal del área que acababa en una soberbia vaselina sobre el portero rival que daba el 1-2 al marcador. Tremendo golazo de Falcao.
Quedaba tiempo y Simeone, ahora si, era valiente en los cambios poniendo jugadores ofensivos por defensivos. Grata sorpresa fue volver a ver a Fran Mérida en el terreno y encima dejando buenos detalles como el balón que lanzó al palo a los treinta segundos de estar en el campo. Pero no pudo ser. El Atleti lo intentaba con criterio, ahora si, pero enseguida llegaron la precipitación y lo que mejor se le da a los equipos de Caparrós: perder tiempo con artimañas. Mientras el tiempo pasaba el Atleti se consumía y apagaba hasta dejar claro que el partido estaba perdido. Los madrileños no merecían ganar. Los baleares tampoco.
Derrota dolorosa que deja el sueño de la Champions como un sueño prácticamente inalcanzable y que sitúa al equipo en la auténtica realidad en la que siempre se ha movido. La total mediocridad de la mitad de tabla. Una posición acorde con una plantilla corta, desequilibrada y con demasiados rotos. La plantilla que confeccionaron MA Gil y su mamporrero Caminero. La plantilla que termino de desquilibrar y destrozar el inútil de Manzano. La realidad de este equipo no pasa por buscar la Champions sino por tener alguna vez, para variar, una dirección decente y profesional que sea capaz de crear una plantilla que no de vergüenza ni bochorno ajeno.
Kevin Shields - Goodbye
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