No lo vi venir
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Salvio
At. Madrid 3 - Besiktas 1
Uno de los efectos que sin duda ha tenido el fenómeno Simeone ha sido el de anestesiar esa parte del subconsciente del aficionado atlético que suele dedicarse a escarbar en las lamentables grietas estructurales que tiene el Club Atlético de Madrid. Una de esas grietas, que suele ser clásica desde hace años, es el atroz desequilibrio que presenta la plantilla. Un plantilla corta, desequilibrada, más cara de lo que vale y con una falta apremiante de calidad. El renacido Atleti tiene mucha cosas buenas y Simeone ha conseguido hilar un equipo denso, decente e interesante con un puñado de jugadores a los que ha sabido acoplar y sacar partido. Un traje abrigado y compacto confeccionado con telas tirantes y sin repuesto. Y ese es el problema. Cuando se descose una costura no hay repuesto. La planificación técnica se puede entender de dos maneras. Oficialmente, entendiendo que ese señor de aspecto desaliñado y patético verbo llamado Caminero tiene la capacidad para realizar el trabajo por el que le pagan de forma inversamente proporcional a la capacidad que tenía sobre el campo para jugar. También se puede entender extraoficialmente (y probablemente de forma acertada) como que esta plantilla está confeccionada en función de las comisiones de MA Gil, Cerezo, Mendes y demás estrategas. Decidan lo que decidan la realidad es mucho más cruel y evidente.
El partido de hoy contra el Besiktas ha sido malo y deja más dudas que tranquilidad. A pesar del resultado. Todo empezó con la misma aparente intensidad de siempre pero sin nada de juego. Todo deslavazado, patadones, presión histérica y ni dos pases seguidos. Gabi y Mario parece dos mediocentros defensivos solventes rodeados de Diego, de Arda, de Tiago, de Adrián o incluso de un Koke en condiciones. Sin ellos aparecen vulgares. Especialmente cuando tienen demasiado tiempo el balón en los pies con la idea de crear. Hoy han sido vulgares. Gabi, que llevaba coleccionando partidos bastante decentes a vuelto a recordarnos aquel jugador exasperante que no para de correr ni de perder balones. Una vez más queda claro que la clave de este equipo (como de casi todos) está en el centro del campo y que el nuestro es lo que es.
Pero el equipo turco es muy inferior al Atlético de Madrid. Incluso al que ha jugado hoy. Un equipo turco que planteaba una esquema defensivo de libro pero blandísimo en la práctica. De la parte ofensiva ni hablamos porque parecía que no entrase en sus planes pasar del medio del campo con el balón jugado. Así que el Atleti, más por cosas de la lógica que por otros méritos más prosaicos, se fue haciendo con el control del partido, empezó a rasear el balón, a intentar colectivizar el juego, a dejar los patadones para mejor ocasión y a jugar. Entonces apareció Salvio. Ese jugador extraño e incomprensible que es raro el partido en el que no te preguntes como alguien así puede estar en el Atlético de Madrid y todo lo contrario. El argentino crispó a toda la grada cuando solo en el segundo palo y a un metro de la línea de gol tiró fuera un pase desde la derecha. Apenas unos minutos después levantó a los mismos aficionados de la silla cuando tras una jugada por la derecha y posterior recorte en el área, metía el balón con la zurda dentro de la portería. Salvio es así.
Comenzaban así los mejores minutos del Atleti. Minutos en los que vimos la mejor versión del equipo (rápido, incisivo, mandón, vertical,...) y los peores de un rival que para entonces daba risa. Sin ritmo, sin presión y desbordado por todos los flancos, a los turcos parecía hacérsele la noche muy larga. El renacido Salvio volvió a tener el balón, dirigir un contrataque, plantarse delante del portero rival con Falcao al lado y hacer el segundo de gran resolución. El tercero, también poco después, fue una auténtica obra de arte. El Atleti llega tocando al borde del área y el balón acaba en Adrián. Mientras el asturiano mira el pase, sus compañeros se meten en fuera de juego. Así que con la misma tranquilidad con la que lo hace todo, decidió ponerse a regatear rivales, meterse en el área y hacer él mismo el gol. Para entonces la grada pensaba en un resultado de escándalo. Lo pensaba la grada y lo pensaba todo el mundo.
Pero entonces llegó un descanso que sentó muy mal al conjunto madrileño. En apenas diez minutos tras la reanudación habíamos visto ya síntomas de relajación en el equipo. Malo y muy mala noticia pues era algo inédito en la era Simeone. Flexible en la presión, romo en la intensidad y lo peor de todo, renunciando al balón. De esa manera el Atleti es un equipo de lo más vulgar. Así que el Besiktas, casi sin querer, se fue arriba y se puso a jugar en campo contrario. Ocurre que cuando el balón está en tu área cualquier equipo te puede hacer daño y eso es lo que ocurrió. Parece evidente pero... no lo vi venir. El equipo tampoco.
Los turcos habían tirado a puerta ya un par de veces pero el gol llegó tras un rechace que recoge Simao al borde del área y coloca por la escuadra. Golazo del portugués que tuvo a bien no celebrar lo que arrancó los aplausos de sus antiguos aficionados. Buen gesto de Simao cuyo recuerdo mejora con el tiempo. A partir de ahí el partido del Atleti fue atroz y recordó a épocas pasadas bastante recientes. Me da tanta pereza hablar de ello que lo voy a evitar ya que el marcador se quedó como estaba. Eso si, merece la pena resaltar dos cosas. La primera el inquietante movimiento de Simeone retirando a Adrián para incluir a Pizzi en un cambio de tinte defensivo que además eliminaba el único jugador con chispa que quedaba hoy en el terreno de juego. Malo. Lo segundo el propio Pizzi. Uno de los jugadores más insustanciales y con peores conceptos futbolísticos que hemos fichado últimamente (y tiene difícil destacar en esa categoría). Todavía no he vista hacer al portugués nada digno de fijarse en él como futbolistas. Ni un regate, ni un remate, ni un pase, ni un control,...nada. Pero es que encima todas las resoluciones las hace mal. Cierra el campo cuando hay que abrirlo. Ralentiza cuando hay que acelerar y vicebersa. Se coloca mal en todas las faltas, se esconde en la pared, se cierra al abrir el campo. Es lamentable. Sale de refresco y es incapaz de ayudar al lateral en defensa (lo del sábado con Navas fue patético) y cuando defiende en estático lo hace a 15 metros con lo que el rival puede tranquilamente fabricar un centro al área. Muy malo. Otro pufo del de siempre. Bien, Salvio y Pizzi son las primeras opciones desde el banquillo. Este dato debería bastar para explicar muchas cosas.
Eliminatoria encarrilada frente a un equipo claramente inferior que debería haber quedado finiquitada pero que sin embargo pudo fácilmente haberse complicado en la segunda parte. Buen resultado pero no definitivo. Me agarro al dato de que el único equipo que ha conseguido meternos dos goles desde que está Simeone ha sido el Barça y el Besiktas, hoy por hoy, dista mucho de ser ese equipo.
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