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Villa
At. Madrid 5 - Real Betis 0
Mientras un puñado de defensas del Betis permanecían
exhaustos y derrotados sobre el césped, su entrenador Pepe Mel retornaba al
banquillo por primera vez desde que el balón empezase a rodar. Pasaban ya los
90 minutos de un encuentro resuelto desde hacía mucho tiempo atrás, pero el
partido terminaba en campo del equipo andaluz con un puñado de colchoneros
presionando la salida del balón como si les fuese la vida en ello. Gabi, ese capitán
formal que de forma natural e indiscutible se ha erigido como imagen, santo y
seña de está oda a la ilusión que es el actual Atlético de Madrid, empalaba un
balón suelto en el área para hacer el quinto gol y culminar la noche. En ese
disparo metía las últimas gotas de energía que quedaban en su cuerpo. Una
energía que había ido dejando sin miramientos y con generosidad durante los 90
minutos anteriores. Los jugadores verdiblancos eran incapaces de levantarse del
suelo y el árbitro, generosamente, pitó el final. Los futbolistas del Betís seguían siendo incapaces de reaccionar, primero por la brutal exigencia física a la que
habían sido sometidos. Después, y más difícil de superar, por el peso
psicológico de haberse visto aplastados. El dolor terrible de haberse visto
incapaces de superar un muro de hormigón armado que poco a poco te arrincona y
te liquida. Pepe Mel, ese personaje que no puede evitar soltar una buena dosis
de desprecio para su rival cada vez que juega con el Atleti, tenía que
refugiarse en el anonimato de la caseta consciente, aunque nunca lo reconocerá,
de que lo habían pasado por encima. Para mí esa es la fotografía que describe
el Atleti contemporáneo. Un equipo unido, fuerte, potente, con suerte, con
criterio y autosuficiencia que derrota a los enemigos en el campo y cierra la
boca de los engreídos sin tener que abrir la propia. Con juego, con goles y con
evidencias.
Acabado el partido uno escuchaba a Óliver Torres
contar por la radio como nada más levantarse esa mañana, lo primero que
había visto era un mensaje en el teléfono de su capitan, Don Gabriel Fernández
Arenas, diciéndole que todo el equipo estaba con él y que esa era su noche. 20
segundos después de comenzar el partido el propio Óliver se dirigía hacia el Frente
Atlético para celebrar su primer gol con la elástica rojiblanca en partido oficial. Los otros diez
jugadores que llevaban la misma camiseta que él, daban el esprín de sus vidas
para arropar a la joya canterana en esos momentos. No era una celebración
cualquiera. Eran muestras de cariño a un ser protegido. A un compañero todavía
frágil. Era el brazo tendido a un recién llegado diciendo, "eh, estamos contigo". Era la demostración de que el mensaje de por la mañana era verdad. Era la representación más evidente y más bonita de que el Atlético de Madrid es
un Equipo. Un señor Equipo. Y permítanme que lo escriba con mayúsculas.
El único momento de la noche en el que pudimos ver
al Betis de Pepe Mel fue precisamente tras ese gol y durante diez o quince
minutos. El Atleti, borracho de euforia probablemente y algo damnificado por la
relajación de verse arriba en el marcador, rebajó demasiado la línea de presión
y sobre todo renunció al balón. El esférico apenas duraba unos segundos en las
botas colchoneras y eso hacía que el equipo tuviese que defender cada vez más atrás.
Fueron momentos inciertos en los que el Betis consiguió acercarse ligeramente
al área pero fue una falsa sensación porque jamás volvería a ocurrir. La
delantera bética no volvió a ver la cara de Courtois de cerca. Tiago se puso el
traje de mariscal, Gabi y Koke el de obreros y se acabó la música de cámara
para el equipo andaluz. En triunvirato colchonero había decidido que el partido
se jugaría lejos de la portería propia y así fue.
Pero a Simeone no le basta con alejar el peligro y
tras el descanso el equipo se fue a por el partido. Era además el momento de
Villa. El Guaje, criticado desde muchos foros y este es uno de ellos, tenía
muchas bocas que callar y muchas voluntades que convencer. Y va camino de ello.
Mucho más fino que otras veces, mucho más rápido y activo también, el jugador
asturiano fue otro. No sé si aquel delantero que maravillo a medio mundo hace
unos años pero un delantero muy aprovechable sin ninguna duda. Aportando
recursos en la delantera y aprovechándose del terror en la fuerza que provoca
su compañero de vanguardia Don Diego Costa. El partido quedaba finiquitado con un
soberbio gol cocinado en la banda izquierda por Koke y Filipe Luis (¡qué
jugador!) pero sellado con un soberbio remate de cabeza de delantero
aventajado. De Villa. Con el 2-0 en el marcador el Atleti liquido el cansancio
y se fue a disfrutar de la fiesta mientras el Betis, cogido con pinzas, se deshacía
como un azucarillo. El tercero llego otra vez por parte de Villa que tras
recortar con la derecha en el área grande, empotró el balón con la zurda con un
tiro que llevaba tanta rabia como precisión. El cuarto de la noche vuelve a
tener al 9 colchonero como protagonista que tras soberbia asistencia, habilita
a Diego Costa para que siga aumentando su espectacular cifra de goles. Lo de
este hombre empieza ya a ser un escándalo.
El Atleti sigue ahí. Soñando con los pies en la
tierra. Con los ojos abiertos. Corriendo como el que más. Minimizando errores.
Con esfuerzo y humildad. Con orgullo y poderío. A un punto de ese Barça
desubicado que vimos el sábado y cinco por encima de ese otro Madrid, con
tintes de esquizofrenia, que también vimos en el mismo partido. Puede que las
cosas vuelvan a la normalidad. Puede. Lo que no tengo tan claro es que
normalidad tenga ahora mismo al Atlético de Madrid fuera de las posiciones de
cabeza. Ha pasado demasiado tiempo como para pensar que todo esto es pasajero o
casualidad. La realidad, señores, es esto. Disfrutemos de ella.
3 comments
Extraordinario partido en una temporada de ensueño, en el que solo se puede destacar anécdotas, como el gol de un niño llamado a ser estrella del fútbol, la delicadeza del gran capitán, el doblete del mejor goleador de España en todos los tiempos o la confirmación de un "Pichichi". Porque si hubiera que destacar alguna individualidad, la respuesta sería clara, todos.
Con la magia y la calidad de Arda en la grada, el equipo funcionó como un reloj suizo, gran noticia para Arda y para el Atleti.
Felicidades a todos los atléticos por poder disfrutar de este equipo y también felicidades a Ennio por la crónica.
Saludos
Como siempre Don Ennio deliciosa su crónica del partido, y que mas se puede decir, para mi la mejor noicia es que Villa por fin ha vuelto.
Bien sabe Dios, si existe, seguro está jugando entre los nuestros.
No hay mas Dios que el Cholo y Costa es su profeta.
Siéntense, relajense y disfruten del juego de un equipo, nada mas y nada menos.
Pero que felicidad.
Un abrazo.
Jesus,desde Rajkot.
Enormes.
Tan solo dos palabras: Villa es un pedazo de jugador. El equipo le tiene que buscar más y que surja la sincronización entre el equipo, Diego Costa y el.
Auguro que llega a los veinte goles.
Un abrazo.
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