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¡Un abrazo!

No me acuerdo

“No te voy a mentir. Nos estamos perdiendo algo. No tenemos porque convencernos de creer que nada se ha ido. Tenemos tiempo para saber hacia donde vamos pero estamos muy lejos todavía de saber la razón”

La copa del rey es un torneo vapuleado y maltratado. Para los equipos grandes es una tortura que pasar en la que se tiene mucho que perder y poco que ganar. Hasta bien entrada la competición los equipos de presupuesto generoso no ven la posibilidad potencial de ganar el llamado torneo del KO y hasta entonces los recursos a emplear son mínimos y caros. Para los equipos pequeños se trata de una cruel lotería en la que algunos privilegiados podrán sanear sus arcas atendiendo la visita de un grande mientras la mayoría se despellejan entre ellos ante la indiferencia del gran público. El retomado formato a doble partido no hace más que restar las posibilidades de los equipos modestos para dar la campanada mientras que multiplica por dos el número de partidos inútiles. Esa es la copa del rey en este país. Algo insulso, falto de interés y que casi todo el mundo desprecia hasta que quedan pocas eliminatorias. En otros países como Inglaterra, la copa es una competición interesantísima para un gran público que la sigue con fervor. No es cuestión de comparar pero es la prueba fehaciente de que las cosas pueden ser distintas. Aquí, la copa del Rey es un fiel reflejo de la federación española de fútbol que la organiza, un lamentable desastre.

Y en esa espesa penumbra aparece el Atlético de Madrid. Bueno, en realidad quien aparece es esta versión descafeinada, triste y mediocre de lo que debería ser Atlético de Madrid. Esa mala falsificación que fabricada por un MA Gil que a modo del Charlie de Los ángeles de Charlie nunca habla ni se le ve y que de forma tan cruel nos vende sus Ángeles: Cerezo, Pitarch y Aguirre.

El Orihuela es un equipo modesto con un pequeño campo que no ha dado tiempo para ampliar y que en la noche de hoy ponía a la venta entradas de “el partido de la temporada” con unos precios no excesivamente caros para lo que se estila en estos casos. Bien, si ustedes han visto el partido a través de la pequeña pantalla (espero por el bien de sus salud mental que no hayan tenido que pasar semejante trago) habrán visto los significativos claros en la grada del equipo alicantino. El atleti no ha sido capaz de llenar el estadio del Orihuela. Ese es otro de los logros de estos ángeles de Charlie de “todo a 100” que nos entretienen con sus diabluras. Cada vez interesamos menos a nuestros rivales y para el público poco a poco se diluye esa vitola de equipo grande e histórico que teníamos. ¿Exageraciones mías? Será eso.

“No me acuerdo de la última vez que me miraste a los ojos. No me acuerdo de alguna forma de hacerte llorar”

¿Qué quieren que les diga del partido? Se me hace tremendamente complicado hablar de este equipo. Complicado y aburrido. El partido en general ha sido soporífero pero la primera parte en concreto ha rallado los límites de lo humanamente soportable. De acuerdo en que los partidos de copa son lo que son pero es que el Orihuela, el supuesto equipo modesto, no se crean que se ha encerrado en su propia área como le gusta hacer a nuestro ilustre mexicano. Bien al contrario los porcentajes de balón de la primera parte eran claramente favorables al equipo de segunda B. Ni siquiera en estas condiciones el sistema táctico de Aguirre es capaz de requerir el balón. No puedo entender que algo así no le parezca patético al 100% de la afición colchonera.

Y no se crean que la alineación era un combinado de circunstancias porque no era así. Franco, A. López, Pernía, Perea, Luis García, Banega, Forlán, Sinama,... Hay que reconocer a Aguirre una cosa al menos y es su coherencia en el juego. Salga quien salga juegan igual. Igual de mal, claro, pero igual al fin y al cabo. Se me hace difícil recordar algo en la primera parte relacionado con el fútbol, con el balonpié, incluso con el deporte que merezca la pena. Nos quedaremos con un pase de A. López a Forlán que acabó con el balón en la red y que a la postre fue lo único destacable de un partido para olvidar.

“Sé que hace mucho tiempo desde que escuché y hace mucho tiempo desde que todo estaba claro. Muchos podrían vivir con lo que hemos tirado...”

La segunda parte fue más o menos parecida aunque el atleti, también más o menos, empezó a tomar el control del partido (que no del juego ni del balón), a base fundamentalmente de ese “otro fútbol” que es como eufemísticamente se dice a “no saber que hacer con el balón”. Si jugando contra el Madrid o el Barça el ritmo es pesaroso, la velocidad mínima y la actitud indolente imaginense ustedes un frío miércoles jugando contra el modesto equipo de una ciudad levantina que la mitad de la plantilla (siendo generoso) no debe saber ni donde está.

Así con más pena que gloria pasaban los minutos y entre bostezo y bostezo teníamos tiempo de pensar en nuestras cosas. Los pobres desgraciados que estaban en la grada no tenían el mando a distancia para ver las noticas o los programas de variedades que fueron sin duda alguna lo más divertido que recordaré de este partido para olvidar.

Un pequeño apunte. No piensen que esa eufórico miedo que le ha entrado a nuestro gentil estratega por el cansancio de nuestros jugadores y las modernas rotaciones han hecho mella en los jugadores que estaban en el césped. En absoluto. No piensen que nuestro portero del filial, ese que dicen que es tan bueno y que ha sido internacional en todas la categoría, ha podido debutar. Ni él ni ninguno de los canteranos (excepto Camacho) tuvieron minutos para foguearse en este equipo. Alex Quillo saltó al campo a falta de cinco minutos por... ejem, Camacho. Keko lo hizo en el minuto 90 en otro de esos alardes de estrategia del ilustre mejicano con los que asombran a la parroquia mundial de este deporte. ¿Qué adjetivo le pondrían ustedes a hacer debutar a un chico del filial en el minuto 90 de un Orihuela-At. Madrid con 0-1 en el marcador?

Tengo la sensación de que estoy esperando algo. Algo que rompa esta dinámica mediocre y espesa que no lleva a ningún sitio. Algo radical y definitivo. Algo que debería haber llegado ya pero que no llega. ¿Engordar para morir? Yo sé lo que quiero pero que lo sepa yo no soluciona nada.

“Hace tanto tiempo...”

I Can’t remember (Mullins/Sweet/Droge)
The Thorns - The Thorns (2003/Aware Records)