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Marketing Social

Uno empieza a estar cansado ya a estas alturas de los discursos vacuos del presidente “por accidente” del Atlético de Madrid, de las apariciones por sorpresa del máximo accionista para contar por enésima vez eso de que los niños vienen de Paris, las noticias franquicia de la prensa oficial que como una cadena de hamburguesas lo único que cambia es el regalo que acompaña al Big Mac pero también del democrático silencio cabizbajo de una afición que se reparte en una infructuosa guerra civil entre el hastío, la depresión o la renuncia y la asimilación, el falso optimismo o la refundación de la estupidez. La esperpéntica situación se extiende inamovible desde tiempos pretéritos tan lejanos que ya no recuerdo cuando empezó pero que has supuesto un espacio suficiente como para que en el camino al menos yo cambiase de parecer al respecto de la habilidad y el talento de los burócratas que conforman la inteligentzia alegal que tienen tomado el poder de este bendito club. Hace años pensaba que una retahíla tan contundente y evidente de errores, meteduras de pata y penosa gestión sólo podía responder a la falta de perspicacia y talento de los conductores de la nave pero hoy por hoy tengo una percepción bien distinta y un importante “respeto” por el maquiavélico talento de los mismo. Como decía mi abuela: “son tan listos que parecen tontos”. Eso sí, lo que no son es originales.

Ya los ostentosos (que no “ostentoreos”) y chovinistas métodos autoritarios y populistas de Jesús Gil, fundador de esa patraña que tiene como objetivo desangrar con frialdad y métodos contables la institución anteriormente conocida como Atlético de Madrid, fueron objeto en su día de referencias a los grandes actores dictatoriales de la Europa de entreguerras. A mí sin embargo se me hace mucho más patente y desagradable, por aquello de la cercanía y porque tiene mucha menos gracia, el uso que el discípulo heredero genético de la saga hace de los métodos de divulgación y la concienciación beligerante de las masas. Es tan evidente y vomitivo que duele.

Joseph Goebbels, ministro de la propaganda nazi, fue uno de los baluartes más importantes en el “éxito” de la idea nazi. Sus métodos de comunicación y difusión fueron pioneros en el uso retorcido de eso que estudiosos posteriores han denominado como marketing social, una herramienta que como todas las herramientas puede ser buena o mala en función del uso que se haga de ella pero que también puede ser entendida como un socorrido eufemismo de la ingeniería de la mentira. Los paralelismos entre los métodos del político alemán y el modesto mandamás colchonero son lo suficientemente parejos como para levantar suspicacias. Existen sesudos y extensos tratados que intentan analizar los motivos y acciones del estadista alemán para conseguir sus objetivos pero en nuestro caso se puede reducir a un puñado de ideas bien sencillas.

La idea y acción fundamental del método Goebbels consistía en tener un control férreo de radio, televisión, cine y literatura y esto es algo que nuestro veterinario en paro practica a la perfección. A base de connivencia cómplice con ese fútbol-circo del Madrid Vs. Barça en el que todo lo demás es un simple decorado, desde hace décadas la prensa oficial (porque “no hay” otra) vende el concepto de Atlético de Madrid que este señor quiere vender. Las radios y televisiones patrias practican el mismo ejercicio propagandista de equipo-decorado, simpático y sufrido, cuya labor fundamental dentro de la “liga de las estrellas” consiste en dar folklore y el punto de locura que tantas medias sonrisas ha despertado en nuestros entregados periodistas. ¿Qué sería una temporada sin las habituales desgracias del atleti? ¿A quién le interesa que los colchoneros o cualquier otro equipo ocupen posiciones en la rueda de la fortuna que no van a dar tanto dinero como sus vecinos del norte de la ciudad? El periodismo oficial se recrea mejor en la burla y el frikismo inherente al colchonerismo entendiendo sin crítica que las cosas son así porque así tienen que ser.

El cine es también otra faceta fundamental de propaganda y basándose en un derroche de talento desbordante (y lo digo sin ironía) se consigue transmitir con gracia y sentimiento la misma idea que debe de flotar en todos los protagonistas de la comedia: los atléticos son sufridos, perdedores, contrariados, cabezotas, segundones… pero contentos y orgullosos de tener ese “algo más” que nunca nadie explica de qué se trata. Pequeñas películas en forma de anuncio televisivo que en teoría tienen la intención de conseguir abonados pero cuyo objetivo es en realidad otro. ¿Qué sentido puede tener hacer un anuncio para captar abonados si ya tienes el máximo de abonados permitido? Por no hablar de la literatura. Basta hacer una búsqueda en Google para encontrar infinitos artículos, estudios, comentarios, columnas, crónicas de historia y lo que se quiera sobre el Atlético de Madrid, en muchos casos de una calidad excelente, muy por encima de las versiones oficiales de los mismos escritos pero no verán ninguno de ellos en la web oficial, ni en las webs afines al club ni en ese bochornoso cuadernillo que se reparte en el estadio, que más parece una hoja parroquial para vender el paraíso celta que una publicación seria. A raíz del centenario atlético salieron también multitud de de libros que hablaban sobre la leyenda colchonera pero misteriosamente sólo unos pocos fueron los que llegaron al VIP o a CRISOL o a la FNAC y sólo esos pocos estaban “bendecidos” por el club. Casualmente esos mismos libros eran en su mayoría fríos tratados que pasaban de puntillas por los momentos más delicados del club cuando no practicaban delicados onanismos de primer nivel al poder vigente. Esa es la idea que llega a la masa. Esa es la idea que sale desde las oficinas. Esos son los caminos por los que transcurre. No creo que existan muchos trabajos sobre el Atlético de Madrid tan extensos y bien documentados como la tesis de Fernando Sánchez Postigo pero pregúntenle a él dónde está ese excelente trabajo.

Otro de los recursos del Marketing social es el de ensalzar los sentimientos de orgullo, provocar el odio por el otro e incluso mentir con tal de mantener la realidad virtual que se ha creado, algo que esta gerencia practica continuamente (y también lo hacia su padre), con el discurso "antimadridista" (lícito pero que muchas veces enmascara otras cosas) o lo de la “gran familia atlética” y cuyo último ejemplo es eso de apelar a la ley de las Sociedades Anónimas que ahora atenta contra nosotros, la orgullosa comunidad atlética, sin reparar en que fueron precisamente ellos los que la impulsaron. Otros recursos que se han asimilado son los de impedir que llegue a la gente información del exterior y para ello por supuesto nada de pancartas dentro del estadio, las manifestaciones siempre lejos de las cámaras, abonados non-gratos a los que se les retira el abono, organizaciones “alternativas” que no pueden usar símbolos históricos, entradas sólo para algunos… También es importante manejar los tiempos de las comunicaciones oficiales para manejar la incertidumbre y la ansiedad (oscurantismo respecto a Torres, al estadio, a la ciudad deportiva, a la deuda,..). Los nazis acusaron del incendio del Reichstag (que les permitió acabar con la democracia en Alemania) a los comunistas cuando habían sido ellos mismos los culpables y el clan Gil acusa a la afición del Atleti, apuntando a cualquier atisbo de oposición, de no “salvar” a la entidad cuando era necesario sin especificar quien fue el que provocó aquella noche loca de abales virtuales in extremis.

Como decía Darwin, “la historia se repite. Ese es uno de los errores de la historia”.

1 comment

blog marketing social 16 dic 2009, 2:56:00

Interesante el artículo. Nunca lo había relacionado lo del atlético con el marketing social!! Dá para pensar!