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Dejà vu



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Hace días que por mi cabeza y entre mis más oscuros sueños se pasa un fantasma recurrente que viste un enfermizo color grisáceo, que se ríe sin mover un músculo, que camina como el personaje anteriormente conocido como MA Gil pero que en realidad habla como el esclavo moral que es Enrique Cerezo diciendo la frase que impregna de sudor mi frente y que agita mi maltrecho corazón: “ya veremos en Junio quien es el siguiente entrenador”.

Con una liga tirada por la cloaca incluso antes de tomar la uvas, la ultra-deseada Champions League utilizada como carísimo escaparate en el que mostrar la versión más lamentable de entre todas la lamentables versiones posibles de este sucedáneo de Atlético de Madrid, con una extenuada plantilla cogida por los pelos (que tiene más parches que el traje de Barragán )y con una dirección deportiva recurrente que cuenta sus ejercicios fiscales (si los tiene) por escandalosos, humillantes y sonoros fracasos, nuestra cúpula directiva se permite la desfachatez de citarnos hasta el próximo verano para decidir entonces los pilares del siguiente proyecto. ¿Alguien más tiene sensación de Dejà vu? ¿De verdad alguien necesita esperar a Junio para saber por dónde tiene que ir el siguiente proyecto? ¿De verdad alguien tiene alguna duda de por dónde debería empezar todo?

Hace dos o tres años escuché al presidente del Getafe decir algo que de tan evidente que era hizo prácticamente hacer brotar las lágrimas en mi cara simplemente por lo lejos que estaba de lo que yo veía en mi propio equipo, grande e histórico. El bueno de Ángel Torres contestaba a las preguntas de los periodistas respecto a la planificación de su equipo para la próxima temporada con un par de frases que trazaban a la perfección la línea entre un club profesional y una atracción de verbena: “Nosotros tenemos un entrenador que se fichó por responder a la forma que hemos decidido que tiene que tener el Getafe según su dimensión y aspiraciones. Mi labor ha sido únicamente conseguir dos jugadores por puesto según ese esquema y el resto es ya problema del entrenador. Pregúntenle a él”.

Hagan el ejercicio de situar esa frase en el entorno colchonero y en un equipo a priori en las antípodas del Getafe en cuanto a recursos, medios y seguidores. ¿Tenemos un entrenador que responda a la forma que tiene que tener el Atleti? Me temo que para contestar esa pregunta habría que saber primero cuál es la forma que “debería tener el Atleti” que sospecho es un punto que ni siquiera se haya planteado nunca nadie entre nuestras cabezas pensantes. ¿Cuál debe ser la forma de jugar de nuestro equipo? ¿Por qué todas las categorías inferiores juegan de una forma parecida y el primer equipo de otra diferente? Durante años y años el banquillo colchonero ha estado ocupado siempre por entrenadores de esa escuela rupestre del fútbol basada en el miedo y la especulación, y que a tanta gente tiene engañada, pero ni siquiera en ese sentido parece haber una idea muy clara al respecto cuando cada vez que la plaza queda bacante aparecen en la tómbola nombres que no tienen nada que ver estilísticamente unos con otros. ¿Tenemos dos jugadores por puesto según un supuesto esquema de juego supra-entrenador? En este punto precisamente es cuando las lágrimas se transforman en risa tonta, de esas que salen cuando te sientes derrotado. Lejos de tener dos jugadores por puesto lo que tenemos son puestos para los que no hay ni un solo jugador solvente y otros donde directamente no hay ni un solo jugador. ¿Alguien recuerda en los últimos 5 o 10 años haber tenido una plantilla con dos jugadores por puesto de verdad, pudiendo alternarse en el mismo?

Decía La Rochefor que todo el mundo se queja de no tener memoria pero nadie de no tener criterio. En nuestros casos se conjugan ambos conceptos obteniendo dirigentes que no tienen ni memoria ni criterio pero seguimos siendo pocos los que nos quejamos de ello.

Llegados a este punto es cuando yo me pregunto si de verdad vamos a volver a revivir otro capítulo del mismo culebrón casposo y adulterado del que ya conocemos el final y me temo que la respuesta es evidente a tenor de las actuaciones de los felinos “dueños” del club. Con el puesto de Quique dependiendo de la ruleta rusa de la final de copa, Pitarch todavía tomando caipiriñas en las playas de Sudamérica a costa del colchonero medio, el fichaje del medio centro que hemos tardado diez años en encontrar todavía en tela de juicio y por ende la planificación de la temporada que viene pospuesta hasta una mejor ocasión, me temo la esperanza de hacer las cosas con criterio se desvanecen en el eter.

Nunca he sido un gran defensor ni del fichaje de Quique ni del fútbol que yo tenía (y tengo) asociado a su figura pero hay que reconocer primero el mérito de haber conseguido sacar la cabeza entrando en el lodazal que entró y después que por circunstancias de la vida las cosas son como son y el que está en el banquillo hoy por hoy y con una final después de 15 años es él. Si de verdad alguna vez el Atlético de Madrid pretender parecer un club serio y con aspiraciones me temo que las soluciones pasan por hacer las cosas con cabeza, lógica y juicio por una vez en la vida y sin que sirva de precedente. Gracias a la desgracia de una segunda vuelta sin pena ni gloria aprovechemos para dar los mandos del proyecto a Quique (o quién sea) y dárselos ya. Si no va a ser Quique que se decida también ahora el sustituto pero que no dependa del resultado de un partido en el que puede pasar cualquier cosa. De esa manera tendríamos tiempo para pensar, para buscar dos jugadores por puesto, para convencer a los que están hoy del proyecto futuro y para llegar al verano con los deberes prácticamente hechos. Eso sí, a falta de olvidarnos para siempre del tándem tóxico Gil-Cerezo es fundamental como mínimo una orden de alejamiento contra Pitarch cuanto antes.