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¡Un abrazo!

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Ecosistema

At. Madrid 1 - RCD Español 0

El funcionamiento del fútbol es bastante parecido al de cualquier ecosistema. En contra de lo que pudiera parecer, si uno tuviese la poca inteligencia de dejarse llevar por las reglas baratas y simplificadas que imponen los medios de comunicación, ni es algo binario, ni es sencillo de entender ni es sólo cosa de dos. Una cosa es que todo este montado para que el beneficio, las loas y los euros, se repartan escrupulosamente entre Real Madrid y Barcelona (que es así) y otra que el fútbol, como deporte, como competición o como fenómenos social, sea tan sumamente mediocre que se pueda explicar simplemente con una moneda que cae de cara o de cruz. No lo es. A la espalda de los focos conviven cientos de formas de jugar, cientos de objetivos distintos, cientos de formas diferentes en las que encontrar alegría y cientos de desgracias de diferente pelaje. Ahí está la esencia del fútbol  y no en peinados de fantasía, en circenses celebraciones ofensivas, en peleas mediáticas por ver quién la tiene más grande, en lavados de cara para pateadores de cabezas con madre compungida, o en luchas denodadas por robar jugadores que tengan la “desgracia” de corretear fuera de la galaxia.

En ese contexto sobreviven también tipos como Javier Aguirre, uno de esos entrenadores (no es el único) que conocedor de este complejo sistema, tira de inteligencia callejera para fundamentar su fútbol en una suerte de discreto elemento parásito, que con habilidad picaresca vive de los demás. Haciéndose fuerte en los márgenes del reglamento. Su fútbol, conocido muy bien por la ribera del Manzanares (desgraciadamente), vive detrás de las fuerzas motrices que mueven el sistema. Nunca sale a conseguir ningún objetivo concreto sino que, agazapado en la sombra, espera a roer cualquier cosa de valor que caiga en la batalla. Aguirre nunca sale a ganar un partido. Él sale a sobrevivir. A mantenerse agarrado al palo cuando sopla el viento. A esperar a que los otros pierdan. Las premisas son sencillas: total desprecio por el balón y prohibido construir. El equipo debe jugar muy junto y compacto para llevar a cabo su principal misión que consiste en asesinar al ritmo. Acabar con el fútbol y su despreciable necesidad de continuidad. Rompiendo las intenciones del rival. Preferiblemente siguiendo las propias reglas pero recurriendo a otras posibilidades si fuese menester. En ese caldo de cultivo, el jugador debe estar pendiente siempre del error del rival porque ahí está la clave y para lo que el equipo está entrenado. Aguirre gana sólo cuando los demás pierden. Una forma de entender el fútbol que, lejos de lo que alguno piensa, no es una cuestión de jugadores ni de presupuesto. Es filosofía de vida. Aguirre jugó de esa forma como un equipo formado por los mejores Maxi, Simao, Forlán y Agüero. Demoledor. El juego de Aguirre no funciona para intentar ganar títulos o éxitos en los que sólo puede quedar el mejor. Sirve exclusivamente para éxitos menores en los que no gana el mejor sino el menos malo. Y por cierto, para ese puñado de aficionados de simplificada mente y que sólo distingue entre jugar como el Barça o jugar al contrataque, cualquier parecido entre lo que hace Aguirre y lo que hace Simeone es mera coincidencia.

Por cosas como lo descrito anteriormente el partido contra el Español fue muy complicado. Los periquitos salieron con las premisas de su entrenador grabadas a fuego y con el nivel de intensidad suficiente como para no sentirse superados en esa faceta por su rival. Olvidándose del balón, depreciando la construcción de juego y rompiendo cualquier atisbo de circulación propia o ajena. Y es una pena porque creo que el Español tiene mejor plantilla de lo que su entrenador desearía. Lo demostró al final del partido, cuando liberado de las cerril armadura de Aguirre, el equipo decidió tratar de ganar el partido jugando. La primera parte fue sin embargo una coraza pétrea que rompía el ritmo de un Atleti bien plantado, con buenas ideas, con ganas y sentido que sin embargo se tropezaba con la rocosidad del rival. Bueno y con el árbitro, que siguiendo la consigna de las últimas semanas, volvió a ofrecer un gran ejemplo de cómo perjudicar claramente a un equipo sin que se note demasiado. Tarjetas que no aparecen y que provocan el juego al límite del rival, constantes rupturas del ritmo (también) que desquiciaban a los locales, diferencias de criterio, faltitas que no veo… pero claro, el Atleti juega y llega al área y Diego Costa puede fácilmente ser pateado dentro del área. No pasa nada. No se pita el penalti y punto. Total, ¿quién se va a enterar? Salvo estas "minucias" y un par de remates de cabeza de Villa, la primera parte acabó sin pena ni gloria.

La segunda parte apuntaba por los mismos derroteros pero tras diez minutos de “más de lo mismo” apareció la magia. Gran giro de Villa en zona de tres cuartos que consigue colocar un pase al hueco para Diego Costa que, aguantando las tarascadas e intentos de desequilibrio del rival, fue capaz de encarar la portería y marcar con la zurda. 1-0. En esa tesitura el Español se vio perdido. Incapaz de ir a por el partido, no sabía cómo atacar a un Atleti que, liberado de la necesidad de ir desaforadamente a por el partido, se dedicó a fijar las líneas y minimizar la necesidad de riesgo. Así que fueron pasando los minutos sin pena ni gloria y con muy poco que contar. Los de Aguirre tiraban desde 50 metros y el Atleti llegaba de vez en cuando en contrataques que no eran tales porque el Español rara vez atacaba con más de dos o tres efectivos. Aun así, Costa pudo marcar en una soberbia jugada personal en la que se fue de todos y falló delante de la portería por puro agotamiento. Sólo a falta de quince minutos el cuadro periquito decidió quitarse el corsé y jugar el balón en campo contrario. Fue cuando vimos que lo saben hacer. Metieron al Atleti en su área y consiguieron que los locales acabaran pidiendo la hora. Más cuando un brutal rodillazo de Cordoba a Courtois dejó KO al belga para aparecer completamente ido en las siguientes jugadas. Dando la sensación de que cualquier tiro de los catalanes sería imposible de atajar. No ocurrió así.


Tres nuevos puntos que dejan al Atleti en el mismo lugar en el que estaba. En lo más alto, a tres puntos de la cabeza en vísperas de un Madrid-Barça. No esperen encontrar esa lectura sin embargo en ningún medio de comunicación profesional. Faltan diez jornadas, es decir, estamos ese último tercio de liga del que siempre hablaba Don Luis Aragonés. Ya es oficial, la campaña del Atlético de Madrid, ocurra lo que ocurra, ha sido un éxito. Olvídense de lo que cuenta el telediario o esos señores tan ordinarios que ladran por las noches en la televisión. Piensen que a efectos mediáticos vivimos en Corea del Norte. Sólo existe una verdad y el pueblo hace bailes al unísono repitiendo lo que dice el elegido. El Atleti es ahora mismo un equipo respetado y admirado por los medios de comunicación de todo el mundo… menos los españoles. Echen un vistazo ahí fuera y verán que no les miento. Es reconfortante hacerlo. 

Partido a partido (conviene recordarlo)

RCD Español 1 - At. Madrid 0


Decía Simeone en la víspera que una de las mejores cosas que tiene el Atleti actual es ser capaz de esconder los defectos y potenciar las virtudes. Sabía lo que decía. Hoy es un buen día para saber que tenía toda la razón. Los cantos de sirena que últimamente nos regalan los medios de comunicación de tradición hostil, quizá nos había cegado la capacidad de percibir la realidad pero no dejaba de ser una alucinación. El Atlético de Madrid es un gran equipo construido por Simeone con apenas un puñado de jugadores de elite... y un gran montón de apaños. Tan crudo como evidente. Pensar que el equipo tiene fondo de armario para competir en tres competiciones es engañarse. No lo tiene. No es la primera vez que lo digo. Simeone tiene un once claro sobre el césped, un once que todos somos capaces de recitar de memoria, que cada vez que tiene que modificar es un verdadero drama para el mundo colchonero. Y no es sólo cuestión de que la salida del nuevo jugador rebaje la calidad, que la rebaja, sino que el efecto es mucho peor al tener que obligar al equipo a jugar de otra forma. Pero ojo señores, el Atleti ha perdido hoy en Cornellá, haciendo un partido malo y espeso que en ningún momento ha merecido ganar, sí. Ha demostrado carencias y problemas que se consolidan y que ahora veremos, sí, pero qué quieren que les diga, estamos segundos en la clasificación a un punto del Barça. Creo que sobran lágrimas y falta autoestima.

El partido olía mal. Reconozcámoslo. Los parones por juego de la selección suelen ser letales para los equipos que están en racha positiva y rejuvenecedores para aquello que están en racha negativa. El Atleti llevaba mil partidos sin perder y el Español unos cuantos sin ganar. Con todo ello el partido comenzó como tantos otros. El rival, consciente de contra quién jugaba, decidió comenzar la contienda con el máximo de adrenalina, intensidad y exigencia física. Y le salió bien. En el enjambre de jugadores que Aguirre situó en el centro del campo salió victorioso el equipo catalán que desactivó el Atleti con el balón y se hizo con el control del partido. Sin demasiado fútbol y sin ocasiones de gol ni llegadas significativas, el Español sin embargo daba la sensación de mandar en el terreno de juego, maniatando a un Atleti que no era capaz de encontrarse. En esos casos suele aparecer la figura de Arda Turan para cambiar el tono del partido pero por alguna razón hoy estaba en el banquillo. El problema, como digo, no es que el turco no esté en el campo sino que el que está es Raúl García. Y no lo digo por su falta de calidad (aunque hoy ha vuelto a hacer el típico partido intrascendente de Raúl García) sino que es básicamente un jugador diferente. Otra tipo de jugador que obliga al equipo a jugar también a otra cosa. Sin magia, sin capacidad de sorprender, sin desborde y sin cerebro. ¿Qué otras veces ha funcionado? Cierto. ¿Qué no es la mejor opción? Así lo creo. Tengo clarísimo también que es un error de planificación y una falta grave de quién quiera que sea el que realiza la dirección deportiva de este equipo.

Pero el Español, para ser justos, no tiró una vez a puerta. Es más, pasada la media hora, la intensidad no era la misma y el nivel de presión tampoco. En esos minutos, sin que fuese tampoco una cosa exagerada, el Atleti tuvo algo más el balón, jugó también algo más en campo contrario y hasta llegaron las primeras ocasiones. Siempre a cargo de Koke, primero de cabeza y después rematando con el pie al poste. Delante Diego Costa, muy vigilado, estaba bien bloqueado por los de Aguirre y Villa... directamente no estaba. Lo del güaje empieza a dejar de ser una sospecha para empezar a ser, desgraciadamente, una evidencia. No está y lo que es peor, no se ve que pueda estar. Ojalá me equivoque y una vez más Simeone provoque un milagro pero todo apunta a que Villa será uno de los grandes problemas/decepciones del Atleti de este año. 

Pero no estaríamos hablando de todo lo anterior si el Atleti hubiese salido al campo en la segunda parte de otra manera. De forma incomprensible el once colchonero saltó al césped bajo de tono, desequilibrado, sin rítmo, alejado del balón, romo en la presión y con inquietantes muestra de fútbol especulativo. El Atleti es grande cuando no rebaja un átomo su intensidad ni su mentalidad en el campo. Si lo hace pasa a ingresar en la mediocridad y eso es lo que ha pasado hoy. El Español, viendo el regalo, se fue arriba, se situó en terreno rival, abrió el campo y empezó llegar. Avisó por dos veces con sendas paradas de Courtois (la primera, otra vez, prodigiosa). En la siguiente vez ya no acudió Courtois ni la suerte a salvar los platos. Un buen cambio de juego hacia la izquierda, acaba con el un balón colgado al área en el que Alderweireld se come a su defensor y en el despiste el propio Courtois se mete el balón en propia puerta. El belga debutaba hoy en la plaza colchonera y no sale demasiado bien parado. En la primera parte, sin demasiado trabajo, dio muestras de solidez y síntomas de integración en la plantilla. En la segunda, en la que sí fue exigido, dejó serias dudas respecto a su capacidad defensiva. Demasiado blando. Es el primer partido y es difícil entrar en un equipo tan construido pero dejo sensaciones contradictorias.

A partir del gol del Español se acabó el partido. El viejo conocido de Aguirre sacó todo su muestrario de anti-fútbol y marrullería para que no se jugara nada. Algo que además de lamentable hace deslucir la buena labor de su equipo hasta ese momento. Con el Atleti perdimos demasiados partidos por esa obsesión y me temo que con los demás equipos también le ha pasado. Pero hoy no es el día para reprochárselo porque le ha salido bien. Es cierto sin embargo que enfrente tenía una Atleti deslucido que a partir de ese momento, además, se volvió loco. El carrusel de cambios de tinte ofensivo no hizo más que acumular jugadores en la zona de tres cuartos pero con exactamente el mismo efecto que antes. El partido empezó a jugarse en el campo del Español pero en mi opinión se debía más a demérito de los catalanes que mérito de un equipo rojiblanco que no era capaz de encontrar un norte que en ningún momento del partido supo nunca ni siquiera en qué lugar buscar.

Primera derrota del Atleti en la temporada, no sólo en liga, que levantará las voces de los cenizos y alegrará la noche de esos rivales que antes de ayer nos abrazaba con condescendencia y estaban contentos con nuestra caricatura pero hoy nos odían con todas sus fuerzas. Me gusta. Borrón y cuenta nueva. Centremos el discurso. Partido a partido. Conviene recordarlo. 

Cien patadas y un gol a la desesperada

At. Madrid 1 - RCD Español 0

William James es un filósofo americano que dijo eso de que no hay mayor mentira que la verdad mal entendida y yo estoy de acuerdo. Durante mucho tiempo nos han estado vendiendo con grades campañas publicitarias este tipo de entrenadores resultones cuyo principal mérito, y su principal argumento en el que fundamentar su éxito, era apartarse del fútbol. Paralizar el flujo natural del balón. Acercarse a los límites del reglamento. Jugar con los detalles de forma maligna. Entrenadores que surgieron como champiñones a finales de los años 90 coincidiendo con el crecimiento de la importancia de la preparación física, y el físico, dentro del fútbol. Entrenadores que con sus argucias conseguían dejar en puestos de la zona tranquila de la tabla a equipos con plantillas mediocres destinadas a pelear por no descender. No hace falta que les de nombres pero hoy uno de ellos se sentaba en el banquillo visitante del Vicente Calderón. Pero esos otros personajes que también entraron en el fútbol por la puerta de atrás, ya saben, empresarios del ladrillo, mariposas del poder, personajes extraños... nuestro Consejero Delegado sin ir más lejos, ajenos a la historia y el legado de este bendito deporte, reacios a sentarse un estadio y disfrutar de un buen partido, entendieron que esa forma tan rupestre y limitada de ver el mundo del balompié no sólo valía para salvar la categoría sino para elevar rápidamente a la cumbre a equipos con aspiraciones históricas. Así que allí acabaron. En banquillos como en del Calderón consiguiendo campañas mediocres que nos vendían como grandes éxitos. Sufrimos además el fútbol primario de Aguirre durante varios años y lo que es peor, el que un nutrido grupo de personas acabase convencidas de que ese era el camino correcto. No lo era. No lo es. Es evidente. Comparen con Simeone y se acabará el debate. 

Porque una cosa es un equipo italianizado, vertical, espeso en defensa, rocoso, intenso, reacio a especular con el balón...y otra lo que plantean entrenadores como Aguirre. El “reanacido” equipo perico se presentaba en Madrid siendo la escuadra revelación de esta segunda vuelta pero lo que hemos visto ha sido ese conocido equipo autobús cuyo objetivo era casi exclusivamente parar al rival. El Atleti salió a lo suyo. Con el once titular en liza, el equipo tiro durante quince minutos de presión, agobio, intensidad y ganas de ganar. El Español achicaba. El Atleti quería el partido. Llegadas sin tino, peligro a balón parado, desborde por bandas,... el Atleti lo intentaba pero no se conseguía la claridad necesaria para marcar. El partido, eso si, ya entonces tenía como protagonista a un espectacular Diego Costa que era la pesadilla de los de Barcelona. El brasileño recibía de espaldas, ganaba el desmarque, desbordaba con balón,... un autentico crack que está en un momento dulce y que además parece no tener límite. Él fue el protagonista cuando en un spring espectacular llegó primero a un balón divido que probablemente podía haber provocado la expulsión de su rival y lo volvió a ser cuando nuevamente anticipándose a la defensa es arroyado dentro del área y para permitir a Falcao marcar la pena máxima y seguir sumando goles. 

El Español, que hasta entonces se había dedicado básicamente a dar patadas, lanzar patadones y parar el partido, parecía tener la obligación de hacer algo más pero lamentablemente su receta fue simplemente aumentar el número e intensidad de las faltas y apretar un poco más el nivel de desquicie y provocación para llevar el ambiente un poco más al límite de la flor de piel. Tanganas, insultos,...tiempo muerto. Esa era la receta. Y en la trampa cayó un ingenuo Gabi cuando la primera parte llegaba a su fin. Un error en el pase del canterano provoca un contrataque perico que el propio Gabi, en parte por ser necesario y en parte por sensación de culpa tras su fallo, se encarga de parar con una falta tan ingenua y simple como innecesaria. Los jugadores se marchaban así al vestuario sabiendo que volverían con uno menos. 

Pasado el cabreo durante el descanso, los colchoneros esperábamos una segunda parte de acoso y peligro por parte de los catalanes. Pero no fue así. Bien al contrario. El Español de Aguirre es un equipo construido exclusivamente para destruir y esperar la casualidad del gol. En la rivera del manzanares sabemos bien que sus equipos son incapaces de llevar la iniciativa, de jugar, de crear fútbol....y más si enfrente tienen a un equipo tan solidario y bien plantado como el rojiblanco. El Español perdía el balón y los madrileños salían al contrataque, eso fue lo que ocurrió hasta el final del partido. Ocurrió lo mismo infinidad de veces pero unas veces el cansancio en el último tramo, otras veces las imprecisiones hacían que el segundo no llegase al marcador. Los últimos minutos, con martin Petrov en el campo tirando balones desde la izquierda, fueron más emocionantes que otra cosa pero sirvieron para que el Atleti tirase de casta y orgullo imponiéndose en un cinematográfico final en el que el Calderón en pie animaba a los suyos. 

El Atleti sigue la senda gloriosa de la liga tres días antes del fundamental partido de Copa contra el Sevilla. Uno, en su ingenuidad piensa que teniendo al cuarto clasificado a quince puntos lo mismo hubiese sido mejor haber rotado hoy a los jugadores y no el pasado jueves pero casi mejor no darle más vueltas al asunto. Miremos adelante y seamos optimistas ante el futuro.


Día triste

At. Madrid 3 - R. Zaragoza 1



“Entonces sentí que había tenido un sueño, recordé las cosas que había visto. Puedo escuchar todavía las cosas que dijiste con aquel mal sueño en mi cabeza. Fue un día triste. Un mal día”.

Hace más diez años que las temporadas del Atlético de Madrid tienen en común un rasgo verdaderamente triste. Desde hace más de una década, los aficionados esperamos consciente o inconscientemente la fecha de la temporada en la que nuestra ilusión exhala definitivamente su último suspiro. La fecha en la que la desesperación se hace roca, los sueños arena y todo el mundo toma conciencia de que lo que queda por delante será una aburrida carrera hacía una miserable orilla, sobre una canoa que hace agua por todos los sitios y en la que pasaremos malos ratos intentando achicar agua. Me temo que esa fecha ya ha llegado para el Atlético de Madrid. La temporada 2011/2012 tiene la misma pinta que cualquier temporada anterior. Cualquiera en la que lo crítico de la clasificación justifica las medidas desesperadas. Cualquiera en la que siempre y de antemano se sale con el cartel de víctima sobre los hombros. Cualquiera en la que para navidades el equipo ya es irremediablemente una pena sin futuro, sin esquema, sin ambición sin jugadores y sin entrenador.

Uno trataba de pensar sobre el tipo de sensaciones que podría encontrarse esta tarde en el Vicente Calderón pero ya antes de llegar al estadio tomaba conciencia de la inutilidad de estos pensamientos. La tremenda inutilidad tanto del partido por ver como de partidos venideros. Ganar era prolongar la agonía de un proyecto muerto y caduco del que sólo me preocupa el estado de fermentación y putrefacción al que puede llegar el equipo hacia el final de la temporada si nadie pone remedio. Perder era desgarrar la herida letal que ya ha matado ese equipo que en la actualidad viste con la equipación del Atlético de Madrid. Evidentemente uno siempre espera la victoria de su equipo pero evidentemente también uno sabe lo que viene después. Espesura en casa, cobardía fuera. Sopor en el Calderón y empates que se transforman en patéticas derrotas más allá del Manzanares. Alguna que otra derrota humillante con algún que otro histórica rival entre medias. Al final hoy se ganó, pero en un día triste que solamente valdrá para estirar el mal sueño.

El Calderón presentaba esta tarde una imagen bastante triste también. A pesar de las cantidad de caras desconocidas, gente perdida y con entrada que impedía la entrada en los vomitorios, la grada presentaba una entrada pobre y silenciosa. El Atleti se presentaba en el césped con algo de timidez y una disposición algo más coherente que otras veces aunque con la inevitable apuesta medular del psicólogo de psicólogos, ese tándem Mario-Gabi que tantas pesadillas promete a la sufrida parroquia colchonera. Lo bueno para nosotros es que Turán estaba por allí y sobre todo que enfrente teníamos una escuadra diseñada por otro estratega de valentía y criterio incuestionable: Aguirre. El Mejicano, genio y figura, planteó un encuentro con cinco centrales y dos medio centros defensivos que también fueron o serán centrales algún día. ¡Viva el fútbol! Los colchoneros, atenazados, tocaban el balón en horizontal mientras los maños, constreñidos, esperaban en su área. Fútbol moderno. El esquema duró apenas 20 minutos. El tiempo que tardó Turán en poner un centro al interior del área que Adrián, completamente solo, remató a gol de cabeza. Los que sufrimos al bueno de Aguirre durante temporadas que parecieron lustros ya sabemos del “buen hacer” del mister. Da igual que pongas siete defensas cuando tus conceptos defensivos son tan pésimos. Por cierto, buen partido de Adrián, batallador y generoso, haciendo lo que lleva haciendo desde que empezó la temporada y que solamente la incomprensible necedad de su entrenador ha hecho que estuviese apartado de la titularidad en un equipo con poquísimos titulares indiscutibles. Con el 1-0 en el marcador, entonces si, el valiente de Manzano se atrevió por fin a salir del banquillo y plantarse de pie en el campo.

Con el marcador favorable y un rival aturdido al perder el objetivo marcado en el vestuario, el cero-cero, el partido entró en una fase intrascendente que paradójicamente fue lo menos malo del partido. Los madrileños tocando sin mordiente pero defendiéndose con el balón mientras el Zaragoza corría detrás de la pelota encerrados en su campo sin saber que más hacer. Diez minutos después una falta sacada por Gabi es, de nuevo, penosamente defendida por el Zaragoza y Domínguez en el segundo palo aprovecha para cabezear a la red. 2-0 y partido finiquitado.

La segunda parte comenzó con la entrada de Lafita y Micael por un par de entre los miles de centrales que tenía Aguirre en el campo y el partido se igualó. Se igualó en el sopor pero se igualó. Los aragoneses se decidieron entonces a intentar jugar al fútbol por primera vez en el partido y en el camino el encuentro se transformó en un intrascendente y soporífero intercambio de incapacidad. Una grada fría y apagada en un ambiente cada vez más gélido. En el césped la nada. Un monólogo de centrocampismo infertil y terriblemente feo que se rompió mediada la segunda parte con una gran jugada por la izquierda, probablemente la mejor del partido, que provoca un pase de la muerte de Luis Filipe para Adrián que éste aprovecha y marca por segunda vez haciendo el tercero. La brecha en el marcador era tan fuerte para entonces que la defensa atlética decidió recordar los tiempos de Aguirre (que tan bien imita Manzano cuando quiere) y en su homenaje defender con absoluta negligencia un córner que permitía a Postiga a marcar el definitivo 3-1.

A partir de ahí la sesión de cánticos populares. Comenzando con el merecidísimo: "Manzano vete ya" (significativo con el marcador a favor) y acabando con el todavía más merecido: "Gil, cabrón, fuera del Calderón". Ambos iniciados desde el frente pero sólo el primero de ellos secundado mayoritariamente por el resto de la grada. Lo mismo tiene que ver el que en todos los periódicos, todas las emisoras y todas las televisiones el único debate en el Atleti es siempre el del entrenador. Nada más.Tristísima victoria la cosechada por los colchoneros esta tarde. Una victoria que probablemente únicamente sirva para prolongar la agonía.


The Rolling Stones - Sad day



La otra liga (R. Zaragoza 0 - At. Madrid 1)




Tras una semana llena de noticias, anuncios, respuestas y sobre todo emociones para los llevamos el Atlético de Madrid en la sangre, se presentaba en el césped no sólo la contundente certeza del lugar dónde hoy por hoy se encuentra este histórico equipo sino la rotunda realidad de que de haber perdido esta noche nuestro equipo el fantasma de la segunda se hubiese vuelto a presentar de forma presente. Era momento de olvidarse de otras cuestiones bastante más importantes que tres puntos pero bastante menos concretas y trascendentes, para apoyar el escudo de nuestros amores. Todo lo contrario de lo que mucho cretino teledirigido pueda pensar.

Llegados a este punto eso si el Atleti juega otra liga. La liga de la mediocridad, la de luchar en tierra de nadie por conseguir el éxito de no tener que pasar apuros. La liga en la que suelen moverse los entrenadores que vienen a sentarse en el banquillo del Calderón y al lugar por el que tienen querencia. En esa tesitura los madrileños, despojados de supuestos objetivos marcianos que ya nadie se cree, saltaron al campo con carácter dominador, colocados, sin presentar una alienación demasiado extravagante y tratando de tener el balón, algo que hizo que se me saltaran las lágrimas. Bien es verdad que una vez repuesto tomé conciencia de que enfrente estaba un equipo entrenado por Aguirre, que es algo aso como el rey de los entrenadores ladrillo. Ciertamente tiene menos mérito hacer algo así contra Aguirre (no se puede ser más Bartolo que el propio Bartolo) pero algo es algo.

El Atleti tocaba, no paraba apuros en defensa, el balón estaba en campo contrario, Reyes y Koke (buen partido del canterano) reforzaban el centro dejando la banda cada vez que tenían ocasión y el Kun haciendo del el Kun. Lamentablemente Forlán también se dedicó a hacer de Forlán Contemporáneo y apenas se le vio con el balón. Los colchoneros tuvieron varias ocasiones tímidas a lo largo de los 45 minutos pero fue en las postrimerías del descanso cuando llegaron las ocasiones más claras. Especialmente una gran jugada vertical con una soberbia pared de Koke en la frontal del área que Agüero desperdicia en el último momento por no estar más rápido en el remate. La jugada posterior de saque de esquina de nuevo es una clarísima ocasión con remate de Tiago que los aragoneses sacan en la misma línea de gol. Con la que está cayendo, buena primera parte del Atleti.

La segunda fue otra cosa. Un cambio táctico de Aguirre en el descanso ponía un Zaragoza más dinámico y ambicioso sobre el césped y sin llegar al área ni crear verdadero peligro el Zaragoza se hizo con el control del partido. El Atleti y su mítico centro del campo desapareció y las buenas sensaciones de la línea de tres cuartos con Koke y Reyes desaparecieron a la vez que el equipo perdía el balón. Los aragoneses crecían y el partido se enfriaba pero llegado el minuto 20 ocurrió la clave del partido, una clave que demuestra en una jugada muchas cosas: el corazón del jugadores del Atleti, la calidad del Kun y el factor suerte en el mundo del fútbol. Corazón porque un balón muerto en el área pequeña atlética sirve de muestra para ver como los jugadores zaragozanos entraban al balón como alimañas desesperaban mientras que los colchoneros se agarraban al factor pusilánime sin acertar a despejar el balón. El balón podía haberse colado en nuestra portería y hubiese sido el enésimo error de la defensa. Por el contrario, casi por casualidad, el balón acabó tras un rápido contrataque en los pies del Kun para que el argentino demostrase al mundo lo gran jugador que es. En apenas diez metros Agüero se va de su rival, se escora, gana hueco y mete gol. No creo que existan jugadores en el mundo mejor al Kun en esos 10m. Un minuto antes el Atleti podía ir perdiendo. Un minuto después el Atleti mandaba en el marcador. Un golpe de suerte hizo que ocurriese una cosa y no la otra.

Con el marcador por encima y un Zaragoza perdido en el campo las cosas pintaban bien para un conjunto colchonero que en contra de lo que ocurre tradicionalmente no renegó del baló e incluso a su manera continuó dominando el partido. El problema es que no consiguió matarlo a pesar de las múltiples ocasiones que tuvo, todas de ellas por contrataques bien tirados pero muy mal definidos. Los cambios de Quique sacando a Elias y Diego Costa terminaron de estropear el asunto dando pie a la postrera reacción de los maños que acabando el partido remataron dos veces seguidas al larguero ante el impasible estupor de De Gea.

Tres puntos importantísimos para huir de la zona peligrosa de la clasificación y perdernos en la mediocridad de la zona media. Espero conseguir la tranquilidad que espante el fantasma de la segunda definitivamente para así poder concentrarnos en cosas más interesantes.

Historia de un error

Ayer por la noche, cuando se confirmaba definitivamente la destitución de Javier Aguirre, recibí en mi teléfono un número exagerado de mensajes de gente enardecida e ilusionada por un hecho tan necesario como inevitable, supongo además que esperando compartir conmigo una especie de extraña alegría que no comparto. Prometo con la mano en el corazón que no fui capaz de sentir en mis carnes ningún sentimiento parecido a la alegría cuando escuché la noticia sino la misma pesadumbre que sentía hasta entonces. Quizá un cierto alivio si que apareció, pero fundamentalmente lo que sentía era una pena inmensa por llegar a esta situación esperpéntica y por ser consciente de que a pesar del camino recorrido, las fuerzas gastadas y los disgustos sufridos, en realidad estamos como al principio, empezando de cero. Me acordé entonces de una de mis frases favoritas de un filósofo alemán llamado Novalis que decía: “cuando veas un gigante, examina antes la posición del sol no vaya a ser la sombra de un pigmeo”.

Que la contratación de Javier Aguirre fue un error desde el mismo día que firmó su famoso contrato es algo de lo que no tengo ninguna duda y creo que sobran argumentos para demostrarlo. Mi duda sin embargo ahora mismo es si ese error fue consciente o inconsciente por parte de quien lo ejecutó, ese veterinario venido a más que con gesto avinagrado y rostro "picasiano" responde al cariñoso nombre de “calamidad”.

En 2006 el inefable “calamidad” volvía a emplear la formula de contratar al entrenador revelación de la temporada anterior. Un entrenador sin apenas experiencia en equipos de gran presupuesto, generalmente acostumbrado a objetivos modestos y especialistas en configurar equipos rocosos, toscos y resultadistas. Una fórmula simplista que no funcionó con Manzano y que fracasó de forma estrepitosa con Ferrando aunque esta vez el tipo elegido se diferenciaba de los anteriores por algo que a la postre si resultó ser clave: la magnífica diligencia frente a la prensa. Se empleaba una fórmula que no había funcionado antes pero que además era incoherente con el tipo de jugadores que la dirección deportiva de entonces buscaba o sonaban para la plantilla: Agüero, Jurado, Snejder. Leiva, Van der Vaart… El revolucionario proyecto del amigo "Calam" incluía además la renovación total de la dirección deportiva incluyendo dos tipos ajenos a la obra como Garcia Pitarch y Amorrortu al frente de la secretaría técnica y categorías inferiores respectivamente. Al parecer según el silencioso dirigente los males del atlético de Madrid se debían al exceso de sentimiento colchonero en sus trabajadores y por eso decide sustituir los vínculos emotivos que pululaban por los pasillos para poner “verdaderos” profesionales. ¿Qué buscaba el heredero Gil con un entrenador divertido en la sala de prensa y rocoso en el campo, fichando jugadores técnicos de futuro del gusto de la afición y castañas pilongas del gusto de los técnicos e intermediarios, desnaturalizando de sentimiento atlético las oficinas del club y vendiendo que era un proyecto a largo plazo?

Javier Aguirre nada más llegar expulsa del equipo de muy malas maneras a García Calvo por mayor (un jugador que se portó muy bien con el club y que sigue a día de hoy jugando en primera división) y a Ibagaza, el único jugador de corte creativo que existía en la plantilla y cuya posición nunca se ha cubierto ni en esa temporada ni en las siguientes. Agüero, el fichaje más caro de la historia rojiblanca en ese momento, hace una temporada muy floja en la que no es usado de titular ni disfruta de continuidad bajo la excusa de que tiene que adaptarse al fútbol europeo y otras sandeces redactadas con gracia y cierta ternura. Meses más tarde, en verano y con su selección, el jugador literalmente se sale ante la admiración de todo el mundo. A lo largo de la temporada ocurre que la anteriormente conocida como “mejor pareja de centrales de europa” es defenestrada con intrusos como Ze Castro o el terrorífico Eller (petición expresa de Aguirre en navidad empeñado en tener un central zurdo) y se convierte en una de las defensas más flojas de la liga. Las famosas bandas en las que se basaba presuntamente nuestro fútbol (Petrov y Maxi) están permanentemente tapadas hasta que se lesionan. El centro del campo con el insustituible doble pivote de contención no sólo no creaba sino que ni siquiera contenía nada y adelante se desesperaba un cada vez más desesperado Fernando Torres correteando sin ton ni son por todo el campo. En una liga muy floja ganada por el Real Madrid, prácticamente por demérito de los demás, el Atlético de Madrid queda en una penosa séptima posición. Por el camino no ha jugado bien en ningún momento, ha salido cobarde cada vez que necesitaba salir a ganar (y ha perdido), ha recibido humillaciones del Real Madrid y sobre todo del Barcelona con un bochornoso 0-6 en casa, que desde entonces es el record de goles encajados.

A pesar de que desde la gerencia se vendía que era un proyecto a largo plazo Javier Aguirre sólo había firmado por una temporada justificándolo, con bastante coherencia desde mi punto de vista, en que antes de hipotecarse era mejor ver si en un año se habían cumplido los objetivos y si el proyecto estaba asentado o no. Después de un año ningún aficionado sabía a que jugaba este equipo y no le gustaba lo que veía. El equipo no estaba consolidado, la defensa era irrisoria con los centrales en boca de todos (secundados por la genuina labor de Seitaridis, Pernía o Varela), el centro del campo inexistente e irrelevante con Costinha, Gabi o Luccin repartiendo fundamentalmente patadas y una delantera voluntariosa (con un Fernando Torres corriendo por todo el campo, defendiendo en los corners al alto del equipo contrario y tocando la pelota en el centro) pero inoperante. El juego a balón parado era un chiste, no había ningún esquema, los resultados eran mediocres en general y patéticos con los equipos grandes y seguíamos sin estar en Europa o lo que es peor, con la humillación de tener que jugar la Intertoto. Es más, la temporada acaba con la bomba atómica de la venta del propio Fernando Torres. En lo único en lo que la labor de Aguirre destacó durante ese año fue en el trato con la prensa, exquisito y divertido en general. ¿Qué sentido tenía entonces renovar a Aguirre en estas circunstancias? Parece evidente. Sonaba interesante eso de que la prensa (y por ende la gran masa de aficionados) dejase en paz al escurridizo de Calamidad mientras se dedicaba a sus misteriosas fechorías. “Socialmente” (que es como eufemísticamente se dirige esta gente a la dirección gerencial del Atleti) la cosa marchaba como la seda (sic) y grandes proyectos como la venta de Torres o la del Calderón seguían su curso diáfano y sin interferencias hacia el objetivo. Bastaba un chascarrillo del “presi” Cerezo o una entrevista nocturna con el ilustrado mejicano para que todo fuese normal o estuviese dentro de los objetivos.

A partir de ahí todo lo que vino después fue una huida hacia delante donde cada protagonista (pero especialmente Aguirre) vivían con lo justo para ese día obsesionados por justificar lo injustificable. Apareció lo de los “objetivos”, lo que era “normal”, las “carreras de fondo”, lo del “es cuestión de tiempo”, lo del “con lo que hay”, lo de que “¿Cuándo ha estado mejor el equipo?” y demás fuegos artificiales que encubrían una gestión deportiva patética y sin cimientos que estaba avocada al fracaso. El supuesto proyecto no creció un solo milímetro desde que nació y lejos de consolidarse se embarró en una guerra resultadista que lo mantenía todo, con tan “mala suerte” de acabar la liga en la cuarta posición tras eso sí, otra lamentable temporada con fracasos humillantes en copa, UEFA o liga y donde a pocas jornadas ya se cuestionaba la labor del entrenador. Eso sí, tras el baño reparador que supuso la tan ansiada Champions el amigo “calamidad” respiró aliviado pensando en otro año de tranquilidad. Nadie pensó entonces en que la gente se cansa de las humillaciones, que los resultados disfrazaban la realidad, que el equipo seguía sin ser un equipo, que el juego era soporífero, que el espíritu ganador no existía, que el discurso era vergonzoso, que en el vestuario se estaban generando dudosos lobbies de poder que hoy están conmigo pero mañana pueden no estarlo, que algunos jugadores empezaba a estar muy cómodos mientras otros empezaba a estar hasta las pelotas,… en fin esas cosas que piensan los verdaderos gestores deportivos pero que no lo hacen los especuladores inmobiliarios de formación veterinaria.

Así, estirando el chicle hasta romperse se llegó a la actual temporada donde todo lo que estaba cogido con alfileres acaba por romperse en cuanto la “mala suerte” aparece y los que antes hacían un sobresfuerzo ahora deciden no hacerlo. Lo curioso del caso es que esto ocurre ante el estupor de una gran mayoría que todavía piensa que hasta Navidad todo era miel y ambrosía.

Así que estamos como al principio. Si todavía tuviese fe en que nuestros directivos pudieran aprender la lección y por una vez se les ocurriera hacer algo bien estaría contento y esperanzado ante lo que se nos avecina pero el problema es que no es una cuestión de fe ni de que nuestros dirigente tengan que aprender porque ellos están interesados en otra cosa que no tiene nada que ver. El interés de la troupe de “calamidad” es poder manejar el club atlético de Madrid como cualquier otro negocio especulativo de los que heredase en su día. El interés de este versado empresario es mantener en funcionamiento este club con el menor de los aspavientos posibles para poder vivir en su interior de forma cómoda y rentable. No interesan los gritos al palco igual que no interesan los trofeos o éxitos que puedan hacer que gente “inapropiada” pueda interesarse por este gracioso club. Es preferible mantener este concepto de equipo de perfil eternamente mediocre donde no pasa nada pero los abonos, el PPV y los ingresos por televisión siguen llegando y donde nadie se cuestiona la dilapidación del patrimonio de un club que por otro lado sus actuales “dueños” se apropiaron de forma ilegítima. Ese es el verdadero objetivo de la troupe de “calamidad” y con ese objetivo seguiremos si los cambios en este equipo se quedan en el portal de entrada.

Sé que Javier Aguirre aparecerá ahora en algunos foros como un mártir de la poderosa máquina aniquiladora de los Giles y Cerezos. Yo no lo creo así. Aguirre entró en un juego mafioso que en su momento le convenía y ha sido cómplice entregado de la troupe de “calamidad” hasta el día de hoy con una cariñosa y elegante rueda de prensa de despedida. Aguirre es culpable de una gestión deportiva mediocre que no ha cumplido las expectativas pero sobre todo de inculcar, mantener y publicitar un espíritu mediocre, acomplejado y perdedor que no correspondía a esta institución.

Sinceramente no siento su destitución ni creo que nunca eche de menos su labor en este equipo aunque Aguirre no creo que sea el cáncer de este club que una vez extirpado todo se soluciona. No es así pero tampoco es inocente de su patética y engañosa labor. Espero que los árboles no nos impidan ver el bosque pero en ninguno de los sentidos.

Le deseo la mejor de las suertes eso si y también se la deseo a Abel Resino, que la va a necesitar.

Hamsterdam

Viendo el otro día el partido en casa de un amigo ocurrió al terminar que su chica, una persona entrañable que tiene la suerte de vivir al margen del fútbol, nos hizo la siguiente pregunta: “¿Qué tal el Atleti?”. Yo lógicamente contesté algo así como que ni me preguntase sobre “esas cosas” porque me tenía de “muy mala leche” a lo que ella me contestó con una sarcástica sonrisa: “vamos, exactamente igual que desde el día que te conozco”. Conozco a esta chica desde hace unos diez años, más o menos, y lo verdaderamente triste de esta historia es que tiene toda la razón. Durante todos estos esos años, en mayor o menor grado, siempre he estado de este humor con mi equipo. No recuerdo en todo este tiempo estar verdaderamente ilusionado o contento del todo y si recuerdo estar permanentemente enfadado, cabreado y de quejarme amargamente de Ranieri, de Sacchi, de Ferrando, de Manzano, de los Gil, de Bianchi, de Aguirre, de Pitarch, de Costinha, de MA Ruiz, de Pernía, de Novo, de Javi Moreno, de Telemadrid, de la SER, de la COPE, de Cerezo y hasta de la megafonía del estadio. Ha pasado demasiado tiempo como para pensar que todas las cosas pasan por casualidad o por mala suerte. Demasiados años como para caer en el error de personalizar la causa de tantos males en tipos que pasan por aquí un par de años y se van. ¿Qué está pasando?

Finalmente lo tengo claro. Me lo explicó hace pocos días de una forma muy sencilla Howard Colvin, mayor de la policía en Baltimore Oeste en la ficción que representa en esa joya de la televisión que para este que escribe supone The Wire, una serie de la televisión de la cadena americana HBO, En un capítulo de la tercera temporada El señor Colvin, a punto de jubilarse, harto del lamentable estado de decadencia en el que se encontraba su barrio gracias al submundo que acompaña siempre al tráfico de drogas y dada la imposibilidad de su departamento para poder combatirlo, decidió explicar a sus pupilos cual era el problema y cuál era la solución. Lo hizo con el siguiente ejemplo: por alguna razón en los Estados Unidos está prohibido beber alcohol en las calles a la vista de todos lo cual parece una simple regulación sin importancia pero esa simple “norma de conducta” era en realidad muy difícil de controlar por parte de la policía dada la cantidad de gente que bebía por la calle, lo que les consumía unos recursos policiales que no tenían y lo que provocó que durante un periodo de la historia los departamentos estuviesen tan ocupados deteniendo a los borrachos que pululaban por las calles que literalmente no podían preocuparse de empresas más serias e importantes. La solución al problema vino sin querer pero de la forma más genial y simple en que podía llegar. A alguien se le ocurrió salir de una tienda bebiendo una cerveza pero tapada con una miserable bolsa de papel marrón de forma que nadie, entre ellos la policía, podía saber si estaba bebiendo cerveza o coca-cola. Las tiendas a partir de entonces vendían las botellas de alcohol tapadas con la dichosa bolsa y así, con una trampa tan sencilla, las pobladas unidades policiales americanas pudieron por fin olvidarse de si la gente bebía en la calle o no (no era delito ir con una bolsa de papel por la calle) y a emplear todos sus recursos en la lucha del crimen organizado. El Mayor Colvin quería explicar con esto a la gente de su departamento que estaban tan ocupados lidiando con los “camellos” que trapichean en las calles (delincuentes menores) que no podían abordar el verdadero problema: la cabeza organizativa de la red.

Ustedes dirán que esto no tiene nada que ver con el Atlético de Madrid pero yo lo he visto claro. Necesitamos una bolsa de papel que tape lo que está podrido pero es intrascendente (o menos importante) y nos deje a la afición colchonera pelear con todos nuestros recursos por lo que de verdad importa, Llevamos demasiado tiempo lidiando con problemas menores que si bien han sido muchos, y a veces no tan menores, lo cierto es que siempre escondían el verdadero problema de fondo: ¿Quién maneja los hilos y cómo lo hace? Llevamos más de una década en estado de letargo donde los errores se cuentan por docenas, los sinsabores son parte de la familia, la diversión y el espectáculo son fantasmas del pasado y donde los éxitos son algo así como leyendas increíbles de países muy lejanos pero de forma curiosa la cúpula del monstruo, esa que permanece oculta y sin hacer ruido, vive paseándose entre nosotros con una tranquilidad impropia de sus fechorías. Igual que los capos en The Wire. Es curioso pero en más de una década de mediocridad y tristeza no recuerdo una sola imagen de un dirigente del Atlético de Madrid acorralado por la prensa o la afición o pasándolo mal en su vida pública aunque sí recuerdo que ocurriese en el mismo tiempo cosas similares en otros equipos a los que además les ha ido bastante mejor que a nosotros como Real Madrid, Barcelona, Valencia o Sevilla,

Por un lado los grandes capos del monstruo han conseguido tejer una red mediática afín que eclipsa, difumina y oculta los trapicheos que ocurren en el atlético de Madrid lo que ha provocado que una gran parte de la afición este literalmente en estado de letargo pero por otro el resto de la afición estamos tan preocupados de guerrear con los camellos de poca monta: Pernia, Costinha, Bianchi, Ferrando, Pitarch, Amorrortu, Seitaridis, Aguirre e incluso de “matarnos” entre nosotros mismos en la búsqueda mitológica del verdadero sentimiento atlético que agotamos en esas guerrillas los pocos recursos que tenemos para luchar contra el verdadero problema de este club: La cúpula, la cabeza, el cerebro.

Aguirre no debe seguir un minuto más en este equipo por múltiples y variadas razones pero al fin y al cabo Aguirre es como un camello en una esquina de Baltimore, algo que hace daño pero que lo hace en un punto concreto de la historia a sabiendas de que es la voz de su amo y de que si se va de la esquina esta no se quedará vacía o limpia porque el gran capo mandará a otro de sus chicos. Esto no significa que tengamos que defender el que se quede (¡no por Dios, ni mucho menos!) o que tengamos que argumentar su inocencia (porque independientemente de su jefe es culpable del delito que ha cometido) pero lo más seguro es que su “retirada” simplemente suponga unos días de alivio y que tampoco sea ninguna solución si seguimos con la dinámica actual. Ya nos pasó con Manzano, nos pasó con Ferrando, nos pasó con Bianchi y nos pasará con Aguirre.

El Mayor Colvin decidió que ya que no podía acabar con el problema general al menos conseguiría, en honor a sus vecinos, tener las calles de su distrito limpias de droga así que ordenó a su gente que obligase a todos los camellos del distrito a marcharse a una zona de la ciudad abandonada donde podrían ejercer su venta ilegal sin que ningún policía les molestara. Una especie de gueto limitado donde no vivía nadie y en el que de alguna manera fuese legal la venta de drogas. Era su particular “bolsa de papel” y a ese lugar lo llamaron Hamsterdam. No acababa con el problema ni con el tráfico de drogas pero al menos sus vecinos vivían más tranquilos y sobre todo los policías podían ocupar su tiempo en luchar contra empresas más importantes,

¿Y si pudiésemos tener nuestra particular “esquina” limpia por una vez aun sabiendo que los capos siguen ejerciendo su actividad”? Una dirección deportiva lógica y un entrenador normal. ¿Seriamos entonces más y con más recursos para combatir el “crimen”?.¿Y si pudiésemos tener momentáneamente un discurso deportivo decente que a pesar de perder no nos avergonzase con su juego, su espíritu o su actitud? A lo mejor entonces no discutiríamos entre nosotros sobre vergüenza, dignidad, objetivos indefinidos, sobre lo que pasaría si….o sobre giles y cerezos como ente abstracto ¿Y si nos organizarnos para ganar pequeñas batallas con las que comer terreno a la organización (boicot a la prensa afín, boicot a las marcas e instituciones afines, guerra en las gradas a todo lo que no respete la tradición del club, protestar en el estadio por todo lo que no sea un discurso digno,…)?

La lucha contra la droga es tremendamente complicada y me temo que prácticamente imposible de solucionar atacando directamente a la cabeza porque estos están bien protegidos por la “red”. Al Capone fue a la cárcel por defraudar a hacienda a pesar de ser un sanguinario asesino, Me temo que aquí también habrá que entrar por la puerta de atrás.

Basado en un hecho real

Los partidos del atlético de Madrid últimamente son como esos telefilmes de sobremesa que solían poner hace tiempo y que comenzaban con un clarificador “basado en un hecho real”. Hablo de esos subproductos televisivos mal rodados, mal dirigidos y mal interpretados que intentaban contar una historia, siempre terrible, trágica y lacrimógena, pero donde a los cinco minutos ya conocías a todos los protagonistas , los buenos, los malos y también como acababa la tragedia. Eran productos soporíferos creados fundamentalmente para que te pudieses dormir la mayor parte del mismo sin perderte nada y sabiendo que despertases cuando despertases jamás perderías el hilo porque además en la mayor parte de los casos daba absolutamente igual lo que ocurriese al final. Hoy hemos asistido a uno de esos telfilmes en el estadio de Almería. Uno de los peores.

El comienzo del partido fue la enésima representación de la triste desidia en la que se ha convertido este equipo. La primera vez que tenemos el balón la echamos fuera de banda lo cual no es más que un aperitivo de lo que viene después, un Almería que va a por el partido y un Atlético que se acomoda en su butaca para ver que es lo que pasa. Cuando el partido lleva 5 minutos los que juegan con la camiseta del Atleti todavía no han conseguido pasar del centro del campo pero 30 segundos después el Almería se presenta en el área (los centrocampistas y la defensa siguen la jugada cómodamente desde sus butacas) y el primer remate es rechazado al centro por Leo Franco dando una segunda oportunidad a Uche que está vez los andaluces no desaprovechan. Menos de 7 minutos, 1-0 y haciendo el ridículo. ¿Qué entrena este equipo entre semana?

En el minuto 10 seguimos sin pasar del centro del campo salvo en un pelotazo a la banda de Simao con el que el portugués intenta inventar algo parecido al fútbol lo cual es prácticamente imposible. Es como intentar escribir el Ulises en papel higiénico y sin lapicero. Un hachazo de Asunçao, más juego feo… así, entre el caos y la mediocridad, el balón llega al Kun que encara al infinito en solitario y el Almería lo tiene que derribar. A. López saca la falta que remata Sinama sorpresivamente sólo en el área y empata el partido. Era el minuto 22 y el primer tiro a puerta del atlético de Madrid. Eso es lo que le salva a este atleti la suerte y un acierto ofensivo impropio de una maquina chirriante tan poco puesta a punto. A partir de ahí la única opción de los madrileños, no sólo para ganar el partido sino para jugar, pasaba como siempre por los patadones largos a la carrera de Simao y el Kun para que ellos solos inventen las jugadas, algo que como es lógico no suele salir.

Entre la fealdad siniestra de la que se apoderaba el partido salió beneficiado eso si el Atleti que casi sin querer consigue más poder en el centro del campo y no pasa tantos apuros hasta el descanso aunque lo único destacable en este periodo es un robo de Forlán en su campo, conseguir dar a continuación una cabalgada de decenas de metros para presentarse delante del portero y fallar, probablemente por el cansancio de la jugada. Resumen de la primera parte para el Atleti: ni un ataque elaborado ni un contrataque. ¿A qué juega este equipo?

La segunda parte empieza como lo hizo la primera, con un Almería volcado y un atleti timorato y acobardado que no sabe ni donde colocarse. El Almería saca faltas y corners mientras que el atleti vuelve a ser incapaz de pasar del centro del campo pero cuando todo parecía indicar que el gol andaluz era cuestión de tiempo apareció el señor colegiado para hacernos un tremendo favor expulsando injustamente a Perellano por una faltita sin importancia que le valió la segunda tarjeta amarilla. En un mundo normal cualquier persona pensaría que el Atleti lo tenía hecho y que la remontada era cuestión de tiempo pero nada más lejos de la realidad. El partido se abrió un poco, más motivado por las patadas que se repartieron a raíz de la expulsión que por otra cosa, pero nada cambiaba. Entonces apareció Aguirre para poner su gota de ambición cambiando a Raul García por Asunçao, mediocentro defensivo por mediocentro defensivo. Un valiente este Aguirre.

Pero aquí no cambiaba nada. Es más, el Almería hay tramos en los que sigue dominando el balón y la pelota incluso con 10 jugadores básicamente porque tiene más claro que hacer y porque le pone más ganas aunque todo tiene un límite y probablemente por razones físicas empezaron a recular perdiendo protagonismo y durante unos minutos largos el sopor se hace insoportable. Exactamente hasta que Forlán decide bajar al centro del campo a hacer eso que Aguirre tiene prohibido a sus centrocampistas que es recoger el balón e intentar jugarlo. Una vez allí le da un balón al Kun, este se lo devuelve en carrera al uruguayo que dispara un remate brutal que sólo el portero rival evita que se convierta en gol. Minuto 70 y primera JUGADA del Atlético de Madrid. Es el inicio de los mejores minutos de los madrileños que sin ser nada del otro mundo si que al menos consigue algunos remates de los colchoneros con cierto peligro.

El partido eso si es un correcalles sin centro del campo que es lo que le gusta el estratega de Aguirre que por cierto hacía aparentemente su primer cambio ofensivo en el minuto 77 sacando a Miguel de las Cuevas por Pablo (¡un centrocampista ofensivo por un central!). Falsa alarma. Según saltaba al campo el bueno de Miguel le decía a Raúl García que bajase a las tareas de central. Un valiente este Aguirre. Con el correcalle y la expulsión de Ever por doble amarilla en el minuto 90 termina un partido aspero, soso, feo, espeso, mal planteado, mal jugado y pero resuelto por el atlético de Madrid.

La prensa advenediza y la afición abnegada se agarraran al “puntito” que se ha sacado, empezaran a sumar “partidos sin perder” (el eufemismo de moda) y sacaran la pancarta de que estamos en UEFA o de que Aguirre no es el “único” culpable. El único culpable no creo que lo sea pero que es culpable es algo de lo que no tengo la menor duda. Basta ver más partidos del atleti y escuchar menos tonterías para darse cuenta. Para mi esto está muerto (desde hace demasiado tiempo) y sólo espero el día en que algo cambie para poder volver a tener ilusión. Llevo ya demasiados partidos viendo telefilmes que no me interesan.

Elogio a la intrascendencia

El problema de hacer sistemáticamente el ridículo en un campo de fútbol es que a partir de ahí es difícil que te tomen en serio. El problema de ser sistemáticamente cobarde es que es francamente difícil ganar nada. El problema de juntar esas dos cualidades en el primer partido de una eliminatoria de 180 minutos es que generalmente el segundo partido ya no vale para nada. La eliminatoria contra el Barça es un buen ejemplo de lo anterior: el Barça no nos tomó nunca en serio puesto que nos ha ganado la eliminatoria con los reservas aunque eso no ha sido óbice para hacer el ridículo en el Calderón, fuimos cobardes como lo solemos ser siempre y la eliminatoria se perdió en el partido de ida. El partido de hoy no tenía más que el morbo de ver lo grande que sería la herida en el corazón colchonero aunque ese es el papel que más le gusta a Aguirre, el de víctima a la desesperada, y aun perdiendo por segunda vez probablemente la sensación que quede en los medios de comunicación sea la de una cierta dignidad.

Es evidente que puede discutirse que el planteamiento que utilizó el Atlético de Madrid para encarar el partido es el adecuado para meter tres goles en el Camp Nou (yo personalmente creo que no puesto que me parece muy difícil remontar una eliminatoria esperando al rival y dándole el protagonismo) pero lo que es indiscutible es que al menos el planteamiento fue digno. Esa especie de 4-1-3-1 que se dibujaba en el campo no es algo nuevo para el equipo ni mucho menos puesto que es un dibujo al que Aguirre suele tender con facilidad, especialmente contra equipos en teoría grandes, pero una pequeña aunque significativa serie de matices han hecho que lo que en otras ocasiones ha sido un vergonzoso cerrojazo sin pies ni cabeza esta vea fuese un arma táctica más o menos convincente. El poco espacio que se dejaba al Barça, el minado del centro del campo a base de músculo, un Simao adelantado que mantenía a Alves a raya, pero especialmente la presión adelantada impidiendo la salida controlada del Barça desde atrás y robando el balón a distancias humanas de la portería contraria han hecho que el Barça no se sintiese cómodo en la construcción, que tuviesen dificultad para manejar el balón y por ende también para jugar. La razón de porque no se hizo algo parecido en el Calderón (que hubiese tenido más sentido con 0-0 en el marcador) es un gran misterio que desde mi humilde opinión tiene más que ver con el miedo endémico de nuestro entrenador que con otra cosa.

El partido empezó con dominio absoluto del balón por parte del Barça pero sin llegadas claras. Camacho, Banega, Raul García e incluso Simao y Sinama no dejaban jugar con facilidad al Barça que sólo gracias a las tradicionales “cagadas” de Pernía lograba de vez en cuando tirar a portería. Así, casi sin querer, una falta lejana lanzada magistralmente por Simao encontraba la cabeza de Sinama y se colaba en la portería. ¿Mira que si es posible? El equipo se animo, intensifico la presión, metió un plus de ganas y se vino arriba. Lástima que nuestra defensa, juegue quien juegue, no sabe defender y dejaron a Bojan que rematase sólo en el área un pase lejano desde la izquierda para empatar el partido. Pero el Atleti no se vino abajo (misteriosamente) y siguió buscando con criterio y presión el encuentro y casi consiguió poner en dificultades el marcador gracias a la colaboración desinteresada de Cáceres (un tipo que desentona claramente en el Barça), al buen hacer de Simao y algún apunte irrelevante de un Kun desconocido y falto de forma. Vale que el Barça estaba lleno de suplentes, que estaba dormido y que estaba falto de tensión pero al menos el atleti se pareció bastante al Atlético de Madrid en algunas fases de esta primera parte.

Pero Aguirre, genio y figura, tiene que se Aguirre hasta en estos días y decidió quitar a un hasta ese momento más que competente Camacho para poner a un lamentable Luis Garcia que hace muchos meses inició su particular decadencia deportiva. Puedo hasta llegar a entender que quite a Camacho porque tenía una tarjeta amarilla (aunque ¿era muy descabellado arriesgar en eso con un 4-1 parcial en la eliminatoria?) pero lo que no entiendo (ni creo que nadie entienda) es que tenga que ser Luis García el agraciado.

Aunque se mantuvo la buena actitud y la presión la segunda parte fue mucho más mediocre y según pasaban los minutos el atleti se iba desinflando mientras el Barça se limitaba a verlas venir especulado con el partido de forma peligrosa. De forma tan peligrosa que el propio Guardiola no lo vio claro y recurrió a sus chicos de referencia: primero Pujol y luego Messi para agarrar el partido.

En el minuto 68 un balón al hueco para el Kun provoca que este se frene y se eche la mano al gemelo. Un jugador profesional sabe que ese es el momento de retirarse del campo pero el Kun pidió seguir lo cual puede disculparse desde el punto de vista del jugador inconsciente del riesgo. Lo que no tiene disculpa es que desde el banquillo no lo quitasen inmediatamente. En la siguiente jugada el Kun se volvió a doler del mismo sitio (lógico) y tuvo que salir en camilla con síntomas de calambres. Esperemos a ver el alcance de la lesión pero digo yo, ¿Tendrán algo que ver los calambres con la alarmante falta de tono del Kun en los últimos partidos? ¿Después de las vacaciones en navidad y de descansar varios partidos es normal que un jugador profesional se retire con calambres en el minuto 70?

Según se retiraba el Kun salía Messi ante el clamor de su público y a renglón seguido Gudjhonsen ponía el definitivo 2-1 que daba por finiquitado un partido que estaba finiquitado antes de empezar. En las postrimerías del final se le anuló un gol por dudoso fuera de juego a Sinama.

Como vienen siendo habitual desde que está Aguirre en el atleti volvemos a ser eliminado de una competición sin pena ni gloria y lo volvemos a hacer además haciendo el ridículo. El discurso de que al menos hoy dimos la cara es el discurso de los perdedores en el que no me incluyo. No me vale.

Sin sorpresas

“Un corazón que está tan lleno como un vertedero. Un trabajo que lentamente te mata.. contusiones que no se curarán. Pareces tan cansado”

Para hablar del bochornoso partido de esta fría tarde en el Calderón entiendo que habría que remontarse al momento en el que nuestra incomprendida directiva (incomprendida porque no hay Dios que la comprenda) decidió renovar un proyecto deportivo, que ya era un proyecto muerto entonces, hace dos años para volver a hacerlo el pasado verano. El mundo del fútbol profesional parece que se ha transformado en una especie de agresivo gabinete de publicidad donde las historias empiezan y acaban en un cuarto de hora y en ese mismo tiempo aparecen dioses y villanos. En ese caldo de cultivo ganar un partido, sea como sea, hace que se olvide el pasado y el futuro y que todo empiece cada lunes. En ese caldo de cultivo es fácil que se olvide el como y el por que, es fácil que la masa interprete la vida a través de un frío resultado mientras que se tiende a explicar todo en base a reglas mnemotécnicas muy sencillas. De ese caldo de cultivo ha vivido este atlético de madrid mediocre que no hace feliz a nadie, deprime a mucha gente y que como mucho deja indiferente al resto. El Atlético de Madrid lleva demasiado tiempo siendo una mentira dirigida en la sombra por un tipo que no da la cara, “diseñada” por supuestos profesionales que no han entendido nada, ejecutada por un entrenador que reserva toda su inteligencia (y es mucha) exclusivamente para las ruedas de prensa y protagonizada por un puñado de jugadores entre los que se puede encontrar desde genios del balón hasta personajes en franca decadencia que en ningún momento han sido un equipo y que es muy difícil creer que puedan sentir un mínimo de empatía por la camiseta que se supone que sudan. El partido de hoy no ha hecho más que volver a enseñarnos, como ha ocurrido otras tantas veces, la mentira que otros intentan ocultar con sombras chinescas pero al menos hoy parece que hay más gente que se ha dado cuenta.

“Llevaré una vida tranquila, un apretón de manos, algo de monóxido de carbono. Sin alarmas y sin sorpresas...silencio”

Tras los humillantes traspiés en Valencia y contra el Barça el partido de hoy era emotivamente complicado. Todos sabíamos que el ambiente estaría espeso y a la espera hostil de lo que pudiera hacer el equipo. Era uno de esos partidos que se necesita personalidad y oficio para estar en el campo y supongo que por eso el genial mexicano decidió poner a Dominguez y Camacho en el campo dándoles el marrón de su vida a un par de canteranos maltratados, cosa que además ya hizo el año pasado con Camacho frente al Barça en el peor momento de la liga y en otro alarde de valentía mejicana. Una canallada de alguien muy pero que muy perdido. Por lo demás el partido de hoy ha sido un calco de tantos y tantos otros que llevamos sufriendo en el Calderón con el redicho mexicano bebiendo agua en el banquillo. El equipo salió viendo a ver que pasaba por allí mientras el equipo contrario, el Athletic de Caparrós, había estudiado el partido y sabía lo que tenía que hacer. Aun así la cosa no pintaba todavía demasiado mal en los primeros minutos. El Bilbao plantaba la malla de araña típica de los equipos de Caparrón, presionaba la salida de balón de los colchoneros (cosa que desde hace tres años hacen todos los equipos que juegan contra nosotros porque saben que siempre lo hacemos igual de mal) mientras nosotros nos limitábamos al característico pelotazo. Lo de siempre. Así llegaba algún córner, algún remate alocado de Maniche y demás pedrea futbolística. En una de esas jugadas que ni fu ni fa, Antonio López enganchó un derechazo desde su banda que dio en un defensa bilbaino con la suerte de que el balón se metía en la portería. 1-0, la grada más contenta y el ambiente más relajado parecía que podría servir para mejorar el tema pero el atleti de Aguirre es coherente con su estupidez. Como todas las veces que va por delante del marcador se dedicó a colocar sus jugadores en la frontal del área, a perder tiempo, a especular con el juego, a olvidarse del balón, a dejarse dominar y a verlas venir. Como tantas y tantas veces el equipo contrario se vino arriba, empezó a aparecer por la inmediaciones del área y como suele ocurrir en estos casos metió un gol poco antes del descanso metiéndose de lleno en el partido. El gol podría haber llegado de cualquier manera pero lo hizo con un disparo desde la provincia de Toledo que Leo Franco no vio.

“Este es mi último ataque, mi último dolor de barriga, sin alarmas y sin sorpresas...”

En el descanso Aguirre quitó Seitaridis y metió a Pernía que es como salir de Guatemala para ir a Guatepeor. El problema es que Antonio López, hasta entonces haciendo un partido digno, pasaba a la banda derecha. Llevamos tres años sin lateral derecho pero por la plantilla han pasado ocho centrales y seiscientos mediocentros defensivos. Recuerden que hay gente que vive de diseñar nuestra plantilla. Aunque da igual porque la segunda parte fue una alegoría de lo que es el discurso institucional de este equipo: una broma. Los bilbainos se creyeron que podían ganar el partido (lógico) y sin perder la compostura defensiva adelantaron mínimamente las líneas, lo suficiente como para que el atleti se perdiese en su espesura tradicional con el balón. Sin saber que hacer con el, con el equipo descolocado, parado, ansioso y sin ritmo, Ufjalusi, la persona designada por nuestro entrenador para crear el juego atlético, tuvo el error nuestro de cada día regalando un balón a Llorente para que este lo colocara dentro de nuestra portería. El error es garrafal pero es lamentable que el juego de un equipo de primera división que dice aspirar a algo tenga que salir SIEMPRE de los centrales, estando los centrocampistas SIEMPRE a 30 metros de distancia. A partir de ahí el caos más absoluto. Lo de siempre pero amplificado por los nervios, los pitos y la impotencia. Aparecieron las patadas , las tarjetas que se mezclaban con los patadones y los errores. También apareció la mano de Aguirre cuando en otro alarde de talento decide quitar a Dominguez (central) para situar al Banega (centrocampista) lo cual se podría entender como un cambio valiente si no fuese porque puso a Camacho (centrocampista) a jugar de central. Muchachada Nui, vamos. El Athletic de Bilbao parecía el Barça y el Atlético de Madrid el equipo en el que yo juego los domingos y así entre un ambiente raro, nada de fútbol y los gritos de “Aguirre vete ya” llegó el tercero de los vascos (aunque antes ya había llegado otro que el árbitro anuló por dudoso fuera de juego). Antonio López no cierra su banda, ningún central sale a hacer la ayuda y el balón llega franco al área para que Llorente la empuje de nuevo a la red.

De ahí al final más juego sucio, una incomprensible patada de karate de Maniche que lo expulsó del campo, los jugadores atléticos haciendo la guerra cada uno por su cuenta, algún pito desde la grada mientras el Frente Atlético cantaban jubilosos como si en el césped fuese todo miel y ambrosía, la disciplina táctica del Bilbao que desbarataba cualquier atisbo de reacción, frío, espesura, gente que se marchaba indignada del campo y mucha vergüenza entre los que quedábamos. Forlán redujo distancias en una desesperada jugada de Agüero pero el partido estaba muerto. Segundos antes de que al árbitro pitase el final la grada, por fin, empezó a cantar esta vez si un unánime “Aguirre vete ya” pero en cuanto sonó el silbato del colegiado el himno del atleti apareció más atronador que nunca para apagarlo todo.

Otro capítulo lamentable de un lamentable culebrón que ya dura demasiado. ¿Ustedes creen que servirá para que cambie algo?... ingenuos. Ansioso estoy por escuchar las excusas de nuestros dirigentes.

"No surprises" (Greenwood/Greenwood/O’Brien)
Radiohead - OK Computer (Capitol/1997)

Profesionalidad

Hace tres años, al finalizar la temporada 2005-2006, la “genial” directiva rojiblanca, esa dirigida por un antipático veterinario que se hizo cargo del atleti por enchufe el día en que Jesús Gil decidió que le quitaba mucho tiempo esto del fútbol profesional, decidió hacer cambios en todos los sectores del club para, según sus propias palabras, dotar a la institución de una mayor “profesionalidad”, remarcando lo de “profesionalidad” en contraposición del orgullo, la empatía, la pasión o el corazón, conceptos aparentemente incompatibles con la idea de club que tiene el ilustre veterinario. Al parecer, el problema de la patética trayectoria del equipo desde la vuelta a primera división (y los últimos años antes de llegar al “infierno” en los que “calamidad” era el jefe) no era la vergonzosa gestión deportiva, más digna de un local de lenocinio que de un club histórico, sino que radicaba en los trabajadores de pasado colchonero que pululaban por los pasillos del club. De esa manera tan sutil la cantera y las categorías inferiores quedaron presuntamente al cargo de un señor llamado Amorrortu (hay personas que afirman que el tal Amorrortu existe), la secretaría técnica en manos del tipo que echó a Benitez del Valencia y la dirección deportiva quedaba en manos de un simpático monologuista de acento exótico.

Tres años después los tres personajes que tenían que traer la “profesionalidad” a una institución centenaria siguen desempeñando sus cargos pero la profesionalidad parece haber mutado en lo que a su definición se refiere hacía algo parecido a la mediocridad. Los tres personajes siguen cobrando por llevar una camiseta que les viene grande, que desconocen, que les da alergia y que no les gusta. Una camiseta que intentan cambiar por todos los medios para que se ajuste a ellos y no al contrario. Una camiseta que les duele y les molesta pero que les engorda el curriculum además de darles de comer.

Las categorías inferiores siguen entrenando en canchas alquiladas, han adoptado sin esfuerzo la mediocridad reinante en el resto de departamentos del club y pasan desapercibido por los campos españoles hasta el día en que nos demos cuenta de que estamos luchando la promoción por descender de categoría en cualquiera de sus divisiones. El incomprensible tapón artificial que existe en el primer equipo, gracias al ideólogo mexicano, tampoco es que ayude mucho a ilusionar al personal. La secretaría técnica ya no existe y en su lugar tenemos una especie de suculento engendro inspirado en “El Bombero Torero” donde entre constantes desprecios y desplantes a la afición de la que vive, el señor de los trajes caros y las palabras necias cuela cada verano misteriosos fichajes “sorpresa” que nadie excepto su talento mercenario y las comisiones entienden. En la dirección técnica, encajando perfectamente con el otro par de “profesionales” y aferrado a su rupestre concepto abortista del fútbol, sigue ejecutando su particular decálogo de estulticia el mismo tipo que califica los 0-6 en el Calderón como de “sólo tres puntos perdidos”.

Siempre he pensado que era más fácil que MA Gil, Cerezo, Aguirre, Pitarch y Amorrortu entendieran al atlético de Madrid (igual que lo hemos hecho todos) e intentaran adaptarse a su concepto en lugar de que ocurriese justo todo lo contrario pero es evidente que estaba equivocado. Esta cuadrilla de señores grises están transformando un muy particular club centenario a su vulgar imagen y semejanza pero basta ver una foto de los protagonistas o escucharles hablar para ver de qué imagen estamos hablando.

Desde luego algo falla entre los colchoneros y no hace falta ser muy hábil para ver que entre nosotros hablamos de cosas distintas hablando de lo mismo. Yo hablo de un club cuyo proyecto deportivo está en ruinas y en claro declive mientras otros hablan de un club asentado que cumple los “objetivos” y en claro ascenso. A tenor de los medios de comunicación y la respuesta de la afición en los foros o en el estadio cada día tengo más claro que soy yo el que se equivoca pero me resisto a admitirlo por una sencilla razón, si fuese así tendría que reconocer que llevo muchos años animando al equipo equivocado.

¿Y qué esperabas?

Hace unos años un tipo iluminado ofreció a Keith Richards, mítico guitarrista de los Rolling Stones, politoxicómano en muchas fases de su vida y un tipo bastante peculiar en muchos aspectos, hacer un pequeño papel en la película Piratas del Caribe. El tipo se presentó al plató tardé, completamente borracho y sin haberse estudiado el guión. El director del evento, indignado, le preguntó a Keith que como tenía la poca vergüenza de presentarse en esas condiciones a lo que el bueno del señor Richards le contestó: “soy Keith Richards, ¿qué esperabas?”. Algo así es lo que cualquier aficionado al atlético de madrid, que como yo lleva sufriendo la mentira en la que se ha convertido este equipo en los últimos años, podría contestar a cualquier aficionado al fútbol que hoy presenciase en el peor escaparate posible la lamentable imagen que ha dado y que da el equipo que juega con el nombre y la camiseta del Atlético de Madrid. "Mi entrenador es Javier Aguirre, ¿Qué esperabas?".

Los partidos de nuestro equipo contra los equipos grandes suelen ser tópicos y repetitivos. Los colchoneros al menos sabemos dos cosas que van a ocurrir con seguridad: la primera es que “jugaremos” con miedo e inexorablemente con la misión de esperar lo que quiera hacernos el contrario. La segunda es que perderemos. La única duda al respecto a este tipo de partidos es el grado de humillación que adquiriremos por el camino que además en el caso de tratarse del Barça suele ser alto. El partido comenzó con un par de pelotazos de los rojiblancos a las inmediaciones de Simao y Forlán que ponían sobre el tapete todo el arsenal táctico de nuestro ejemplar entrenador. El equipo parecía algo más animado que en Valencia (donde ni siquiera apareció) y la poblada grada colchonera se las prometió felices durante escasos segundos. Un espejismo. El Barcelona no sólo es un equipo de fútbol, algo difícil de ver en el Calderón, sino que es un magnífico equipo de fútbol. Ocupa el campo a la perfección, es solidario entre sus jugadores, tiene equilibrio entre líneas, conocen a su rival y anulan técnica y físicamente sus armas y sobre todo se hace sistemáticamente dueño del balón, del ritmo del partido y del campo. Todo eso además con un puñado de jugadores de primer orden mundial. Si con el Racing de Santander pasamos la mayor parte del partido en nuestro campo, contra el FC Barcelona lo hicimos en nuestro propio área.

Con ese patético escenario el Barça se limitó a quitarnos el balón siempre que sacábamos nosotros y a tocarlo cerca de nuestro área buscando la mejor ocasión. La opción táctica del atleti se limitaba a despejar lo más lejos posible esa cosa a la que tanta alergia le tienen el equipo de Aguirre, el balón. El Barça ponía a sus buenos jugadores cerca de nuestra portería mientras Aguirre situaba a Asunçao de tercer central, a Maniche de cuarto, a Forlán de medio centro y a Simao de lateral derecho para tapar las subidas de Alves. En esas llegó la enésima jugada del Barça por la derecha, un balón llega a Dani Alves sólo en la frontal del área (claro) que se permite el lujo de hacer una pared de tacón para que ese excelente jugador llamado Messi ponga el primer gol en el marcador. La reacción del atleti la misma de Valencia, más patadón y menos balón.

El atleti siguió perdido muchos minutos mientras veía enfrente a un equipo que le superaba en todos los aspectos el fútbol: ataque, defensa, izquierda, derecha, arriba y abajo. El atleti es un equipo que no es un equipo y que juega a defender sin saber defender. El Barça es un equipo que lo hace todo bien. La diferencia de plantillas es significativa pero la diferencia entre la preparación técnica de uno y otro es infinita. Tanto que realmente duele. El partido seguía por los mismos derroteros en los que la grada hacía apuestas sobre que jugador del Barça metería el segundo pero Aguirre sacó a relucir otro de sus ejemplares recursos tácticos que tanta fama le han dado: las patadas. Como por arte de magia (o por pura desesperación) el equipo se puso a dar patadas a diestro y siniestro lo que provocó primero que el partido se afeara y luego que el árbitro tuviese un inusitado e injusto protagonismo. Sin entrar a valorar lo acertado o no de alguna falta o algún fuera de juego pitado el hecho de que al descanso la pitada de la grada fuese para el árbitro era tan injusto como el propio resultado.

Pero daba igual. La segunda parte siguió siendo igual que la primera (ni un sólo cambio por parte de Aguirre contento supongo con lo que había visto) así que en otra jugada de tiralineas del Barça el balón llega desde la derecha a Bojan en el área pequeña que no alcanza a marcar el segundo porque Heitinga, el holandés errante, decide derribarlo como suele hacerlo él: con torpeza. Penalty y expulsión. Segundo gol de Messi. Con el olor a goleada en el ambiente, los jugadores atléticos arrastrándose por el césped y los del Barça jugando al tran-tran se empezaron a escuchar unos tímidos gritos contra Aguirre desde la grada. Definitivamente la grada atlética está dormida. No sé si es causa de la desesperación, la falta de ilusión o era el frío reinante pero que viviendo la humillación (otra) que estábamos viviendo no puedo entender como la otrora encendida masa colchonera podía permanecer en respetuoso silencio que además mantuvo hasta el final.

El valiente de Aguirre decidió entonces hacer el alarde táctico de cambiar a Ufjalusi por Perea (¡guau!) y de poner a Ever Banega en el centro del campo, un tipo que tiene la mala costumbre de pedir el balón e intentar darlo con garantías, costumbre que supongo le tiene perdido en el ostracismo del banquillo. Con él en el campo en diez minutos el atleti tuvo la pelota más tiempo que el resto del partido (bien es verdad que el Barça estaba pensando en otra cosa ya) y hasta consiguió un córner en un arranque de furia. Fallo de marcaje en la defensa barcelonesa y Ufjalusi ponía un injusto 1-2 en el marcador. Pero amigos, en el campo estaba Messi así que antes de tener que sufrir un final de partido con nervios decidió dar una lección de lo que es jugar al fútbol con el balón en los pies. Se fue poco a poco calentando hasta protagonizar una precioso eslalón dedicado a Pernía, que lo vivió tumbado en el césped, y que sólo la mala suerte y el larguero impidieron que fuese gol. Lejos de venirse abajo repitió algo parecido en la jugada siguiente pero esta vez terminó en el tercero de los catalanes. Minutos después abandonaba el terreno de juego arropado por el justo aplauso de miles de colchoneros.

Y poco más. El partido terminó con la sensación de que el Barça no quería hacer sangre, de que la eliminatoria está resuelta y de que el equipo que hoy por hoy juega con el nombre y los colores del Atlético de Madrid no tiene pinta de que pueda ser protagonista de nada más que no sea una soporífera película de terror. Para ese nuevo colchonero optimista que siempre ve lo positivo incluso cuando no lo hay supongo que no habrá desazón posible y ya tendrá preparada la excusa que todo lo explique. Por ejemplo que Aguirre ha cumplido ya el objetivo: hacer un “buen” papel en la copa del rey. Al fin y al cabo ¿Quién puede definir lo que es hacer un buen papel?

El año nuevo

“Así que esto es el año nuevo pero yo no siento ninguna diferencia”

Durante los últimos día del año, tras la engañosa victoria frente al Español y aupado por la etílica alegría de alguno de esos señores que dicen ser periodista y dicen ser de nuestro equipo, se había instalado en el subconsciente colectivo colchonero una especie de optimismo enardecido del que personalmente no fui partícipe en ningún momento. Desde hace muchos meses he llegado a la conclusión de que el actual proyecto deportivo está enfermo y de que es incapaz de crecer. Podrán venir resultados esporádicos, pequeñas victorias sonadas, pequeñas rachas de luz y probablemente la consecución de algún que otro estúpido objetivo que vale para poco pero la realidad es la que es. El Atlético de Madrid es un equipo mal entrenado, sin personalidad, sin esquema deportivo, cobarde y que cada vez que tiene que elegir entre dar un paso al frente o recular elige recular. Un equipo que cada que vez que juega contra un equipo que pretende también estar en lo alto de la tabla pierde y además pierde haciendo el ridículo. Barcelona, R. Madrid, Sevilla y ahora Valencia. El Villarreal empató pero el ridículo fue equiparable.

Al igual que cada vez que jugamos contra un equipo grande, de esos que juega la que se supone que es nuestra liga, el Atleti de Aguirre ha vuelto a mostrar la verdadera dimensión de lo que es este equipo: un colectivo de personalidades apagadas, apáticas, conservadoras, sin empatía, con recursos individuales pero sin recursos de equipo que generalmente juega (o lo que quiera que haga) a merced del contrario pero especialmente lo hace contra este tipo de equipos. Durante los primeros cinco minutos de partido ya se han podido ver como un motivado equipo valenciano quería el balón el partido y un apático equipo madrileño no quería nada. Supongo que estar en la tercera posición de la liga y poderte acostar estando en segunda posición como principal amenaza del líder de la liga no es una motivación suficiente ni para Aguirre ni para sus jugadores.

“Así que esto es el año nuevo pero yo no veo ninguna resolución. Es una penitencia auto impuesta para soportar problemas que tienen fácil solución”

Es aburridísimo hablar del juego del atleti (casi tanto como verlo) pero ahí va una vez más: el Valencia se hizo dueño del balón, del ritmo y del campo mientras el Atlético de Madrid se parapetaba en su área desplegando su tradicional 8-2 (ocho defensas y dos buscavidas) como forma de afrontar un partido de liga frente a un rival directo. El Valencia se agarró a la fe y las ganas mientras el atleti se agarraba a la especulación. El Valencia, sin un juego deslumbrante, decidió apelar por repartir el balón con criterio hacia delante mientras el Atlético de Madrid apostaba (como casi siempre) por la ruleta rusa del patadón. De esta triste manera se sucedieron un gol anulado injustamente al Valencia cuando Heitinga decidió caerse en la frontal del área sin que nadie le tocase, otro gol anulado justamente al Valencia por fuera de juego milimétrico, un penalty no pitado al equipo che de forma injusta (aunque es de esos penalties que tampoco nos pitan a nosotros) y un penalty injusto (piscinazo) sancionado a favor de los levantinos y que supuso el primer gol en el marcador. ¿Y el Atléti?... bien, gracias.

La incapacidad de reacción del Atlético de Madrid de Aguirre es ya mítica a estas alturas y lo de hoy no ha hecho más que corroborarlo. Es más, en el día de hoy no ha existido ni siquiera un ligero atisbo de reacción. El Valencia seguía siendo el dueño de los puntos claves de esto del fútbol y el atleti seguía siendo el fiel reflejo de su banquillo: nada. Una jugada de Joaquín por la derecha que acaba en remate lamiendo el poste y el enésimo robo en la medular de los blancos que acaba en los pies de Silva para que suba el segundo gol al marcador. ¿Y el Atléti?... bien, gracias.

Pero este atleti tiene suerte y en una prodigiosa jugada de Simao por la izquierda (en una de las pocas veces que por casualidad le había llegado el balón al luso) Baraja decidió arrollar al Kun dentro del área sin razón aparente lo que sirvió para que Forlán transformara el penalty y que el marcador reflejase al descanso el esperanzador e injusto resultado de 2-1

“Así que todo el mundo se pone su mejor traje o vestido. Hagamos creer que estamos sanos por esta vez (...) como 30 discursos distintos confluyendo en uno mismo”.

Y el caso es que el Atleti salió en la segunda parte pareciendo un verdadero equipo de fútbol y no sólo eso sino un equipo que quiere ganar el partido lo que desgraciadamente no se trata de algo evidente desde que tenemos el tipo que tenemos en el banquillo, aunque desgraciadamente el espejismo duró poco. Una genial jugada personal de Silva acabó en un zurdazo brutal desde fuera del área imposible de atajar para Leo Franco que ponía un contundente e insalvable (especialmente a base de pelotazos) 3-1 en el marcador. Cosas como un gol de Silva son imposibles de prever o de parar en esto del fútbol y por tanto hay que contar con ellas. Con lo que no se puede contar es con un equipo que tira al retrete la primera parte de un partido en el que se juega como mínimo decidir en que tramo de la clasificación pretende jugar. En el mismo momento que el balón entraba en las mallas los atléticos sabíamos que el partido estaba perdido pero que se había perdido en la primera parte y que se había perdido por cobardía, que es la peor manera en la que se puede perder. A partir de ese momento hasta el final del partido lo que vimos fue una soporífera sucesión de faltas sin sentido, malos modos y la incapacidad técnica y anímica de un equipo como el colchonero que plagado de estrellas es incapaz de jugar como equipo. Eso si, seguro que Aguirre sigue cumpliendo sus benditos objetivos. Siempre hay una forma de disfrazar de positivas las cosas que son negativas especialmente para la gente que quiere creer.

Es fácil hacer leña del árbol caído desde luego pero en contra de lo que algún estúpido piensa ese no es mi caso. Mi discurso respecto a la dirección técnica del Atlético de Madrid ha sido el mismo durante los últimos dos años, ganando y perdiendo y aquí está este mismo blog para corroborarlo. No ha cambiado un ápice en mi forma de explicar lo que veo en el mismo grado en el que que no ha cambiado un ápice el discurso de nuestro penoso entrenador. Como dicen con cierta sorna los anglosajones: “different year, same shit”, es decir distinto año, la misma mierda.

"The new year" (Gibrard/Harmer/McGerr/Walla)
Death Cab For Cutie -Transatlanticism (Houston Party/2003)

Gafas y jersey suelto (duerme bien viejo amigo)

“Que forma de reaccionar...¿Sabías que no estabas volviendo?¿Había una luz al final?”

Existe un subgénero cinematográfico no muy reconocido por la crítica especializada que es ese en el que se enmarcan las películas de adolescentes en el instituto. En esas películas siempre hay fiestas, chicas guapas, baile de fin de curso y reyes del baile. Muchas de esas películas tratan también de una chica tímida y fea que acaba siendo precisamente la reina del baile aunque gracias a Dios el público de este género no es muy exigente y prefiere quedarse en el concepto porque sería muy fácil observar que basta quitarle las gafas y el jersey suelto a la chica fea para que se convierta en un bellezón de repente. En otras palabras, la chica es un bellezón desde el principio pero le ponen gafas y un jersey suelto para disimularlo. El Atlético de Madrid actual es esa chica fea que no lo es. Es esa chica guapa por dentro que desgraciadamente aparece en público con gafas y jersey suelto por alguna razón que se escapa a mi conocimiento. En la noche de hoy frente a un Español en caída, con una racha de resultados buena y una situación inmejorable en los primeros minutos de juego el equipo prefirió olvidarse de peinados bonitos, escotes generosos y poderío de ganador. Su lamentable entrenador, Javier Aguirre, decidió volver a vestir el equipo con lo que a él más le gusta: gafas y jersey suelto.

Y es que el equipo salió bien lo que afortunadamente es algo que se está convirtiendo en una costumbre. Frente al empuje inicial del Español el equipo se plantó serio, ambicioso, presionante y poderoso. Con esas premisas puede ocurrir cualquier cosa, es cierto, pero lo más normal es que teniendo el equipo que tenemos la mayoría de las veces obtengamos botín positivo como así fue en la noche de hoy. Una de las muchas jugadas trenzadas que hacía el equipo por la banda izquierda (¡cómo lo oyen!) acabó en un centro al área que Asunçao no puede rematar pero que recoge Maxi, gira el cuerpo para cambiarse la pelota de balón dentro del área y empotra el esférico en el fondo de las mallas con una violencia terrorífica. 0-1. El partido estaba controlado, el ritmo era bueno, el Español no encontraba su sitio, el control del balón era del atléti, el control del partido era del atleti y el partido se presentaba tranquilo y divertido... hasta que Javier Aguirre decidió, como siempre, sacar las gafas y poner el jersey suelto.

“Puede que las cosas hubiesen cambiado. Tu estarías ahí de pie sonriendo otra vez. Ahora flotas hacia el cielo.”

A partir de ese momento el partido entró en la dinámica que desgraciadamente es ya marca de la casa. Alergia al balón, lentitud, desapego por la velocidad, patadas, balonazos, pérdida de tiempo, especulación, fallos en defensa, fallos en ataque, centro del campo inexistente física y espiritualmente, juego aéreo, tosquedad, aburrimiento... les prometo que este que escribe ha flaqueado un par de veces y ha estado a punto de dormirse. ¿El Español? pues eso, un equipo muerto al que le das el balón y le dejas jugar cerca de la portería contraria suele venirse arriba y eso hizo. Lo hizo el Español y lo hicieron todos los equipos contra los que hemos jugado y nos hemos puesto por encima en el marcador. Alguien debería tomar nota y alguien debería aprender de los errores pero ni una cosa ni la otra.

Comenzó la segunda parte con la misma dinámica que acabó la primera y lógicamente pasó lo que tenía que pasar, un agujero tremendo en la banda izquierda es aprovechado por el Español para que Sergio Sánchez empale el balón a la escuadra contraria de Leo Franco que no puede hacer nada. 1-1 y la fría y desanjelada grada periquita se las promete felices... pero es en ese momento cuando vemos que el Atleti no es esa chica fea que parecía minutos antes sino un bellezón con grandes atributos. Con el empate en el marcador parece que las gafas y el jersey suelto ya no tienen sentido y con bastantes minutos de retraso por fin aparece el equipo que todos queremos. Ese equipo de pegada contundente, de velocidad y desmarque, de ambición y ganas. Como si los jugadores hubiesen recibido una ración de alguna sustancia dopante para la psyque el equipo se va hacia arriba, se apodera del ritmo, se apodera del balón y se apodera de las oportunidades. Sinama que acababa de sustituir a Forlán tiene el gol en sus botas en una gran jugada personal pero sólo es un aviso del pase que minutos después mete a Agüero para dejarlo enfrente del portero. El Kun intenta rematar de primeras pero un rapidísimo defensor españolista se interpone. El rechace cae de nuevo al Kun que vuelve a rematar pero vuelve a interponerse le mismo defensa y el portero aunque la pelota vuelve al Kun rebotada y esta vez no falla. 1-2.

“Todo por lo que has trabajado se ha ido pero todo el mundo simplemente sigue adelante. Te veré de nuevo con el tiempo. Duerme bien querido amigo”

Hubo otros dos goles antes del final del partido pero en este momento todo el mundo sabía que ganaría el atleti. En un despeje desde el área colchonera el balón llega a Maxi en una banda. El argentino se va en carrera del defensor, regatea a otro dentro del área y vuelve a empotrar el portero. Maxi, otro de esos jugadores de nuestra plantilla que junto a Simao, el Kun o Forlán está en un excelente estado de forma. Hubo también un gol anulado al Español (bien) por fuera de juego y un último gol de los pericos en el enésimo córner en contra que no sabemos defender pero todo ello fue realmente anecdótico.

Andrés Montes, Kiko y hasta un tipo tan poco observador para con el atleti como Salinas se ha dado cuenta esta noche de que es una vergüenza que este equipo con esta plantilla decida especular de forma lamentable cada vez que va por delante en el marcador. Ya quedan menos ¿Todavía queda alguien que no lo vea?

Sleep well dear friend (D. Katkhuda)
Obi - Diceman Lopez (Cooking Vynil/2004)