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La teoría del ascensor

At. Madrid 1 - Viktoria Plzen 0

Hay varios experimentos que circulan por Youtube en los que se puede observar. Un tipo anónimo entra en un ascensor en el que ya existe un grupo de personas, todas ellas mirando hacia la puerta, e indefectiblemente, en la inmensa mayoría de los casos, el tipo anónimo se coloca también mirando a la puerta. Así actuamos los humanos. Cualquiera de ustedes que siga esta humilde bitácora conocerá mi reticencia a eso que genéricamente se denomina rotaciones. No creo en ello y entiendo que jugadores de elite bien preparados no deberían necesitar jugar la mitad de los partidos que teóricamente deben disputar pero soy consciente de que estoy en franca minoría. Aun así, creo entender el objetivo de Simeone y quiero asumir que está más relacionado con ese concepto de equipo que tan buenos resultados nos está dando que con otra cosa. La idea de implicar a todo el grupo y hacerlo partícipe de una misma empresa. El equipo. Pero en ocasiones hacer esto es complicado y apelo a la teoría del ascensor para explicarme. Si el Cholo mete a Kader en el once titular del Atleti, ese que nos ha situado en la segunda posición de la liga sin perder un solo partido, lo peor que puede pasar es que Kader no destaque en el aspecto positivo pero es raro que destaque en el negativo. Entra en una dinámica clara y sólida. Es un tipo que entra en un ascensor con todo el mundo mirando a la puerta. El problema es cuando entra en un ascensor en el que cada uno de los que están dentro mira a un sitio diferente o mirando todos en la misma dirección, no están seguros de ellos y al menor contratiempo surgen las dudas. Para mí, eso es lo que ha pasado en el partido contra el Viktoria. Eso es también lo que ha pasado tantas veces en los últimos años. ¿Por qué ese jugador se salía en el Mallorca o en el Osasuna y aquí es tan malo? Pues porque en Mallorca y Osasuna formaba parte de una engranaje bien armado y aquí estaba en un artefacto sin definir. Porque allí entraba en un ascensor en el que todos miraban a la puerta y aquí no. Afortunadamente las cosas ahora son de otra manera. 

El Atleti saltó al campo sin un solo titular indiscutible, en un estadio semi vacío y frente a un rival ultra-desconocido que no tenía nada que perder. Mal escenario para realizar una buena faena. Tampoco ayudó, en mi opinión, ese 4-4-2 que el Cholo se sacó de la manga. Un sistema caduco que resta dinamismo y penaliza la versatilidad de los jugadores. Tras unos primeros minutos de tanteo y sucedáneo de furia el partido tomó los derroteros del sopor. El Atleti plano, lento y espeso. El Viktoria incapaz y demasiado preocupado por ocupar los espacios. Los casi-titulares (Adrián, Cebolla o Gabi) se perdían en batallas personales que no iban a ningún sitio mientras el resto no eran capaces de encontrar referencias sólidas. No sabían a dónde tenían que mirar dentro del ascensor. Sopor. Nada más que añadir a una primera parte que borraré de mi memoria en cuanto acabe de escribir esto. 

Tenía muchas ganas de ver a Emre, un jugador que hace diez años me parecía un crack y que me tenía confundido al no contar con minutos en este Atleti. Ayer vi la razón. Sobresaliente en técnica, renqueante tácticamente y muy flojo en lo físico. Su despliegue técnico se desarrollaba en zona franca y donde no ocurre nada. A la hora de entrar en terreno hostil aparecían las carencias. Tiene personalidad y hechuras de jugador importante pero me genera dudas en un partido de máxima exigencia física y táctica. Ahora entiendo mejor a Simeone. La sorpresa vino donde menos lo esperaba. En un Pulido al que ve muy sobrio y seguro. Bien es verdad que el rival era de poca exigencia pero eso no es culpa del jugador.

La segunda parte fue diferente simplemente con cambiar el esquema al clásico 4-2-3-1 con Koke en la media punta y Adrián volcado a la banda. Sin alardes y sin que se viese nada verdaderamente notable, el equipo se hizo con el balón y la amenaza se sentía constante. Los cambios posteriores no modificaron demasiado el escenario y aunque la sensación era de que el gol podía llegar en cualquier momento lo que la grada notaba era en realidad el paso de los minutos. Según se acercaba el final Raúl García dispuso de un par de ocasiones para haber definido el partido pero el navarro, otra vez llegando muy bien desde atrás, falló en el remate en ambas ocasiones. Con el tiempo concluido los aficionados en la grada sentíamos la humedad del Manzanares y el mal gusto de un empate con el que no contábamos. Fue entonces cuando apareció el Cebolla. Recogió el balón a 40 metros de la portería, levanto la cabeza y envió un misil que se coló por el lado izquierdo del portero checo. Golazo del uruguayo que provocó el delirio de jugadores, cuerpo técnico y afición, que da tres golosos puntos, que espanta fantasmas, que evita cenizos y que en cierto modo ponía justicia a lo acontecido en el partido. 

6 de 6 en la Europa League y jugando con el equipo B. Además, el resultado deja claro que el Atleti de Simeone tiene flor. Esa suerte que viene cuando hace falta y que caracteriza a los equipos grandes. El entrenador del Viktoria decía en la previa que todos sabían que equipo se clasificaría primero de su grupo y que sus legítimas aspiraciones se centraban en la segunda plaza. En este nuevo Atleti ha cambiado hasta el discurso de unos rivales que ahora si nos respetan. Qué nadie toque nada, por favor.

Viktoria Plzen: En el centro de la historia

En unas horas nos visita en el Calderón el Viktoria Plzen, un equipo desconocido y oscuro de esos que se esconden en la inmensidad de las competiciones europeas y del que poco sabemos más allá de situar su origen en la recóndita República Checa. Los más académicos sabrán que Plzen es una ciudad localizada en la Bohemia occidental y que es la cuarta ciudad del país en importancia. Los más tecnólogos serán también conscientes de que es la ciudad natal de Emil Skoda, creador del impero Skoda, y donde se asienta la principal factoría de una de las empresas de ingeniería y tecnología más importantes del país y de Europa. Sin embargo el nombre que activará la conexión del recuerdo en la mayoría de las personas, seamos francos, será la acepción castellana de la ciudad, Pilsen, y más concretamente el nombre de Pilsner o Pilsener con el que se conoce al tipo de cerveza más famoso del mundo que allí se comenzó a fabricar. 

Pero el Viktoria, equipo del que han salido futbolistas como Nedved o Petr Cech, no es un recién llegado al mundo del balompié y sus orígenes se remontan al propio nacimiento del fútbol checo, allá por los inicios del siglo XX, en los aledaños del parque Strunc, el mismo lugar en el que hoy se asienta el estadio del equipo. Como en tantos otros sitios de Europa los jóvenes de la zona, atraídos por el nuevo deporte, se dedicaban entonces a improvisar partidos informales en las instalaciones de entrenamiento que el ejército tenía por allí. El furor por el fútbol estaba sin embargo extendido por toda la ciudad y fue en otras zonas donde se registraron formalmente los primeros clubes de fútbol. Muchos de los vecinos del barrio, atraídos por la posibilidad de jugar partidos “de verdad”, emigraron hacia esos clubes vecinos como el SK Smichov o sobre todo el más popular de entonces, el FC Union, con lo que surgió de forma casi obligada la necesidad de crear un club propio en la zona que aglutinase afición y practicantes. Ese es el origen del Viktoria Plzen. En 1911 un funcionario de los ferrocarriles estatales es quién presenta oficialmente la inscripción formal del nuevo club para poco tiempo después disputar su primer partido....