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Quien no lo da todo, no da nada

Rubin Kazan 0 - At. Madrid 1

Decía Eduardo Chillida que un hombre debe tener siempre el nivel de la dignidad por encima del nivel del miedo. Hoy me he acordado de esa frase nada más concluir el partido de Moscú. Desde que terminara el partido de ida he visto como poco a poco me he ido quedando solo en esta cruzada particular por lo que uno entendía que era un gran error histórico. Despreciar la Europa League hasta el punto de tirarla. Poco a poco me han ido rodeando hasta asfixiarme multitud de razones, excusas y sesudas explicaciones que llegaban desde todos los puntos cardinales y que argumentaban no sólo que lejos de mi pensamiento no se había tirado la eliminatoria (ni la competición) sino que incluso se había actuado muy bien. Coherente. Con habilidad. De forma infalible. Lo mejor que se podía hacer. Argumentos económicos, argumentos deportivos, argumentos sociales,... argumentos de todo tipo y condición. Pero no me convence. Soy así de ingenuo o de testarudo. Yo lo que veo es miedo. Miedo insano a intentar llegar a la isla por temor a quedarse sin fuerzas. Miedo paralizante que te hace quedarte vivo en la orilla mediocre sin posibilidad de tocar el cielo. Es cierto que se puede morir en el intento pero no es menos cierto que te puedes morir también en cualquier momento. ¿Y entonces qué?  Quizás sea el único, viendo y leyendo crónicas y artículos del partido que hablan gratuitamente de conceptos con la dignidad o el orgullo, pero sigo pensando que el Club Atlético de Madrid ha despreciado la competición, ha tirado la eliminatoria y no ha querido ganar este año la Europa League. Y no estoy de acuerdo con hacerlo. Y estoy desolado por tomar conciencia ya en frío de que esta temporada no volveremos a jugar un partido Europeo. 

No me apetece hablar del partido porque para mi no tiene ninguna historia. Me pareció humillante la convocatoria y a partir de ahí decidí tomarme el tiempo que quedaba con la mayor de las filosofías. Como si no fuese un partido de mi equipo. El nivel de dignidad estaba tan bajo para cuando el balón ha empezado a rodar en Moscú que lo que ocurriera después estaba ya infectado por la sensación de que no había nada que perder y mucho que ganar. Estúpida y falsa lectura cuando el Atlético de Madrid, casualmente, es el vigente Campeón. Pero el poder de la persuasión humana es tan brutal que la inmensa mayoría de Atléticos tienen ahora la sensación de que se ha caído con dignidad. Con orgullo. No seré ni soy yo uno de ellos. 

Un partido que efectivamente dejó ver un equipo intenso que ha intentado en todo momento ganar el partido. Es cierto y no se puede reprochar nada a los once jugadores que hoy han peleado en la capital rusa a diez grados bajo cero porque lo han dado todo. Algunos han dado poco pero es que no tienen más, aunque esa es otra historia. El problema principal es que esos once jugadores no eran los que estaban llamados a defender el escudo del Atleti en una competición gracias a la cual el club madrileño ha podido abandonar el carroñero ostracismo que ha sufrido durante las oscuras décadas del heredero Gil. Nadie discute que incluso los once verdaderos hubiesen podido ser incapaces de sobrepasar a un equipo que ha ganado dos ligas rusas a base de acumular jugadores en su área y marcar de contrataque, pero en los temas de corazón, me temo que la intención cuenta más que el resultado. Como decía Helenio Herrera, quien no lo da todo, no da nada. 

Hablar de fútbol, insisto, se me hace cuesta arriba, la verdad. Me han gustado sobre todo los primeros diez minutos y como se ha salido al campo. A partir de ahí, salvo tramos puntuales ha sido más una cuestión de ganas que de fútbol, pero muchas veces con eso es suficiente. Hoy podría haberlo sido pero no ha ocurrido porque enfrente tenía un equipo que sabe jugar perfectamente a que no le metan gol. El problema fundamental del Rubin es marcar goles (habrá tirado dos o tres veces a puerta en toda la eliminatoria) pero no montar el muro de carga a diez metros de su portería que es lo que ha hecho hoy, que es lo que hizo hace una semana y que es lo que hace siempre. Me quedo como nota más positiva la incursión de Saúl, un canterano que tiene una pinta excelente. Un centrocampista de esos que buscan el balón y saben conducirlo. Que la pide, que levanta la cabeza y que apunta siempre a la portería contraria y no a la nuestra. Es decir, un centrocampista de esos que hace dos décadas que no tenemos. Lecturas que se pueden sacar del partido-elimiatoria son también la constatación de que Asenjo no debe jugar un minuto más con esa camiseta, que Cata y Cisma no dan el nivel ni para ser reservas del actual equipo, que Mario anda perdido en alguna guerra interna, que Adrián, cuando le sale, es muy bueno, que Falcao sabe que no está en forma con lo que comienza a obsesionarse con el tema y que Raúl García es de esos jugadores polivalentes que puede jugar en varias posiciones distintas pero en todas hacerlo igual de mal. Otro que según mi humilde opinión debería estar jugando también sus últimos minutos como Colchonero. 

El Atlético de Madrid está fuera de la Europa League y lo hace en el “honroso” momento de los dieciseisavos de final. Piénselo bien y díganme sin sonreír que eso tiene el más mínimo atisbo de orgullo. Díganme que esos es para decir lo que se está diciendo. Sé que hay algún Consejero Delegado y Presidente de papel que sonríen aliviados, pero también me consta de un nutrido puñado de rojiblancos que lejos de sentir vergüenza se sienten orgullosos e igualmente satisfechos con lo realizado. No es mi caso ni lo será. Tampoco soy capaz de entenderlo en la piel de otros pero lo dejaré aquí. Desisto de tratar de explicar algo que no se puede tocar, ni medir, ni comprar ni vender. Se siente o no se siente. Yo lo siento. Siento decepción y algo de vergüenza pero me quedo más tranquilo sabiendo que soy un caso extraño. 

Adiós Europa League. Adiós competiciones europeas. Adiós Europa.

Hasta siempre.

De sueños y cagadas

At. Madrid 0 - Rubin Kazan 2

Durante toda la semana los medios de comunicación habían ignorado la Europa League ostensiblemente, aunque eso tampoco es sorprendente tratándose de los mercenarios a sueldo y esclavos del rodillo mediático que tienen que vivir de ello. Estamos acostumbrados desgraciadamente a su desprecio. Pero en el entorno del club tampoco se veía con demasiada emoción, igual que no se veía espíritu tampoco entre los aficionados. Una especie de soberbia y desprecio, que tan mal nos sienta, sobrevolaba por el imaginario colchonero. Era como esos trámites que uno tiene que hacer y de los que sabe que saldrá airoso sin demasiado esfuerzo. Y llegó el jueves. Y según bajaba por el paseo de Yeserías vi en mi teléfono que Asenjo, Cata y Cebolla eran de la partida. Y empecé a mosquearme. Y llegué al campo para observar con estupor que el estadio estaba medio vacío y que en mi zona apenas reconocía a nadie de los habituales. En su lugar había una colección de tipos extranjeros que me hacían sentir como en otro sitio. Lo mismo es que era yo el único al que esto de la Europa League le importaba. El partido había nacido raro desde hacía días y continuaba raro antes de empezar. Y claro, la cagamos.

Yo no soy un experto en fútbol, ni vivo de esto, ni desgraciadamente tengo el tiempo suficiente para ver todos los partidos que me gustaría ver, pero que quieren que les diga, conocía al Rubin Kazan. Un equipo que con Berdeyev de entrenador había ganado dos ligas rusas y una copa haciendo lo mismo: una roca en defensa, un ejército en el aspecto táctico y una verticalidad letal. También sabíamos que no era un equipo fácil y que no le suelen hacer muchos goles. Teniendo en cuenta la escasez de recursos del Atleti y la incapacidad manifiesta que tiene para crear fútbol era fundamental no encajar goles y tratar de que el rival tuviera que abrirse. A ser posible marcando primero. Pero de nuevo la volvimos a cagar. El Atlético de Madrid que nos ha llevado a vivir el sueño del que esta noche no hemos bajado, ha basado su éxito en la defensa. Es así. Un equipo inexpugnable al que apenas creaban ocasiones que se sentía seguro para buscar la portería contraria a toda velocidad. Pero cuando los periodistas se deleitaban con las rotaciones de Simeone, esas que al principio daban tan buenos frutos, no reparaban en que los cinco de atrás eran siempre los mismos. No cambiaban. En el momento que han empezado a cambiarlos se ha ido todo al traste. Veremos si no de forma definitiva.

Es tarde, estoy enfadado, estoy cansado y no me quiero repetir así que trataré de ser breve. Las rotaciones son una gran mentira. Ya lo he dicho mil veces. Asenjo no debería haber jugado un minuto más en el Atlético de Madrid desde hace años. Lo he dicho también un montón de veces y lo he vuelto a repetir hace poco en este mismo blog. Hoy alguien me llamaba “oportunista” por decir que el partido frente al Rubin se resumía con la palabra Asenjo. Es evidente que ese alguien no se pasa normalmente por aquí. Asenjo es un jugador sobre el que no entraré a debatir otra vez sobre sus capacidades o potencial pero del que tengo claro que jamás de los jamases podrá triunfar nunca en este equipo. Le asusta. Le viene enorme. Tiembla como un flan de gelatina cada vez que este escudo le frota el pecho y no puede soportar la presión de verse de corto en el Calderón. Es así y siempre será así. Hoy el Atleti ha sido un desastre en casi todo pero si Asenjo no la caga en el primer balón que toca a los cinco minutos de partido muy probablemente estaríamos hablando de otra cosa.

Porque esa es la clave del partido. Colocarte 0-1 en tu estadio frente a un equipo que es un maestro en cerrarse y defender cuando además tienes una plantilla cortísima en la que precisamente mover el balón con rapidez y crear fútbol no es una de tus virtudes. Esa es la lectura y no hay más. El Atleti se puso por detrás en el marcador y a partir de ahí hizo lo que sabe pero es que lo que sabe, en esas tesituras, es muy poco. Ahí, con el balón y frente a un equipo cerrado, se ven todas las carencias y así el equipo parece lento y torpe y estático y falto de intensidad. Que si, que no se veía la intensidad de otros partidos ni las ganas por ganar pero yo creo que todo es consecuencia de los mismo, uniéndose además la inseguridad y depresión que contagia a la plantilla determinados jugadores que tienen las extraña habilidad de transmitir su melancolía al resto. El Atleti terminó la primera parte casi sin haber tirado una vez a puerta y teniendo un jugador más. Una jugada a balón parado bien ejecutada pero penosamente rematada por Filipe Luis impidió que el número de remates de los colchoneros fuera cero.

En la segunda los papeles se mantuvieron. El Rubin, con diez, cerrado en su área ya sin complejos tratando de llegar a la portería contraria sin fluidez, sin ritmo, sin velocidad, sin ideas, sin criterio y sin fútbol. Poco a poco el cerco se cerraba más y más pero obedecía al acoso y las ganas e hacerlo que a otra cosa. Simeone puso a Koke, que es titular en este equipo, tras el descanso y posteriormente metió a Raúl García (como si no hubiera entrado) y a Saúl para jugar con tres centrales, pero nada. Todo igual. Llegado el minuto 70 llegaron por fin un par de disparos claros que de forma poco ortodoxa sacó un portero que no parecía especialmente bueno pero al que se ha probado muy poco. La ansiedad atenazaba a jugadores y afición que veían como se pasaban los minutos y no aparecía el gol. Y llegaron otro par de ocasiones todavía más claras como un remate de cabeza de Adrián en el segundo palo que se va fuera y sobre todo una media vuelta de Falcao que da en el larguero. 

Pero faltaba lo “mejor”. Ya con el tiempo de descuento llegó la estupidez de la noche. En el último minuto de partido hay córner a favor de los rojiblancos y se mete todo el equipo en el área. Asenjo hace una amago de ir pero mira a su entrenador. Este le hace un ostensible gesto de que acuda al remate y allí va. El córner se saca mal (nunca puede ir blandito a la frontal del área con todo el equipo dentro) y el rechace lo recogen los rusos de Tartaristán. Asenjo se queda dormido, al igual que lo hacen el resto de sus compañeros que no aciertan a intuir que deberían hacer una falta. La carrera de Asenjo con el jugador del Rubin es ciertamente patética. De mucha lástima ver como en cada dos metros el ruso le saca tres. Y claro, mete gol. 0-2, final del partido. Gran cagada de Simeone que probablemente cueste decir adiós a la Europa League.

Sinceramente, para mi la eliminatoria está perdida. Meter tres goles a un equipo como el Rubin en su propio estadio se me antoja muy complicado pero todavía más complicado con el lamentable estado de forma y anímico del Atlético de Madrid actual. En apenas un mes podemos pasar de la gloria al infierno para volver a esas semanas pegajosas y espesas en las que sólo podíamos ser pesimistas. En unas semanas nos han bajado de una nube. Nos han despertado de un sueño al que nos estábamos agarrando como si fuese real. Porque esto es eso. Una quimera. Una fantasía. Simeone hoy (y algún que otro día reciéntemente) la ha cagado de pleno pero lo que ha hecho Simeone con una plantilla muy corta, tremendamente desequilibrada y muy escasa de calidad es básicamente un milagro. Un sueño. Un sueño dulce e ilusionante que irónicamente nos ha tenido mucho tiempo despiertos y viviendo en un mundo en el que hacía mucho tiempo que no vivíamos. Que toda la vida es sueño, pero que, como decía Calderón de la Barca y reza en la cabecera de esta humilde bitácora, y los sueños, sueños son.

Los tártaros de Rusia


(Artículo escrito originalmente para forzaAtleti.com)

Cuando a uno de joven le enseñaban geografía en la escuela, el límite oriental que definía Europa estaba localizado en los montes Urales. Esto chocaba luego con la lógica cuando en la misma clase nos decían que Rusia era un país europeo y en el mapa los Urales caían en mitad de ese enorme “país” que llegaba hasta el océano pacífico. Quizá esa confusión venía dada por la propia definición de Rusia que manejábamos entonces, que es la misma confusión con la definición de Rusia que manejábamos ahora. Entonces URSS hoy Federación Rusa. La confusión se traslada también al fútbol, lógicamente, y por eso cuando aparece la noticia de que el Atlético de Madrid se enfrentará en la Europa League con un equipo “ruso” uno inmediatamente visualiza esas lejanas ciudades, de minaretes ortodoxos, de muchachas y muchachos de tez pálida y ojos azules que hablan en ruso, de carteles en caracteres cirílicos y de gentes que se confiesan con los popes. Pero luego uno ve que en Kazan no todo está escrito en cirílico (el propio escudo del Rubín Kazan puede verse ahora en caracteres latinos), que hay mezquitas por doquier y que la estrella más reciente del Rubín, un señor turcómano llamado Berdiev que hace las veces de entrenador, se encomienda a Alá antes de los partidos mientras se aferra al masbaha, el rosario musulmán. Algo está fallando. ¿Dónde está realmente localizada esa parte de Rusia? ¿Por qué no escriben en cirílico y hablan otro idioma que no es ruso? ¿De dónde sale el Rubín? ¿Por qué hay musulmanes? ¿Qué sabemos de Kazan más allá de ser el lugar de nacimiento de Gala, la mítica musa de Dalí? 

Tartaria era el nombre genérico con el que los occidentales europeos denominaban en la edad media esa recóndita región asiática que va desde los Urales hasta el océano pacífico y allí dentro, junto al cauce del Volga, es dónde se situaba un asentamiento de búlgaros bastante bien organizado que lo que los libros de historia denominan la Bulgaria de Volga. Hasta allí llegaron en torno al año 1000 los misioneros musulmanes para convertir toda la población a la nueva religión y hasta allí llegaron años después las Hordas Doradas mongolas para incorporar la zona a su imperio e imponer con el paso del tiempo el idioma tártaro. Así surgían los Tártaros del Volga que poco después conformaban cierta independencia administrativa situando su epicentro a más de 100 km de la ciudad devastada que antes fue capital de los búlgaros originales. Nacía de esa manera el Kanato de Kazán pero no duró mucho. En el siglo XVI llegaron para quedarse las tropas de Iván el terrible, que con los consiguientes destrozos incorporaron definitivamente el territorio al imperio ruso. Hasta hoy. Pero muy a pesar de los repetidos intentos por “rusificar” a la población lo cierto es que nunca lo han conseguido. En la actualidad los musulmanes tártaros de Tartaristán (que es como se llama a la república que ahora se integra la federación rusa) son mayoría, rezan a su Dios, hablan su idioma, tienden a escribir en caracteres latinos pero no tienen ningún problema aparente para convivir en armonía con el 40% ciudadanos de etnia rusa y religión ortodoxa que hay en la misma ciudad. Hasta el punto de ser considerado por muchos un ejemplo de convivencia entre religiones. Con la caída de la URSS los territorios se reorganizaron, surgieron nuevas repúblicas y algunas decidieron hacerse independientes de la federación gracias a las facilidades que para ello se ofrecía desde Moscú. La República de Tartaristán (de la que es capital Kazán) se constituyó en 1990 y dos años más tarde realizó un referéndum ganando la opción secesionista pero en este caso Moscú no lo aceptó. La razón es simple. Se trata de un territorio rico en yacimientos de gas y petróleo (que justifica también la riqueza de la zona). Aunque sin violencia, el estatus político actual es por lo tanto complejo pero se asemeja al de una república independiente asociada a la federación rusa. 

Los orígenes del Rubín hay que buscarlos en los años 30 del siglo XX y en Gorbunov, la factoría de aeronáutica militar asentada en la ciudad. Allí, entre aficionados al nuevo deporte que además eran trabajadores del complejo, se formó un equipo de fútbol que enseguida se convirtió en uno de los más importantes de la zona del Volga y que desde 1936 disputó como parte de la asociación deportiva Dinamo los campeonatos nacionales organizados por la URSS. Después de años de altibajos en 1949, tras quedar último en la competición, el equipo se deshace y deja de competir a nivel “profesional”. Durante ese tiempo el nombre del equipo estuvo en constante cambio dado el carácter militar del equipo y cierto código de silencio que debían mantener por razones de inteligencia: “Lenin District Team”, “Krylia Sovetov”, “Iskra”,… Hasta 1958 el equipo de fútbol de la fábrica sólo disputará entonces competiciones amateur pero con bastante éxito, lo que unido a la ampliación del campeonato nacional en su división B y el número de jugadores tártaros que abrazaban ya el fútbol de elite, hizo surgir la posibilidad de la creación de un nuevo equipo, con el nombre de Iskra Kazan, que representará a la ciudad en la liga soviética. Ese año, el de 1958, es el considerado oficialmente como el de la fundación del club aunque será poco después, en 1964, cuando la directiva, en su intento de encontrar un nombre más atractivo, decidirá modificarlo por el de Rubin. En 1965 logra subir por primera vez a la segunda competición de la liga soviética pero el devenir del equipo en las últimas décadas del comunismo es bastante pobre, siempre navegando entre el segundo y tercer nivel del fútbol soviético. Tras la caída del régimen y el colapso de la URSS, el Rubin queda entonces enmarcado en la zona central de la Primera División Rusa (un escalón detrás de la Premier) pero sus resultados siguen siendo muy pobres, incluyendo descensos, que se justifican sobre todo en los fuertes problemas financieros, que ya venían desde atrás, pero que se acrecentaron con la pérdida del histórico patrocinio de Gorbunov en 1993. 

El punto de inflexión en la historia del Rubin aparece en el “año del doblete”, en 1996, cuando con el equipo en la segunda división (tercer nivel) el entonces alcalde de la ciudad se hace con los mandos del equipo garantizando conexiones de financiación y tranquilidad institucional. Dos años después consigue ascender a primera y en 2002, ya con Berdiev como entrenador, asciende por primera vez en su historia en la premier rusa. Una acertada política de fichajes (apareció entonces el ahora rayista Chory Domínguez) y el fuerte carácter de su entrenador que impone un esquema de potente rigor defensivo combinado con verticalidad letal, hacen que el equipo se consolide en la máxima competición rusa e incluso juegue en Europa. Siguiendo la misma línea consigue en 2008 ganar de hecho el título de liga. Era el tercer equipo no moscovita que lo hacía en toda la historia. Al año siguiente el Rubin revalidaba el título consolidándose como uno de los equipos más potentes de la liga rusa. 

Su desempeño ha bajado ligeramente en los últimos tiempos pero el año pasado conquistó, por primera vez, la copa de Rusia y siempre son un equipo incómodo y competitivo. Plagado de jugadores españoles (Orbaiz, Cesar Navas y Marcano) el equipo suele girar en torno al israelita Ratkho y el turco Karadeniz, un estilete que puede jugar en banda o detrás del delantero. A ellos se sumará el recién fichado a M'Vila y arriba espera el venezolano Rondón. Digno rival para los colchoneros en el que esperamos sea triunfante paso por la Europa League 2012/2013.