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Me gusta hacia dónde va todo esto

Hannover 96 1 - At. Madrid 2

Hace tres meses uno debatía apesadumbrado en la grada del Calderón sobre los puntos que hacía falta tener para no perder la categoría de primera división. Hoy estoy pensando en que conozco Rumanía pero que nunca he estado en Bucarest y quiero conocerlo. Así es el fútbol. Quizá sea el efecto estupefaciente de la noche de Hamburgo, que tuve la suerte de disfrutar, o quizá sean los años que ya pesan pero quiero ir otra vez a la final. Y me da igual la temporada penosa, la planificación apocalíptica, los ladrones que esquilman el club de mis amores o la primera parte que nos hemos tenido que tragar hoy. Seguiré criticando y luchando con todas mis fuerzas para cambiar todo ello porque creo que es perjudicial para el Atleti y que ese no es el camino a seguir, pero no pienso avergonzarme de decir que quiero jugar la final de la Europa League y ganarla. Hoy el Atlético de Madrid ha ganado en Alemania, en Hannover, y con ello garantiza su pase a la semifinal de la competición. Me gusta hacia dónde va todo esto.

Pero hemos sufrido. Poco si lo vemos en perspectiva y con datos en frío pero hemos sufrido. Y lo hemos hecho de forma completamente inmerecida y hasta me atrevería a decir que gratuita. El rival en cuestión era un correoso y espesísimo equipo alemán clavado en la más estereotipada tradición germana. Táctico, físico e incómodo. El Atlético de Madrid era y es mejor equipo de fútbol pero el problema ha llegado cuando nos hemos equivocado de deporte tratando de jugar a aquello a lo que precisamente proponía el rival. A no jugar.

El partido de ida ya me resultó inquietante y descorazonador en ese sentido pero conseguimos salvarlo con mejor resultado del merecido. Estaba hoy ansioso por ver como encararíamos la vuelta en el feudo de Hannover y rezaba todas las noches por ver aquella maravilla que nos deleitó en el olímpico de Roma pero nada más lejos de la realidad. El planteamiento de Simeone ha sido lamentable. Con la mejor alineación que tenía sobre el césped (en esto ni un solo pero) el conjunto colchonero salió a defender en su campo, a dar pelotazos, a regalar el balón y a lucir táctica y físico. Un imperdonable error frente a un equipo que sólo en ese terreno puede hacer algo. A base de faltas, rechaces cerca del área, córners gratuitos,...los alemanes fueron los grandes dominadores de la primera parte. Aunque a ciencia cierta apenas llegaron con claridad a la puerta de Courtois la sensación sin embargo fue de constante nerviosismo. Errores en la zaga, desajustes,... a nadie le hubiese sorprendido un gol estúpido del equipo germano. Falcao perdido en emigración, Adrián peleando contra si mismo, Diego desquiciado y desplazado en una banda (la tarjeta que le sacan es precisamente fruto de la desesperación del que quiere jugar y no le dejan), Mario empeñado en demostrar que tienen razón los que dicen que no sabe dar un pase bien,... Un equipo atenazado y atemorizado. Esa es la clave. Una cosa es el respeto por el rival y otra el miedo enfermizo. El Atlético de Madrid salió hoy al campo muerto de miedo y eso, como sabemos muy bien, lo convierte en un equipo vulgar, mediocre y vulnerable. Tras 45 minutos horribles de de ese fútbol que se ve en la cuarta división escocesa con un campo embarrado, lloviendo a todo llover y en un partido dónde sólo juegan centrales, se llegó al descanso con la sensación de que o cambiaba el panorama o nos volvíamos con el rabo entre las piernas.

Simeone salió en la segunda parte con el mismo once, pero el equipo fue otro. Con Diego por delante de los medio centros y detrás de Falcao, adelantando la línea de presión diez metros, tratando el balón como se merece y robando la pelota al rival para tratar de hacer algo con ella, el partido cambió de color. Seguía sin ser un partido bonito o fluido pero las sensaciones eran muy diferentes. Diego jugaba y todos jugaban. Koke aparecía con mejor sentido, Filipe subía con criterio, Tiago (para mí el mejor hoy del Atleti) equilibraba el equipo con sentido y siempre era la salida y el tapón, Adrián se sentía más libre y la defensa se veía más protegida y mucho más segura. Los alemanes desaparecieron.

El Atleti llegaba sin mucho peligro pero cada vez con más veneno. En un contrataque bien ligado Falcao se escora en exceso y dispara mal delante de la portería. La cosa estaba controlada si, pero fue ahí cuando apareció el talento de Adrián. En una jugada trabada dentro del área el balón acaba en los pies del asturiano que en lugar de precipitarse con un tiro apresurado tiene la sangre fría de regatear en una baldosa a todos los que salen a su paso hasta quedarse solo delante de la portería y hacer el primero. Golazo de Crack.

El partido pasó entonces a una fase de fútbol control pero del que a mí me gusta. Con el equipo jugando en campo contrario, teniendo el balón y minimizando los riesgos. Los alemanes se vieron (¡por fin!) obligados a quitarse el traje de picapedrero y tratar de ir a por el partido pero como fuera de su rigor táctico y el generoso físico no tienen nada más, decidieron recurrir a colgar balones al área y provocar faltas lo más cerca posible de la zona de gol. Simeone decidió entonces echar un cable a los alemanes poniendo a Salvio en el campo. El argentino, una vez mas, volvió a demostrar que no es un jugador para jugar en este equipo. Un jugador cuyo “éxito” se basa en una mezcla rara de instinto y suerte pero que a la larga resulta insuficiente. Su banda pasó a ser un coladero y su aportación en ataque fue básicamente la misma que la mía: ninguna. No parecía sin embargo que la cosa cambiaría mucho pero un saque de banda largo desde la derecha y un pequeño despiste hicieron que Diouf marcase el empate de tiro ajustado al poste y entrasen los nervios.

El Hannover trató de poner más tensión, más calor, más pundonor y más balones en el área pero el Atleti, ahora si, sacó la casta y el orgullo tapando los huecos y reduciendo al mínimos sus errores. Y además apareció Falcao. Una llegada al área con Diego llevando la batuta y dejando un pase bombeado al Falcao que el colombiano para con el pecho y remata de media volea con tal precisión y violencia que solo la repetición deja ver la belleza del vuelo del balón. Un 1-2 que cimentaba la desesperanza del rival y que servía para que todos los colchoneros empezáramos ya a celebrar el pase.

Así que estamos en semifinales. El Valencia se presenta como un rival tremendamente difícil pero estando tan cerca de la gloria es de entender que casi cualquiera lo sea. Si conseguimos que en la eliminatoria salte al campo el Atlético de Madrid y no cualquier otro sucedáneo artificial como hoy creo que tenemos tantas posibilidades como el Valencia de llegar a la final. Lo veremos. En cualquier caso insisto, me gusta hacia dónde va todo esto.

Eels - I like the way this is going

Play it Cool

At. Madrid 2 - Hannover 96 1

En la vida existen momentos en los que tienes que olvidarte de las salvaguardas. Mantener una bonita amistad con la chica de tus sueños es algo factible sin ponerse en evidencia. Mantener una relación trivial o epistolar, incluso platónica que la persona que te provoca alteraciones en todas las vísceras es algo que se puede llegar a alcanzar siguiendo las reglas de la lógica y la razón. Darle un beso en los labios no. Las sensaciones que te puede dar esa “bonita” y casta relación basada en el rigor táctico y totalmente alejada del imprevisible fragor carnal son agradables, placenteras, duraderas… pero jamás serán comparables a las del primer beso. Cumplidos todos los pasos, con mayor o menor destreza, con mejor o peor suerte, en algún momento de la vida acabarás cara a cara, mirada contra mirada, con esa persona que puede llevarte a los cielos o a los infiernos. Llegado ese punto tienes dos opciones: ser valiente o ser cobarde. Si, cobarde. Juicioso, sensato, conservador,…no son definiciones que se adapten a ese momento. Cobarde. Si decides ser cobarde es muy probable que no sufras demasiado pero también tu alegría estará acotada. Homologada, calibrada, estandarizada, descrita. Si decides ser valiente es probable que te des el batacazo de tu vida. Es probable, pero también, para aquellos que no tenemos la suerte de que la montaña venga a Mahoma, es la única manera que existe de alcanzar el nirvana que es exactamente, señor Simeone, lo que yo quiero.

El Atlético de Madrid, al menos el que yo tengo en la cabeza, no es un equipo normal ni al uso ni estándar. Ni su afición ni su historia están ligadas con la noción de cobarde. Más bien todo lo contrario. El Atleti ha sido siempre un equipo valiente y por ello indomable, incomprensible, difícil de catalogar. Capaz de lo mejor y de lo peor, como todos sabemos. Capaz también, y precisamente por eso, de alcanzar el Nirvana. Un Nirvana que el resto de equipos “normales” no es capaz de alcanzar ni de comprender. Cool, ese concepto anglosajón tan fácil de entender y tan difícil de traducir es lo que siempre me ha parecido que era ser del atleti. Diferente, elegante, distinto, valiente,… totalmente ajeno a las reglas grises que marcan los estamentos que dirigen el mundo y dónde nosotros nunca hemos estado ni estaremos. Explicarle esto a los tipos que tienen secuestrada la institución es tan absurdo como intentar que los corruptos coticen en hacienda de forma voluntaria. Pero no debería serlo para Simeone. Al cholo no debería ser necesario tener que explicárselo. ¿O si?

La llama se apaga. El ambiente, las sensaciones, el tufillo que tenía este equipo hace un mes se ha perdido poco a poco por el desagüe. No sé si eran fuegos artificiales, los efectos dopantes que tuvieron en mí ciertas actitudes que creía ver fruto de una interpretación partidista o que simplemente la cosa se ha torcido pero el equipo se parece cada vez menos a lo que yo soñaba que fuera y cada vez más al equipo que llevo más de diez años viendo. Si, ese equipo vulgar, mediocre, vulnerable y a expensas del contrario. Ese equipo cobarde.

Y no saltaron mal al campo, no. A pesar de la cobardía implícita de dejar a Diego en el banquillo (y si la excusas es que no está para todo el partido prefiero que juegue desde el principio hasta dónde pueda que al revés) había buena actitud, buena intensidad, buena colocación y velocidad frente al ladrillo que habían plantado los alemanes. Es más, la cosa se puso francamente bien cuando Falcao remataba de forma soberbia un saque de falta desde la izquierda. El 1-0 en el marcador dejaba la placentera sensación de que la eliminatoria podía resolverse con solvencia en el primer partido. Las buenas hechuras de inicio contrastaba con un equipo alemán reservón y áspero que basaba todo en defender con 9 jugadores (adelantando la defensa, eso si) y tratar de pillar alguna contra. Algo que por otra parte ya sabíamos que ocurriría.

Pero fue entonces, mandando en el marcador, cuando aparecieron las legendarias carencias básicas de este equipo: la insultante ausencia de capacidad de creación y la galopante falta de gol. Carencias que deben ir adjunta a la cuenta de atrocidades cometidas por el ínclito de MA Gil y su séquito, ese que lleva décadas desestructurando deportivamente (también) el equipo, armándolo en torno a ideas peregrinas de peregrinos iluminados adscritos a la religión del doble pivote de los troncos y de los destripaterrones. Es tan evidente la falta de fútbol del Atlético de Madrid que duele el pensar que alguna vez no fuera así.

Con Gabi haciendo de la peor versión de Gabi (la más vista en este campo, por cierto) y Mario Suarez demostrando, cada vez que pasaba el balón cerca de su sombra, que este equipo le viene inmensamente grande, el Atleti parece un secarral. Si encima Koke tampoco está fino, Arda se desespera haciendo de puta y poniendo la cama, Adrián va a buscarse la vida emigrando de su zona habitual y Falcao se dedica casi en exclusiva a tratar de bajar al suelo los balones que caen desde la estratosfera, hasta un equipo tan básico como el Hannover 96 es capaz de hacer daño. Si a eso le sumas las muestras de conformismo rácano que de nuevo volvieron a aparecer en el equipo, la vuelta a la tradición perdedora parecía cosa de minutos. En una jugada rápida y aparentemente muy sencilla los alemanes pusieron un balón en boca de gol desde la derecha con un pase que Miranda decidió dejar pasar supongo que por alguna razón difícil de explicar y que yo al menos no alcanzo a comprender.

Los más optimistas (yo) pensábamos que el descanso sería la piedra de toque para que todo cambiara. Sin querer jugar al entrenador parecía obvio. Contra un equipo cerradísimo y nuestros mediocentros arando el césped uno soñaba con un solo medio centro, Diego, Arda y Koke por delante creando, Juanfran y L. Filipe en las bandas Falcao fijando la defensa y Adrián buscando huecos. O abrir más el campo con Salvio por Koke (aunque cualquier opción que requiera a Salvio por principio a mí no me convence). Nada de eso. Los mismos. Todo igual. Tan igual que los alemanes se crecieron y nos pusieron contra las cuerdas. Repitiendo siempre la misma jugada, que Miranda seguía aplaudiendo desde la inmovilidad cada vez que ocurría, a nadie hubiese sorprendido un nuevo gol de los alemanes. Es más, sólo Courtois lo impidió con la enésima parada de crack mediada la segunda parte.

La gente miraba al banquillo y se excitó cuando vio a Diego quitándose el chándal pero la emoción se vino abajo cuando se supo que el cambio era Koke. Posición por posición. Mieeeeeedo. El brasileño cambio el dibujo y el Atleti cogió aire. Eliminó el peligro alemán, lo encerraron más en su campo y trataron de llegar…pero no llegaban. No hay gol. Es así. Entonces vimos a Salvio en la banda y los amigos apostábamos si el sustituido sería Mario o Gabi (“si puede ser que se marchen los dos” gritaba un señor detrás de mí). No señores, no. Adrián. Mieeeeeeeeeeeedoooooo.

El arreón final, más por corazón que por juego, puso las cosas en su sitio gracias a un gran gol (con algo de suerte ya que creo que toca en un defensa) de ese jugador imposible de comprender llamado Salvio. El resultado pudo ser incluso mejor si una chilena de Diego en el último minuto (vaya, parece que el brasileño tenía más minutos que los que le dieron) fue sacada gracias a la intuición del cancerbero germano.

Resultado incierto para la vuelta que hay que dar por bueno visto lo visto aunque no debería ser así. El Hannover es un equipo al que hay que ganar en Madrid y en Alemania. Punto. Es tan obvio y evidente que la frase no debería resistir ninguna clase de especulaciones pero el miedo irracional de nuestro entrenador, que es cada vez más evidente, hace que me entren las dudas. Un miedo que logrará mantener una discreta, amable y cómoda relación del Atleti con su afición y su destino pero que nos impedirá volver algún día a alcanzar el nirvana. A la mierda la cómoda normalidad, señor Simeone. Play it cool.



Aprovechando que hoy toca Gruff Rhys en Moby Dick …

Super Furry Animals – Play it Cool