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Renuncio al premio



At. Madrid 0 - Oporto 2

Hace unos años, en una competición inglesa que no recuerdo, un jugador del Arsenal marcó un gol aprovechándose de que un contrario estaba en el suelo lesionado, sirviendo aquel gol para ganar el partido. El entrador del Arsenal dijo en rueda de prensa recién terminado el partido que renunciaba a aquella victoria y que le parecía indigno ganar un partido de esa manera. El Atlético de Madrid se ha clasificado esta noche para jugar ese sucedáneo de competición continental llamada “liga europea” pero yo como aficionado colchonero renuncio a ese premio que considero inmerecido y que debería ser para el Apoel de Nicosia, un equipo mucho más digno y competitivo que el nuestro, sobre todo por ser un premio al que hemos accedido de forma vergonzosa, lastimosa, paupérrima y humillante. Puede que esa cuadrilla de malos profesionales a los que se denomina comúnmente como jugadores, o sus entrenadores, o los sicarios que actúan en la dirección deportiva o los mafiosos que ostentan el poder estén acostumbrados a hacer el ridículo más espantoso a tenor de las caras, actitudes y declaraciones de este puñado de indeseables pero yo no me acostumbro y jamás me acostumbraré. Volver del Calderón en una noche gélida viendo lo que hoy he tenido que ver es verdaderamente doloroso y espero que todos estos culpables de hacerme sentir así puedan algún día sentir lo mismo en sus carnes por algo que verdaderamente quieran y que evidentemente en ningún caso puede ser el Atleti.

Esta noche se enfrentaban dos equipos con aspiraciones bien distintas: el Oporto, clasificado matemáticamente como segundo para la siguiente ronda de Champions, pasase lo que pasase, y el Atlético de Madrid que el único resultado que le valía para depender de si mismo era la victoria. En el minuto cuatro ya íbamos perdiendo 0-1 gracias al tradicional comienzo errático de los partidos en los que nos jugamos algo. El Atlético, un equipo muy deficiente salió con suficiencia y así le fue. Un balón colgado desde la izquierda acaba en un remate limpio, tan limpio como que estaba sólo, de Bruno Alves que inauguraba el marcador. Ese es el espíritu del Atleti. Diez minutos después un remate desde lejos del Oporto es rechazado al centro del área por Asenjo para que Falcao pelee con la defensa atlética en concentración y velocidad y por supuesto gane. Primer cuarto de hora y 0-2 en el marcador. A la mierda. Entre medias, eso si, pudimos ver la enésima estupidez del enésimo entrenador de pacotilla que se sienta en nuestro banquillo y que intenta volver a inventar el fútbol. En un alarde de entrador Quique decidió no sólo prescindir del esquema de equipo que las dos últimas jornadas había conseguido que el Atleti pareciese algo diferente a una verbena de tahúres y bailarinas sino que para hacerlo a lo grande quita del campo a los dos jugadores junto con Agüero más en forma de la plantilla: Jurado y Reyes. Resultado: exactamente el mismo esperpento de pseudo-equipo que hemos visto desde que comenzó la temporada 09/10. Un engendro plano, tosco, aspero, espeso, aburrido, desagradable, incapaz de atacar, incapaz de defender, alérgico al balón, alérgico a protestar, alérgico al carácter, sin personalidad, sin entrega, sin alma, sin calidad y sin futuro. Un desastre continuo que dio tantas facilidades como vergüenza que parecía tan acobardado como indiferente. Un desastre mayúsculo en el que todos se escondían pero aun así el balón les encontraba para dejarlos en evidencia.

El absoluto error que es este atleti lo representa a la perfección el partido que se ha marcado un tipo afortunado y que debe estar agradecido al Dios de la religión Pitarchiana como Cléber Santana. Un jugador que jamás debería haber llegado al fútbol profesional y mucho menos a Europa al no tener nivel suficiente para las principales ligas europeas y que por no tener no tiene nada de nada y lo único que da es pena. En circunstancias extremas como las que atraviesa el Atleti actual el tema de esquemas o planteamientos tácticos debería estar superado por la cruel contundencia de la realidad y la realidad es la plantilla que tenemos. Asumiendo que es prácticamente imposible alinear once jugadores que den la talla de primera división deberíamos empezar por alinear lo menos malo que tengamos y después, sólo después, intentar colocarlos como buenamente se pueda dentro del campo. Situar en el puñetero doble pivote a dos tarugos como Asunçao y Cléber (Asunçao y Raúl García o Camacho y Cléber o la combinación que prefieran) es renunciar al fútbol, al deporte, a la salud mental, a parecer serio, a intentar ser un equipo de fútbol y por tanto renunciar a ganar el partido por méritos propios. Está muy bien eso de justificar un suicidio de tal calibre aduciendo razones de apuntalamiento de la defensa y la contención pero es que hasta eso es mentira. Siempre lo ha sido. El Atleti da pena en cualquier de sus facetas pero especialmente en defensa (defensa de todo el equipo no sólo de la defensa) y especialmente con el puñetero doble pivote con el que siempre acaba pareciendo un ente mucho peor de lo que ya en realidad es.

Describir la pesadilla que ha ocurrido después de ese 0-2 es tan doloroso y aburrido que prefiero dejárselo a los profesionales que comen gracias a ello. Yo mañana me levantaré a las 6:30 para ganarme el pan en otro sitio y a lo mejor por eso a mi no me duele en prenda decir lo que veo. Es una pena que el periodismo ya no lo hagan los periodistas pero yo no tengo la culpa. Lean es los tabloides oficiales el tercer gol tras el enésimo error garrafal de Perea, los tres o cuatro más que nos podían haber caído y las tonterias que rodearan esas noticias.

Tampoco es que exista mucho más que describir salvo que algún masoca tenga un cierto y oscuro interés en recrearse en la colección de fallos, falta de coraje, falta de entrega, falta de calidad y falta de prácticamente todo lo que puede faltar que tiene nuestra plantilla. Por avatares de la vida hoy me he sentado al lado de dos rusos que estaban por Madrid y han venido a ver el partido. En el minuto 20 me preguntaban sorprendidos si no existía algún jugador que fuese capaz de tirar del equipo en el campo. “Parece que no les duele” me decían en un perfecto inglés. Ni yo mismo lo hubiese dicho mejor.

Pero las declaraciones de mañana ya las conocen: hay que seguir luchando, lo único que podemos hacer es trabajar, confío en mi plantilla o incluso eso de estamos vivos en las tres competiciones, sin matizar que competiciones son ni que significa estar vivo. Es todo tan patético que no quedan ganas ni de protestar. Los Beatles decidieron retirarse cuando estaban en lo más alto y nosotros deberíamos haber hecho lo mismo. Nos hubiésemos ahorrado muchas pesadillas.

Todos



Apoel 1 - At. Madrid 1

"La mayor desgracia es merecer la desgracia" (Lafontaine)

Del partido de hoy poco puedo decir porque a los 20 minutos de la primera parte, tiempo después del tradicional error de la defensa que ha dado con el primer gol de un equipo de una liga de un país que ninguno de los que hoy decían ser el Atlético de Madrid serían capaz de señalar en un mapa, no he podido seguir viendo el partido. Semejante bodrio soporífero ha hecho que desistiera de seguir sufriendo primero porque era absolutamente insoportable, segundo porque me daba mucha vergüenza y tercero porque cada segundo que pasaba la herida de mi alma se hacía todavía más grande.

¿Empate? ¿Ganar? ¿Perder?... Qué mas da. Esto es un puñetero desastre.

¿La solución? Olvidarse de competiciones de desgaste (cualquier que no sea la liga), tratar de sacar cuarenta y tantos puntos por lo civil o por lo criminal y echar a todo el mundo en verano. Desde MA Gil a Forlán. Desde Pitarch a Perea. Desde Cerezo a la Asociación de Peñas. Está todo podrido y todos contaminados.

TODOS.

Inútil



At Madrid 2 - Chelsea FC 2


Decía Chopin que es inútil volver sobre lo que ha sido y ya no es y el partido de esta noche frente al vigente campeón de la Premier era una suerte de volver sobre lo que ha sido y ya no es. Es decir, el partido de esta noche tenía un poso de inutilidad del que era muy difícil evadirse pero irónicamente ha sido el mejor partido del Atleti desde que comenzó la temporada. Empatar en casa (injustamente porque se mereció la victoria) frente a un señor equipo como el Chelsea entra dentro de las cuentas de cualquier seguidor de cualquier equipo del mundo. Lo que no podía entrar ni con calzador era la penosa trayectoria seguida por el equipo en la máxima competición europea hasta el día de hoy pero aquellos vientos traen estos lodos y la realidad, la cruel realidad, es que estamos eliminados de la Champions League.

Pero creo que hemos caído con la dignidad que nunca debería abandonar este equipo y que lamentablemente nos sorprende cuando se da. El equipo salió metido en el partido, concentrado, con una idea clara de equipo en la cabeza y lo más importante: sin complejos. Plantó cara desde el primer minuto al todo poderoso equipo del barrio pijo londinense y lejos de escudarse en artimañas rupestres propias de sucedaneos de entrenador lo hizo a base de táctica y fútbol. Juntando líneas, abriendo el campo, equilibrando las ayudas con dinamismo, tapando la salida rival, con mediocentros versátiles que se ofrecían e interiores activos, incisivos y generosos en el esfuerzo. Un equipo señores, un equipo. Lo que hacía muchos meses que no veíamos. Forlán amenazó con un tiro ajustado al palo desde lejos en los primeros cinco minutos que precedió al dominio del partido y del balón por parte de los colchoneros. Las ocasiones no llegaban y las que llegaban por ambos bandos eran tímidas y poco destacables pero el partido estaba divertido. Reyes daba una clase de como se debe jugar por banda lo que lleva a pensar primero lo insensato y egoista que es este jugador al dilapidar su talento de forma tan ruin pero después a tener la esperanza de que pueda ser un futbolista a recuperar. Simao volvía a derrochar esfuerzo y entrega (aunque le falta acierto en el desborde) y los medio centros parecían lobotomizados por un gen reparador puesto que apuntalaban al equipo con solvencia y en muchas ocasiones, lo crean o no, hasta conseguían hacer jugar al equipo. La defensa estaba muy sería también sin realizar aspavientos y quizás sólo la delantera bajaba el buen tono del equipo con un Forlán desacertado y ansioso ante el gol y un Sinama demostrando con cada acción lo sumamente mal jugador que es. La primera parte terminó con el 0-0 el marcador pero una dulce victoria a los puntos de los madrileños.

Bien es verdad que el Chelsea no dio la sensación de pisar el acelerador en ningún momento. Llegar al cuarto partido de la liguilla con 9 puntos tiene estas cosas. Los Blues además no se caracterizan por ser un equipo que proteja mucho el balón ni por ser muy generoso con ese fútbol de arte y ensayo que algunos pregonan pero lo que si que son es un equipo muy bien entrenado que lleva muchos años jugando exactamente igual (antes con Mourinho ahora con Ancelotti) y con una plantilla poderosa y perfecta para jugar de esa manera. Es decir, un excelente ejemplo de planificación deportiva. Es decir, todo lo contrario que el Atlético de Madrid.

La segunda parte comenzó con los mismos parámetros de la primera pero el Atleti pareció irse definitivamente a por el partido para lo que se necesitaba algo más de talento del que había se se quería hincar el diente a este rocoso Chelsea y ese algo era el Kun Agüero que por alguna razón había empezado el partido en el banquillo y que salió a sustituir a esa broma macabra que es Sinama. La primera intervención del Kun acabó en lo que perfectamente podría haber sido penalty. La segunda fue para recoger un rechace bombeado desde la izquierda que el argentino empalma de volea para empotrar el balón en la red, inaugurar el casillero atlético en la Champions, acabar con su maldita racha negativa y acabar con la costra que se había generado en las gargantas de los colchoneros después de tanto tiempo sin cantar un gol así. Golazo.

A partir de ahí el Chelsea se desperezó un poco, empezó a dar muestra de peligro y a arrinconar a los madrileños pero también se vio un gran detalle sobre el que soñar y es que el equipo no se echo atrás y siguió jugando exactamente igual que antes del gol. Lástima que un agotado Forlán se olvidase de presionar el pase lateral de Malouda y que Asenjo (más inseguro de lo habitual todo el partido) no se atreviese a salir con Drogba en el área pequeña. 1-1. El jarro de agua fría sentó como un tiro en un Calderón que hasta entonces (y después) había estado de diez en una muestra más de lo que puede ser esta afición pero el partido siguió igual en cuanto a intensidad y ritmo. Un compañero de grada dijo entonces un frase que se me quedó grabada: “joder, por fin un partido de fútbol”.

Pero el Chelsea es el Chelsea y basta ver las sustituciones para tomar la medida de quien es el rival: Ballack, Deco y Anelka por Essien, Cole y Kalou. Sin palabras. Estando el Atleti volcado en el área rival, Drogba aprovecho un mal rechace convertido en contrataque para demostrar el pedazo de jugador que es con una jugada de potencia casi desde su campo que sienta a los centrales (Pablo desgraciadamente se resbala) y que acaba empotrando a Asenjo que para el primer envite pero que no puede con el segundo. Injusto castigo para los meritos del Atleti. Injusto premio para un conservador Chelsea. 1-2.

Pero al final el Dios del fútbol puso algo de justicia con una falta al borde del área que el bueno de Agüero, que no se prodiga en e esta suerte, transforma en un precioso gol al filo del final. Para entonces el Oporto ya había marcado su gol en Chipre dando al traste con cualquier esperanza para los rojiblancos pero eso ya daba igual. Era una cuestión de orgullo y dignidad.

Dejamos la ansiada Champions con la ilusión de hacer un buen papel en la segunda división europea y con la certeza de que la verdadera competición este año está fundamentalmente en la liga y no precisamente para ganarla. Sin conseguimos mantener los mismos parámetros de hoy seguro que será todo mucho más fácil.

Abonados a la tristeza

Decía Flaubert que hay que tener cuidado con la tristeza porque es un vicio. El Atlético de Madrid está en estado permanente de tristeza y aunque estamos lamentablemente acostumbrados lo está gracias al suicidio que la propia institución inició hace ya muchos años y que en esta temporada parece avanzar a marchas forzadas hacía su culminación. Tanto tiempo soñando jugar la Champions y llevar nuestra camiseta a sitios como Stamford Bridge para acabar perdiendo 4-0 en el partido en el que te juegas todas tus posibilidades. ¿A alguien le sorprende? Supongo que no pero doler duele mucho.

Que el atletico de Madrid tiene poco muy poco y mal repartido, por mucho que tanto y tanto charlatán profesional diga lo contrario, es algo que todos los que seguimos a este equipo sabemos hace tiempo. La diferencia del partido de hoy es que lo poco que tenemos saltó al campo con cierto criterio fundamentalmente en lo anímico aunque el confuso planteamiento táctico que prácticamente ningún ser humano entendió hay que reconocer que funcionó 40 minutos. Eso si, queda claro que no es suficiente. Aun así a mi me pareció cobarde sacrificar a Jurado por delante de Simao, jamás entenderé una alineación de un equipo profesional donde aparezca Cléber Santana, me parece tremendamente cobarde hacer debutar a Dominguez frente al Chelsea en Stamford Bridge y apostar por el músculo frente a un equipo musculoso por excelencia como los del barrio pijo de Londres no parecía una opción muy valiente tampoco pero hay reconocer que el equipo ha hecho la mejor primera parte de lo que va de temporada. Esa especie de 4-3-3, que al final era el 4-2-3-1 cobarde de siempre con Cleber en banda y Forlán peleando con los Elfos en la tierra media, paró a los ingleses aunque más debido a lo que pasaba dentro de las cabezas de los que iban vestidos de rojiblanco y la tranquilidad de los azules que a otra cosa.

El equipo salió concentrado, con menos complejos que de costumbre y en los primeros minutos primero Forlán y luego el Kun fallaron dos ocasiones de las que no suelen fallar, especialmente en el caso del argentino con un remate de zurda que no cogió puerta. Probablemente el partido hubiese sido diferente si alguno hubiese entrado pero este equipo tampoco tiene suerte. Eso si tres minutos después el bueno de Asenjo hizo una interpretación de cante jondo que hacía mucho que no veía. Un centro-chut desde muy lejos paso por encima de las manos del cancerbero en una salida atormentada que ha sembrado más de una duda entre la afición colchonera. Afortunadamente el colegiado anuló el tanto creo que por fuera de juego. A partir de ahí el Atleti bajó el tono anímico y físico y los blues dispusieron de un par de ocasiones a puerta vacía de esas que normalmente no se fallan. El dominio pasó con mayor intensidad a mano de los londinenses, los tradicionales fallos defensivos del folklore atlético empezaron a aparecer y una buena jugada de Deco al borde del descanso provocó un pase de la muerte a Kalou que dio con el primer gol del partido que podría parecer injusto pero que igualmente subió al marcador. Dado el planteamiento del atleti y su capacidad de reacción: fin de partido.

Porque la segunda parte fue una paseo del equipo de Abramovich. Los primeros cinco minutos fueron un acoso constante del equipo local con los madrileños aturdidos en su propia área. A los cinco minutos Asenjo se resarcía de su fallo anterior haciendo una parada espectacular a tiro lejano de Anelca pero la siguiente jugada dejaba un centro lateral desde la izquierda que Kalou volvía a rematar a la red. La pesadilla tomaba el color negro que al final impregnó todo. Un Atleti que intentaba llegar pero un Chelsea que llegaba. El Atleti de siempre y el Chelsea de siempre, es decir, lo peor que nos podía pasar.

Asunçao se lesionó en una de sus entradas desmedidas y la entrada de Jurado trató de aportar algo más de balón, eso que tanta alergia le da a Abel, pero ya no valió para nada. Además cuando cerca del minuto 60 Agüero falló sólo delante del portero la primera oportunidad madrileña de la segunda parte todos supimos que no había nada que hacer. Lampard se encargó de confirmarlo cuando le dejaron sólo en la frontal de área para que probase a Asenjo y a ciencia cierta que lo probó: 3-0. Maxi, que había salido al campo para aportar algo de orgullo y pundonor marró una genial jugada a falta de 10 minutos del final y otra minutos después poco antes de que un desesperado Perea hiciese el cuarto en propia puerta.

Los ingenuos que pensaban que el Atleti haría en Londres lo que había sido imposible hacer en Madrid y en Oporto supongo que ahora ya habrán salido de su error. Este equipo está muerto. La única duda es si alguien será capaz de hacerle el boca a boca para se siga respirando y pueda levantar la cabeza. Eso si, tendrá que ser otro año.

El movimiento se demuestra andando


At. Madrid 0 - Apoel 0

Dicen que el movimiento se demuestra andando y es verdad. Basta ver a los jugadores jugar andando para demostrar lo que es este equipo y de paso saber lo que nos espera esta temporada. Basta ver la cobardía y falta de tino con la que juega la plantilla para ver la cobardía y falta de tino del entrenador. Basta ver (si las lágrimas o la risa te permiten hacerlo) el once inicial y los nombres del banquillo para comprobar la extrema inutilidad del inútil de García Pitarch y basta ver el trabajo de García Pitarch para ver lo que les interesa el Atleti a los que lo han puesto ahí. El partido de esta noche, que abría y probablemente cierre las aspiraciones de nuestro equipo en la manida Champions, aparte de ser un bochornoso y tremendamente aburrido esperpente ha servido una vez más para dejar a cada cual en el lugar que le corresponde. A los jugadores (salvo mínimas excepciones) en el lugar de mercenarios sin alma ni pasión, tan implicados e interesados en ayudar a este equipo como yo en ayudar a la Cienciología. Abel como un entrenador más, del montón, amarrataguí y con el mismo plan que tendría cualquier entrenador del montón. A Pitarch como lo que es, un redomado incompente que encima se permite el lujo de escupirnos desde su montaña de estiercol y al duo sacapuntas, Cerezo y MA Gil como unos mentirosos.

Tenía dudas sobre un desconocido equipo que viene de esa extraño país que alberga dos paises en uno, por mucho que la minoría turca no sea reconocida en ningún sitio fuera de Turquía, y tenía dudas sobre de qué parte de la ciudad dividida de Nicosia vendría este Apoel pero las dudas se disiparon nada más entrar en el campo y ver ondear una inmensa bandera griega en la parte de la grada ocupada por la numerosa hinchada greco-chipriota. El equipo lo que expuso en el campo fue orden, dos líneas de cuatro juntas, una ligera presión y paciencia, lo que a la postre fueron armas más que suficientes para desarmar a un Atleti sin esquema, sin recursos y sin alma. Enfrente los colchoneros, por decisión de un Abel que recordaba a sus hazañas de la temporada pasada en Oporto, decidían relegar a Jurado a una banda, donde hace un par de años desplegó el peor fútbol de toda su carrera, improvisaba un par de laterales de entre el saco de centrales que el bueno de Pitarch ha tenido a bien tener en la plantilla y le daba la manija del partido a esa especie de Cantinflas hormonado que dicen que es un jugador de fútbol. Un tipo que sale con cara de susto al campo y que es el único mediocentro del mundo que no necesita que lo presionen cuando tiene el balón porque él mismo se presiona y lo pierde. Otro gran acierto del inútil de Pitarch que ya hace dos años era una broma y hoy lo sigue siendo, más pesada si cabe. Con estas premisas la primera parte se saldó así: espesura rojiblanca, pelotazos al aire, incapacidad de conectar dos pases seguidos, Forlán bajo de forma, Simao bajo de forma y los demás a verlas venir. Jurado desde su esquina del mundo y un desasistido Kun intentaban poner al menos ganas pero era inútil. En lugar de intentar poner de titular a un jugador con pulsaciones normales del corazón o que el tal Cleber se adapte a la velocidad del fútbol moderno lo que hace este pseudo-atleti es adaptar su ritmo al talento del señor Santana. Resultado: minuto siete y Asenjo hace el paradón de la noche con un remate chipriota a puera vacía. ¿Creen que sirvió de estimulo para la reacción?... en absoluto. El mismo guión hasta el minuto 30 que llegó el primer remate a puerta de los madrileños gracias a una combinación in extremis de los dos únicos que parecían querer jugar el partido. Y eso fue todo por parte colchonera en la primera parte porque de parte chipriota todavía faltaba un nuevo susto en forma de remate a puerta vacía que de nuevo marra un tal Charalabides casi en el minuto 45.

Si contra un equipo como el Apoel, teniendo dos mediocentros lesionados y siendo Jurado el jugador más en forma de la plantilla, el bueno de Abel es incapaz de prescindir del doble-pivote defensivo (por no decir doble-pivote de tarutos) y colocar al único tipo de la plantilla capaz de pasar hacia delante, es evidente que no va a ser capaz de hacerlo ya nunca. Si el panorama de resultados y objetivos es ya desolador en el tercer partido, el panorama respecto al juego que pueda desplegar este equipo no le va a la zaga. Ya saben la receta: destrozar el juego del contrario, tratar de no tener la pelota, dar pelotazos, rezar y esperar a que alguno de los buenos reciba el balón. ¿Les suena?

Pero nada parecía ser susceptible de cambiar para el bueno de Abel puesto que saltaron los mismos once seres humanos en la segunda parte y como no podía ser de otra forma, porque recuerden que el movimiento se demuestra andando, todo siguió también exactamente igual. Misma espesura, mismo anti-fútbol, mismos pelotazos y misma emoción entre los greco-chipriotas que para entonces ya eran conscientes de que podía sacar su primer puntito en la Champions.

Pero supongo que motivado por el efecto de Jupiter en la órbita de Saturno o porque Abel se equivoco sin querer, Maxi sustituyó a ese personaje que ameniza las noches de los Zapings futbolísticos de apellido Santana. De este forma el argentino se iba a la banda y Jurado tomaba un hueco inédito en el centro del campo, ese lugar en el que hace más de una década que en la dirección deportiva del Atleti se ha decidido que no hace falta. Oye, fue como quitar el tapón en una bañera llena de agua. De repente el balón se movía, más jugadores entraban en juego, el Apoel parecía el Apoel y no el Milan de Sacchi y las ocasiones se sucedían. Sin mucha flluidez pero se sucedían. Primero Jurado, luego Agüero, Maxi desde la derecha pasando por delante de la portería, Forlán varias veces probando su mortal disparo pero sin fortuna... parecía que por fin el equipo madrileño tomaba la manija y el ritmo y casi ni nos acordábamos de los 55 minutos tirados pero entonces asistimos al enésimo ataque de entrenador de los últimos tiempos. Abel decide en ese momento (minuto 70 aproximadamente) romper el ritmo del partido para sacar a Sinama por Perea. Alguien podía pensar “bueno, lo quita para jugar con tres defensas y meter un jugador más arriba o en el centro”. Podría ser pero no fue. Sinama jugó de lateral derecho. “Un lateral derecho ofensivo”, grito un compañero mío de grada, a lo que yo le conteste que no es ni lateral ni ofensivo. Efectivamente las aportación de Sinama en el lateral fue tan inútil como la aportación de Perea había sido antes o como la que Dominguez estaba siendo en el otro lado, sólo que con menos discrección por parte del francés que se gana la enemistad de la grada a pasos agigantados. Probablemente la discreta actuación de estos jugadores se corresponda con que ninguno de los tres es lateral pero eso es volver a la labor del señor que está en Valencia recuperándose de un esguince (no se matiza en que lugar del cuerpo tiene el esguince).

Y poco más hasta el final. Roto el rítmo vuelta a la normalidad. Aparte de un par de remates de cabeza de los chipriotas que con cada corner o falta sembraban el terror de la lamentable defensa colchonora hubo también nuevos remates (casi siempre de un bajo de forma Forlán), un par de ellos realmente espectaculares como la dramática última oporunidad pasado el minuto 90 con un zurdazo brutal del uruguayo que atajó el palomitero de Xiotis.

Aparte de la falta de ilusión o de las subjetivas y muy personales sensaciones que el espíritu, juego y la actitud de este equipo deja en los corazones colchoneros el partido dejá unos números mucho más objetivos. Tercer partido de la temporada, dos empates una derrota y un sólo gol frente a tres equipos de media tabla baja. Primer partido en champions en casa y contra el peor equipo del grupo y se empata con estrépito. Este es el Atlético de Madrid de los Abel, Pitarch, Cerezo y Gil. Supongo que en cualquier caso esta noche los programas radifónicos seguiran haciendo placenteras e indoloras felaciones periodistas a los dirigentes de este bendito club.

En la casilla de salida (por fin)

A pesar de la poca brillantez (con permiso del Kun Agüero cuyos renovados ánimos por esta camiseta fue lo mejor de largo de la noche y augura grandes tardes de fútbol) y la sobredosis de sopor que supuso el partido de pseudo-champions, lo cierto es que el 2-0 es un resultado imponente que sirve para que el Atlético de Madrid esté por segundo año consecutivo en la máxima competición europea, algo que es la primera vez que pasa en la historia como bien recuerdan rotativos y trileros de las ondas herzianas sin reparar en que el carismático titular tiene más trampas que un prestidigitador. El Atleti, sea como sea, vuelve a estar por derecho propio en la elite europea y eso debe servir para dar carpetazo al ejercicio anterior, de infausto recuerdo, mientras se encara el futuro con ánimos renovados y limpios de pluma y paja… ¿o no? El partido contra el Panathinaikos deja para mi cuatro lecturas diferentes:

Social. Este que escribe, abonado desde tiempos inmemoriables y asiduo al Vicente Calderón llueve o truene, no estuvo en el campo y no tenía ninguna excusa para no estar más allá de mis convicciones morales respecto a los 20€ que se les solicitaba a los abonados. Tampoco era una cuestión de penuria económica sino de entender que era una tomadura de pelo disfrazada de menosprecio a una afición a la que creo que este club tiene mucho que agradecer y poco que reprochar. A pesar de la campaña publicitaria de tintes fascistas que con violencia inusitada ha aparecido en los diarios deportivos en los últimos días, uno estaba convencido de que el subconsciente colectivo del Atleti estaba por encima de los cantos de sirena del Ministerio de la Verdad, con sede en las oficinas del Calderón y soldados en todas la redacciones “serias”, y demostraría al mundo su personalidad y orgullo. Una vez más me equivocaba. El aspecto de la grada fue más que digno y la afrenta de la directiva para con su afición por tanto no se entendió como tal con lo que pasará a la historia sin dejar ningún recuerdo y dando la razón al club. Cada vez tengo más claro que esta forma de pensar que se estila en la resistencia cibernética de la red poco tiene que ver con el sentir mayoritario del nuevo colchonerismo lo cual me hace pensar, claro, pero también me llena de pena y de sonrojo. No porque piensen diferente a mi sino por lo que piensan y su similitud con el pensamiento del enemigo.

Deportiva. La plantilla es corta, el equipo está descompensado y todo está cogido con pinzas. Falta fútbol y sobra talento arriba. Abel tiene que construir una mesa con tres patas y eso es harto difícil. A veces parecerá estable y a veces parecerá una mesa pero siempre será una mesa de tres patas con lo que cada vez que alguien se apoye en el sitio adecuado la tirará abajo. Se dominó el partido pero no se tuvo el balón con especial aporte negativo en este sentido de un Raúl García que volvió a dar otra lección de inutilidad sobre el césped. Su presencia en el once titular obedece a que no existe en la plantilla jugadores en esa posición, ni mejores ni peores. Cléber es infinitamente mejor como futbolista pero me temo que ha llegado algunas décadas tarde puesto que desgraciadamente al fútbol ahora se juega corriendo y no andando. No se pasaron verdaderos apuros pero los griegos tuvieron muchas ocasiones claras lo que siembra dudas razonables sobre el sistema defensivo y sus protagonistas. El equipo parece más serio pero eso es algo no muy difícil de conseguir viniendo de tres años con un entrenador de verbena y chirigota. Veremos…

Dirección técnica. Estoy cansado de hablar de Pitarch. Creo que ha llegado un punto en que esa palabra: Pitarch (lo siento por los que compartan apellido) denota en si misma todos los calificativos negativos que un director deportivo pueda acumular. El mejor momento de este penoso profesional en la disciplina del Atlético de Madrid está por llegar y será el día que se largue o de que lo echen a gorrazos. El Atlético de Madrid tiene probablemente la plantilla peor diseñada de todos los equipos profesionales de todas las ligas europeas. No, no crean que mi conocimiento futbolístico alcanza para conocer los fichajes veraniegos de, por ejemplo, el Utrecht FC pero nuestro diseño es tan sumamente malo que no me entra en la cabeza que exista uno peor. Por supuesto que tenemos grandes jugadores (eso no lo pone nadie en duda) pero sería difícil encontrar en el mundo un equipo sin un solo lateral derecho en la plantilla, con todos los porteros por debajo de los veintipocos años, con siete centrales en plantilla, con un lateral izquierdo al que se mantiene con ficha porque su situación personal da pena, sin un solo centrocampista de creación, sin un solo sustituto de garantías para sus interiores (en algún caso incluso sin garantías, directamente no hay sustituto), sin un sustituto de garantías para cualquier puesto de la delantera (idem) y con tres jugadores ocupando ficha en el primer equipo que el año pasado ya no valían (nunca valieron) pero que nadie en el panorama futbolístico quiere adoptar teniendo que realizar un mínimo esfuerzo económico (demostrando con ello el brutal potencial de los mismos). Esa es la plantilla del Atleti. Faltan algunos días para que se cierre el aspecto de fichajes pero me temo que son demasiados objetivos para un fusil tan sumamente malo.

Europea. El rival griego que nos tocó en suerte en el temido sorteo, Panathinaikos, no ha estado a la altura del evento en ningún momento resultado ser una eliminatoria más cómoda de lo esperado. Sin ver la mejor cara del Atleti (espero que de lejos) los griegos han resultado ser muy inferiores en todos los aspectos sin llegar a poner realmente en peligro la clasificación en ningún momento pero recuerdo que Panathinaikos fue primero de su grupo en la Champions del año pasado con la misma plantilla de este año pero sin las incorporaciones de campanillas del verano. ¿Es este entonces el verdadero nivel medio de la Champions? Probablemente si. Por eso duele todavía más salir a la competición con la cantinela de que “el simple hecho de jugar la liga de campeones es un premio porque no tenemos nada que hacer”, una cantinela que el cancerígeno de Aguirre disfrutaba aplicando al equipo. Creo que Abel es consciente de la estupidez y tendrá otro talante bien distinto. El Atleti debe aspirar a todo con realismo pero sin miedo. Con modestia pero con orgullo. Que siempre sea el rival el que tenga que ganarnos.

Buenas sensaciones... mal asunto.

Hubo un tiempo, cuando la dirección del Atlético de Madrid se regalaba a deslumbrantes trileros de la palabra de verbo fácil y dudoso talento, en el que al campo saltaba un puñado de jugadores (algunos muy buenos) vestidos con la camiseta rojiblanca. A veces ganaban y a veces perdían en una normalmente aburrida suerte de ruleta rusa donde la única bala siempre estaba en las botas de alguno de esos jugadores llamados a marcar la diferencia en el colectivo. Hoy, en el mediático infierno heleno, lo que hemos visto es algo bastante parecido a un equipo de fútbol y esa es la mejor noticia para este que escribe sobre lo que se ha visto. Con carencias, errores, cosas malas y defectos pero un equipo de fútbol con una idea en la cabeza, unos conceptos por asimilar, un espíritu del que empaparse y una forma concreta y precisa con la que encarar los partidos. Abel podrá tener suerte o no, más o menos talento pero es un entrenador de fútbol y yo tenía muchas ganas de ver un entrenador de fútbol sentado en el banquillo colchonero.

El partido no fue bueno especialmente en la primera parte donde el nerviosismo inicial dio paso a una guerra de guerrillas en el centro del campo con mucho músculo, demasiada precipitación y muy poco sosiego. La buena noticia es que ese caos, a diferencia de otros tiempos desgraciadamente cercanos, ni era provocado por nosotros ni nos beneficiaba. Poco a poco el equipo fue cogiendo su sitio y se vio lo que quiere Abel como concepto defensivo: un equipo muy junto con una defensa en línea adelantada y presión en campo contrario. Puedes no estar de acuerdo con el esquema pero es evidente y claro. Todos saben donde tienen que estar y lo que tienen que hacer lo que es de agradecer. Forlán se mete en el centro, Asunçao es un valladar y la defensa parece mejor cuando el equipo está junto y no se ve desasistida. No hubo grandes sustos en esa primera mitad a pesar de la tosca verticalidad de los griegos precisamente porque el equipo estaba bien plantado y lo poco que había lo resolvía con mucha solvencia el único acierto de este equipo durante el verano: Asenjo. Asusta ver la personalidad de este muchacho y las buenas maneras que presenta. Espero que se confirme lo mucho que promete.

Pero el problema de este equipo sigue siendo el de siempre: la creación. La propuesta de Abel para el ataque es velocidad con el balón, triangulación rápida, posesión, amplitud de campo, jugar con interiores y no con extremos, así como movimientos horizontales de los puntas. Tiene buena pinta pero no tenemos jugadores capaces de mover la máquina y no hace falta una presión muy elaborada para que el equipo se atasque. Raúl García ni está ni se le espera. Cléber Santana es demasiado lento para jugar en esta liga. No hay más.

Eso si, la tradicional pegada rojiblanca que no se resiete, con un Maxi redimido que ha sido uno de los mejores, puso las cosas en su sitio quitando nervios de la cabeza y poniendo juicio en el campo. Lástima que uno de los pocos despistes defensivos pusiese el empate en el marcador nada más volver del banquillo (seguramente en fuera de juego). Nos meterán muchos goles de estos este año (balón a la espalda de la defensa adelantada) pero no siempre será culpa de la defensa. Jugando así la labor principal la tiene la presión del centro del campo para que no puedan pasar con comodidad. Ese fue el error. Pero en lo que es otra de las notas positivas de la noche el equipo lejos de venirse abajo se hizo dueño de la pelota, esta vez si, para desarrollar los mejores momentos de fútbol del partido con posesión, velocidad, criterio y peligro. Así llegaron el gol de Forlán (al que noto un poco bajo de forma) y esa deslumbrante obra de arte que fabrico el Kun Agüero. Desgraciadamente por culpa de la mala suerte (y un desajuste de Juanito, un tipo que sigo sin saber porque se viste de rojiblanco) uno de los descartes del Liverpool, el argentino Leto, nos hacia otro soberbio golazo con zurdazo desde la izquierda.

El 2-3 final es un buen resultado que podría haber sido mejor y que deja una buena sensación muchas lecturas positivas como el rigor táctico, el portero, los buenos momentos con el balón, la pegada que no se atrofia, el protagonismo en el juego de Maxi, la cercanía de líneas pero también algunos malos como el desequilibrio en el lateral derecho, la escasez y mediocridad del banquillo y la galopante falta de calidad y capacidad de creación en el medio campo.

Una lástima que la voluntaria estupidez de los ilegítimos dueños del barco y la vergonzosa negligencia del caradura que dice ser el director deportivo hagan de ese equipo un esqueleto roto, una silla coja, un coche sin volante un ajedrecista sin cerebro. Es tan lamentable como evidente. Este equipo no tiene creación, no tiene lateral derecho y no tiene banquillo lo cual es algo que ni el Kun, ni Forlán, ni Abel ni el mago Merlín pueden solucionar. Podrán enmascararlo o intentar compensarlo de otra forma pero triunfen o no seguiremos rotos, cojos, sin dirección y sin cerebro. En estos tiempos donde el entrenador del mejor equipo del mundo sale enfadado en televisión porque dice que su equipo necesita “dos o tres” retoques duele ver como ese iletrado entertainer que pasa por ser nuestro presidente se ríe hasta de su sombra mientras sigue dando patadas al diccionario.

Gracias Forlán

En esto del fútbol hay partidos, los partidos importantes, en los que el fútbol es precisamente lo de menos. En estos partidos hay que morder, sudar, sufrir pero sobre todo ganar. Por lo civil o por lo criminal. Hoy era un partido de esos, de esos que da gusto jugar como jugador (y si no es así es mejor que te dediques a otra cosa) y que como aficionado se sienten con esa extraña pero adictiva mezcla de alegría y sufrimiento que a muchos nos hace repetir insistentemente año tras año. El Atlético de Madrid de las últimas tres temporadas, con ese entrenador de cuyo nombre no quiero acordarme, había tomado por costumbre salir a este tipo de partidos escondido, automutilado y temeroso hasta de si mismo. Esa actitud tan valiente nos había llevado a perder todos los partidos de estas características que disputábamos. Los grandes de rivalidad emotiva nos vapuleaban, cualquiera nos eliminaba en cualquier competición cuando la cosa se ponía seria y nosotros nos acostumbrábamos en nuestro asiento a esa mentalidad de plastilina que tan buenas ruedas de prensa les brindó a los periodistas. Pero las cosas cambiaron hace unos meses, sin duda para bien, y a una actitud y mentalidad renovada trajeron resultados significativos y una imagen decente que no terminaba de borrar esa incertidumbre que sin embargo parece poco a poco difuminarse en este gran final de temporada.

Porque está siendo un gran final de temporada. Puede que no lo sea en juego pero si lo es en eso que últimamente hemos reclamado hasta la extenuación a nuestro equipo: espíritu, compromiso, ambición y entrega y así, mientras un par de sinvergüenzas como Maniche o Seitaridis abandonaban un vestuario del que hace mucho tiempo deberían haber desaparecido un tipo curtido, uruguayo y excelente jugador de fútbol se echaba a la espalda no sólo al resto de sus compañeros y no sólo al equipo que le paga sino también la historia de una institución que probablemente desconoce. Estamos a falta de sacar un punto en la última jornada para clasificarnos en la eliminatoria previa de Champions, el único objetivo del que se ha hablado en este club, y eso era algo difícil de creer no hace mucho. Gracias Forlán.

Esa engañosa guerra del fútbol que se dirime entre monopolios pseudo-progresistas está consiguiendo situaciones ridículas que unas veces hace las delicias del espectador y otras como la de hoy provoca urticaria en la corteza cerebral de los mismos. Esa solemne gilipollez del multifútbol es un bochornoso engendro televisivo que sólo puede interesar a los aficionados al fútbol que no lo son de ningún equipo. Algo que por cierto no sé si existe. En un día como hoy donde todo el mundo se jugaba algo a la misma hora hacer un carrusel televisivo chungo y en diferido es una estupidez digna de los iluminados que tienen secuestrada la creatividad de la televisión patria. El problema en el cuadro de estulticia se completa además si tenemos en cuentas que esta bufonada de las pantallitas impedía que los mismos partidos se pudiesen ver en PPV de modo que la única forma de ver el partido del Atleti (y tantos otros) era recurrir a Internet. Tampoco fue fácil y tomó un tiempo, pero una televisión quatarí me dio la oportunidad.

Afortunadamente los tradicionales minutos de tanteo iniciales en estos partidos se prologaron hoy 45 minutos y no me perdí nada en la búsqueda por la red. El equipo salió concentrado y metido en lo que se jugaba pero encorsetado y algo entumecido. El Athletic no llegaba con peligro pero el Atleti no conseguía tampoco estar cómodo en el campo ni controlar en ningún momento el juego. Apenas un par de llegadas del Kun, la más clara un cabezazo a pase de Pernía, fueron todo el bagaje ofensivo de los madrileños y de los Bilbainos. La lucha se dirimía en el centro del campo con más músculo que cabeza y a medida que pasaban los minutos la desesperación llegaba para los nuestros lo que permitió al equipo vasco coger más el balón y hacerse con las riendas del partido aunque antes de que el agua llegase al río acabó la primera parte.

Pero el Atleti no espabiló tampoco en la segunda sino que bien al contrario salió al campo con una especie de pájara con bastantes similitudes de aquellas de antaño y que agradeció el Athletic para hacerse definitivamente con el partido. Empezó a llegar con criterio y peligro además de hacerlo de forma continuada. Fueron los mejores minutos que dejaron varias oportunidades claras de Llorente especialmente una en la que sólo delante de Leo Franco cerca del área pequeña envía el balón fuera. Merecía el gol el Athletic pero por aquello de que el fútbol es injusto para todo un remate raro de Pernía deja un balón muerto que cae en las botas de Raúl García y este colocaba el balón dentro de la portería. El gol no le sirvió al Atleti para asentarse ni al Bilbao para tirar la toalla porque el guión permaneció inalterable tras el gol y claro, tanto va el cántaro a la fuente que Etxeita decidió conectar un cabezazo y empatar el partido.

En ese momento llegó para mi la clave y lo que personalmente más me gustó. El Atleti pareció entonces entender lo que se estaba jugando y decidió cambiar de marcha e irse a por el partido. Primero a base de músculo y concentración en la presión y después con el talento de una de las mejores parejas de delanteros del mundo. Así, en una jugada trenzada sin mucha limpieza pero que deja el balón dentro del área aparece el Kun para meter la puntera e intentar llevarse el balón entre dos contrarios (y recibe penalty en mi opinión) cosa que no consigue aunque el balón sale rechazado a la frontal. Por allí pasaba Diego Forlán para sacar a relucir esa pierna izquierda prodigiosa que engancha con un zurdazo imparable. 2-1. Pero el Atleti no frenó. Siguió jugando exactamente igual y cinco minutos más tarde vuelve a perforar la portería contraria finiquitando el partido. Agüero, el más listo de la clase, llega primero a un balón bombeado dando un prodigioso pase a Forlán que se lleva el balón de cabeza como un cohete, se mete en el área y marca. Fin del partido. El árbitro se inventó un penalty que servía a Forlán para reforzar su recién estrenado pichichi y poner el cuarto en el marcador pero lo que pasó desde ese tercer gol hasta el final debería quedar en el registro de la anécdota.

El equipo lo tiene en la mano. Basta un empate frente al Almería con un Calderón lleno para estar el año que viene en la fase previa de Champions. Cerremos el curso y empecemos a soñar con criterio por cosas grandes.

Lo que no puede ser no puede ser...

...y además es imposible. El Atlético de Madrid ha caído eliminado de la Champions League en una eliminatoria que no ha merecido ganar en ningún momento frente a un equipo que los “expertos” declaraban como inferior en el papel pero que sobre el césped no lo ha sido en ningún momento. En noches así uno tiende a aparcar el juicio intentando buscar culpables de tener que tragar un trance tan doloroso y francamente existen muchos candidatos. Yo honestamente sigo pensando que esto no es más que la guinda a un penoso proyecto deportivo mal parido, mal vestido, peor gestionado, mantenido con vida de forma artificial demasiado tiempo, disfrazado de forma ridícula, mal alimentado y demasiado consentido. Los colchoneros volvemos cabizbajos desde la gloriosa competición europea a la tediosa competición local con la orejas gachas, el ánimo por los suelos y la cruel sensación de que hemos vendido muy pero que muy barata nuestra presencia. Muy barata. La última vez que habíamos estado en esta competición salimos de ella con honor y orgullo en una aciaga noche en el Calderon frente al Ajax en un partido que nunca debíamos haber perdido. Salimos cansados, magullados, heridos en el orgullo y jodidos. Hoy ni eso. ¡Qué lejos queda aquello! ¡Qué lejos queda el atleti!

Jamás he entendido y jamás entenderé esa estupidez de las rotaciones y mucho menos cuando estas afectan de forma dramática a los partidos clave. Es más, se supone que si tiene algún sentido hacerlas es precisamente para que esto no ocurra. Tampoco puedo entender como un deportista profesional de menos de 30 años es incapaz de recuperarse de un partido de fútbol en tres días. La alineación de esta noche presentaba la ausencia de Diego Forlán, probablemente el mejor jugador colchonero en los últimos partidos, por una decisión técnica aparentemente sustentada en el hecho del gran esfuerzo del uruguayo en el partido anterior. Estupideces. Estupideces que insultan la inteligencia del aficionado y que probablemente esconden un espíritu bastante menos valiente de lo que parecía en el responsable de dar los nombres de la alineación titular. El pasado sábado Abel dio un buen repaso táctico a su rival pero dijo una cosa en las declaraciones posteriores que no me gustó un pelo. Al parecer su “táctica” era la de contener al Madrid en la primera parte con un doble pivote defensivo para matarlo en la segunda con un “cambio más ofensivo”. Si es así, me parece una “táctica” de domador de pulgas, del apoderado del Bombero Torero o del Final Fantasy pero no de un entrenador profesional de fútbol. ¿Qué ocurre entonces si te meten un gol nada más empezar? ¿Tienes que cambiar todo lo que has preparado o esperamos a la segunda parte? ¿Cual es el problema de fabricar un equipo que gire en torno al axioma “voy a ganar el partido en cuanto pite el árbitro”? Todo apunta a que la idea de hoy debía de ser un peregrino sucedáneo de algo así de siniestro, cobarde y lamentable. Así nos ha ido. Es de esas gilipolleces que también hacía Aguirre... y así le fue.

Es difícil entender, especialmente después de ver los dos últimos partidos del equipo, como se puede salir a jugarte la clasificación de octavos de una Champions con unas sensaciones tan pobres, un ritmo tan espeso y una propuesta tan rancia. Es difícil de comprender en cualquier caso pero mucho más cuando tienes que ganar para pasar la eliminatoria. Pues bien el equipo, sin Forlán, salió romo, expectante y pasivo, regalando la pelota al Oporto e imprimiendo lentitud a todas las acciones. El equipo estaba bien colocado y defendía bien pero ni hablar del peluquín de eso de atacar, tener el balón, hacer fútbol o crear. Así, sin pena ni gloria tiramos a la basura 25 minutos que fue lo que tardamos en llegar una vez, meter un balón a Simao dentro del área y que el árbitro nos premiase con el tradicional penalty clarísimo no pitado. A partir de ahí el equipo pareció estirarse, el Oporto se asustó y reculó, el equipo tomo la pelota para disfrutar de los mejores minutos del partido que sin ser para enmarcar al menos daban esperanza. Minutos que sirvieron para tomar el control pero no para crear ocasiones, probablemente debido sobre todo al atenazador miedo al contra ataque portugués que dejaba al Kun demasiado vigilado y sólo arriba. Así llegamos al descanso.

Sin despertar todavía del asombro que ocasionaba la falta de interés por ganar el partido que parecía transmitir el equipo, los atléticos confiábamos en que la más que probable salida de Forlán produjese un cambio en el panorama.... pero la salida no llegó. El partido comenzó igual que termino en su primera parte, con algo más de parsimonia, algo menos de ritmo y el mismo desasosiego en los aficionados. Después de otros 1o minutos tirados al retrete por fin Abel se decide sacar al “agotado” Forlán pero claro, los cambios en el fútbol de verdad no funcionan igual que en la Play Station. El Uruguayo entró tarde, fuera de punto, perdido y en ningún momento consigo agarrarse al devenir de las cosas. Pasó desapercibido (lo que no ocurre nunca con Forlán) y de hecho a partir de ese momento se vieron los peores momentos del Atlético de Madrid y los mejores del Oporto. Abel eso si terminó de rematar su error con otro de similar calado cuando quita del campo a Maxi, un jugador que si tiene algo es esa capacidad para meter gol en los momentos más inesperados y por lo tanto ideal para hoy, para dejar en el campo a un Sinama que si bien había trabajado bien en defensa o había conseguido irse de su marca una sola vez. A partir de ese momento, cuando faltan 20 minutos para que acabe la eliminatoria, el Oporto toma el control absoluto del partido, del juego y del balón, llegando con claridad muchas veces haciendo que Leo Franco se convierta, como ya ocurriese en la ida, en el héroe del partido. El Atlético de Madrid se veía desbordado, aturdido, incapaz de animarse a si mismo, inútil a la hora de jugar al fútbol y sobre todo sin ningún tipo de capacidad de reacción hasta el punto de acabar el partido con la humillación de defender en tu área. Cuando vimos que la solución que venía desde el banquillo era colocar en el campo a esa estafa llamada Maniche (porque Miguel de las Cuevas es como si no hubiese salido) todos supimos que era mejor irnos a a escondernos debajo de las sábanas. Ni siquiera tuvieron la entereza, el oficio o el cuajo de intentar colgar balones a la desesperada. Prácticamente no ha tirado el equipo una vez puerta en todo el partido lo cual es un dato significativo teniendo en cuenta que se necesitaba marcar en Oporto de todas las maneras. Es lo que suelen traer este tipo de iluminados planteamientos tan valientes.

“Calidad, yo quiero calidad” gritaba a finales de los 80 un grupo llamado Ciudad Jardín y eso es lo que yo hecho fundamentalmente de menos en este equipo: calidad. Lo hecho de menos en jugadores sobrevalorados que cobran fichas por encima de su valor de mercado, lo hecho de menos en prácticamente todas las líneas pero lo hecho de menos fundamentalmente en el centro del campo. Raúl García es un jugador mediocre al que le viene grande todo esto y al que le falta mucho más fútbol del que tiene para pretender jugar en la posición en la que juega, si lo quiere hacer dentro de un equipo con aspiraciones. Maniche es una broma pesada que está durando ya demasiado tiempo. Asunçao es lo que es y cuando resulta que aparece como el que mejor ha tratado el balón te da a entender entre lágrimas como está el panorama. Camacho está más cerca de ser otro Asunçao que de otra cosa y Miguel de la Cuevas es un tipo muy querido por todos pero que nunca ha demostrado nada, sigue sin hacerlo y dudo que lo haga. Sinama directamente es que ni es centrocampista. Este equipo tiene problemas para crear fútbol y los va a seguir teniendo con lo que hay y sobre todo viendo los que dirigen la diligencia que son los verdaderos culpables de esta colección de remiendos.

Otro año más fuera de Europa y otro año más con más pena que gloria. Los optimistas dirán que nos han eliminado de la Champions sin perder un partido y los pesimistas dirán que lo que más hemos hecho ha sido empatar. Chorradas, estamos fuera y punto. Ahora a pensar en poder estar el año que viene (que por cierto es lo único que le preocupa al “caravinagre” que dirige este club en la sombra) pero que tal y como está el panorama parece harto complicado.

Ni está ni se le espera

Admitámoslo, esto no es el Atlético de Madrid. Lo que desde hace una década se pasea por el césped del Vicente Calderón es un sucedáneo, una falsificación china mal elaborada, una carísima pieza de marroquinería cutre que se cuartea en cuanto le da la luz y que se rompe al menor meneo. Es una gran mentira pintada de colores que se evaporan cuando tienen que lucir o una eterna excusa maloliente y torpemente elaborada que como una nube negra todo lo cubre. Es lo que quieran que sea menos el Atlético de Madrid. El Atleti ha sido ultrajado, violado y raptado con nocturnidad y alevosía con la cruel intención de despedazarlo en pequeños trozos y repartirlo por lejanos confines para hacerlo desaparecer. El Atlético de Madrid hoy sólo existe en el subconsciente colectivo de un puñado menguante de románticos que se aferran a una idea que les ha dado y les da mucha alegría pero una idea que en noches como la de hoy parece ser más leyenda que realidad, más pasado que futuro, más mentira que verdad.

Recordaba esta mañana con un amigo cibernético eliminatorias europeas pasadas y se me ponía el pelo de punta y así, con el pelo de punta desde la mañana, he llegado al estadio Vicente Calderón, que sin estar lleno presentaba un aspecto espectacular. Los portugueses llenaban una gran parte del fondo norte con los colores blancos y azules de su camiseta y los minutos anteriores al inicio del partido se convertían en una preciosa lucha de cantos que acabó por ganar la grada colchonera con un emotivo atleti, atleti, que hacía tiempo no se escuchaba a la rivera del Manzanares. Si un jugador de fútbol no es capaz de emocionarse y subir un punto las revoluciones de su motor interno viviendo eso sobre un terreno de juego no es que no merezca vestir la elástica rojiblanca, es que no merece ser llamado futbolista. Creanme cuando digo que había hoy más de uno en el campo al que el ruido ensordecedor ya desde ese momento le molestaba.

Pero el partido comenzó eufórico como no podía ser de otra forma. Algo alocado y sin control pero bonito para la grada que veía como la pelota llegaba a una y otra portería sin pasar por el centro. Casi sin tiempo de sentarse (me consta que muchos socios estaban todavía entrando al estadio) una bonita jugada del atleti, trenzada en torno al balón para variar, acaba en los pies del Kun que habilita un pase a la derecha que llega a Maxi para que desvirgue el marcador. Minuto 3, 1-0 en el marcador y una noche apasionante por delante. ¿Alguien podía pedir más en ese momento? Desde luego que no, pero es que nadie podía pensar entonces el esperpento que se nos venía encima. A partir de ahí la pesadilla recurrente. El baño táctico que nos dio el Oporto durante la primera mitad solo es comparable en magnitud con la falta de conceptos defensivos de este equipo. Unidos los dos fenómenos a la vez el resultado fue la desastrosa calamidad que sufrimos desde entonces hasta el descanso. La famosa defensa adelantada de Abel no se correspondía con ningún tipo de presión ordenada a la salida de balón del Oporto lo que provocaba un constante martirio para los colchoneros simplemente con un Oporto moviendo el balón con velocidad y mandándolo a la espalda de nuestra defensa. Si a eso le sumamos la falta de colocación de Pablo, la falta de velocidad de Ufjalusi, la falta tensión de Antonio López y la falta de cerebro de Seitaridis la película toma ya tintes siniestros.

Todo era peligro para los colchoneros. Una falta desde el centro del campo es rematada tranquilamente desde el lateral del área por un jugador portugués que estaba allí sólo y que pone el balón en el área pequeña para que de nuevo otro jugador del Oporto, también sólo, marque un gol que el árbitro anula probablemente por un injusto fuera de juego. A partir de ahí la sucesión de robos de balón en el centro, desajustes de los madrileños, fallos escandalosos de la defensa y paradas in extremis de Leo Franco es interminable. En esa macedonia de errores tácticos y técnicos llega el justo empate del Oporto. un balón golpeado desde el centro nuevamente a la espalda de la defensa, un balón sin embargo que parece franco para Pablo que salta de cabeza marcando perfectamente los tres tiempos... pero sin llegar a dar al balón con lo que este cae a los pies de Lisandro que en un nuevo mano a mano con Leo no desaprovecha la ocasión. Los portugueses saltaban en la grada mientras los jugadores vestidos con la camiseta del atleti miraban a otra parte con cara de pocker. Los jugadores de elite se distinguen del resto de jugadores no por sus cualidades técnicas (que también) sino por la fuerza psicológica que les hace diferentes a los demás y les hacen ser considerados estrellas. Los jugadores del Atlético de Madrid algunos son buenos y otros malos pero es difícil encontrar jugadores de este tipo. Son simplemente buenos jugadores sobrevalorados, con sueldos que no tendrían en otro equipo y que son incapaces de asumir la presión, de echarse el equipo a la espalda en los momentos difíciles, incapaces de entender lo que la gente que les están viendo está sintiendo e incapaces de transmitir nada a sus compañeros. La fragilidad de esta plantilla se vio una vez más cuando a partir de ese momento todos se escondieron entrando en una vorágine vertiginosa hacia el fracaso y volviendo a hacer el ridículo una vez más delante de esos espectadores a los que tanto miedo tienen. Sólo el desacierto de los delanteros portugueses y un acertadísimo Leo Franco nos libraron de otra noche de humillación. Eso y San Neptuno que encima nos regaló un segundo gol cuando en las postrimerías del partido hizo que un tiro inocente de Forlán desde su casa se resbalase de las manos de Helton, portero del Oporto, un amigo.

Con el injusto 2-1 brillando en el marcador la segunda parte comenzó igual que la primera. Ni Abel vio que el centro del campo era un inexistente coladero, que los extremos no entraban a jugar, que el equipo estaba partido, ni la defensa se centró, ni nadie del atleti tomó el mando espiritual. El partido bajo el ritmo pero las ocasiones del Oporto seguían llegando y la sensación era de que el empate estaba más cerca que otra cosa. En esas aparece Abel para hacer un controvertido cambio que consistía quitar al Kun (siempre el Kun) para poner a Sinama. Hubiese entendido un cambio para reforzar un centro del campo que hacía aguas pero esto... supongo que son cosas de entrenadores. Eso si, cosas de entrenadores malos y cosas que no valen para nada porque el equipo lejos de mejorar lo que hizo fue tomar conciencia de que sin el Kun las posibilidades de que una jugada aislada de suerte que nos salvase (la única táctica reconocible del Atleti en los últimos años) se desvanecían. Y más que lo hicieron cuando Antonio López hace una jaimitada, sus compañeros de línea se solidarizan, sishoko mete un balón al área y Lisandro López lo remata a la red. Merecido empate de los portugueses que terminó por potenciar las aptitudes escapistas de nuestra plantilla, la indolencia de los desgraciados protagonistas de nuestro equipo y la cólera de una afición saturada de quina. Mención especial merece el fantasmagórico show de ese impresentable de pasaporte griego conocido como Seitaridis. Un jugador que no debería volver a vestir esa camiseta que le permite mantener el nivel de vida que injustamente ha conseguido. Si patético era ver la soberbia del griego cagándola una y otra vez no menos patético era ver al resto de compañeros paseándose por el césped como si se tratase de una romería. Era difícil ver a ningún jugador enfadado, dolido, rabioso o encolerizado y era difícil porque no había ninguno. El que no se escondía se quitaba de en medio. El que no se quitaba de en medio la cagaba sin escrúpulos. Ni un rechace, ni una anticipación, ni una protesta,... nada. Ni los cambios tardíos de Maniche (otro que está para otros menesteres pero no para este) o Miguel de las Cuevas (inédito) sirvieron más que para se llegase al final del partido.

Lo único positivo de una noche aciaga paradójicamente es el resultado que deja vivo al equipo, por llamarlo de alguna manera, para el partido de vuelta pero un equipo con este espíritu, incapaz de mirar a los ojos a nadie e incapaz de soportar el peso de la camiseta que visten es mejor que deje cuanto antes de hacer el ridículo. Calientes todavía las conmemoraciones del 23-F le viene como anillo al dedo la frase que se escuchó en la zarzuela aquella noche adaptada al momento. ¿El Atlético de Madrid?...ni está ni se le espera.

Esta vida me mata

“Creo que mi vida esta huyendo de mi mismo. Creo que una luz que yo soy incapaz de ver es la suerte que te salva a ti pero que no me salva a mi de vivir para algo o tener esperanzas de nada”

Creo que no hablo por mi mismo cuando digo que me encantan los partidos bañados en ambiente hostil donde todo es color, gritos, presión atmosférica y pasión. Eso es fútbol, fútbol de verdad y no ese sucedáneo bastardo basados en los números que aparecen en el teletexto y que algunos periodistas renegados, entrenadores mediocres y aficionados despistados pretenden vendernos. Fútbol ligado a la pasión y no las estadísticas falseadas. Fútbol ligado a las sensaciones y las emociones y no ese sucedáneo frío que se destila a través de la televisión. El partido de hoy en el Velodrome francés es de esos partidos que gusta verlos y tiene que gustar mas jugarlos. Es de esos partidos que se deberían recordar para el resto de la vida por aficionados y jugadores... salvo que tengas la mala suerte de mantener a un especulador en tu banquillo que impide que el mundo gire, la rueda ruede y el sol brille. Lo que recordaremos del partido de esta noche será en todo caso los pormenores previos y el patético incidente de ese energúmeno que hoy es tratado como un héroe por nuestros hipócritas vecinos pero no creo que se recuerde por lo que ha ocurrido dentro del campo. Es más espero que no sea así porque el que lo haga tendría terribles pesadillas recurrentes.

Y el caso es que el partido tenía buena pinta al principio. Suponiendo que la revolución en la alienación del mejicano no tuviese nada que ver con sus declaraciones pre-partido donde decía que en la champions ya estaba todo hecho y que a partir de ahora “cualquier cosa” que ocurriese era un premio, suponiendo que el planteamiento contemporizador y precavido tuviese más que ver con contener un supuesto empuje inicial de los franceses que con el sempiterno miedo endémico de nuestro equipo, lo cierto es que a los pocos minutos de partido nos dimos cuenta de que el equipo que había enfrente era perfectamente abatible. Nuestro planteamiento de contención desarbolaba a un equipo francés que quería la pelota pero que no sabía que hacer con ella. Enseguida vimos que cuando recuperábamos el balón los espacios aparecían por doquier y enseguida vimos que una presión continuada en la línea de presión francesa creaba ocasiones de gol inmejorables como la que marró el Kun tras un balón que el mismo había robado a la defensa marsellesa que o no vio a Sinama a su derecha sólo delante de la portería o quiso ser el protagonista de la noche. ¿Quién nos iba a decir que esa seria nuestra única ocasión del partido.

“Creo que cerrare mi boca antes de gritar. No puedo salir de un cielo que se está cerrando para mi”

Porque a partir de ahí nada de nada. El equipo entró por enésima vez en el habitual modo especulación, los jugadores que juegan como falso centro del campo en este equipo (porque todos sabemos que el centro del campo no existe para Aguirre) se colocaron a escasos metros de la frontal del área y como siempre a esperar que por arte de magia el balón llegara a unos desasistidos Kun y Sinama. En eso se ha convertido el centenario club Atlético de Madrid, un equipo pequeño, mediocre y especulador que cede por definición el protagonismo del partido al equipo contrario y que espera ganar la lotería de los balones perdidos. Pero los números son los números y por entonces el PSV ganaba al Liverpool en Holanda con lo que miel sobre hojuelas para el “resultadista” Aguirre. ¿Quien puede pedir más? Eso si, hablar futbolísticamente del resto de la primera parte es tan difícil como inútil. Tan inútil como estúpido

“Creo que estoy aterrorizado de lo que veo. No está bien el modo en que esta vida me está matando”

Pero es que la segunda parte fue incluso peor. Uno que es de naturaleza ingenuo albergaba la esperanza de que alguien el descanso dijese a los jugadores que el Liverpool había empatado el partido y que lo que teníamos que hacer si queriamos ser un equipo grande es depender de nosotros mismos, ganar el partido con solvencia y quedar primeros de grupo dando un puñetazo a la vanguardia futbolística europea quedando por delante de un reciente campeón de Europa pero eso deben ser cosas que no preocupan a nuestro cuerpo técnico. Es más, yo mismo me he contestado: es evidente que no querían que ocurriera o no de una forma que no fuese muy barata. El planteamiento de salida fue durante escasos minutos algo diferente del bodrio sufrido en la primera parte pero lamentablemente esos minutos fueron un cruel espejismo. El equipo volvió a su posición de achique de agua, de especulación, de patadón, de miedo, de pánico escénico, de alergia al balón, de alergia a jugar y de espíritu cobarde. Es decir, el equipo volvió a disfrazarse con el esperpéntico planteamiento táctico de Javier Aguirre. A partir de ahí más de lo mismo. Unos, los franceses, intentando ganar el partido metiendo un gol, sin brillo, sin recursos, sin velocidad y sin talento en sus botas pero con el espíritu de intentar meter un gol mientras otros intentaba que los minutos pasasen a mayor velocidad a base de patadas, tarjetas absurdas, patadones, saques de esquina y mucho miedo.

El Liverpool, como era de esperar marco por dos veces en Eindhoven puesto que eso es lo que se espera de un equipo grande que se juega la primera plaza de su grupo en el último partido de la primera fase. ¿Creen que alguien movió un dedo en las filas atléticas intentando recuperar esa primera plaza que éticamente nos pertenecía? En absoluto. Aguirre hacía el tercer cambio, Miguel de las Cuevas por un decadente Luis García, y este último tomaba el camino del vestuario con una parsimonia digna de un 7-0 en el marcador. Por cierto, en ese momento se volvía a sentar en el banquillo Camacho, que llevaba calentando 60 minutos y terminó por no salir. Nueva canallada del valiente líder del vestuario que siempre práctica sus ejercicios de liderazgo con los jugadores del filial

Y así terminó el partido, con nada entre medias, con el Liverpool como primero de grupo y con Aguirre contento por cumplir una vez más uno de esos objetivos que se pone él mismo y que todo el mundo se cree. El resultadismo italiano está bien cuando se consiguen resultados. Resultados es ganar la liga como Capello y no quedar cuartos o llegar a dieciseisavos de la liga de Campeones.

Me mata esta forma de encarar los partidos, me mata este discurso patético y me mata el que sea tan aburrido ver jugar a mi equipo. O los partidos se rompen sin que exista control de ningún tipo y todo se reduce a un intercambio violento de golpes como ocurrió el sábado en Gijón (el mejor de los casos) o aparece la estratega azteca que dice que hay que defender con ocho jugadores, dar pelotazos y esperar que alguno de nuestros buenos jugadores recoja el balón para inventar de la nada. Shuster viene de ganar la liga, tiene medio equipo lesionado, está clasificado para la champions y va por encima de nosotros en la liga pero hoy ya no es entrenador. Aguirre es un reputado e indiscutible entrenador de primera división. El mundo al revés. Insisto, esta vida me mata.


"This life is killing me" (Chastain/Borchardt/Menck)
Velvet Crush - Teenage symphonies to god (Creation/1994)

Sillas vacías

“El mañana vendrá y se irá sin ningún pesar y por la tarde me volverá el recuerdo de lo que nunca podré olvidar… cuartos vacíos que hacen eco según se suben las escaleras y ropas vacías que caen y cubren las sillas vacías”.

Decía Billy Brandt que permitir una injusticia significa abrir el camino a todas las que siguen. Esta noche se ha cometido una tremenda injusticia no sólo al Atlético de Madrid sino fundamentalmente al mundo del fútbol. Una injusticia que además de alguna forma ha sido también consentida por los principales actores del carrusel sobre el que gira este deporte. Hacer pagar a una afición por un delito que no ha cometido y que en ningún caso tiene que ver con ella, tenga o no tenga razón la UEFA en su acusación contra la policía española, tiene más que ver con razones oscuras y capciosas que se escapan de lo que es este bendito deporte. Cuando a la injusticia se le suma la política en el camino el engrudo resultante es difícilmente digerible. Cuando además es la UEFA quien conduce el destino del engendro todo se convierte en necedad estúpida. Ver hoy la imagen de un Vicente Calderón completamente vacío en el mismo momento en que el equipo se clasificaba matemáticamente para la siguiente fase de la Liga de Campeones era deprimente. Esa alegría que los colchoneros teníamos guardada en el corazón para noches como esta ha tenido que quedarse difuminada en porciones individuales gracias a la estupidez congénita de unos burócratas que se han adueñado de un espectáculo anteriormente precioso y gracias a los giros de cuello para mirar hacía a otro lado de nuestros defensores en tan hostil cuadrilátero. Gracias a estos señores y a partir de hoy el concepto de justicia deportiva tendrá una nueva definición. O no, porque me da que como en toda fiesta en este carrusel hay gigantes y cabezudos.

Debe ser tremendamente difícil meterse en un partido como el de esta noche cuando todo el gélido entorno te invita a pensar que estás asistiendo a un simple entrenamiento y a la vez algo te dice desde una esquina de tu cerebro que te estas jugando el pase a la 2ª fase de Champions. Me daba miedo este punto teniendo en cuenta la fragilidad de actitud que ha demostrado mi equipo en tantos y tantos partidos. Reconozco que el miedo se transformó en pánico cuando en el minuto 2 de partido ese internacional griego que tantas veces parece tener problemas de equilibrio mental sobre un terreno de juego realizó una entrada asesina que acabó lesionando a Afellay, la estrella del PSV. Pero por un día mis miedos eran infundados y el atlético de madrid hoy si pareció el atlético de madrid en los inicios del partido. Liderado por las personas que siempre deberían ser importantes en este equipo, ya saben: Simao, Forlán, Maniche, Agüero, Maxi,.. el equipo se adueño enseguida del balón, del campo, del ritmo y del juego, que sin ser espectacular si era efectivo, serio y en ocasiones brillante. Con un escenario tan radiante apareció un pase al área desde la derecha que Simao, un jugador no sólo en excelente estado de forma sino también en estado de gracia, se encargó de errar el remate, recoger el rechace y hacer el primer gol. Corría el minuto 13 y la superioridad del equipo colchonero era manifiesta ya para entonces.

Los creativos gestores del video marcador del Calderón proyectaron entonces un video de la afición gritando como forma de celebrar el gol. No hay muchos precedentes de partidos jugados en estas circunstancias pero a tenor de las sonrisas de Simao y Forlán observando el amable esfuerzo no parece que fuese una opción muy afortunada. Lo que si que me imagino que agradecerían los jugadores habrán sido los gritos constantes de un buen puñado de “valientes” que se dieron cita en las inmediaciones del estadio para animar con su calor y presencia al equipo. En una noche que debería estar rondando los cero grados y en un lugar donde no existía una miserable televisión en la que seguir el partido hay que olvidar otras connotaciones y reconocer el coraje y el valor de esta gente.

“Me pregunto si sabes que nunca entendí el que a pesar que dijiste que irías, hasta que no lo hiciste nunca pensé que ocurriría”

Con el primer gol en el casillero la cosa no se pudo poner mejor muy a pesar de lo que suele ocurrir con este equipo teniendo a Javier Aguirre en el banquillo. Hoy en lugar de echarse miserablemente hacia atrás decidieron mantener la posición, adelantar la presión, salir rápido a la contra y jugar al fútbol. En el campo se juntaba un equipo flojo, noqueado anímicamente, perdido pero de la escuela holandesa, esa que dice que a este deporte se juega con un balón y que por tanto lo primero que hay que hacer es tenerlo, frente a un equipo motivado, serio, rápido y con jugadores de primer nivel mundial desprendidos de su tradicional corsé. Miel sobre hojuelas. Desde ese momento hasta el descanso la superioridad colchonera fue abrumadora y solo subió un gol más al marcador, un remate violentísimo de Maxi tras un corner sacado por Simao, por una simple cuestión de casualidades.

En ese momento un joven amigo que estaba viendo el partido con nosotros se alegraba de que el Liverpool fuese ganando al Olympic porque “era más fácil nuestra clasificación”. Mi padre, viejo zorro y viejo atlético él, decía, “no hijo no. El Liverpool tiene que perder si queremos ser primeros de grupo”. ¿Una alegoría del atleti de hoy?... quien sabe.

“Nunca pensé que las palabras que dijiste eran verdad. Nunca pensé que decías lo que realmente querías decir. Nunca supe cuanto te necesitaba. Nunca pensé que te irías… hasta que te fuiste”

Pero desgraciadamente, porque este atleti es así, lo que parecía un episodio de “la casa de la pradera” acabó convirtiéndose en una especie de “Poltergeist” descafeinado. No había pasado ni un minuto desde el inició del segundo tiempo y en un córner mal sacado por los holandeses y tras una cadena de errores en la defensa atlética el PSV marcaba un inmerecido gol. A partir de ese momento el equipo entró en el estado de catatonia expectante que tan bien conocemos los que seguimos todos los días al equipo y las dudas aparecieron en las gradas imaginarias. El partido se paró, se espesó, se ralentizó, aparecieron las dudas, los patadones, los golpes esporádicos de genio,... Debo ser sincero sin embargo y también vi cosas que son una novedad en el habitual planteamiento táctico del equipo como esa presión a la salida del balón en campo contrario que como mínimo hacía que se jugase lejos de nuestra portería.

Los minutos fueron cayendo sin pena ni gloria, Ramón Calderón se moría de frío en el palco, Aguirre se escondía en su abrigo, Pitarch ponía cara de ser del atlético de madrid y en el campo ocurrían cosas sorprendentes como las entradas por la banda con sentido de Seitaridis y faltas bien hechas por parte de Pernía que se mezclaban con la espesura tradicional. Sólo en los minutos finales se pasó algo de apuros gracias a esa puñetera manía de meterse todo el equipo en el área a defender un resultado corto que debería haber sido más amplio.

Falta un partido y estamos clasificados para la siguiente ronda. Parece que el equipo funciona en esta competición que desgraciadamente ya está amortizada para nuestra dirección deportiva. Se podría intentar sacar conclusiones de porque parece ser todo miel y ambrosía en Champions y puré de hiel en todo lo demás pero hoy no tengo ganas. Prefiero disfrutar en soledad pero sin ambigüedades de algo que unos burócratas me han impedido disfrutar en compañía del resto de colchoneros.

Empty Chairs - Don McLean
American Pie - 1971/BGO

Todo está mal

“Quiero volver, quiero volver a casa. Tenía todo planeado y ahora no entiendo porque me siento tan sólo. No reconozco este sitio aunque había estado antes aquí. Dejaré que todo se esfume ahora que ni siquiera sé para que vine”

A finales de la temporada pasada, cuando definitivamente se confirmó que el Atlético de Madrid quedaría cuarto de una liga rara y descafeinada, las voces más triunfalistas del Calderón alzaban su voz y sacaban pecho como si el club hubiese conseguido un gran éxito. Por fin el equipo volvía a la elite, se escuchaba, por fin el equipo jugaría la Champions, decían. Hubo quien incluso fue a celebrarlo ante una estupefacta estatua de Neptuno. Unos meses después, el equipo sigue siendo el caos infernal y la extraña máquina de NO hacer fútbol que era el año pasado. Sigue haciendo el ridículo en el campo cada vez que tiene ocasión y sigue perdiendo con todos los equipos grandes con los que se enfrenta pero curiosamente, en esa liga de campeones que todo lo justifica, el equipo marcha en cabeza y se enfrenta contra el “coco” del grupo, nada menos que el Liverpool de Fernando Torres. Cualquiera pensaría que es el partido del año y precisamente por eso, porque todos lo pensábamos, nuestro “gran” entrenador decide que no es así. Decide que la tan manida Champions es un torneo que no nos corresponde, que se nos escapa, y al que no debemos dedicar nuestros mejores recursos. Hay quien dice que esta forma de actuar atendía a una “recomendación” que venía desde arriba. Si es así, el que dice ser el entrenador del Atlético de Madrid debería presentar su dimisión por dignidad. Si no es así debería presentar su dimisión por negligencia.

“Porque todo está mal, todo está mal. Ahora toda mi fe se ha marchado...”

Con esa perspectiva es muy difícil hablar del partido de hoy. Me da pereza, me siento cansado, hastiado e incomprendido. El encuentro comenzó de forma lamentable por parte colchonera pero es que no podía empezar de otra forma con esas credenciales. La plantillas salió con el miedo al rival con el que a suele salir todos los partidos, amplificado por el rival de hoy, el ambiente y los dos debutantes en la plantilla. Sacar a Camacho y Domínguez en el partido de hoy es algo que debería estar castigado en el código penal. Con el pavor habitual, sin balón, sin tensión, sin esquema, sin juego, sin ganas,... vamos, como siempre se desarrollaron los primeros minutos del partido y la primera parte. El Liverpool sin pisar el acelerador aceptó el regalo de Aguirre y se dedicó a intentar meter un gol, gol que llegó (en fuera de juego) tras una gran jugada de equipo. Si, esas cosas que hacen los equipos que están entrenados y que en el Calderón nos hemos acostumbrado a ver en los rivales que no visitan. A partir de ahí no crean que el Atleti reaccionó. Ni mucho menos, el Liverpool siguió siendo dueño del partido, del balón y del juego. El atleti estaba grogui y podía haber pasado cualquier cosa pero gracias a la divina providencia o la flor que dicen otros no pasó. Puede que también gracias a Benitez, un entrenador en las antípodas de Aguirre en cuanto a talento, amor al fútbol y a como preparar un equipo pero muy afín al gusto por la especulación y ese otro fútbol del que muchos hablan. Puede que ese otro fútbol salvase al atlético esta noche cuando el Liverpool se dedicó a jugar al tran-tran y no decidió pisar el acelerador frente a un equipo muerto y entregado.

La segunda parte fue muy diferente pero la diferencia no hay que buscarla en ningún planteamiento revolucionario o algún cambio genial. Salió Agüero si, pero fue su peor partido de la temporada probablemente. La diferencia estuvo en que en el Atlético de Madrid, a pesar de lo que piensa su entrenador, existen buenos jugadores y a que alguno de ellos tiene el orgullo suficiente como para tirar hacia adelante de vez en cuando. Agüero, Simao, Forlán, Maniche,... gracias.


“Me di cuenta de ello, o eso dije, pero entonces encontré cuando lo había tirado todo por la borda. Estaba todo en mi cabeza”

Los mejores minutos de este equipo siempre llegan de la misma forma que no es otra que cuando las tácticas se deshacen, los esquemas se rompen y el partido se transforma en un caos sin reglas. Cuando en los equipos se anulan los efectos de sus entrenadores los potenciales se igualan y es el momento de atleti. No sé lo que le puede parecer esto al atribulado lector pero a mi me parece simplemente patético, especialmente cuando hablamos de una plantilla como la nuestra que tira por la borda cualquier posible sinergía. Así a golpe de émbolo, con arranques de furia y mucho patadón llegaban las ocasiones colchoneras, pocas eso si, porque enfrente, aunque jugando al ralentí y especulando, estaba uno de los equipos tácticamente mejor preparados del mundo que no es muy partidario del caos y suele volver a poner orden siempre que puede. Eso si, entre medias de todo esto Maniche metió un gol legal que el colegiado se encargó de anular injustamente. ¿Será casualidad que después de todo lo que ha pasado con la UEFA el gol del Liverpool sea en fuera de juego y a nosotros nos anulen uno legal? Por cierto que de dar la espalda durante el himno de la Champions nada de nada.

Impone tan poco respeto este atleti y aparece tan vulgar ante los ojos de cualquiera que hasta el propio Benitez decidió pensar en su partido contra el Chelsea y decidió quitar a los tres mejores jugadores del partido del terreno de juego: Keane, el autor del gol, ese pedazo de centrocampista de esos que miran a la portería contraria llamado Gerard y ese medio centro de los que hacen bastante más que dar patadas y echar el balón para atrás: Xavi Alonso. Aun con esos tres futbolistas fuera y el Liverpool pensando en el equipo del barrio pijo de Londrés el gol que empataba el partido llegó, como no podía ser de otra forma, tras un patadón desde alguna parte imprecisa del campo colchonero y después de un fallo inesperado de una defensa que nunca tiene fallos. Forlán incansable y atento lo aprovechó y Simao llevaba el balón a la red. Premio merecido para uno de los jugadores que se echó el equipo a la espalda y para una afición que con tan poco a cambió estuvo en todo momento con el equipo, aunque desgraciadamente también un premio injusto para un entrenador que no debería seguir un minuto más en un mundo lógico y en un club dirigido por una directiva competente.

“Ahora quiero volver, abandonar esta pelea. Me siento débil, me siento cansado con ganas de dormir y nada me hace sentir bien”

Así terminó el partido. Entre entrañables saludos por parte de las dos aficiones rivales y gritos eufóricos que recordaban a ese gran profesional que dejó nuestro club “para mejorar” el 4 de Julio de 2007 y que afortunadamente este que escribe escuchó en la lejanía desde fuera del estadio.

No puedo entender la alegría de mis correligionarios con lo poco que tenemos. No puedo entender ni su paciencia, ni su euforia, ni su conformismo ni su forma de entender las derrotas. No puedo entender como asumen con tanta dignidad el papel de segundones y bufones que nos otorga el sistema ni puedo entender que acepten sin más lo que escuchan desde la prensa pero simplemente “es lo que hay”. Hemos empatado en casa y parece que tenemos que dar gracias a Dios y estar contentos. Que alguien me explique como lo hace. Necesito la misma droga que ellos usen. Quiero tomar la otra píldora, la que me lleva a Matrix. No puedo más.

“Solía entender esto pero ha sido demasiado largo. Todo lo que una vez estaba bien ahora esta mal”.


Everything is wrong (gibbs/hurley)
The Gigolo Aunts - Minor Chords and Major Themes (Geffen/1999)

La hoguera de las vanidades

El escritor americano Tom Wolfe escribió hace mucho tiempo una interesantísima novela en la que sacando punta y jugando probablemente al límite retrataba de forma muy graciosa pero demoledora la sociedad hipócrita en la que vivimos. Ese sistema en el que lo que parece es más importante que lo que es y donde lo que se cuenta es más importante que lo que ha pasado. Tom Wolfe es periodista así que es lógico pensar que sabía de lo que hablaba.

En la novela (película también años más tarde) un error del protagonista al tomar la salida de la autopista provoca que acabe en un barrio de tenebroso aspecto donde está a punto de sufrir un desagradable atraco. En la huida desesperada parece rozar a su atracador, de etnia afroamericana él, lo que provoca que incomprensiblemente (sin que tenga nada que ver) el chico acabe en el hospital. De forma disparatada las rendijas de un sistema plagado de burócratas corruptos y el poder de la publicidad provoca que un delincuente iletrado pase a ser un héroe de su raza con un futuro coartado mientras que el pobre conductor sufre una campaña publicitaria de acoso y derribo que acaba con su carrera.

Es exactamente lo que ha ocurrido hoy. El Atlético de Madrid ha sido hoy la víctima propicia para que las aristas del decrépito y corrupto sistema que maneja la UEFA lave sus culpas, adoctrine al mundo y mantenga contento al que hoy es el jefe de la tribu. La decisión de la UEFA en el día de hoy es algo imposible de explicar con sensatez que no merece ser tratada con las reglas de la lógica sino interpretada a través de la mentira, el odio, la desfachatez, la desvergüenza y el miedo.

Tras una decisión sin precedentes acaban premiado a un gremio de delincuentes de tinte fascista y penalizado a quien a instancias de la propia UEFA trataba de combatir precisamente aquello que ahora se les achaca. Yo estuve en el campo desde mucho tiempo antes como para ver con mis propios ojos lo que pasó. Creo que era la primera vez en mi vida que veía en directo como unos animales que hablan francés arrancaban los asientos para arrojarlos grada abajo mientras que los aficionados allí sentados tenían que huir de sus asientos. Hasta los propios jugadores estaban impactados sobre el césped.

Me duele todavía más las etiquetas racistas que de repente aparecen por doquier. Llevo más de 30 años viendo fútbol en directo en el Calderón y jamás había visto actitudes racistas. He visto insultar y hacerlo de muchas formas (supongo que como en todos los estadios de fútbol del mundo). Al gordo se le llama gordo, al gafas gafotas, al que es guapo marión y al Sevillista sevillano. El famoso uh, uh... que la prensa ha puesto de moda y que es verdad que cuatro anormales rebuznan de vez en cuando últimamente, es algo que nunca había escuchado hasta hace pocos años. Una persona con cerebro no le daría más importancia a eso que a los cientos de “hijos de puta” que todos los domingos reciben los árbitros. Racismo es lo que ocurre en algunos estadios de Inglaterra, Italia o la pagada de si misma Francia donde algunos aficionados insultan a jugadores de su propio equipo por el color de su piel. Eso si es Xenofobia pero parece que la mejor forma de resolver un problema interno es siempre buscar problemas en el exterior. Me repugna que Inglaterra y más todavía que Francia vengan a dar lecciones de tolerancia con las razas.

Hoy me siento sólo y desamparado y creo además que ese es el sentimiento de muchos atléticos. Estamos sólos frente a otro atentado flagrante de la banda mafiosa de la UEFA. Ardo en deseos por ver cual va a ser la implicación del gobierno, la federación españolas o el mundo del fútbol para con el atlético de Madrid pero no soy muy optimista al respecto. Del mundo del fútbol fuera de España todavía espero menos.

Se me plantea sobre todo el debate de fondo de si realmente merece la pena seguir metido en esta pantomima donde caraduras corruptos sin escrúpulos juegan impunemente con los sentimientos de quienes realmente pagan el circo del fútbol. Si es esto lo que nos espera es mejor buscar el espíritu del fútbol en otro sitio pero nunca en una competición fantasma, apañada, corrupta, mentirosa y repugnante que asesinó con frialdad un torneo tan bonito como la Copa de Europa. Maldita Champions.

Que alguien salve el fútbol por favor.

Esos son los días

“Y ahora que el día ha pasado, aquí te recuerdo la verdad ahora que la mañana llega otra vez. Deber ser el destino empezando de nuevo con un gran final”

Era miércoles y el horario Champions hace que los partidos entre semana comiencen antes de lo normal pero eso no fue excusa para que las inmediaciones del estadio no tuviesen el ambiente y el color de los grandes partidos. Los cánticos espontáneos de tantos colchoneros expectantes que se dirigían a sus asientos provocaba que todos los allí presentes inhalásemos una especie de perfume conocido pero olvidado. Olía a fútbol europeo. El himno de la Champions sonaba atronador pocos minutos después dentro del estadio mientras unos niños asustados por la grandeza del ambiente agitaban una inmensa tela en forma de balón en el centro el campo. Habíamos vuelto. Las caras de mis compañeros de grada mostraban la tensión contenida, las horas de espera, el dolor de tantas y tantas semanas mirando de reojo a la máxima competición europea. Ni los aficionados cafres llegados desde el bonito puerto marsellés podían estropear la noche. Once años después el Calderón volvía a ser un estadio precioso donde se jugaba la copa de Europa. Atrás quedaron esos días de oscuro y espeso ostracismo. Atrás quedaron esos días de penurias y pesadilla. Era inevitable que a los más viejos nos viniese a la cabeza aquel fatídico e inoportuno gol de un tipo portugués llamado Dani que jugaba en el Ajax y que no sacó de la competición en un partido vibrante e injusto. Aquella fue la última noche de Champions en el Calderón hasta el día de hoy en que el Atlético de Madrid salía a pelear tres puntos contra el Olimpic de Marsella.

Las dudas ofrecidas el domingo contra el Sevilla, las lesiones y la incertidumbre que desgraciadamente parece que tiene que acompañar irremisiblemente a nuestro equipo durante las últimas campañas, hacía que la grada estuviese alerta sobre lo que podía pasar en los primeros minutos pero el partido no pudo comenzar mejor. Diez minutos de locura en la que el Atleti pareció una contundente apisonadora para el equipo francés. Tensión, ganas, concentración, fuerza, velocidad y balón. ¿Qué más se puede pedir? A los pocos minutos del inicio un magistral pase de un desconocido Maxi dejaba un difícil balón a ese genio del balompié llamado Sergio Agüero que con un recurso técnico al alcance exclusivamente de los que están tocados por la divinidad consiguió dejar el balón pegado a su bota, el sitio natural del balón cuando está cerca el Kun, para tras un recorte explosivo marca de la casa inaugurar el marcador del coliseo colchonero. La euforia se desató. El grito de la afición fue el grito contenido que tantas y tantas veces habíamos callado. La cosa no podía empezar mejor.

Este que escribe temió en ese momento la reacción del equipo y el poder repetir una película que desgraciadamente ya es conocida para los humanos que seguimos al atleti. El equipo se echa para atrás, empieza a especular, intenta terminar el partido... y lo acaba perdiendo. Pues hoy no ocurrió así (al menos de momento). El equipo bajo el ritmo pero no la intensidad ni la concentración lo que le permitió controlar el partido y seguir llegando al área contraria con facilidad como un remate de Raúl García que a escasos metros de la portería mandó el balón fuera o una vaselina del Kun que desbarató Mandanda, el meta galo.

“Esos son los días que nunca quisieron decir que realmente habíamos sido vencidos”

Los franceses se dedicaron entonces a parar al genial Agüero de la única manera que podía que era a base de patadas, un recurso que todos sabemos no está permitido pero que el único que de verdad debe conocer las reglas, el colegiado, parecía haber olvidado. En medio de los impunes ataques terroristas en forma de patada con que los franceses nos deleitaban apareció una de las tradicionales lagunas de la plantilla colchonera, para todos excepto para nuestra dirección deportiva. Pernia, acelerado y descentrado como de costumbre, volvió a perder su espalda y verse desbordado por enésima vez lo que provocó un buen pase de Bonnart que Niang, mal defendido, cabeceó completamente sólo a la red. No parecía justo el resultado que reflejaba el marcador y de hecho el responsable de mover los números tardo algo más de la cuenta en hacerlo pero la realidad es que estábamos empatados.

El panorama en cuanto a lo que a juego se refiere no cambió demasiado tras el gol galo pero si se empezó a ver cierta precipitación y cierto bloqueo en la distribución del balón. En ese momento llegó una brutal entrada de un energúmeno que responde al nombre de Taiwo sobre el Kun que le debería haber mandado fuera del campo en ese mismo momento pero, por esas cosas que tiene la justicia, le salvo el que los árbitros son igual de malos en todos los sitios. Afortunadamente se hizo justicia de otra forma y una falta en principio inocente acabó colocando el resultado definitivo en el marcador. Botado por Pernía y rematado in extremis por Raúl García el balón acababa de nuevo en la grada para regocijo de los colchoneros. Así, cantando y ganando se llegó al descanso.

“Como te puedes ir en un momento como este...Sabes que el oceano cuando aparece el sol es distinto que el oceano cuando el sol se esconde”

Y la segunda parte lo cambió todo... para no cambiar nada. Ya parecía extraño ver corretear a Maniche mientras nos tomábamos el bocadillo. Un tipo que estaba fuera de la convocatoria por lesión a las cinco de la tarde era convocado una hora después mientras que algunas más tarde calentaba sobre el césped. Raro. Pero más raro fue empezar la segunda parte con diez jugadores porque uno de ellos, el Kun, estaba todavía en el banquillo. Es la primera vez en mi vida que veo algo así. Todos veíamos que el Kun estaba fundido en la primera parte y sospechábamos que no sería de la partida pero claro nosotros no somos entrenadores. Segundos más tarde aparecía Agüero de nuevo en el campo.

Me gustaría saber cual fue la charla del Mejicano en el descanso pero por lo que vimos después me temo que dio resultado. El interesante y entretenido partido hasta entonces se convirtió en le soporífero esperpento en el que con demasiada periodicidad se convierten los partidos del atleti cuando va ganando. Falta de ritmo, pesadez, lentitud, espesura, cortes, pelotazos,... toda esa colección de despropósitos que ya conocemos tan bien. Afortunadamente sin embargo los franceses parecían contagiarse del ambiente y no terminaban de inquietar la defensa atlética, inexpugnable por el centro pero frágil como una malva en los laterales, especialmente el izquierdo.

Entonces Aguirre decidió dar un poco de vida a su colega francés así como una oportunidad a los jugadores del equipo contrario para aguarnos la noche. Una sucesión de cambios imposibles dejan en el campo a un Kun averiado, cuatro mediocentros, Ever Banega en la banda y Maniche en tierra de nadie. Cualquier ingenuo podría pensar que con cuatro centrocampistas, Luis García y Agüero el dominio de la pelota y el juego correspondería a los colchoneros pero nada más lejos de la realidad. El equipo se fue a la frontal de su propia área a achicar balones y cada vez que tenían esa cosa esférica con la que se juega a este deporte la rifaban entre los rivales cuando no se la regalaban directamente al primer señor con escudo del Olimpic en la camiseta que pasase por allí. Supongo que tuvo que ver también en todo esto un alarmante y preocupante estado físico de los jugadores que apareció en el momento más inoportuno. Así llegaron las mejores ocasiones del rival (sin tirar cohetes) lo que nos llevó a un final agónico de esos que tanto molestan a la grada. Pero no ocurrió la tragedia y el atleti pudo respirar tranquilo con seis puntos en el bolsillo. Hoy duerme siendo el primero de su grupo que al fin y al cabo es lo que importa.

“Una vez más, esos son los días que nunca quisieron decir que realmente habíamos sido vencidos”



“These are the days” (Collet)
Jason Collet - Idols of Exile (EMI/2005)