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¡Un abrazo!

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Adiós asesino


Real Betis 2 - At. Madrid 2

Hace un montón de años, no recuerdo ni en qué año ni si era una Eurocopa o una Copa del Mundo, estaba viendo en la televisión un partido internacional con un montón de personas. Eran semifinales y Alemania se jugaba la final frente a otro equipo que tampoco recuerdo. Lo que si recuerdo de aquel día, aparte de que los germanos ganaron, es la salida de los jugadores del campo. Acababan de ganarse la clasificación para la final y aquellos jugadores de tez curtida apenas lo celebraban. Se bajaron las medias hasta los tobillos, se saludaron con frialdad y se fueron al vestuario. Alguien que estaba por allí destacó aquello en lo que yo también había reparado diciendo: “Sólo les preocupa ganar el torneo y por eso no lo celebran. Eso es mentalidad ganadora”.

Entonces no lo entendí bien pero con el tiempo aprendí no sólo lo que aquella persona quería decir sino que además tenía razón. Hay equipos que independientemente de los jugadores que saquen, si son buenos o malos, salen siempre con el convencimiento de que son superiores y de que tienen que ganar de la misma forma que hay equipos a lo que les ocurre todo lo contrario. El Atlético de Madrid de los últimos 20 años ha sufrido en este sentido un evidente proceso de regresión que lo hace un equipo asustadizo, frágil desde el punto de vista psicológico y al que siempre asalta la duda de si deberían mirar arriba o abajo. Ese es el sutil éxito de una directiva, la de MA Gil, que independientemente de sus hazañas financieras y tejemanejes políticos es una pésima directiva de fútbol. Incapaz de entender el equipo que dirige, alérgico al fútbol en su esencia, ajeno a la historia y empeñado en transformar la realidad social del equipo que heredó en una suerte de compradores de palomitas saladas. La dirección de MA Gil ha creado un equipo desquiciado. Aturdido. Perdido en su esencia. Un equipo al que obligan a pensar en pequeño manejando presupuesto de grande.

Para mí esa es la explicación de lo que ha pasado hoy. Un partido que comenzó de forma soberbia, con un Atlético de Madrid bien plantado, sólido y mandón que se imponía desde el principio a un Betis que no sentía por ningún sitio la necesidad del resultado. Los madrileños adelantando la defensa, presionando con diligencia y jugando en campo contrario. Los sevillanos tratando de usar con mimo el balón pero sin la velocidad ni verticalidad necesaria. El Atleti era dueño del partido y Salvio su principal puntal entrando como quería por la banda derecha. Falcao tuvo un par de ocasiones nada fáciles y Adrián se perdía siempre en el último regate o en tiros mal seleccionados como ese a puerta vacía que saca el meta rival con el pie. Los colchoneros merecían ir ganando ya al descanso pero la falta de pegada hacía que no fuese así.

Pero la segunda parte comenzó de la misma manera y hasta con un punto mayor de profundidad que hizo desaparecer a los béticos del campo. Simeone retiraba del campo a Diego, algo tocado desde el jueves, dejando sitio a Koke y el canterano aprovechaba para abrir el marcador. Pase de Tiago, soberbia dejada de Falcao con la cabeza y Koke que empala para hacer el primero. En otras ocasiones esto tan simple, ir por delante en el marcador, era motivo para arrancar la arquetípica especulación que tanto disgustos nos ha dado pero hoy no. El equipo siguió inicialmente manteniendo los mismos ejes que le habían traído hasta ese lugar  y de esa manera empezaron a llegar jugadas clarísimas. El Atleti podría haber parecido entonces ese equipo letal y asesino que debería ser pero no era así. No había instinto. No había sensación. Adiós asesino. Las ocasiones llegaban, si, pero los delanteros atléticos se dedicaban a fallarlas con tranquilidad e insultante desparpajo. Daba la sensación de que el Atleti se sentía sobrado, relajado, falto de tensión. Entonces el Betis aprovechó para romper el partido. Ofreció un partido desquiciado de ida y vuelta y los cochoneros entraron al trapo. Inocentes. El equipo se rompió los espacios se abrieron...y el Betis empató. Faltaban diez minutos. Parecía increíble que un partido cuyo resultado más justo hubiese sido un 0-4 estuviese empatado. Pero más increíble fue cuando un par de minutos después los andaluces aprovechaban la pájara madrileña y la empanada de Courtois para ponerse por delante. La falta de ambición, la falta de oficio, la incapacidad manifiesta para cerrar un partido que estaba ganado hacía que se perdieran los tres puntos. O no, porque en esos escasos minutos de descuento si se pudo ver algo de orgullo, coraje, compromiso o como se le quiera llamar. El Atleti se fue a la desesperada arriba y en el último córner del partido, con el portero en la línea de remate, Falcao hacía el gol del definitivo empate que no aliviaba más que la honra.

El mito de jugar la Champions no está matemáticamente imposible pero si muy complicado. Un mito que en ningún momento ha merecido el equipo y que sería un éxito tan suculento como injusto. El Atleti que vimos hasta el gol era un buen modelo en el que creer. Un buen cimiento sobre el que construir. Para ello hace falta que lo que ocurrió después, esa galopante falta de instinto asesino, se destierre de jugadores y aficionados durante el próximo verano. El Atleti debe ser un equipo que mira siempre hacía la cima, por muy lejos que esa cima esté. Un equipo que cuando gana fuera de casa se saluda, se baja las medias y se va al vestuario sabiendo que no ha hecho más que lo que tenía que hacer. Un equipo que entiendo que entrar en puestos de Champions es lo menos que puede ofrecer a su público. Un equipo digno de llamarse Atlético de Madrid. 

The Pernice Brothers - Goodbye, Killer


Un sueño ocasional

Levante 2 - At. Madrid 0

Hace pocas semanas tuve un sueño. El Atlético de Madrid, el equipo del cual inocularon su espíritu en mi sangre cuando uno todavía no era consciente de ello, volvía a ser un equipo respetable y respetado. Al menos en el campo del fútbol. Allí no acertaba a ver grandes muchachos galácticos de ademanes estúpidos y soberbia de Starbucks. Tampoco veía nombres de bambalinas ni peinados extravagantes. Allí veía un equipo. Un equipo que ganaba y que perdía. Que tenía buena y mala suerte. Que a veces jugaba bien y otras no le salían las cosas. Que tenía éxitos y fracasos. Un equipo que no todo el mundo entendía pero un equipo que era temido y respetado. Un equipo que SIEMPRE (y repito SIEMPRE) salía a ganar. Contra los buenos y contra los malos. En casa y en la otra punta del planeta tierra. Empezando y terminando la temporada. Por la mañana y por la noche. Por delante y por detrás en el marcador. En la ida y en la vuelta. Con sol y con nieve. Con el aliento de la afición o con la pestilente halitosis del rival mas encarnizado. Cansados o descansados. El Atleti, mí Atleti, salía al campo a jugar siempre igual y siempre a lo mismo. Por encima de modas y estupideces. En un mundo en el que la especulación se dejaba para las quinielas, el Black Jack o los equipos del montón. Hace pocas semanas vi ese Atleti en Roma y pensé que estaba viviendo una realidad y que por fin podía poner el marcador a cero. Estaba equivocado. Parecía real pero era ficción. Como otras tantas veces era, simplemente, un sueño ocasional.

Si alguien sigue este blog desde hace tiempo y tiene la santa paciencia de aguantar mis subidas y bajadas de ánimo sabrá que no soy esa clase de aficionado que basa su argumentación en resultados o títulos. Lo que reclamo, como un idiota gritando en un desierto, es valentía, respeto por la esencia del equipo, honor y fútbol. Con todo eso vendrá lo demás y si no viene me dará igual. Seré aficionado del Atlético de Madrid y eso, como una vez dijo con tino Vicente Verdú, será suficiente para mí. Ojo, aficionado del Atlético de Madrid, pero no de este sucedáneo de cartón piedra que no se parece a la realidad más que en la fachada de una camiseta y un escudo que llevan décadas arrastrando impunemente por el fango.

Y soy consciente de que el problema de esta broma macabra está fundado y enquistado en los despachos de la institución. Una institución usurpada, espoleada y violada por una familia de tramposos públicos y conocidos que sólo en un país de “listos” como este, en el que los delitos prescriben y a nadie le importa un carajo, pueden seguir ejerciendo fuera de la cárcel, sin que ningún dirigente se despeine o los periodistas, tan escrupulosos para otras cosas, dejen de tomarlos en serio. Y soy consciente, si, pero uno no puede dejar de pensar que hoy a las 11:59 estábamos a 5 puntos del rival que marcaba la clasificación de la Champions League y que nos enfrentábamos precisamente contra el. Hoy a las 11:59 había 11 tipos representando al Atlético de Madrid y sobre sus hombros caía el peso de la historia y el orgullo de la esencia de este club. No sé si alguien se lo había dicho pero no me da la sensación de que fuese así. El Atleti que yo conozco, al que me hicieron aficionado, tendría que haber salido hoy a matar o morir. No hay otro camino. No hay mañana. Jugándoselo todo y sabiendo que cualquier cosa que no sea ganar era un premio menor. Es más, sabiendo que incluso ganando esa cuarta plaza el premio era menor. Lo mínimo imprescindible.

Pero no. A las 12:01 ya vimos que lo que estaba sobre el césped del levante era el sucedáneo de todos los años. El equipo apocado y cobarde que sale a esperar al rival. A ver qué pasa. A no perder. A no jugar. El equipo que no quiere mandar. El equipo que entiende que no tiene ninguna obligación de nada más que de tratar de mantener su portería a cero. De dejar pasar el tiempo. De jugar con esas cosas que conforman lo que algún estúpido denomina el otro fútbol. A especular. A chapotear en el fango de la mediocridad. Esa mediocridad espesa y pestilente en la que al parecer están “todos los demás” y por eso no debería doler. ¿Todos? ¡por Dios! ¿Pero no se supone que somos el Atleti?

Si quieren saber algo del partido les recomiendo que en lugar de leer sesudas crónicas intenten ver los primeros diez minutos del mismo. No necesitan más. Verán todo lo que hace falta ver. Verán a un equipo, el valenciano, que cree en si mismo, que sabe a lo que juega, que es consciente de sus límites pero ese conocimiento lejos de restarle un ápice de ambición lo subraya y amplifica. También verán todo lo contrario. Una banda de millonarios que no sabe a lo que juega (probablemente porque cada día, dependiendo del rival, el tiempo, la luna, la hora, el horóscopo y el precio del barril de crudo, es diferente), que no tiene conocimiento del valor de la camiseta que están defendiendo, que no tienen ni idea de cual es el objetivo de la institución (o tienen la idea equivocada que la propia institución transmite), que carece de cualquier tipo de ambición y que se siente inferior a cualquiera que se ponga delante. Se llame FC Barcelona o Levante. Nos doble en presupuesto o tengamos diez veces más presupuesto que el rival. Da igual. En esos diez minutos verán a un Levante que sale al campo a matar y un Atleti que sale al campo. Simplemente. Que sale al campo. Un Levante que sabe hacer dos cosas bien y provoca que todo lo que pase en el campo esté encauzado para que se puedan dar esas dos cosas. Un Atleti que no hace nada más que esperar a la segunda parte para tratar de hacer algo parecido a jugar al fútbol. A los dos minutos Valdo remataba de cabeza al borde del área un pase envenenado desde la izquierda. ¿Por qué en el minuto 2 alguien puede poner tan fácil ese pase? ¿Por qué en el minuto 2 un delantero puede rematar cómodamente ese balón? pues la explicación mayoritaria hablará de lo ingenuo de la defensa. Puede ser, pero lo que tengo claro es que si el balón hubiese estado en el campo del Levante, si los 22 jugadores hubiesen estado cerca del otro área, las cosas hubiesen sido diferentes. Cuando Koné hizo el segundo (una falta muy bien sacada desde la derecha y muy mal defendida por el Atleti) los colchoneros todavía no habían pasado del medio campo. ¿Para qué? Está claro lo que buscaba uno y otro equipo al saltar al terreno de juego.

A partir de ahí un equipo supervitaminado y crecido frente a un asustadizo, aturdido y atolondrado Atleti que no sabía que hacer. Lógico. Un equipo que había sido diseñado para huir del balón, cerrar huecos, “equilibrar” el campo, defender, achicar, especular, dar patadones, etc... diez minutos después tenía que crear fútbol y ocasiones de gol. Absurdo. Y más absurdo todavía si el centro del campo, por llamarlo de alguna forma, está compuesto por Gabi y Mario (manteniendo ambos la regularidad de seguir haciendo partidos calamitosos sine die) y el jugador más adelantado es esa engañifa sin gracia llamada Salvio. Absurdo y hasta insultante. 80 minutos que sirvieron para que aumentara el cabreo del que esto escribe, para volver a ver el nombre de mi equipo humillarse y para dejar claras varias cosas: que si el Atlético de Madrid ha sido incapaz este año de colarse en Champions es porque la ruina deportiva es sólo comparable con la ruina institucional. Que el problema no es una cuestión de entrenador o jugadores (que también) sino de la filosofía casposa y mediocre que se ha instaurado en el Atlético de Madrid. Que aun buscando el beneficio personal y la comisión más rentable es imposible pergeñar una plantilla peor y más desequilibrada. Que es difícil ponerse a jugar al fútbol de repente cuando no te has preocupado de ello en años. Y que es absurdo soñar ocasionalmente con sueños ocasionales. Espero no ser tan ingenuo de volver a hacerlo.

David Bowie - An Ocassional Dream

Me gusta hacia dónde va todo esto

Hannover 96 1 - At. Madrid 2

Hace tres meses uno debatía apesadumbrado en la grada del Calderón sobre los puntos que hacía falta tener para no perder la categoría de primera división. Hoy estoy pensando en que conozco Rumanía pero que nunca he estado en Bucarest y quiero conocerlo. Así es el fútbol. Quizá sea el efecto estupefaciente de la noche de Hamburgo, que tuve la suerte de disfrutar, o quizá sean los años que ya pesan pero quiero ir otra vez a la final. Y me da igual la temporada penosa, la planificación apocalíptica, los ladrones que esquilman el club de mis amores o la primera parte que nos hemos tenido que tragar hoy. Seguiré criticando y luchando con todas mis fuerzas para cambiar todo ello porque creo que es perjudicial para el Atleti y que ese no es el camino a seguir, pero no pienso avergonzarme de decir que quiero jugar la final de la Europa League y ganarla. Hoy el Atlético de Madrid ha ganado en Alemania, en Hannover, y con ello garantiza su pase a la semifinal de la competición. Me gusta hacia dónde va todo esto.

Pero hemos sufrido. Poco si lo vemos en perspectiva y con datos en frío pero hemos sufrido. Y lo hemos hecho de forma completamente inmerecida y hasta me atrevería a decir que gratuita. El rival en cuestión era un correoso y espesísimo equipo alemán clavado en la más estereotipada tradición germana. Táctico, físico e incómodo. El Atlético de Madrid era y es mejor equipo de fútbol pero el problema ha llegado cuando nos hemos equivocado de deporte tratando de jugar a aquello a lo que precisamente proponía el rival. A no jugar.

El partido de ida ya me resultó inquietante y descorazonador en ese sentido pero conseguimos salvarlo con mejor resultado del merecido. Estaba hoy ansioso por ver como encararíamos la vuelta en el feudo de Hannover y rezaba todas las noches por ver aquella maravilla que nos deleitó en el olímpico de Roma pero nada más lejos de la realidad. El planteamiento de Simeone ha sido lamentable. Con la mejor alineación que tenía sobre el césped (en esto ni un solo pero) el conjunto colchonero salió a defender en su campo, a dar pelotazos, a regalar el balón y a lucir táctica y físico. Un imperdonable error frente a un equipo que sólo en ese terreno puede hacer algo. A base de faltas, rechaces cerca del área, córners gratuitos,...los alemanes fueron los grandes dominadores de la primera parte. Aunque a ciencia cierta apenas llegaron con claridad a la puerta de Courtois la sensación sin embargo fue de constante nerviosismo. Errores en la zaga, desajustes,... a nadie le hubiese sorprendido un gol estúpido del equipo germano. Falcao perdido en emigración, Adrián peleando contra si mismo, Diego desquiciado y desplazado en una banda (la tarjeta que le sacan es precisamente fruto de la desesperación del que quiere jugar y no le dejan), Mario empeñado en demostrar que tienen razón los que dicen que no sabe dar un pase bien,... Un equipo atenazado y atemorizado. Esa es la clave. Una cosa es el respeto por el rival y otra el miedo enfermizo. El Atlético de Madrid salió hoy al campo muerto de miedo y eso, como sabemos muy bien, lo convierte en un equipo vulgar, mediocre y vulnerable. Tras 45 minutos horribles de de ese fútbol que se ve en la cuarta división escocesa con un campo embarrado, lloviendo a todo llover y en un partido dónde sólo juegan centrales, se llegó al descanso con la sensación de que o cambiaba el panorama o nos volvíamos con el rabo entre las piernas.

Simeone salió en la segunda parte con el mismo once, pero el equipo fue otro. Con Diego por delante de los medio centros y detrás de Falcao, adelantando la línea de presión diez metros, tratando el balón como se merece y robando la pelota al rival para tratar de hacer algo con ella, el partido cambió de color. Seguía sin ser un partido bonito o fluido pero las sensaciones eran muy diferentes. Diego jugaba y todos jugaban. Koke aparecía con mejor sentido, Filipe subía con criterio, Tiago (para mí el mejor hoy del Atleti) equilibraba el equipo con sentido y siempre era la salida y el tapón, Adrián se sentía más libre y la defensa se veía más protegida y mucho más segura. Los alemanes desaparecieron.

El Atleti llegaba sin mucho peligro pero cada vez con más veneno. En un contrataque bien ligado Falcao se escora en exceso y dispara mal delante de la portería. La cosa estaba controlada si, pero fue ahí cuando apareció el talento de Adrián. En una jugada trabada dentro del área el balón acaba en los pies del asturiano que en lugar de precipitarse con un tiro apresurado tiene la sangre fría de regatear en una baldosa a todos los que salen a su paso hasta quedarse solo delante de la portería y hacer el primero. Golazo de Crack.

El partido pasó entonces a una fase de fútbol control pero del que a mí me gusta. Con el equipo jugando en campo contrario, teniendo el balón y minimizando los riesgos. Los alemanes se vieron (¡por fin!) obligados a quitarse el traje de picapedrero y tratar de ir a por el partido pero como fuera de su rigor táctico y el generoso físico no tienen nada más, decidieron recurrir a colgar balones al área y provocar faltas lo más cerca posible de la zona de gol. Simeone decidió entonces echar un cable a los alemanes poniendo a Salvio en el campo. El argentino, una vez mas, volvió a demostrar que no es un jugador para jugar en este equipo. Un jugador cuyo “éxito” se basa en una mezcla rara de instinto y suerte pero que a la larga resulta insuficiente. Su banda pasó a ser un coladero y su aportación en ataque fue básicamente la misma que la mía: ninguna. No parecía sin embargo que la cosa cambiaría mucho pero un saque de banda largo desde la derecha y un pequeño despiste hicieron que Diouf marcase el empate de tiro ajustado al poste y entrasen los nervios.

El Hannover trató de poner más tensión, más calor, más pundonor y más balones en el área pero el Atleti, ahora si, sacó la casta y el orgullo tapando los huecos y reduciendo al mínimos sus errores. Y además apareció Falcao. Una llegada al área con Diego llevando la batuta y dejando un pase bombeado al Falcao que el colombiano para con el pecho y remata de media volea con tal precisión y violencia que solo la repetición deja ver la belleza del vuelo del balón. Un 1-2 que cimentaba la desesperanza del rival y que servía para que todos los colchoneros empezáramos ya a celebrar el pase.

Así que estamos en semifinales. El Valencia se presenta como un rival tremendamente difícil pero estando tan cerca de la gloria es de entender que casi cualquiera lo sea. Si conseguimos que en la eliminatoria salte al campo el Atlético de Madrid y no cualquier otro sucedáneo artificial como hoy creo que tenemos tantas posibilidades como el Valencia de llegar a la final. Lo veremos. En cualquier caso insisto, me gusta hacia dónde va todo esto.

Eels - I like the way this is going

Adiós

RCD Mallorca 2 - At. Madrid 1

Cuando el Atlético de Madrid comenzó la liga 2011-2012 mis sensaciones no eran nada buenas. Aquí está escrito. El verano infernal que tuvimos que sufrir los atléticos y la plantilla cogida con alfileres y confeccionada en el patrón de la improvisación no dejaba sitio para el optimismo. Especialmente sabiendo que el director de orquesta sería ese farsante con gafas de colores llamado Gregorio Manzano. Pasado el primer puñado de partidos la sensación de inquietud se transformó en pavor. En miedo atroz a perder la categoría. Lo digo sin exagerar. Viendo el cariz de los acontecimientos y el talante del charlatán jienense el que escribe temía por la primera división. El cambio de entrenador fue más un alivio que una inyección de optimismo. Pensé que la hemorragia podía contenerse, era imposible hacerlo peor, pero no confiaba demasiado en el Simeone que yo conocía de Racing de Avellaneda. Pero todo cambió cuando vi lo que el argentino proponía en el campo. Tanto que me emocioné e ilusioné hasta el punto de estar convencido de que jugar la Champions el año que viene era una posibilidad casi segura. Falsa alarma. No lo es. El Atleti hoy ha dicho probablemente adiós a dicha posibilidad y aunque sigo pensando en el Cholo como una opción de futuro (si se crea un equipo decente, una plantillas compensada y se le da poder) el presente es mucho más dramático y desalentador. Adiós a la liga. Adiós a la copa, adiós a la ilusión y no sé si adiós a la idea que uno tenía en la cabeza. Lo que hoy hemos visto en Mallorca es muy difícil de defender y todavía más difícil de justificar. ¿Adiós al futuro? Veremos.

Horroroso. No se me ocurre otro adjetivo para describir la primera parte. Ritual de apareamiento. Danza de guerra. Coreografía bélica. Escenificación del sopor. Alegoría de la destrucción. Elijan lo que quieran. Cualquiera vale para describir 45 minutos de sopor. Caparrós, ese supuesto entrenador del que MA Gil dijo que algún día tendría que estar en el Atlético de Madrid, es un viejo conocido de la liga. Un tipo que a base de renegar del fútbol buscando las líneas tangentes de un deporte que suele jugarse con el balón ha conseguido labrarse una cierta reputación en nuestra liga. Ya sabemos lo que representa y ya sabemos lo que significa jugar contra él. Tremendamente difícil usar el balón con criterio sin recibir una patada y tremendamente difícil tratar de jugar sin que se destruya todo tras el primer atisbo de combinación. Ya lo sabíamos igual que ya sabíamos que un Atlético de Madrid con Gabi-Mario en el eje y sin Diego ni Arda en el campo era imposible de hacer algo digno contra este renacido Mallorca. Gabi-Mario no puede ser el eje de un equipo con aspiraciones (o sin ellas) y este partido no es más que otro buen ejemplo para refrendarlo. Parece que Simeone, en un error imperdonable, pretendía ser hoy más Caparrós que Caparrós y eso, además de ser imposible, debería estar penalizado en el código civil. El Atleti, un equipo con una plantilla corta y desequilibrada, no se puede permitir el lujo de dejar a los jugadores con criterio futbolístico en el banquillo. Arda tiene que jugar siempre por la misma razón que Salvio no debería jugar nunca. A base de pelotazos, patadas, robos, patadones y pérdidas de tiempo se consumió una primera parte lamentable en la que no se vio al Atlético de Madrid al que estábamos acostumbrados. Ni juego, ni intensidad, ni ambición ni carácter. Habrá quien lo achaque al cansancio pero yo no vi muestras de cansancio. Lo que vi fueron muestras de conformismo y de juego especulativo. Mal asunto.

La segunda parte parecía comenzar con los mismo derroteros (los dos entrenadores apostaban por el mismo esquema) pero la suerte, el único elemento que podía modificar el drama, se fue esta vez de lado balear. Un mal tiro de los mallorquines da en el pie de Godín y se mete dentro. 0-1 que dejaba cara de estúpido en la mitad de los que habían jugado a especular durante la primera parte. Los del Atleti. Pero es difícil cambiar el ritmo cuando has estado 45 minutos haciendo el canelo y cuando los que tienen que llevar las riendas del equipo son Gabi, Mario y Salvio. Difícil no, imposible. Los madrileños intentaron estirar un poco las filas pero con tan poca salud, tan poca fe y tan poco criterio que el primer contrataque de los insulares ponían el segundo con un gran gol de Pereira.

Entonces Simeone decidió poner por fin al Atlético de Madrid sobre el campo. Tarde pero significativo. Si el argentino es inteligente, que lo es, tomará buena nota de lo que ha pasado. Con Arda en el campo (y sobre todo sin Mario) el equipo pasó a ser un equipo de fútbol. La pelota pasó a ser parte del juego y la cámara de televisión se centró exclusivamente en el campo del Mallorca. Y llegaron las ocasiones. Y llegó un gol fantasma (creo que no fue) que daba con la expulsión de Ramis y penalti a favor de los madrileños. Penalti que Falcao se encargó de marrar. El colombiano no termina de acabar con ese runrún que dice que su fichaje es el enésimo error de la directiva colchonera y uno, que tiende a querer defenderlo, se queda sin argumentos para defender lo contrario. Eso si, pocos minutos después la duda volvía a torcerse cuando el mismo jugador realizaba un avance en la frontal del área que acababa en una soberbia vaselina sobre el portero rival que daba el 1-2 al marcador. Tremendo golazo de Falcao.

Quedaba tiempo y Simeone, ahora si, era valiente en los cambios poniendo jugadores ofensivos por defensivos. Grata sorpresa fue volver a ver a Fran Mérida en el terreno y encima dejando buenos detalles como el balón que lanzó al palo a los treinta segundos de estar en el campo. Pero no pudo ser. El Atleti lo intentaba con criterio, ahora si, pero enseguida llegaron la precipitación y lo que mejor se le da a los equipos de Caparrós: perder tiempo con artimañas. Mientras el tiempo pasaba el Atleti se consumía y apagaba hasta dejar claro que el partido estaba perdido. Los madrileños no merecían ganar. Los baleares tampoco.

Derrota dolorosa que deja el sueño de la Champions como un sueño prácticamente inalcanzable y que sitúa al equipo en la auténtica realidad en la que siempre se ha movido. La total mediocridad de la mitad de tabla. Una posición acorde con una plantilla corta, desequilibrada y con demasiados rotos. La plantilla que confeccionaron MA Gil y su mamporrero Caminero. La plantilla que termino de desquilibrar y destrozar el inútil de Manzano. La realidad de este equipo no pasa por buscar la Champions sino por tener alguna vez, para variar, una dirección decente y profesional que sea capaz de crear una plantilla que no de vergüenza ni bochorno ajeno.

Kevin Shields - Goodbye

Días buenos, días malos

At. Madrid 2 - Granada 0

Hace unas horas la masa crítica que regularmente sigue al Atlético de Madrid se tiraba de los pelos por la relación tan impersonal que existía entre el juego desplegado por el equipo en el campo y su correspondiente cosecha de puntos. Ironías del destino, ahora mismo, horas después como quien dice, nos encontramos con tres puntos más recolectados en un partido desastroso. Habrá un sector de aficionados con criterio que preferirán esta tesitura a cualquier otra igual que habrá otros que lo justificarán todo dentro de esa socorrida frase del “cosas del fútbol”. En mi caso, llámenme raro, me preocupa esta nueva etapa. El partido de hoy no es que fuese malo, que lo ha sido, o aburrido, que lo ha sido, es que ha supuesto la aparición de cosas, detalles y elementos (conformismo, miedos, dudas,...) que pensé que habían quedado desterrados ya de la dinámica colchonera. Simeone tiene crédito suficiente como para pensar que lo de hoy no es más que un mal día. Los grandes equipos alternan muchos días buenos con algún que otro día malo así que espero que sea así. Que sea eso. Que todos los fantasmas que han llamado otra vez a mi puerta esta mañana sean simplemente eso, una cuestión de días buenos y días malos.

El domingo amanecía fresco a la sombra pero bajo el solemne sol del Calderón la temperatura pasaba de ser agradable a calurosa. El empresario egoísta, soez y sin escrúpulos que es Roures lo desconoce pero el fútbol en la grada tiene mucho calor y parte de ese calor lo aporta la juventud de esos niños que siempre han estado allí. Yo estuve y mi padre y mi abuelo también. Niños que desgraciadamente han tenido que desaparecer desde que a este progre de pacotilla se le ha ocurrido que al fútbol se juega a esas horas en las que niños y adultos deberían estar ya durmiendo. Hoy la grada tenía color y calor familiar. La significativa y animada hinchada granadina se hacía notar y todo apuntaba a una preciosa mañana de fútbol. Nada más lejos de la realidad. El horror.

Frente a un Granada bien plantado en el terreno pero sin ganas de intentar jugar, aparecía un Atleti inédito en la etapa Simeone. Lento, espeso, sin dinamismo, sin velocidad y lo que es más preocupante, sin ningún tipo de intensidad. Los mediocentros se escondían y los centrales pateaban a palos en escenas lacrimógenas que recordaban tiempos pasados. Mientras Falcao saltaba a por todo (sin exito) y se peleaba con el mundo (y perdía), Salvio se dedicaba a demostrar a la grada que no es jugador para ocupar plaza de extranjero en este equipo. Adrían no aparecía y Koke era el único que intentaba recordar a sus compañeros que si estaban así vestidos era para jugar al fútbol. Horrible primera parte en la que no ocurrió nada reseñable. Nada de nada. Patadones a la estratosfera y patadas a los tobillos. El horror soporífero que tantas y tantas veces nos hemos tragado en épocas recientes. El equipo nota de forma acuciante la falta de sus escasos peloteros pero en otros partidos eso no había sido óbice para que el Atleti enseñara al menos sus credenciales en cuanto a lo que parecen ser los principios del nuevo Atleti. Hoy no. Hoy ha sido triste, penoso y lamentable.

Todos esperábamos algo distinto a la vuelta de los vestuarios, por aquello de la charla de un Cholo al que se le veía sobre excitado en el banquillo, pero la realidad nos dio de nuevo una bofetada. Todo seguía igual. El equipo colchonero daba muestras significativas de cansancio pero no creo que todo sea achacable a esto. No es cansancio que Miranda, otro jugador que jamás puede ocupar plaza de extranjero en un club con pretensiones, patee el balón a las nubes cada vez que tiene oportunidad de hacerlo. No es cansancio que Gabi siempre se coloque mal, que Mario se esconda o que Salvio se tropiece con su sombra. Entre sacar el balón en plan Kaiser y lo que hace Miranda existe todo un abanico de posibilidades. Mal el brasileño que a mí personalmente nunca ha terminado de convencerme. No seguiré aburriéndoles con la crónica del sopor. No tiene sentido. Les cuento enseguida las dos únicas cosas reseñables.

La primera un córner sacada muy mal por Gabi (que ha vuelto a recordarnos porque acumulaba críticas hasta hace muy poco) y que rechaza la defensa andaluza para que Miranda (¡qué ironía!) remata en semi chilena a la red. Gol tranquilizador.

La segunda la jugada del partido. De la temporada para Juanfran. El nuevo lateral roba con orgullo el balón cerca de su propia línea de fondo, sale con el, sortea en el límite a cuantos contrarios aparecen por el camino y llegando al siguiente fondo le cede el balón a Falcao para que en semifallo en colombiano anote el segundo. Juanfran, derrengado, elevaba los brazos al cielo mientras miles de gargantas coreaban su nombre. Me alegro mucho por un jugador que lo ha pasado muy mal y que nunca ha creado sin embargo un problema. Además tiene pinta de ser buena gente. Poco antes estaba en un lateral con el juego parado y le ha dicho a alguien que estaba por allí (espectador) que si tenía agua. El muchacho le ha pasado una botella y al devolvérsela Juanfran le ha hecho un gesto de darle la camiseta al final del partido. Dicho y hecho. A pesar de que para entonces era el héroe del césped lo primero que ha hecho al terminar el encuentro es ir allí a dársela. Chapeu.

Y por cierto, me gusta mucho que ahora si, desde que está Simeone, los jugadores se reunan en el centro del campo para dar las gracias a la afición.

Partido para olvidar que sigue dejando al equipo con la esperanzas intactas. Espero de corazón que de verdad sólo fuese un mal día.

Kaiser Chiefs - Good days, Bad days

No lo vi venir

At. Madrid 3 - Besiktas 1

Uno de los efectos que sin duda ha tenido el fenómeno Simeone ha sido el de anestesiar esa parte del subconsciente del aficionado atlético que suele dedicarse a escarbar en las lamentables grietas estructurales que tiene el Club Atlético de Madrid. Una de esas grietas, que suele ser clásica desde hace años, es el atroz desequilibrio que presenta la plantilla. Un plantilla corta, desequilibrada, más cara de lo que vale y con una falta apremiante de calidad. El renacido Atleti tiene mucha cosas buenas y Simeone ha conseguido hilar un equipo denso, decente e interesante con un puñado de jugadores a los que ha sabido acoplar y sacar partido. Un traje abrigado y compacto confeccionado con telas tirantes y sin repuesto. Y ese es el problema. Cuando se descose una costura no hay repuesto. La planificación técnica se puede entender de dos maneras. Oficialmente, entendiendo que ese señor de aspecto desaliñado y patético verbo llamado Caminero tiene la capacidad para realizar el trabajo por el que le pagan de forma inversamente proporcional a la capacidad que tenía sobre el campo para jugar. También se puede entender extraoficialmente (y probablemente de forma acertada) como que esta plantilla está confeccionada en función de las comisiones de MA Gil, Cerezo, Mendes y demás estrategas. Decidan lo que decidan la realidad es mucho más cruel y evidente.

El partido de hoy contra el Besiktas ha sido malo y deja más dudas que tranquilidad. A pesar del resultado. Todo empezó con la misma aparente intensidad de siempre pero sin nada de juego. Todo deslavazado, patadones, presión histérica y ni dos pases seguidos. Gabi y Mario parece dos mediocentros defensivos solventes rodeados de Diego, de Arda, de Tiago, de Adrián o incluso de un Koke en condiciones. Sin ellos aparecen vulgares. Especialmente cuando tienen demasiado tiempo el balón en los pies con la idea de crear. Hoy han sido vulgares. Gabi, que llevaba coleccionando partidos bastante decentes a vuelto a recordarnos aquel jugador exasperante que no para de correr ni de perder balones. Una vez más queda claro que la clave de este equipo (como de casi todos) está en el centro del campo y que el nuestro es lo que es.

Pero el equipo turco es muy inferior al Atlético de Madrid. Incluso al que ha jugado hoy. Un equipo turco que planteaba una esquema defensivo de libro pero blandísimo en la práctica. De la parte ofensiva ni hablamos porque parecía que no entrase en sus planes pasar del medio del campo con el balón jugado. Así que el Atleti, más por cosas de la lógica que por otros méritos más prosaicos, se fue haciendo con el control del partido, empezó a rasear el balón, a intentar colectivizar el juego, a dejar los patadones para mejor ocasión y a jugar. Entonces apareció Salvio. Ese jugador extraño e incomprensible que es raro el partido en el que no te preguntes como alguien así puede estar en el Atlético de Madrid y todo lo contrario. El argentino crispó a toda la grada cuando solo en el segundo palo y a un metro de la línea de gol tiró fuera un pase desde la derecha. Apenas unos minutos después levantó a los mismos aficionados de la silla cuando tras una jugada por la derecha y posterior recorte en el área, metía el balón con la zurda dentro de la portería. Salvio es así.

Comenzaban así los mejores minutos del Atleti. Minutos en los que vimos la mejor versión del equipo (rápido, incisivo, mandón, vertical,...) y los peores de un rival que para entonces daba risa. Sin ritmo, sin presión y desbordado por todos los flancos, a los turcos parecía hacérsele la noche muy larga. El renacido Salvio volvió a tener el balón, dirigir un contrataque, plantarse delante del portero rival con Falcao al lado y hacer el segundo de gran resolución. El tercero, también poco después, fue una auténtica obra de arte. El Atleti llega tocando al borde del área y el balón acaba en Adrián. Mientras el asturiano mira el pase, sus compañeros se meten en fuera de juego. Así que con la misma tranquilidad con la que lo hace todo, decidió ponerse a regatear rivales, meterse en el área y hacer él mismo el gol. Para entonces la grada pensaba en un resultado de escándalo. Lo pensaba la grada y lo pensaba todo el mundo.

Pero entonces llegó un descanso que sentó muy mal al conjunto madrileño. En apenas diez minutos tras la reanudación habíamos visto ya síntomas de relajación en el equipo. Malo y muy mala noticia pues era algo inédito en la era Simeone. Flexible en la presión, romo en la intensidad y lo peor de todo, renunciando al balón. De esa manera el Atleti es un equipo de lo más vulgar. Así que el Besiktas, casi sin querer, se fue arriba y se puso a jugar en campo contrario. Ocurre que cuando el balón está en tu área cualquier equipo te puede hacer daño y eso es lo que ocurrió. Parece evidente pero... no lo vi venir. El equipo tampoco.

Los turcos habían tirado a puerta ya un par de veces pero el gol llegó tras un rechace que recoge Simao al borde del área y coloca por la escuadra. Golazo del portugués que tuvo a bien no celebrar lo que arrancó los aplausos de sus antiguos aficionados. Buen gesto de Simao cuyo recuerdo mejora con el tiempo. A partir de ahí el partido del Atleti fue atroz y recordó a épocas pasadas bastante recientes. Me da tanta pereza hablar de ello que lo voy a evitar ya que el marcador se quedó como estaba. Eso si, merece la pena resaltar dos cosas. La primera el inquietante movimiento de Simeone retirando a Adrián para incluir a Pizzi en un cambio de tinte defensivo que además eliminaba el único jugador con chispa que quedaba hoy en el terreno de juego. Malo. Lo segundo el propio Pizzi. Uno de los jugadores más insustanciales y con peores conceptos futbolísticos que hemos fichado últimamente (y tiene difícil destacar en esa categoría). Todavía no he vista hacer al portugués nada digno de fijarse en él como futbolistas. Ni un regate, ni un remate, ni un pase, ni un control,...nada. Pero es que encima todas las resoluciones las hace mal. Cierra el campo cuando hay que abrirlo. Ralentiza cuando hay que acelerar y vicebersa. Se coloca mal en todas las faltas, se esconde en la pared, se cierra al abrir el campo. Es lamentable. Sale de refresco y es incapaz de ayudar al lateral en defensa (lo del sábado con Navas fue patético) y cuando defiende en estático lo hace a 15 metros con lo que el rival puede tranquilamente fabricar un centro al área. Muy malo. Otro pufo del de siempre. Bien, Salvio y Pizzi son las primeras opciones desde el banquillo. Este dato debería bastar para explicar muchas cosas.

Eliminatoria encarrilada frente a un equipo claramente inferior que debería haber quedado finiquitada pero que sin embargo pudo fácilmente haberse complicado en la segunda parte. Buen resultado pero no definitivo. Me agarro al dato de que el único equipo que ha conseguido meternos dos goles desde que está Simeone ha sido el Barça y el Besiktas, hoy por hoy, dista mucho de ser ese equipo.

Belle & Sebastian - I didn't see it coming


Sensaciones en la oscuridad

Sevilla FC - At. Madrid

Los grupos sociales son en teoría una amalgama de voluntades que se suman y se restan. Aunque en muchas ocasiones (casi siempre) se habla de ellas como un ente compacto de voluntad, personalidad y características propias la realidad es que es es muy aventurado analizar las individualidades por el todo. También se hace. Desconozco el perfil de aquellos aficionados del Atleti, pertenecientes por tanto al grupo social de los colchoneros, que tras el empate en Sevilla está criticando a Simeone pero aun a riesgo de equivocarme debe pertenecer a un grupúsculo minoritario. O si no es minoritario el minoritario soy yo y me estoy equivocando. En cualquier caso, mayoritario o no, yo soy del Atleti y no estoy de acuerdo. Primero, porque me parece estúpido recurrir exclusivamente al resultado para juzgar un proyecto que empieza a mitad de temporada, sin poder influir en su diseño y heredando una plantilla rota que coqueteaba anímicamente con el descenso. Especialmente cuando los resultados no vaticinan ninguna crisis. Segundo, porque uno que se ha tragado las valientes propuestas de Manzano, Ferrando, Aguirre, Abel, Quique y Manzano de nuevo sabe perfectamente (porque hemos hecho un Master durante todos estos años) lo que es salir a no perder los partidos. Esa colección de estrategas del miedo nos lo ha enseñado. Si eso tiene que ver algo con lo que lleva haciendo el Atleti, incluido el partido de Sevilla, que venga Dios y lo vea. Tercero, porque por primera vez en décadas veo un equipo en el campo. Un equipo con personalidad, carácter y fútbol. Un equipo con criterio que sabe a lo que juega. Esté quién esté. A lo mejor es simplemente una cuestión de sensaciones. No lo sé pero por favor, camaradas colchoneros, no lo jodáis.

Muchas eran las dudas que aparecían antes del partido. Las bajas de Arda, Diego y Falcao en un equipo corto, desequilibrado y falto de talento parecían letales a priori y críticas para encarar un partido contra el renacido Sevilla. Los agoreros vaticinaban derrota. Los derrotistas sufrían por prescripción médica y como medida preventiva. Los analistas esperaban un cerrojazo atlético que compensase las bajas. Nada de eso señores. El Atleti salió exactamente igual que los días anteriores. Con un pequeño cambio táctico (un nuevo mediocentro) pero con el mismo esquema mental de equipo. Y funcionó. A los 8 minutos Gabi recoge un balón en la izquierda y lo mete en el área para que Salvio al segundo palo remate soberbiamente de cabeza. Golazo del argentino que a veces tiene estas cosas. El equipo siguió demostrando entonces la clase de escuadra que quiere su entrenador. Siguió todo exactamente igual tomando los rojiblancos el control del partido. Incisivos en la presión, superiores en el centro del campo y rápidos a la hora de armar el ataque. El Atleti desarbolaba una y otra vez a unos sevillistas que no se encontraban. Las ocasiones se sucedían pero como siempre, el verdadero talón de aquiles de este equipo, no se concretaban. Soberbia primera parte del cuadro madrileño en la primera parte.

Pero desgraciadamente para los madrileños las cosas cambiaron tras el descanso. Michel reforzó su centro del campo y recuperó el control del balón. Los hispalenses, sabedores de la superioridad atlética en la medular, decidieron robar y llevar el esférico a la banda ahí Reyes pero sobre todo Navas se hicieron los dueños y provocaron desajustes en el rival. Los blancos tocaban mejor, más rápido y con mejor circulación. Así llego el gol de libro de Babá. Balón a Navas que coloca un soberbio pase al centro del área para que el ariete la empuje. El empate aupó a los locales que se hicieron más incisivos. El Atleti poco a poco perdía el balón y el fuelle con lo que el desequilibrio se hacía patente. La falta de banquillo de los madrileños más que patente se hizo patética y los últimos minutos se convirtieron en una suerte de apretar los dientes y sufrir. Pudo haber sido en balde si el colegiado no hubiese anulado en las postrimerías del partido un gol al Sevilla que por otro lado, estuvo bien anulado. El Atleti tiró de orgullo y trató de acabar el partido en área sevillista (como tiene que ser) pero ya no quedaban fuerzas ni recursos.

Empate justo que sin embargo es un pésimo resultado para la lucha por las cuatro posiciones de cabeza. Aun así queda mucho y yo confío en este equipo. Si, se que hay miles de equipos en una horquilla muy pequeña y que los equipos del descenso están a un par de partidos. Lo sé pero mis sensaciones son buenas. Serán sensaciones en la oscuridad.

Gruff Rhys - Sensations in the dark

Dicho y hecho

At. Madrid 1 - SS Lazio 0

Yo lo llamaba el síndrome del niño bueno. Esa dulce desgracia de hacer las cosas bien, según lo esperado. Mientras los moradores del lado oscuro de mi clase recibían promesas de recibir suculentos regalos por el simple hecho de aprobar un número razonable de asignaturas uno aparecía por casa con su colección de sobresalientes sin que nadie prestase demasiada atención. Era lo esperado. Es así. Es lo que ha ocurrido en el partido de vuelta contra la Lazio que nos deja en octavos de final de la Europa League. El nuevo Atleti de Simeone había regalado una maravilla de partido en el Olímpico de Roma que en Madrid sus seguidores interpretamos como un contundente puñetazo en la mesa de Europa. Se acabaron las tonterías. El Atleti dejaba la eliminatoria resuelta en el primer partido demostrando a tanto y tanto especulador como anda suelto que eso de que las eliminatorias son partidos de 180 minutos es una estupidez.

En otros tiempos un marcador de 1-3 a favor hubiese sido suficiente como para tener confianza pero al mismo tiempo también hubiese sido imposible evitar que se reavivase la dañina leyenda de la ciclotimia y los efectos inesperados que acompaña a nuestro club. En otros tiempos podría ser, pero una de las cosas que cambiaron con la llegada del Cholo fue precisamente la intención de renegar de las fantasías épicas, las sorpresas, y las machadas que tapan errores. Rigor, trabajo y seriedad. Más aburrido pero menos trágico. El argentino prometía preparar las batallas partido a partido. Dejó claro que las palabras son coherentes con el fútbol pero que lo que pasa en el campo será siempre prioritario. El Cholo prometió seriedad, intensidad y tensión para el partido de vuelta dando a entender que no quería sorpresas en una eliminatoria encarrilada. Dicho y hecho.

Lo que ha pasado en el campo encaja perfectamente en ese concepto abstracto de “tener oficio” que utilizan los cronistas y que tan bien se entiende excepto cuando se utiliza como eufemismo de "dar patadas". No es el caso. El Atleti saltó al campo reservando jugadores para el partido del domingo pero no se notó demasiado en las señas de identidad del equipo. Si, faltó brillantez y si, faltó creación, pero el equipo, en esencia, era el mismo equipo. Y eso que al ambiente no invitaba a meterse en el partido. El tradicional frío húmedo del Calderón, la tranquilidad del resultado y una grada con demasiadas calvas hubiesen dado una imagen ciertamente pobre de no ser por los miles y miles de fogosos italianos que abarrotaban el fondo norte. Impresionante el poder de convocatoria del equipo “lazial” con una eliminatoria perdida y un equipo en descomposición (su entrenador había presentado la dimisión horas antes).

En los primeros minutos la Lazio trató de llevar la iniciativa en el juego pero el intento no pasó de ahí. El Atleti estaba bien plantado y nunca sintió verdaderamente peligro. Es más, pasados los primeros minutos llegaron, a base de juego vertical, las primeras llegadas de Adrián (otra buena primera parte), Juanfran (bien también en el interior) y sobre todo de Salvio. Un jugador que ni me convence ni creo que me convenza nunca. Ni alto, ni fuerte, ni rápido, ni hábil, ni goleador, el argentino es de esos jugadores que parece que si…pero que no. No obstante no estuvo mal en el partido, para ser justos, y suyas fueron las mejores ocasiones y las jugadas más peligrosas de la primera parte. En especial un remate al palo que mereció ser gol. Los italianos se estrellaban una y otra vez con el rigor defensivo de los colchoneros pero sin Klose y con Hernanes desparecido aparecía como un equipo vulgar que poco a poco se resignaba a tirar la toalla.

La rendición total tuvo lugar al poco de comenzada la segunda parte cuando Godín remató de forma excelente un córner sacado por Gabi. El 1-0 lejos de espolear a la Lazio consiguió que el Atleti aumentara y adelantara su presión (¡gracias Simeone!) dejando las carencias de los celestes todavía más en evidencia. La escuadra del Cholo debió pensar que no merecía la pena el esfuerzo y decidió que la última media hora fuese un entrenamiento en el que Falcao o Turan (que entraron al campo) pudieran estirar las piernas.

Partido sin historia que ponía el broche a una magnífica eliminatoria que engorda la ilusión de la afición atlética por una competición que se pone preciosa (Manchester City, Manchester United, Valencia, PSV,…). Una competición en la que ya conocemos lo que significa ganar y que no me importaría repetir. Fíjate, conozco Rumanía pero nunca he estado en Bucarest.


Engineers – Said and Done


La vida moderna es basura

At. Madrid 0 - Valencia 0

Que el mundo del fútbol es una inmensa e infinita plantación de eufemismos es algo que todos intuimos. Que algunos de esos eufemismos son tan abundantes y crecen robustos, sanos y en cantidad suficiente como para que cualquiera los pueda utilizar sin tener que dar demasiadas explicaciones al respecto, es algo también más que evidente. Ahora bien, que por todo ello tenga que poner cara de poker, callar, asumir y entender determinadas vejaciones para el espectador es algo por lo que no estoy dispuesto a pasar. No pienso hablar de planteamiento “inteligente” ni de “juego táctico” para decir aberración. El fútbol puede que sea, como decía Bill Shankly, más que una cuestión de vida o muerte y en base a esa idea tendré que llegar a aceptar las violaciones y profanaciones que el deporte rey sufre en pos del balance y el resultado. Es así, pero lo no haré jamás es defender, proteger o incluso aceptar la ruindad, la doble interpretación del reglamento, el aprovechamiento de la buena voluntad del prójimo o la permanente búsqueda de la trampa como si se tratase no ya de algo lícito sino encima elogiable. El fútbol que representa ese escrupuloso profesional de los banquillos llamado Emery es la cara sucia de este deporte y lo quiero lo más alejado posible de mí y de mi equipo. Es la antipartícula. El listo que se cuela en la M-30. El que está esperando escondido a que te caigas para pisarte. El millonario que no pone la calefacción para ahorrar. El adinerado que se queda sin cenar para ahorrarse la dieta. El que no da la cara más que cuando tiene todo a favor. Es la renuncia a la pura esencia del deporte. Es el egoísmo zafio como forma de vida. Es lo que toda la vida se ha venido llamando antifútbol y ahora eufemísticamente disfrazan de fútbol moderno. Admirados analistas si esto es la vida moderna, la vida moderna es basura.

La noche se hacía más apetecible según avanzaba la hora del partido. El frío polar del fin de semana parecía dar la tregua por unas horas y los resultados en la clase media de la liga invitaban a volver a ilusionarse con el Atlético de Madrid. Un equipo en franca resurrección frente al tercer clasificado de la liga, el todopoderoso Valencia. Un equipo equilibrado y con una plantillas más que interesante. Un tercer clasificado que vive además cómodamente sin la exigencia, al parecer, de mirar arriba y con la tranquilidad de no tener a nadie por debajo que esté a tiro. Todo apuntaba a partidazo, pero la sensación se difuminó nada más comenzar el partido y ver la figura que ridículamente correteaba en el banquillo del equipo contrario. Emery, ese valiente estratega. El adalid del supino sopor.

En seguida se vieron las premisas de lo que vendría después. Presión asfixiante, centro del campo minado y cercado para que nadie lo utilice, patadones al hiperespacio y renuncia fehaciente del balón. Así comenzó el partido para los dos equipos. El Valencia como forma de vida. El Atleti obsesionado por el rigor táctico de su nuevo entrenador y la necesidad no pasar riesgos en defensa para olvidar los tiempos no tan lejanos de la mujer barbuda. En partidos anteriores del Atleti de Cholo ya vimos lo mismo al comienzo del partido pero fue siempre tan sólo un periodo momentáneo de asentamiento. Contra el Valencia se intentó también que así fuera cuando pasados los minutos de acople Tiago, Gabi, Diego y Arda trataron de tomar algo más el balón para tratar también de hacer algo con él. Fue entonces apareció también el plan B de Emery. Aumentar un grado el nivel de violencia (el partido se corta por las buenas o por las malas), elaborar todavía menos (¿para qué?) y romper el ritmo constantemente a base de perder tiempo. Cuando el tercer equipo de la liga ves que en el primer cuarto de hora de la primera parte empieza ya a no querer jugar y a perder tiempo contra un equipo al que le saca siete puntos, hay que preguntarse si llamar a esto liga de las estrellas no es una tomadura de pelo. Bochornosa la actitud del equipo de Emery. Lamentable.

El Atleti se estrelló contra esa masa de antifútbol y se vio incapaz de mantener el ritmo y profundizar. Espeso y trabado en la creación sin embargo fue capaz de llegar alguna que otra vez con peligro. De hecho fue el único sobre el césped que lo intento aunque fuese de forma esporádica y casi circunstancial. Clamoroso fallo fue la jugada que Falcao marra en boca de gol cuando se encuentra en el segundo palo con un balón colgado y que pudo haber cambiado la música del partido. Pero salvo escenas puntuales y algún que otro balón colgado el partido transcurrió dentro de los límites del soporífero esquema futbolístico de Emery: que pase el tiempo sin que ocurra nada dentro del campo, a la espera de que aparezca un fallo del contrario. Así acabó la primera parte y así acabó la segunda. Con un Atleti que cada vez se volcaba más asumiendo más riesgos (pocos, todo hay que decirlo), perdiendo la paciencia y tirando de improvisación mientras el Valencia renunciaba definitivamente no ya tener el balón sino a que nadie lo tuviese. Patadas tácticas, actuaciones líricas de un portero ridículo (que sin embargo sacó un par de tiros que iban dentro), patadones al balón y constantes pérdidas de tiempo. El “inteligente” planeamiento de Emery para empatar a cero salía como estaba previsto gracias en parte a un árbitro generoso con la vida en la tangente del reglamento y cómplice con las estupideces interpretativas del equipo levantino (aunque sería injusto culpar al árbitro del resultado).

Simeone trató de reactivar el equipo sacando a Koke y Salvio por un Diego fallón y sin rítmo y un exhausto Turan. Koke equilibró el equipo pero no pudo aportar gran cosa ofensivamente. Salvio estuvo a punto de perder él solito el partido. Para mí es un misterio que este jugador siga no ya en el Atleti sino en el fútbol de elite. Todo en él resulta sucio y deslavazado y todavía no he conseguido ver nada que merezca la pena. No tiene físico, ni velocidad, ni técnica, ni pundonor, ni pase, ni gol, ni versatilidad, ni nada. Una broma.

Y así, con frío gélido y cerocerismo acabó el partido. Un partido que acaba con la sensación de que Emery tenía mucho miedo al Atleti lo cual no debe entenderse como mérito porque Emery tiene miedo de todo. Gracias a la elogiada necedad de este tipo de entrenadores lo que podía haber sido un bonito partido de fútbol se convirtió en una aburrida oda al resultadismo más lamentable. Aquel que ni siquiera es necesario. Le deseo lo mejor al Valencia pero lo peor a Emery y los Emerys que hay por el mundo. Su triunfo no sólo es mi fracaso sino el fracaso del fútbol, del deporte, de la legalidad, del sentido, de la lógica, de la belleza y de la vida. Si Emery representa la modernidad que se queden él y sus palmeros con ella. A mí me gusta el deporte valiente y honrando. A mí me gusta el fútbol.



Blur – Modern life is rubbish

Comiendo pipas



Sporting 1 - At. Madrid 1

Con una liga en la que francamente me da igual quien gane y con un Atleti sin jugarse absolutamente nada más allá de una inoportuna lesión minutos antes de la inminencia de citas más señaladas, la emocionante penúltima jornada de liga fue algo así como una plácida e intrascendente tarde de fútbol en la que hoy si, se podía pasar comiendo pipas.

El empate contra el Sporting es un partido intrascendente para los madrileños pero crucial para los asturianos que se aseguran así su permanencia en la primera división, algo del lo que personalmente me alegro porque tengo especial cariño por su entrenador, un tipo honesto, humilde pero sobre todo valiente, algo cada vez más escaso en los banquillos patrios.

¿El partido? Poco que decir. Buen papel en general de los jóvenes destacando un Toto Salvio que poco a poco coge confianza y empieza a mostrar cosas pero también el desparpajo de los canteranos cuando les toca lucir la primera equipación. La nota desgraciada llegó de la mano de Asenjo que poniendo la guinda a una temporada para olvidar se hacía un esguince de rodilla a los 8 minutos que muy probablemente le impedirá estar en el banquillo de Hamburgo. Muy injusto el año que le está tocando vivir al bueno de Asenjo. Eso si, la salida en la que se lesiona es una mala salida provocada por un error suyo.

De las Cuevas fue el primero que marcó (ya en la segunda parte) evitando celebrar el gol y planteando co elegancia el debate de si debería ser recuperado por el club o no. Personalmente no lo veo pero yo no soy director deportivo. El problema es que nuestro director deportivo tampoco lo es. Ibra empataba minutos después con un desmarque de potencia al filo del fuera de juego que resuelve con calidad de remate.

Empate a uno que deja las cosas como están en la liga y que por fin permite que los colchoneros nos concentremos oficialmente en aquello que llevamos 15 concentrados: la final de la Europa League.

Bendita tranquilidad



At. Madrid 3 - Tenerife 1

A veces las cosas se ven de un color distinto cuanto las ves desde la otra orilla. Desde allí la perspectiva es muy diferente y casi siempre es una buena forma de inyectar combustible a la realidad que uno mismo se ha construido de antemano. Cuando al comenzar el encuentro de hoy bajo un tórrido sol en el Calderón hemos vista al bueno de Agüero en la alineación titular este que escriba ha lanzado un sonoro esputo verbal de difícil reproducción en este lugar en la dirección de Quique por poner en juego las piernas más valiosas de nuestra plantilla en vísperas de la gloria y a cambio de nada. La casualidad ha hecho que a mi lado hoy se sentase un simpático y anónimo chicharrero que me ha contestado de muy buenas maneras algo parecido a ¿De verdad que no os jugáis nada?. La animada charla con el canario me ha hecho ver en él un estudioso de la zona de baja de la liga, algo que yo no soy, así que como experto que era le resultado fácil demostrarme que de perder el Atleti esta tarde la cosa se podría haber puesto muy fea. Me da la sensación que Quique pensaba lo mismo todas estas jornadas que nos deslumbraba con eso de llegar a Europa. Hoy estoy convencido que él lo que buscaba era la tranquilidad de verse salvado.

Gracias a Dios así ha sido y el Atleti está virtualmente salvado de descender a los infiernos cosa que no puede decir un Tenerife muy flojo que si tenemos que ceñirnos a lo que han hecho esta tarde en el Calderón me temo que tiene sus días contados en la máxima categoría. Los colchoneros salieron algo más concentrados y con más dosis de tensión de lo que viene siendo habitual en la liga lo que unido a la debilidad del tinerfeños en centro del campo y la cruel fragilidad de su defensa provocó uno de los mejores arranques de los madrileños en lo que va de año. Con Tiago y Camacho merendándose el centro, Jurado intercalando detalles de calidad con sus habituales dosis de esa insolencia que cada soliviantan más al respetable y un fogoso y entregado Salvio que por fin saboreaba la titularidad, el Atleti entrelazaba jugadas de ataque que llegaban con peligro. Duró poco el empate cero cuando a los 10 minutos un nuevo agujero en la defensa que es desaprovechado en primera instancia por la delantera Atlética pero el consiguiente rechace es recogido hábilmente por Salvio para inaugurar el marcador.

A partir de ahí las jugadas de ataque de los locales se sucedieron prácticamente hasta el infinito. Jurado, Agüero, Salvio,... los delanteros colchoneros llegaban con mucha facilidad ante un frágil e impotente Tenerife que estaba sin estar. El segundo podía haber llegado perfectamente después de otra gran jugada por la banda derecha que Jurado remato al larguero pero llegó en el minuto 30, de nuevo en las botas de Salvio, tras otra buena jugada (también por la parte derecha) cuyo pase de la muerte no puede ser rematado por Agüero pero si por el Toto que con listeza de potrero llega para marcar. El de Lanús ha hecho una buena primera parte demostrando inteligencia para llegar al área, olfato goleador, desmarque, pelea,... pero a mí me parece un jugador algo tosco. Sin un desborde importante, ni velocidad, me hacen entrar dudas al respecto del futuro que nos depara. También sobre lo que hemos pagado por él. Es pronto no obstante y desde luego hoy no es el día.

Los canarios trataron de estirarse algo tras el gol pero las llegadas al área de De Gea eran inofensivas y casi siempre mediante remates desde lejos mientras que las contras madrileñas eran prácticamente letales. El marcador hubiese podido ser de escándalo sino fuese por el desacierto goleador del kun, el exceso de conducción de Reyes o la genuina tontería de Jurado.

Pero la segunda parte fue diferente y desgraciadamente mucho más aburrida. El Atleti se relajó física y espiritualmente y volvió a mostrar esa nefasta y necia imagen que desgraciadamente no es tan habitual ya a estas alturas. Romo, plano, seco, espeso, lento,... ya saben. El Atleti de la liga. El Tenerife nunca terminó de creerse sus posibilidades pero ante las facilidades del rival empezó a irse arriba. Los tiros lejanos cada vez eran menos lejanos y el balón empezó a estar más tiempo en los chicos de azul. Mi improvisado amigo chicharrero me decía que el tal Dinei (salió al campo sustituyendo a Juanlu) había sido un engaño, un supuesto delantero que no había metido un gol todavía, pero lo cierto es que le cambió la cara al equipo y al partido aportando verticalidad y velocidad, dos cosas de las que carecían los de la isla. Así que pasó lo que tenía que pasar, el tal Dinei llega al área de buena jugada se la pasa a Román que de fuerte remate bate a De Gea por bajo. Un cuarto de hora de la segunda parte y el miedo en el cuerpo.

Pero el Tenerife seguía escaso de recursos y bastó que el Atleti se centrase un poco en su papel (sin necesidad de volver a lo mostrado al inicio de partido) para que el río no se desbordase. Aun así Quique no se fiaba de lo que veía y decidió sacar a primeras espadas (aunque en franca decadencia) como Simao y Forlán para equilibrar el equipo. De esta manera se cambiaba también el sistema y se condenaba a un exhausto Salvio a la banda, un puesto en el que no había destacado antes con los minutos que le habían dado y que hoy tampoco le ha venido bien. Lo cierto es que la situación se controló y el gol de Agüero (¡por fin!) tras jugada individual típica de la casa ni vino más que a certificar lo que hasta la animosa afición tinerfeña había ya asumido a esas alturas.

Victoria tranquilizante para los de Quique que deja al equipo a prácticamente años luz de la zona noble de la tabla pero que también lo sitúa definitivamente lejos de los puestos de descenso lo que por suerte o por desgracia es una situación inmejorable para encarar un final de temporada con sólo tres partidos importantes y con un poco de suerte dos de ellos finales.