Seguir creciendo
Etiquetas:
Champions League 2014-2015,
Godin,
Juanfran,
Koke,
Malmö
Malmö 0 - At. Madrid 2
Una de las novedades más interesantes del Atlético de Madrid de esta temporada es la amplitud de recursos. Donde el año pasado el equipo tenía que hacerse físico y vertical, al no existir otra posibilidad, este año tiene la posibilidad de mucho más juego entre líneas y de controlar el partido a base de manejar el balón. Es más, con el cambio de ariete, la verticalidad demoledora de antes se torna ahora en un recurso mediocre y ramplón. Ya no vale. Es evidente que no voy a jugar a ser entrenador del Atleti, Dios me libre, pero no termino de entender esa querencia de Simeone por llevar al equipo al terreno de la brega, incluso frente a equipos claramente inferiores en el resto de aspectos del fútbol. Me temo que eso es lo que ha ocurrido hoy. También es verdad que las cosas no salen siempre como se piensan y que enfrente hay un equipo que plantea sus armas sobre el tapete y sobre ellas tienes que improvisar, pero no da la sensación que el plan, desde fuera, fuese otro. Estoy seguro de que existe una explicación para todo lo anterior pero si no la hay tampoco tenemos mucha alternativa porque me temo que veremos bastantes partidos como este en lo que queda de temporada.
El Atleti llegaba a Malmö (o Malmoe, como parece que se escribe en castellano) empatado a puntos con Olympiakos y consciente de que lo que ocurriese en Suecia resultaría crucial para las posibilidades de pasar a la siguiente fase de Champions. La prensa madrileña, con ese proverbial desprecio que tiene por todo aquello que no sea Real Madrid, apenas daba importancia al partido y cuando lo hacía casi siempre aparecía envuelto en esa estúpida soberbia que calificaba a los escandinavos de perita en dulce. Quizá desconocían que hacía 8 partidos que nadie metía un gol en ese campo jugando la máxima competición europea.
El entrador de los suecos había advertido que quería que su equipo se acercara más en intensidad a los madrileños y a fe que lo hizo. El partido comenzó con un nivel de tensión y agresividad realmente alto. Impidiendo el juego fluido y llevando el partido a un ritmo que provocaba cierta precipitación y que hacía muy difícil la continuidad. El Atleti aceptó el reto sin miedo a que el traje se arrugara, como acostumbra, pero enseguida todos vimos que cada vez que los de Simeone cogían el balón y trataban de jugarlo la diferencia entre los dos equipos se agrandaba a pasos agigantados. El problema es que no lo hacían mucho. ¿Por qué? Mario Suarez y Gabi soltaban rápido y sin precisión y solamente cuando Koke conseguía contactar con Arda el equipo respiraba. Raúl García peleaba pero no entraba en la combinación y Mandzukic tres cuartos de lo mismo. Así siguió la primera parte, con una lucha de poderes físicos salteadas de vez en cuando con alguna llegada con criterio de los del Cholo. Ya había avisado Raúl García rematando blando tras una gran jugada por la derecha pero no ocurrió lo mismo poco después. Juanfran, soberbio otra vez todo el partido, arranco desde la defensa prolongándose por la banda, llegando hasta la línea de fondo y metiendo un magnífico balón al área que Koke remató de tacón como sólo las grandes estrellas saben hacer.
El 0-1 en el marcador tranquilizaba los ánimos y daba la sensación de que abría el camino hacia un resto de partido controlado para el Atleti pero no ocurrió así. De hecho ocurrió todo lo contrario. El efecto se pudo intuir ya en el cuarto de hora que quedaba hasta el final del primer tiempo en el que vimos al equipo echarse demasiado atrás y renunciar miserablemente al balón, pero fue todavía mucho más intenso a la vuelta de los vestuarios. Los suecos, lejos de bajar el nivel de intensidad, mantuvieron el mismo ritmo (con la aquiescencia de una pésimo colegiado, todo hay que decirlo) y encerraron en su área a un Atleti que de forma incomprensible renunció por completo a jugar. Con Mario Suarez excesivamente retrasado y quitándose el balón de encima, con Gabi sin estar demasiado fino, con Arda cansado y Koke multiplicándose en todos los aspectos, los rojiblancos achicaban agua, llegaban tarde a la presión y permitían que el Malmö dominara el juego y el partido. Ahí aparecieron, como siempre, Miranda y sobre todo un Godin que volvió a dar otra lección a los ganadores de los premios de la Liga y sus repugnantes ideólogos. A punto estuvo de costar un disgusto sin embargo tanto repliegue. En una controvertida jugada en la que el árbitro podía haber pitado penalty pero que dejó en falta al borde del área, el saque pegó en la barrera y el rechace acabó con un tiro al poste cuando Moyá estaba ya por los suelos. Mal síntoma y mala lectura de un equipo que no puede sufrir tanto en estas lindes.
Afortunadamente pasados los primeros veinte minutos del segundo tiempo el equipo escandinavo empezó a acusar el derroche físico y sobre todo Koke consiguió, por fin, darle algo de criterio a la salida del balón. Es cierto que el panorama había cambiado ya para entonces pero la tranquilidad definitiva llegó sólo cuando Raúl García enganchó un rechace al borde del área como sólo el navarro sabe hacer, que ponía las cosas definitivamente del lado madrileño. Desde ese momento hasta el final, quedaba poco, las distancias se fueron abriendo todavía más entre los equipos y hasta el Cebolla consiguió marcar de cabeza un gol que anularon por claro fuera de juego.
Excelente resultado que sitúa al Atleti a la cabeza de su grupo en un partido raro, con fases muy complicadas y que sigue generando las dudas de ciertos desajustes defensivos, falta de fútbol en el mediocentro y un Mandzukic que sigue sin ver puerta. Pero el equipo sigue ahí, en todos los frentes, subido a la mejor plataforma posible para seguir creciendo. Debemos ser optimistas.