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¡Un abrazo!

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Personalidad y fútbol

No me gustaba nada el nivel de presión que detectaba entre la afición colchonera antes del partido. Esa pose dramática de estar ante el encuentro de nuestras vidas. Esa querencia por dejar claro que el Atleti se jugaba poco menos que la existencia. No me gustaba nada tampoco el hedor que llegaba desde la información oficial. Hace mucho que vivo de espaldas a la realidad televisada de los medios y que mi única fuente de información es twitter pero, incluso así, me llegaba el repentino resurgir de la figura de Chicharito, genuino representante de "nuestro fútbol", como tema central a la hora de describir la previa del Bayer-Atleti. A tenor de los medios oficiales da la sensación de que el Atlético de Madrid es un equipo madrileño que juega exiliado en Madrid. 

Pero entonces encendí la televisión y vi a los jugadores dándose la mano ordenadamente en el saludo inicial. Todos los rostros colchoneros tenían una expresión similar pero me fijé especialmente en la de Gabi. Era la pura imagen de la concentración absoluta. Ni un solo atisbo de sonrisa. Mirada fija y seriedad creíble. Daba la sensación de tener muy claro en la cabeza lo que había que hacer y que todo lo demás era accesorio. Juro que en ese momento me vine arriba.

La primera parte del equipo de Simeone en Alemania es probablemente la mejor de toda la temporada. Lo hizo todo bien. Recordó a esa versión europea del Atleti contemporáneo que tantas alegrías nos ha dado. Encaró la eliminatoria juntando mucho las líneas, sacando la línea defensiva de su área, compactando la presión como hacía mucho que no hacía, siendo vertical con el balón (a base de talento y no de recursos rupestres), marcando siempre el ritmo del encuentro y aprovechando la contundencia para liquidar al rival. Puede parecer fácil pero no lo es. Basta recordar lo que ocurrió hace dos años y lo mal que se pasó entonces en ese mismo campo. Los de Simeone recurrieron a la personalidad y al fútbol y eso, si sale, es una combinación letal. 

Cualquier intento de avance alemán era abortado a bastantes metros de la frontal del área. El trabajo de los cuatro del centro (Gabi, Koke, Saúl y Carrasco) era ejemplar pero en defensa destacaba además un hipermotivado Vrsaljko que comenzó muy bien pero que acabó completando su mejor partido hasta la fecha como rojiblanco. El Atleti robaba arriba y cada salida con balón se hacía con sentido, inteligencia y sangre en la mirada. Una apertura de Gabi a la derecha provocó una de esas clásicas (y elegantes) diagonales de Saúl. Después de desprenderse con mucha clase de su rival, se plantó en la frontal del área. Podía colgar el balón o escorarse a la derecha para centrar desde allí, pero decidió resolver como hacen las estrellas. Se acomodó el balón a su zurda y lanzó una parábola perfecta que reproducía el famoso gol de Falcao en Bucarest. Golazo. 

Poco después, un fantástico Gameiro ejecutaba una de las muchas demostraciones de velocidad y fuerza que hizo a lo largo de la noche. Salió en vertical con el balón controlado para llegar algo cerrado hasta el área rival. En lugar de liarse en una guerra imposible (que es lo que hubiese hecho el Gameiro de hace unos días) tuvo la inteligencia y la paciencia de parar, mirar y esperar a Griezmann que venía completamente solo por la parte derecha del área. Gol del otro francés. La noche se tornaba maravillosa. El propio Griezmann estuvo a punto de poner el tercero antes del descanso, que hubiese sido definitivo, pero el mejor de los alemanes, su portero Leno, lo impidió. 

La segunda parte fue buena también pero más extraña. Con más desajustes, provocados seguramente por la huida hacia delante de los alemanes. El Bayer Leverkussen recortó distancias muy pronto, en una gran jugada por la derecha que culminó Bellarabi. Mala suerte porque era la primera vez que llegaban en todo el partido. El gol espoleó su ánimo y se fueron hacía arriba con más corazón que juego. Situación que aprovechó Gameiro para seguir haciendo un partidazo. En una de sus muchas actuaciones destacadas fue derribado en el área y él mismo se encargó de marcar el tercero para, de paso, asesinar los fantasmas del lanzamiento de penaltis. 

El partido estaba completamente controlado en ese momento pero Moyá (que se había mostrado seguro hasta entonces y había hecho una intervención espectacular en la primera parte) tuvo uno de esos errores que no se pueden tener en la alta competición. Despejó mal una pelota fácil de atrapar, ésta golpeó en Savic y el balón se metió en su propia portería. El 2-3 encendió a la grada y al Bayer, provocando que el Atleti pasase unos minutos de angustia. Los alemanes se fueron a la portería con todo y los de Simeone tuvieron que sufrir. Pero este Atleti sabe sufrir como nadie. Aguantaron el chaparrón con gallardía y tuvieron la inteligencia de aprovechar las salidas para matar el partido. Primero Torres, que había salido en los minutos finales, y que enganchó un cabezazo excelente que ponía el 2-4. Después Correa, que también había salido con el madrileño, y que delante de Leno volvió a toparse con el buen hacer del cancerbero alemán. 

El resultado puede parecer corto para lo que ocurrió pero es fantástico (el Bayer tiene que ganar 0-3 o 1-4 en el Calderón para pasar). Ha supuesto además un pildorazo de ilusión en la parroquia colchonera. Por el resultado, por el juego y por ver como jugadores que creíamos desahuciados, vuelven mejor que nunca no sólo para quedarse sino para ser importantes. Disfrutémoslo. Olvidemos por un momento el futuro, las cuentas, las apuestas, los fichajes, las salidas o lo puede pasar en mayo y centrémonos en lo que ocurre alrededor de nuestros pies. Toquemos el suelo. Vivamos el día a día. Partido a partido.

@enniosotanaz


(Foto sacada de www.colchonero.com)

Y no pasa nada

Llevábamos tanto tiempo flotando en el aire que se nos había olvidado lo duro que estaba el suelo. Lo que cuesta volver a tener que andar por el asfalto. Es duro hacer cola después de haber entrado por la puerta de artistas y es duro tener que compartir habitación después de haber tenido una en propiedad pero no pasa nada. Nadie se muere por ello. Que sí, que cuesta tener que mudarse a un piso más pequeño o tener que ponerse a cocinar después haber tirado de restaurantes pero insisto, no pasa nada. Nada en absoluto. La dignidad sigue intacta. Los sueños también. Es más, eso es la vida. Entrenar. Estudiar. Ensayar. Caerse y volver a levantarse. Lo que es absurdo es alimentarse de melancolía o quedarse estancado pensando en lo que pudo ser y no fue. Lo que es estúpido es quedarse parado y ponerse a llorar. 

El Atleti acaba la primera vuelta en la cuarta posición, con muchos puntos por detrás de la cabeza y con demasiadas dudas en el zurrón. Aunque los números en Champions y Copa siguen siendo excelentes, las sensaciones no son buenas y negarlo sería vivir en una fantasía tan irreal como la de los histéricos que ven el Apocalipsis con cada pase de Gabi. 

El equipo de Simeone acaba de sacar un empate de San Mamés en un partido entretenido, rápido y emocionante que sirve como certero epílogo a una primera vuelta de transición. El equipo salió muy bien. Con esa intensidad marca de la casa que tanto bien les ha hecho y que habían olvidado en partidos anteriores (buen síntoma). Dominando el ritmo, dominando el balón y dominando el marcador. En pocos minutos construyeron una gran combinación por la izquierda que acabó con un pase al área de Koke que no sé si llega a tocar Griezmann pero que acaba igualmente en la red. 

El partido estaba controlado, el Athletic algo aturdido y todo se parecía demasiado a muchos otros partidos de temporadas anteriores. 0-2 en un contraataque y a dormir. Pero no fue eso lo que ocurrió. Mientras hace años los de Simeone hubiesen pausado el juego, controlado el ritmo y minimizado los riesgos, el actual equipo se ha dedicado a despejar el balón. Como suena. Pelotazos en vertical, que hacían que el equipo bilbaíno necesitase poco para seguir dominando el balón en campo contrario. Pasada la media hora los vascos ya dominaban no sólo el balón sino todos los ángulos del juego. Se lo habían creído y creo que había sido culpa nuestra. A pocos minutos del final un despiste en la defensa (creo que de Filipe) dejó un balón franco en la frontal del área y el equipo de Valverde empató con un golazo. Los fantasmas volvieron a salir de la madriguera. Todos. 

El Atleti de Simeone es lo que es gracias a su defensa. No es que sea sólo defensa (que hay mucho cafre con ganas de confundir) sino que lo que es, lo es por su defensa. Una defensa rocosa, adulta, eficaz y que apenas cometía fallos. Hoy no y no es nuevo en esta temporada. Algo pasa ahí. 

Los madrileños salieron con ganas de ganar en el segundo tiempo (otro buen síntoma). Aumentaron las pulsaciones y volvieron a tirar de intensidad pero todo se enfangaba en una lucha constante por el balón. Pero es que el rival también juega y además juega muy bien. Las ausencias de Augusto y Tiago hacen que el centro del campo colchonero carezca de la pausa necesaria para partidos así. Hoy lo volvimos a acusar. Pero el Atleti insistía y no estaba siendo peor que su rival. Es más, creo que era mejor y que empezaba a dominar. No había ocasiones pero uno era optimista. Hasta que llegó un nuevo fallo en la defensa. Impropio de un central de alcurnia como Godin pero tampoco algo nuevo este año. El uruguayo salió conduciendo en exceso, perdió el balón, recuperó tarde (y mal) y el contraataque vasco por la derecha hizo que su lateral, sí, su lateral, rematase completamente solo en el corazón del área. 

Los fantasmas estaban de fiesta a esas alturas. Salió Torres y el equipo se descompuso todavía más. Puede que sea casualidad. Puede que no. Soy consciente del amor (merecido) que El Niño despierta en la grada pero yo lo veo completamente perdido. No entiendo porque Simeone sigue insistiendo con él sobre el campo. Quizá tenga que ver con que el otro 9, Gameiro, está poco mejor. El francés es un buen jugador (no lo dudo). Corre como el que más (es así), pero resulta intrascendente. Da igual que esté o que no esté en el campo. Lleva un gol en diez partidos, un dato que es indefendible por mucho que corra. Creo que ya se le ha terminado el crédito. No es el jugador que creíamos y no creo a estas alturas que ya lo pueda ser. Problema. Ojalá me equivoque. 

Pero en esa ensalada de caos, justo cuando los cenizos llenaban con sus caracteres las calles de Twitter, el equipo tiró de orgullo (otro buen síntoma). No salía nada y todo parecía un desastre pero me gustó ver al equipo tirar de corazón. Mucho más cuando ese jugador espectacular que es Griezmann se sacó un disparo de la nada que se coló por la base del poste. Golazo de esos que pagan por sí mismo una entrada. El partido se abrió y podía haber acabado de cualquier manera pero no pasó nada más.

El empate es un resultado pésimo pero es justo. El partido, con todo, ha sido además muy divertido. Una bofetada amistosa a esa estirpe de rapsodas, los talibanes del peloteo estéril, que me parece tan nociva para el fútbol. 

Sí, sé que no he hablado del árbitro pero ha sido aposta. Creo que hoy nos perjudica igual que en Eibar nos ayudó. Normal. Fútbol. De eso no merece la pena hablar. Lo que no es fútbol (ni suerte, ni casualidad, ni irrelevante), de lo que sí merece la pena hablar, es de lo que pasa en cada partido del otro equipo de la capital. El equipo de todos, ya saben. 

Culminada la primera vuelta, a punto de iniciarse el tramo final de las competiciones de copa no se me ocurre mejor momento para dejar de experimentar, agarrarse a lo que tenemos con fe, olvidarse de la histeria posmoderna y subirse, más que nunca, al genuino: partido a partido. No hay otra. Toca caminar por el asfalto porque en el asfalto (que no fuera de la carretera) es donde estamos. Toca arremangarse y alcanzar al que va delante porque no queda otra. Pero no pasa nada por tener que hacerlo. 

@enniosotanaz

(Foto: La Vanguardia)

Queda velada

El Atlético de Madrid terminó el año 2016 con la mirada perdida. Un fin de temporada traumático, un verano extraño, un nuevo ciclo cargado de incertidumbre, experimentos que no salían, fichajes que no tapaban los agujeros, la rodilla de Augusto, una afición que crecía en cantidad pero no en calidad, un estadio en ciernes, un presunto nuevo escudo que parece pergeñado en un local oriental de confección textil, analistas proclamando a los cuatro vientos que “ahora sí” se juega al fútbol, una creciente ola de histerismo en ese sector de la grada que ha trasladado sus aspiraciones a una elitista urbanización de lujo (cutre), el hombro de Oblak y ese permanente linóleo viciado que los Notarios de la Realidad usan para engrasar la máquina de crear problemas, terminaron por hacer que el equipo colchonero besase la lona. 

Pero sonó la campana y los de Simeone lograron levantarse antes de que el réferi descontase completamente el número diez. El combate no había terminado.

Esa parte de la familia rojiblanca que todavía piensa cerró las ventanas por navidad y entendió que la solución nunca iba a venir de fuera. Ni de esa dirigencia sospechosa que navega siempre entre los hilos de la verosimilitud, ni de esos pastores de la secta del fútbol moderno que escriben (o hablan) disfrazados de analistas, ni de esa parte histérica de la grada que ha adoptado los modos de la caverna carroñera. No. La solución, si existe, está dentro y no fuera. 

Se taparon las heridas con vaselina y se asumió el dolor sin dobleces. Los jugadores dejaron de soñar en alto, olvidaron los remedios de los vendedores de crecepelo, apretaron la mandíbula y se metieron en ese vagón del “partido a partido” que no deberían haber dejado nunca. La dirigencia cerró la boca y dejó de organizar saraos para el Establishment. Simeone dedicó las tardes de invierno a realizar tournées por los medios hostiles para sorprender a los rapsodas del mainstream con frases y mensajes que lleva cinco años repitiendo pero que esos mismos rapsodas del mainstream siguen sin escuchar. 

Y pasó el tiempo. 

El Atleti volvió ayer al cuadrilátero y lo hizo muy bien. Parapetado en esa guardia férrea y clásica que, insisto, nunca debió de haber abandonado. Contuvo a la Unión Deportiva Las Palmas (un equipo que hacía un año que no perdía en casa) en una primera parte cargada de intensidad, generosidad en el esfuerzo y concentración. Ajeno a las luces de candilejas y al Champagne Rosé. Probando a Juanfrán en el interior (experimento que a mí personalmente no me gustó) pero dando la oportunidad de lucirse a un Vrsaljko que crece en el equipo según pasan las horas. Adelantando la presión. Tirando de agresividad. Dedicándose a lo suyo. A jugar al fútbol. Sí, al fútbol. 

Saúl, con esa capacidad que tiene para arrollar al rival, robó un balón en la línea de tres cuartos que acabó con un mal pase lateral y un rechace en la frontal del área. Koke, otro de los renacidos, incrustó el balón con sutileza en la portería contraria. 0-1. Hubo algún momento de zozobra en los minutos previos al descanso pero el Atleti los solventó como mejor sabe hacer en estas circunstancias. Apretando los dientes. 

La segunda parte fue otra cosa. El Atleti se pareció al Atleti. No recuerdo una sola ocasión de los canarios (Moyá estuvo prácticamente inédito) pero si varias de los madrileños. Muchas de un Gameiro que sigue saturado de ansiedad y que necesita cambiar de dinámica cuanto antes si no quiere acabar en anécdota. Tengo la sensación de que está a punto de ocurrir. O empieza a meter goles (sí, goles, porque el resto de cosas las hace muy bien pero no hacen tanta falta) o habrá que empezar a barajar alternativas. 

Hubo otro gol. Una obra de orfebrería diseñada por el nuevo lateral derecho croata, pulida por ese mismo Gameiro que no ve puerta y ejecutada por otro francés, Griezmann, que volvía de esta forma a dormir con el gol. 0-2. Gran resultado. 

Los jugadores enfilaron el túnel de vestuarios empapados en sudor. Con la mirada al frente y el rostro serio. Parecían tranquilos frente a los micrófonos de la guapa periodista que les esperaba a ras de césped (por alguna razón siempre tiene que ser una guapa periodista la que esté ahí) pero no sonreían. Saben lo que hay. Decían que esto no había hecho más que comenzar. Que había que seguir trabajando. Que “partido a partido”. Bien. 

Quedan todavía muchos asaltos y parece que la esquina le ha venido bien al púgil. Ojo. Sigan cerrando las ventanas y haciendo oídos sordos a los vendedores de chuches porque queda velada. 

@enniosotanaz

Elemental, querido Watson

Hay estudios estadísticos que dicen que la frase de Sherlock Holmes más reconocida a nivel mundial es la famosa “Elemental querido Watson”. No creo que nadie se sorprenda por ello. Lo que sí resulta sorprendente es que Arthur Conan Doyle, autor del personaje, no escribió esa frase en ninguna de las cuatro novelas y cincuenta y seis relatos que publicó. Fue nueve años después de su muerte, en una película americana llamada “Las Aventuras de Sherlock Holmes”, cuando la dichosa sentencia fue incluida por primera vez en un guion. El resto es historia. El poder audiovisual, ya saben. 

Hubo un momento en el que un grupo de afamados periodistas y por lo tanto analistas deportivos homologados (una cosa lleva, al parecer, automáticamente a la otra) dijo que el Atlético de Madrid era un equipo que jugaba mal. Que sólo metía goles a balón parado. Que no salía del contraataque y el pelotazo. Que pasaba los partidos encerrado en su campo. Que era violento. Que despreciaba el balón. Que ganaba de suerte. El resto es historia. Muy parecida a la anterior, por cierto. Si usted pregunta por una frase de Sherlock Holmes a cualquier ciudadano de a pie seguramente dirá aquello de “Elemental querido Watson” aunque no haya leído un solo relato original de Conan Doyle. Si usted pregunta sobre el Atleti a un ciudadano de a pie, de los que no han visto jugar al Atleti más que contra el Madrid o contra el Barça, éste le dirá con toda probabilidad que no juega a nada y que es violento. Da igual que el concepto de jugar bien no deje de ser una valor subjetivo o que las estadísticas objetivas de goles marcados a balón parado, partidos con posesión ganada, faltas cometidas, tarjetas obtenidas, disparos a puerta, número de pases o goles a favor digan todo lo contrario. Alguien escribió un guion apócrifo para la película Las Aventuras del Cholo Simeone y el mundo libre se lo ha comido diligentemente. Como tantas otras cosas. El poder audiovisual, ya saben. 

Cuatro días después de pasar por encima del Bayern de Munich el Atleti acaba de derrotar al Valencia en su propio estadio con otro alarde de poderío, de control del partido, de control del balón, de ambición y de equipo. En apenas diez minutos se sobrepusieron al buen comienzo del equipo valenciano y acabaron imponiendo el ritmo y el sentido de un partido que quisieron ganar desde el principio. Jugando bien, además. Como equipo grande. Como se supone que hay que hacerlo según los analistas homologados. Ganando un 60% de la posesión, llevando la iniciativa y metiendo al rival en su campo durante bastantes fases del partido. No es la primera vez que ocurre. De hecho es lo que lleva ocurriendo desde que ha empezado la temporada contra todos los equipos excepto, sorpresa, sorpresa, el Barça. 

Pero da igual. Las mesas de redacción siguen construyendo el relato de la realidad que más conviene a “todos”. Un relato en el que Simeone continúa diciendo “Elemental, querido Watson”. 

El partido de Valencia, aparte de para consagrar esa nueva y proscrita faceta del equipo madrileño, sirvió para confirmar otras cosas. El espíritu granítico de una plantilla con una fuerza de voluntad a prueba de bombas, por ejemplo. La situación del Valencia es tan inestable que su estado anímico está a flor de piel y es una bomba de relojería. Para mal, cuando las vallas de contención se desparraman o para bien, cuando Diego Alves le consigue parar el enésimo penalti a Griezmann (y a Gabi). El equipo levantino se metió por dos veces en el partido, en tromba, gracias exclusivamente al buen hacer de su portero y el arrojo de su afición. En el Atleti sabemos bien lo que es capaz de hacer un equipo con el estado anímico alterado pero ahí precisamente es donde apareció la mentalidad de este equipo proscrito e invulnerable. Un rodillo muy difícil de parar que sujeta su legado en un orgullo sólido y la incombustible fe en el trabajo. 

El partido sirvió también para ver el buen partido un Gameiro que cada vez hace más cosas bien y al que sólo le falta meter goles importantes en momentos importantes. Sirvió para comprobar lo clave que es hoy Carrasco en este equipo. Lo bien que está gestionando Torres su experiencia. El gran acierto que ha supuesto nombrar a Koke Mariscal de campo. 

El Atlético de Madrid lleva demasiados partidos jugando bien como para que los analistas profesionales sigan tirando de tópicos que ya no encajan (si es que alguna vez lo hicieron) pero me temo que el equipo continuará todavía siendo famoso por decir “Elemental querido Watson”. Algo que nunca dijo. Vivimos en un mundo en el que lo lógico es cobrar la entrada para visitar el 221B de Baker Street y ver la residencia ficticia de un personaje que nunca existió en lugar de explicar la realidad con algo de rigor. Pero es lo que vende, que dirán los profesionales de la información. Y ya saben, si vende es verdad. Aunque no lo sea.

@enniosotanaz


(Foto de www.colchonero.com)

Guionista de la historia

Si yo fuese el guionista de la historia, el Atlético de Madrid ganaría esta temporada la Champions League para quemar el trofeo en una pira bautismal nada más recibirlo y anunciar a los cuatro vientos, en prime time, que jamás volverá a jugar esa competición corrupta. Así, con un final tan fordiano me imagino yo el desenlace perfecto a la andadura europea del Atleti de Simeone. Pero no se preocupen. No soy el guionista de la historia.

Adoro los partidos internaciones de clubes y me encanta vivir esas noches en directo pero detesto con todas mis fuerzas (cada vez más) una competición mentirosa que ha sido impunemente adulterada con el único objetivo de ganar dinero. Negocio que diría ese ideólogo del averno llamado Tebas. Con el mismo argumento que emplearía cualquier tratante de blancas, los soldados de la UEFA dicen simplemente estar dando al pueblo lo que el pueblo demanda. Los números les dan la razón pero también se la dan a cualquier morador de las esquinas de Baltimore. No todo es dinero. O sí, porque apoyados en un fiel ejército de empleados audiovisuales son además capaces de apaciguar a los inspectores y justificar cualquier desliz apelando a la magia, a las hadas blancas y a la suerte. Aquí paz y después gloria. 

Lo he pasado mal viendo el PSV-Atleti pero parece obvio que venía condicionado de casa. 

El Atleti salió con poderío. Tocando el balón, dominando, combinando con clase y acosando el área contraria. Es decir, tal y como demandan los rapsodas de las ondas. Una pena que la misma colección de iluminados estuviese en ese momento viendo el "partido" del Barça o el entrenamiento del Real Madrid C. Es lo que vende. 

El Atleti se pareció unos momentos a eso que quieren los vendedores de humo pero el PSV tardó cinco minutos y dos pases verticales en poner las cosas en su sitio. Hasta el punto de marcar un gol que para mí debió subir al marcador pero que un árbitro pésimo decidió anular. Un par de gritos de Simeone arreglaron la situación. Una cosa es dominar con el balón y otra cosa es ser vulnerables de forma gratuita. Una cosa es querer ganar y otra caer en la trampa que te tiende el rival. Ese PSV de Cocu que se ha convertido en equipo compacto y muy interesante. 

El Atleti siguió dominando a partir de entonces pero ahora con bastante más de criterio y sin tener que parecerse a nadie. De esa manera llegó el gol, tras un rechace que recogió en la frontal del área Saúl (¡qué jugador!) y que vino precedido por un aparatoso choque de cabezas que el árbitro podría perfectamente haber parado pitando falta (aunque yo no tenga tan claro que lo fuese). 

Las vociferantes gradas de Eindhoven, que ya antes estaban en un estado de excitación superlativo, echaron el resto para jugar un papel determinante. Primero aupando a su equipo que a base de brío y pelotazos al hueco logró reponerse. Después sacándole al árbitro un penalti bochornoso (piscinazo infame) que desperdició el bueno de Guardado. Bueno, que atajó Oblak en realidad. Y quiero pararme en este punto porque me parece sumamente mezquino juzgar a un portero por una miserable tanda de penaltis. Me dan ganas de vomitar cada vez que veo a alguien poniendo los focos en ese día, en ese momento y en un tipo que encima nos había llevado hasta allí. Un jugador que me parece uno de los grandes aciertos contemporáneos de la secretaría técnica del club. 

El Atleti encaró mucho mejor el inicio de la segunda parte con Koke y Saúl mandado y con Griezmann y Filipe Luis en estado de gracia. Gameiro empezó a formar parte del equipo y el Atleti aprovechó bien las debilidades del rival. Pudo sentenciar fácilmente pero el delantero francés falló dos oportunidades de escándalo (especialmente la primera con toda la portería para él). O se encuentra con el gol en un breve plazo de tiempo o vamos a empezar a tener (otra vez) un grave problema. 

Los errores de cara a puerta provocaron un final de partido agónico, con el equipo holandés volcado y los colchoneros, exhaustos ya para entonces, sintonizando un modo de juego especulativo y pasivo que me aterroriza. 

Tres puntos muy importantes en un grupo infernal en el que cada partido será un poema. Tres puntos que deberían servir, y hablo en primera persona, para apaciguar los ánimos, mirar exclusivamente al siguiente encuentro y tratar de disfrutar antes de sufrir. Prometo ponerme a ello. 

@enniosotanaz

(Foto extraída de Mundo Deportivo) 

Elegir la combinación

Explicar lo que ocurre en un campo de fútbol es a veces tan fácil como intentar racionalizar el resultado de tirar un dado de seis caras. Es por ejemplo lo que ocurrió en los últimos tres minutos del Atleti-Alavés que abría la temporada 2016-2017 en el Calderón. Siempre existirá algún avezado ilusionista que creerá ser capaz de explicarlo mediante la lógica cartesiana o su infalible sabiduría (a posteriori, claro) pero no es desde luego mi caso. El equipo de Simeone gana y pierde (empatar en casa es perder) en tres minutos de locura que para mí sólo pueden explicarse desde ese concepto abstracto que entendemos como azar. 

Otra cosa es lo que ocurrió en el resto del partido y si me apuran, del verano. 

Hace tiempo que no creo en los encuentros de pretemporada así que lo que pasase en ellos (que no lo sé) personalmente me da igual. Me preocupa bastante más la planificación del equipo o lo que se ha buscado desde el club y la dirección deportiva en ese tiempo. Los expertos (y el propio Simeone) hablan de una plantilla mejor (mucho mejor, he llegado a escuchar) que la del año pasado. Yo francamente no veo diferencias muy significativas. 

Al equipo, además de claridad para mover el balón frente a defensas cerradas, le faltaba el gol y creo que seguimos teniendo las mismas carencias. En ese 4-4-2 que parece inamovible la solución al problema de la fluidez pasa por Koke, Saúl, Carrasco y Gaitán pero los dos primeros tienden cada vez más al medio centro y los otros dos son jugadores que normalmente miran a la portería en vertical. Ninguno es hoy “ese” jugador. Podrían serlo (son cuatro jugadores excelentes) pero hay que decidir construirlo. Hará falta en muchos partidos (pero sabemos que no en todos ni en los más importantes). 

El tema del gol es menos racional y más preocupante. El Atleti ha vivido muchos años gracias a un 9 de referencia que ganaba partidos marcando la diferencia pero ese 9 ya no lo tenemos y no lo vamos a tener. Diego Costa era ese jugador pero el hispano-brasileño decidió clavarnos un puñal por la espalda hace un par de años y el club jamás estuvo a la altura de su escudo para evitar la herida. Aquel traspaso nos destrozó por dentro y todavía hoy seguimos pagando las consecuencias pero toca olvidar. Hubiese sido un gran acierto recuperarlo ahora pero creo honestamente que era imposible. Los clubes de Champions no son tan pusilánimes en estas cosas como lo somos nosotros. 

Gameiro (al que le deseo todo lo mejor) es seguramente un buen jugador pero no es ese jugador. Su debut contra el Alavés ha sido desolador pero sería injusto juzgar su concurso por un único partido y dos semanas de preparación. Cruzando presupuestos y opciones reales su fichaje muy probablemente es el más lógico que estaba al alcance pero para mí dista bastante de ser el deseado. Con todo, el problema del gol no es exclusivo del delantero centro. Hubo años en los que el Atleti hacía gol cada vez que llegaba a puerta pero frente al Alavés (y así llevamos dos años) hubo dos postes, fallos clamorosos cara a puerta, resbalones en el momento más inoportuno y todo un catálogo de infortunios. ¿De verdad es sólo mala suerte? 

Los mentideros que rodeaban el Calderón eran ayer muy optimistas antes de comenzar el encuentro pero a la vez era fácil detectar en el ambiente esos ramalazos de cierto espíritu ansioso, intransigente, quejoso e impaciente (y un poco soberbio también) que parece existir últimamente en parte de la afición rojiblanca. Un sector peligrosamente optimista, de actitud altiva, que brinda con testosterona y que exige un discurso triunfalista y vehemente de la entidad y su entorno. No me gusta un pelo. 

Ayer escuché en la grada como se “exigía” de muy malos modos un cambio de sistema, olvidando que eso no ha ocurrido en cinco años y que los experimentos previos no han salido demasiado bien. Noté como se criticaba enfurecidamente a Simeone por “tirar” la primera parte con la alineación que puso, olvidando que era prácticamente la misma alineación de siempre. La misma que nos ha llevado donde estamos. Vi como se le insultaba por dejar a Gaitán en el banquillo olvidando lo escrupuloso que es el Cholo con las jerarquías y lo bien que esa política ha funcionado hasta ahora. Escuché como se le culpaba de salir al campo a contemporizar el partido olvidando que el Alavés no pasó del medio campo y que el porcentaje de posesión a favor debió ser de esos que utilizan los rapsodas de las ondas para practicar onanismo. Incluso llegué a escuchar la queja amarga de no poner a Correa de mediocentro (juro que lo escuché). En un alarde de sofisticación los hubo incluso que entre esputos confesaban directamente estar “hartos” de Simeone. 

No estoy en absoluto de acuerdo con nada de lo anterior (y mucho menos con las formas) pero no tengo claro que mi opinión sea mayoritaria en estos momentos entre la parroquia rojiblanca. Con la inteligentzia esperando de uñas al argentino, la sobredosis de detritus mediático cayendo todos los días en cascada y la avidez del graderío colchonero por devorar unos medios de información de los que luego no hacen más que quejarse, me da miedo pensar en lo que puede venir. 

Es decir, que el Atleti empieza muy mal la Liga (el resultado es pésimo, lo mires por donde lo mires), existen varias dudas planeando sobre la estructura del equipo y parte de la grada se ha disfrazado de aficionado fast food al fútbol moderno. No es desde luego el inicio soñado pero es lo que hay. 

Pensando con algo de raciocinio no deja de ser sólo eso, un inicio. Todo está todavía por escribir y creo que hay motivos para ser optimistas pero en un mundo de opiniones líquidas y geometrías variables me temo que el raciocinio no es algo que funcione. Tampoco la paciencia. Deberíamos quizá ayudar a perfilar el guión desde la grada plantando los pies en el suelo, delimitando claramente dónde está el enemigo, ampliando el foco, haciendo piña y siendo generosos en la fe pero quién soy yo para recomendar nada. Como decía Kant la impaciencia es la debilidad del fuerte y la paciencia la fortaleza del débil. Es cuestión de elegir la combinación. 

@enniosotanaz

(Foto extraída de El Confidencial)