¡Me gusta el fútbol!

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¡Un abrazo!

"Si Gattuso es una referencia, yo soy un cura"
La precisa frase no es mía sino que viene directamente del talento de un Luis Aragonés que de forma improvisada la soltó a un avispado periodista después de una rueda de prensa. La dijo por coherencia de su propia filosofía que es la filosofía que ha practicado toda su vida, esa que clava a fuego sus cimientos en la solidez de la personalidad propia y en morir con sus ideas. Lo dijo porque hay que ser muy peregrino para afirmar lo contrario como entonces muchos afirmaban. Lo dijo porque Luis Aragonés cree fundamentalmente en Luis Aragonés.
Luis Aragonés fue quien devolvió al fútbol español la gloria de la que ahora presume ese gran amigo de todo el mundo que se llama Del Bosque y lo hizo agarrándose a la idea de buscar la verdad en su propia casa olvidándose de los demás efluvios que siempre vienen del más allá. Durante años y años la selección española había jugado según las tendencias que supuestamente marcaba el fútbol europeo o el iluminado entrenador de turno, adaptando plantillas y jugadores a las características de la tendencia que tocase entonces como esa que por ejemplo obligaba a jugar con carrileros, o enganches, o un solo punta, o al contrataque, o con 5 en la defensa o lo que quiera que hiciese el equipo de moda de entonces tuviésemos o no jugadores para ello. De todos es conocido el éxito de La Roja siguiendo esa valiente filosofía. Cuando Luis Aragonés se puso al frente de la selección española cambió la forma de encarar el futuro y se planteó tres cosas que serían las premisas de una histórica trayectoria que todavía sigue viva. Encontrar a los mejores jugadores nacionales, encontrar la forma en la que los mejores jugadores pudieran jugar juntos y hacer un equipo con ellos que pareciese un equipo y no un conglomerado de figuras.
Olvidándose del doble pivote y las mismas tendencias del fútbol europeo que seguían vigentes desde que los franceses ganaron su mundial, pero sobre todo al contrario de lo que sus antecesores habían hecho y muchos de sus colegas siguen haciendo hoy en día, el bueno de Luis protagonizó la locura de tratar de inventarse su propio sistema. El que mejor se adaptara. Un sistema en el que entraran los mejores, en el que no supusiese un problema jugar con jugadores muy jóvenes, que no importara que las riendas estuviesen en manos de jugadores de aspecto frágil, huérfano de rutilantes y míticas estrellas y sobre todo que tratase de ser protagonista en cada partido sin importar el rival porque eso congeniaba con las características de sus jugadores. El consolidado rey del contrataque durante miles de años acabó “inventando” el fútbol de toque para ponerlo de moda en todo el mundo. Podía haber salido mal pero salió bien y siempre son más placenteras las cosas que salen como uno quiere.
Luis Aragonés dijo muchas cosas en su etapa de seleccionador. Algunas fueron muy graciosas, otras lindaban con el frikismo y otras muchas probablemente sobraban pero para cualquiera que quisiera escuchar y especialmente para sus admiradores (como yo) en esos años el de hortaleza dio toda una lección de cómo debe entenderse el fútbol. De Luis Aragonés he aprendido cosas como que es absurdo jugar a la italiana contra Italia o jugar a la brasileña contra Brasil. Es absurdo apelar al físico contra Alemania igual que es estúpido jugar contra las Islas Mauricio como si fuese la selección Inglesa. Luis dijo que había que jugar siempre siendo la selección española y hacerlo con los mejores porque si perdías con los mejores en el campo probablemente es que simplemente era imposible ganar. Por eso hoy me he levantado deseando ser esta noche el Atlético de Madrid y no otra cosa. Deseo que a nuestra dirección técnica sea consciente de la gloria en ciernes y se le quite de la cabeza esta peligrosa idea de intentar ser más Liverpool que el Liverpool. Somos el Atlético de Madrid.
Desde el pasado fin de semana se ha venido especulando sobre si hoy en Anfield el Atleti jugará con uno o dos puntas lo cual es un discurso que me provoca escalofríos sólo de pensarlo ya que yo no lo veo como un debate entre un sistema con uno o dos puntas sino como la posibilidad de que Agüero o Forlán se queden en el banquillo lo cual es algo que se parece bastante a una pesadilla. Si no estuviésemos hablando de un equipo que esta temporada ha perdido más partidos de los que ha ganado confiaría en las inteligentes labores inesperadas de la dirección técnica pero es que la realidad es francamente desoladora. Si no estuviésemos hablando de Agüero y Forlán, es decir dos de las pocas cosas ciertamente potables que quedan en la plantilla colchonera, sino de casi cualquier otro jugador de la plantilla me daría igual salir con uno, dos, treinta o ningún delantero pero es que estamos hablando de dos de las únicas razones por las que hoy estamos aquí. Dos de las pocas razones que este Atlético de Madrid tiene para huir de la mediocridad incluso cuando el partido se mueve por esos derroteros. Agüero y Forlán han jugado un millón de veces juntos y casi todos los buenos momentos que ha tenido este equipo en los últimos tres años han ocurrido con ellos dos en el campo. ¿Por qué dudar de su capacidad a estas alturas? ¿Por qué hoy es dudoso que puedan seguir haciendo lo mismo en el mejor escenario posible, en esos partidos que cualquier futbolista está deseando jugar?
El año pasado en Champions nos eliminaron con Forlán en el banquillo en un partido en el que un gol nos daba la clasificación. Pocos meses antes habíamos jugado dos veces contra el Liverpool y Agüero lo vio desde el banquillo. ¿Por qué?
Alguien dijo una vez que el que gana de suerte no suele tardar mucho en perder con justicia. La gloria me temo que es fundamentalmente de los valientes y también me temo que las derrotas son menos dolorosas cuando pierdes tú en lugar de una copia mala y descafeinada.
Esta noche puede pasar cualquier cosa en Liverpool y lo que ocurra dependerá sólo del Kun y Forlán sino de un millón de factores la mayoría de los cuales son incontrolables. Hay miles de combinaciones de circunstancias posibles, variedad de alineaciones, multitud de planteamientos posibles,… pero rezo para que esta noche seamos el Atlético de Madrid y ganemos o perdamos lo hagamos con gloria, dándolo todo y poniendo toda la carne en el asador. Como hacen los valientes. Como siempre ha hecho el Atlético de Madrid.
¡¡Forza Atleti!!
Es imposible ver varios programas de televisión a la vez con un solo cerebro y una sola televisión (supongo que solamente elegidos y dotados de una capacidad especial como por ejemplo Siro López serían capaces de hacerlo) así que no puedo asegurar con certeza que no ocurriese pero por más que durante la semana pasada depuré mis ejercicios de Zapping me fue imposible encontrar en la televisión en abierto alguna inocente noticia que hiciese mención a la semifinal de la Europa League. Curiosamente sí conseguí ver sin ningún esfuerzo los entrenamientos del equipo blanco, ya saben: el equipo de todos los españoles como lo declaró Florentino, desde todas las perspectivas posibles y en todos los canales. Todos los días. Como soy alguien que cuando llega a la parte de deportes en los telediarios normalmente suele cambiar de canal decidí no hacer mala sangre de este hecho e irme a la prensa deportiva escrita que al fin y al cabo dicen ser especialistas del sector.
El partido comenzó con mucho respeto por parte de los dos equipos lo cual es lógico en los primeros minutos. Lo que no es lógico es que pasados los minutos de tanteo de rigor y aplacados los ánimos de las gradas, que por cierto y antes de que se me olvide ha estado de 10, las personalidades y el carácter salgan a relucir. Que el Atleti respete al rival rallando el miedo es desgraciadamente norma de la casa prácticamente desde que se marchó Luis Aragonés aunque hoy sin embargo el respeto se quedó en eso, en respeto. Nunca miedo. Me sorprende más lo del Liverpool que tuvo un respeto exagerado por el Atleti lo cual sorprende cuando en la liga española ya no lo tiene nadie y cualquier equipo que pasa por el Calderón, sea el Madrid o el Xerez, acaba presionando nuestra salida del balón desde el portero sin ningún reparo. Me temo que en Inglaterra no deben seguir nuestra liga.
El descenso de categoría del tercer equipo en títulos del país y equipo que cuatro años antes había sido campeón de liga y copa se explica como resultado de un extraño mal de ojo nibelungo, en su versión más creíble, cuando no en el lamentable estado de la justicia en este país. Concepto que misteriosamente vale para unas cosas pero no para otras como esa en la que la justicia tan lamentable hace que los dueños del club siguen siéndolo a pesar de que una sentencia firme los ilegitima para que lo sean. La gente, ávida lectora y oyente de los medios del ministerio, acepta la explicación (cualquiera de ellas) con tal fervor que bate los records de abonos al año siguiente en segunda sin apenas protestas por lo acontecido. A diferencia del Titanic los conductores de la nave a la deriva salen incluso reforzados del choque con el iceberg y explican en las redacciones deportivas, cuando no en las aulas magnas de prestigiosas universidades, las claves de su éxito y de cómo transformar lo negro en blanco. El Ministerio, lógicamente, es protagonista principal.
Hace cuatro años el atlético de Madrid ya tenía el tercer presupuesto de la ligar pero por alguna razón también el escurridizo “objetivo” del equipo (cambiaba con las estaciones del año) se marcaba en quedar dentro de los seis primeros. Europa lo llamaban eufemísticamente. El Sevilla, compañeros de infierno pocos años antes, vivía sus mejores años desde su fundación pero la afición colchonera entendía que “lógicamente” no podíamos comparar y que cada uno tiene que llevar su ritmo. Quedamos séptimos y se renovó a los protagonistas de la hazaña por haber cumplido el “objetivo”. La afición lo volvió a entender en un nuevo ejercicio de responsabilidad institucional.