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Construir

At. Madrid 0 - R. Betis 2

Dicen que los niños pequeños son seres sin referencias. No son buenos ni malos per se, sino humanos en bruto a la búsqueda de sus límites. Si esos límites no aparecen, no se ven o se quitan para que el pobre no se lastime, el niño se transformará en un adulto indeseable que no sabe que lo es ni lo que es peor, por qué lo es. Si un niño se pasa la vida haciendo lo que le da la gana el día que le digan que eso no se puede hacer se lo tomará a chufla. Si el niño ve que su referencia (padre, madre,...) no es exigente el niño no lo será. Si ve vulgaridad criará vulgaridad. Si ve tristeza será triste. Los jugadores de un equipo de fútbol son en muchos aspectos como niños y eso explica muchas cosas. Si un jugador llega a un equipo y ve desidia entenderá que la desidia no es un problema para triunfar allí. Si ve que al acabar el partido la gente se vuelve al vestuario sin saludar hará lo mismo. Si ve que un empate fuera de casa se festeja como una victoria entenderá que es una victoria. Si ve que un séptimo puesto se califica de éxito entenderá que el objetivo es el séptimo puesto. Si ve que su presidente se descojona del nombre del Atlético de Madrid cada vez que tiene un micrófono delante entenderá que eso es lo que hay que hacer para ser coherente y si ve su entrenador dice que han jugado muy bien tras un partido soporífero entenderá que jugar así de mal es también lo que hay que hacer. Si ustedes, como yo, has estado esta mañana en el Vicente Calderón y han asistido a ese esperpento en forma de partido, habrán visto un puñado de jugadores sin ambición, que no sienten la necesidad de jugar bien, que entienden que las derrotas de este tipo están dentro de lo normal, que saben que es más importante atender los caprichos del señor con gafas que se sienta en el banquillo que tratar de ser mejor futbolista y que se sienten constreñidos en un esquema que recuerda a un futbolín. Habrán visto también a un tipo que se gana la vida como entrenador profesional, que es muy malo y que hoy ha insultado a todo un club y toda una afición con esa repugnante soberbia de la que hace gala desde que lo conocemos. Piensen que nada de eso es fruto de la casualidad ni de la suerte ni del azar. Es consecuencia de la falta de educación. De la falta de referencias. De la falta de límites.

Pero el partido tiene varios motivos para ser pesimista y no hace falta mirar al césped. El jueves pasado los “valientes” que acudimos a pasar frío asistimos a una imponente pitada en contra de entrenador y directiva. Esa noche el líder de las ondas, el señor De La Morena, se dedicó a reñir a los aficionados colchoneros por su actitud en contra de los legítimos dueños de este equipo. Como un papá nos reprendió y nos enseñó a todos el camino a seguir. En los días sucesivos de los medios salían voces autorizadas en esa línea y hoy el diario Marca invitaba a la unión rojiblanca en torno a su equipo. Misión cumplida. El Calderón hoy una balsa. Animando hasta reventar desde el primer minuto en el fondo sur, el resto del campo permanecía en un sonoro silencio que tanto recuerda a esos estadios con los que nos metemos por su frío ambiente.

Y no se crean que era por el buen juego porque allí pasaba lo de siempre. El equipo saliendo con algo más de ambición (ya saben, la leyenda esa del jugar dentro o fuera del área) y un Betis valiente que poco a poco se difuminaba hasta su campo. Falcao tuvo un par de remates que hubieran podido cambiarlo todo pero no fue así y allí se acabaron las oportunidades. El partido entre unos y otros se metió en esa espesura tan propia de Manzano y sus equipos y que tanto gusta en las oficinas del Calderón.

La segunda parte aparecía prácticamente igual pero con un Betis algo más centrado y ambicioso. Nada del otro mundo frente a un equipo normal pero si contra este Atleti desquiciado. Godín que hace de las suyas, el balón que entra en el área...y plin. Gol de los sevillanos. Si lo anterior era un equilibrio inestable a partir de ahí vimos la aparente inestabilidad. Nervios y falta de ideas. Cocktail explosivo que se tragó el once madrileño.

Pero lo más reseñable estaba por llegar. La reacción de Manzano. Saltándose todas las reglas de la lógica, la dignidad y la profesionalidad el jienense decide retirar del campo en esas circunstancias a Diego y Arda, probablemente los dos mejores peloteros sobre el campo vestidos de rojiblanco. Que uno de los que ingresase fuese Reyes es también digno de comentario (sobre incoherencia, desvergüenza,...) pero queda un un segundo plano. La acción de Manzano es un INSULTO a la afición del Atlético de Madrid. Un insulto de una bajeza lamentable. Si el Atlético de Madrid estuviese dirigido por alguien digno y/o decente en ese mismo momento lo hubiesen destituido. No por el resultado sino por insultar a la institución. Lamentablemente el equipo está dirigido por tipos sin escrúpulos con tanto cariño a la historia colchonera como el propio Manzano.

Lo que quedó del partido siguió las mismas premisas pero con música de viento a cargo de la grada que, ahora si, mostraba su enfado. Entre medias el segundo del Betis (que pudo no haber sido el último) en un gol digno de vídeos de primera.

Como rezaba Twiter pocos minutos después, el Atleti es un equipo muerto y en descomposición. Necesitamos estirpar las partes envenenadas, quedarnos con lo poco que quede y construir a partir de ahí. Será duro y estaremos muy lejos de la gloria pero es el único camino. Ahora falta que la afición quiera y los periodistas nos dejen. Casi nada. Eso si, por favor, que echen a Manzano cuanto antes.

Build - The Housemartins
(The People who grinned themselves to death/1987)