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El Mago de Oz

Si hay algo que caracteriza al Atlético de Madrid de la última década es que la solución a los problemas siempre está en el otro lado. En forma de jugador imposible, en forma de promesas tan ilusionantes como infundadas, en forma de futuro estupefaciente o en forma de entrenador milagro. Da igual. Sea la forma que sea, el aficionado se agarra sin remedio a esa difusa pero efectiva ilusión para afianzar los cimientos de una afición colchonera que se resquebraja imparablemente por falta de mantenimiento. Rara vez vemos que el monstruo rojiblanco, ese que podemos observar en las gradas del estadio y que con descuidada precisión describen también los grandes medios, sea capaz de mirar a este lado de la verja. Como poseídos por una insaciable necesidad de fantasía el aficionado colchonero emprende sistemáticamente la búsqueda del Mago de Oz… y ahí se queda.

El Mago de Oz, ese ser difuso y misterioso que vive al otro lado y que es capaz de conceder todos los deseos. De solucionar todos los problemas, cualesquiera que éstos sean. De devolvernos a nuestro particular y tranquila morada en Kansas. Ese lugar en el que se respetaba el nombre del Atlético de Madrid, en el que los jugadores querían quedarse en el equipo, en el que no se especulaba con el orgullo, en el que no se hacía el ridículo o en el que se luchaba por ganar títulos en lugar de por hacer “buenos papeles”. Confundida todavía por los efectos de un tornado cuyo epicentro no es capaz de situar con precisión, la afición del Atleti parece sin embargo consciente de estar en otro mundo diferente. Un mundo en el que las cosas no funcionan. ¿O si? No se sabe bien y eso es algo que provoca todavía mayor confusión. ¿Éxito o fracaso? Quique, Raúl García, Aguirre, Reyes, Agüero, Pitarch, Forlán, Manzano… todos pueden ser (y de hecho son) buenos o malos, héroes o villanos, dependiendo de cuales sean las circunstancias o de lo que se quiere contar.

Pero la afición colchonera no es sólo la Dorothy que busca al Mago de Oz para poder volver a Kansas sino que es el Espantapájaros y el León y al Señor de Hojalata. Un espantapájaros perdido y sin guía que espera ilusionado a que el Mago lo dote con un cerebro. Un León derrotado y quejoso que espera encontrar de una vez la valentía que no tiene. Un Señor de Hojalata humillado y deprimido que busca desesperadamente La Ciudad Esmeralda en la que obtener un corazón. Ahí estamos nosotros. Nuestro equipo. Nuestro club. A la búsqueda constante de nuestro particular Mago de Oz.

El de este año se llama Simeone. Antes se llamó Manzano y antes Quique y antes Abel y antes Aguirre. En verano se llamó Falcao. Hace algunos veranos se llamó Forlán. Hubo una vez que se llamó Agüero y poco antes Fernando Torres. Llámenlo como quieran. Es siempre lo mismo. El de hoy, Simeone, viene a dotar a la institución de cerebro, de valentía y de corazón. Con todo ello volveremos de forma natural a esa Kansas que todos decimos recordar. Parece tan fácil y evidente que resulta extraño el que a nadie se le hubiese ocurrido antes. El aficionado vuelve a sonreír mientras corretea una vez más por el enésimo arco iris de cartón piedra que nos han trazado.

Pero el Mago de Oz no existe. Resultaba ser un simple ser humano nacido también en Kansas que escondido tras una cortina y aupado en juegos de luz y pirotecnia aparentaba ser lo que no era. Esa es también la historia que nos está tocando vivir a los aficionados. Nos toca vivir periódicamente alimentados por la ilusión de un Mago que desprovisto de los fuegos artificiales que nos motivaron a creerlo sobrenatural resulta ser alguien normal y corriente. Un fraude.

El cuento deja sin embargo una lectura mucho más interesante. El Mago fraudulento de la Ciudad Esmeralda era efectivamente un humano mortal y corriente pero era suficiente para solucionar los problemas sin magia. Le bastaba aplicar el sentido común. Dándole una medalla y un diploma al Leon y al Espantapájaros, que acreditaba Valentía y cerebro, les hacía ver que para llegar dónde habían llegado habían utilizado aquello que reclamaban. Ya lo tenían. No necesitaban nada más. El premio de un inútil reloj en forma de corazón junto al recuerdo de lo que había sentido por el camino es todo lo que necesitó el Señor de Hojalata para darse cuenta de que así como estaba ya tenía más corazón y emotividad que nadie. El Atleti, su afición, no necesita buscar un Mago de Oz. Lo que necesita es recordar o darse cuenta de lo que de verdad es el Atleti y utilizar sus recursos en consonancia. No necesitamos que un ser sobrenatural nos regale valentía, un cerebro, un corazón y nos devuelva a Kansas. Necesitamos darnos cuenta de que somos una afición fiel y muy numerosa junto al tercer presupuesto de la liga. Lo que necesitamos es simplemente que alguien o algo nos permita ver de verdad lo que somos, lo que tenemos y lo que podemos hacer con ello aplicando únicamente la lógica y el sentido común. ¿Será Simeone el señor tras la cortina? Podría ser, pero no lo sabremos mientras que el tipo que diseña los fuegos artificiales y los juegos de luz, ese que recorre la M-30 los días de partido, siga viviendo de hacer “magia”. Mientras no retiremos lo cortina, el Atleti seguirá permanentemente a la búsqueda de un Mago de Oz que no existe.

1 comment

Anónimo 18 jun 2012, 18:27:00

Magnífico Ennio, como no podía ser de otra forma. Magnífico