A medio gas
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Raúl García
At. Madrid 1 - Ath. Bilbao o
La Copa del Rey
es una competición muy bonita, dicen (decimos) los que sienten cierta añoranza
por el fútbol épico e intenso que se da en esas competiciones en las que te
juegas la vida a un solo partido. Ese fútbol que recuerda a los orígenes del
fútbol y esas reglas concretas e implacables que no perdonan un mal día y que
son también caldo de cultivo para historias épicas en las que David, para
variar, puede ganar a Goliat. Pero eso era antes, como diría mi progenitor. La
realidad contemporánea es mucho más aséptica y nos presenta un panorama bien distinto.
El Campeonato de España, la Copa del Rey, desgraciadamente empieza a ser cada vez más tarde una verdadera
competición emocionante y mágica. Las tercas leyes del
mercado, que parecen aplicar a todo, han convertido la competición en un espacio
con muchas aristas, interés relativo y múltiples grados de aproximación. Los humildes desparecen antes de que lleguen los poderosos, la clase media pisa el freno cuando mira el cuadro y ve que es absurdo quemarse ahora, a las diez de la noche frente a cuarenta personas en la grada, cuando te van a eliminar en la ronda siguiente y los grandes reservan fuerzas para empresas mayores. En los
cuartos de final de la presente edición vemos, por ejemplo, como muy pocos
equipos afrontan los partidos con su alineación titular lo cual, teniendo en cuenta que
de pasar la eliminatoria significaría estar en semifinales, es cuando menos
significativo y bastante descorazonador.
Teniendo esa
lectura en mente, sorprende menos observar la alineación con la que el Atlético de
Madrid encaró el partido. Cuatro reservas con pocos minutos
(Alderweireld, Guilavogui, Cebolla y Adrián) más el jugador número 12 de la
plantilla (Raúl García) eran de la partida inicial. Y se notó. El equipo salió al campo
más o menos con su esquema táctico habitual y con las señas de identidad
reconocibles pero no era lo mismo. Lógicamente. La intensidad
estaba pero era de un grado menor. La línea de presión aparecía desajustada y
su efecto se diluía demasiado fácil. La conexión entre líneas no existía y una
vez más había que recurrir con demasiada frecuencia al pase largo. Los falsos
interiores estaban demasiado estáticos en banda con lo que cerraban el camino a los
laterales y hacían que se perdiese cierto control en el centro del campo. Y así podríamos seguir relatando toda una sucesión
de pequeños detalles, ninguno verdaderamente dramático por si sólo, que hacían
que el juego fuese espeso, lento y poco vertical. Enfrente un Athlétic bien
plantado en el campo, gracias al excelente entrenador que tienen, con mayor y
mejor trato del balón, que tenía más fácil que otras veces parar el juego del rival
y que se veía también con mayores posibilidades de llegar al área contraria, algo que
en su anterior visita al Calderón no fueron capaces de hacer. Pero los vizcaínos tienen un problema en la parte de arriba y sus
posibilidades de gol se diluyen según se acercan al área contraria. Me temo que
son muy dependientes de que el partido se rompa, se desequilibre y se ponga en
modo épico, para que así sus posibilidades de gol aumenten. Tan es el caso que las
mejores ocasiones fueron siempre del Atleti, el de Madrid. La primera parte (y en realidad durante todo el encuentro) la sensación
era que el partido estaba encendido, con las alarmas puestas, con los mínimos
niveles de intensidad, rigor táctico y preocupación, pero sin soltar del todo el
pie. A medio gas.
El partido sirve
también para comprobar que esa reticencia de Simeone a realizar cambios de peso
en la plantilla tiene bastante lógica. Adrían, en la enésima oportunidad que tiene,
volvió a dejar claro que tendrá mucho pero que da muy poco. Su aportación fue
mínima, siguió con las mismas dosis de nerviosismo e imprecisión de siempre y para colmó
falló un mano a mano que le había regalada un Koke que volvía otra vez por sus
fueros. En el otro lado el Cebolla Rodríguez se solidarizaba con su compañero. Luchador
y empático pero intrascendente y errático. Perdido, desconectado y con cierta
tendencia a liarse en su propia trampa. Raúl García volvió a dar credibilidad a
esa tesis que dice que sus aportación es mucho mejor cuando sale desde el
banquillo que haciéndolo de inicio. Pero la palma se la lleva un Guilavogui que en ningún momento se
hizo con su posición. Una posición clave además en el esquema de Simeone.
Estático, con fallos sistemáticos de colocación y desesperadamente lento, lo
cierto es que no veo al francés este año jugando demasiado en el equipo. Me temo que la llegada de Mario le va a regalar numerosos minutos de
inactividad. Sólo un Alderweireld serio y comprometido se puede salvar de la
quema (aunque dejó algunas dudas en el tramo final del partido). Pero el belga tiene
difícil jugar también con las alimañas que tiene delante. Ayer le tocó a Godín
demostrar el excelente estado de forma, siendo además la baza
ofensiva más peligrosa de su equipo. Suyo fue el único gol del partido, tras remate de
cabeza brutal a otro pase magistral de Koke, y suyo podría haber sido el
siguiente si en la segunda parte hubiese acertado a rematar, también de cabeza, otro centro desde la izquierda tras una jugada a lo Beckenbauer que él mismo
había iniciado.
Me preocupa Diego
Costa. Ha perdido chispa y ha ganado ansiedad. Vuelve a tirarse en exceso y vuelve a
buscar la provocación del rival como recurso recurrente. Vuelve a preocuparse
más del continente que del contenido y está siendo poco inteligente a la hora
de lidiar con esa evidente (y bochornosa) campaña que hay también en su contra.
Es patético ver como los focos están siempre puestos en su persona pero él
debería ser consciente de ello y dedicarse a ser simplemente un buen jugador. Es
patético como los árbitros vienen al Calderón a demostrarle al mundo que son
bastante más chulos que Diego Costa pero si al final de la primera parte lo
expulsan por un plantillazo estúpido, esa tarjeta (la otra es discutible)
hubiese sido justa y nadie podría haber protestado de su expulsión.
La segunda parte
empezó con Gabi en el campo y eso empezó a poner las cosas en su sitio, que se
terminaron de completar con la salida de Arda minutos después. El Atleti tomó así algo más de control, el Athletic empezó a sufrir mayores dificultades en su
juego y el partido se murió entre esporádicas ocasiones colchoneras (poco
claras, para ser sinceros) y tiros de lejos de los bilbaínos que no conseguían
despeinar a Courtois.
Espadas en todo
lo alto, que dirán los amigos de las frases hechas. El resultado es bueno pero
no definitivo y se espera un partido complicado en el nuevo San Mamés donde el
equipo local será capaz de llevar el partido a esos niveles de adrenalina y
testosterona en el que se sienten tan superiores. Debemos confiar en el equipo
de Simeone, curtido ya en batallas de este tipo. Simeone, como los jugadores (y
como nosotros), será consciente de que un gol nuestro obligaría a los vascos a
tener que meternos tres. Algo que todavía no ha hecho nadie en esta temporada.
2 comments
Se notaron las rotaciones Ennio, pero van a ser necesarias durante estos meses entre Liga, Copa, Champions...
Aunque coincido contigo en que Alderweireld fue el único que más o menos cumplió. Guilavogui, que me había gustado en otros partidos, estuvo mal.
Es posible que este fin de semana veamos alguna otra cara menos habitual en Vallecas... ¿Manquillo, Giménez, Sosa, Mario?
Un saludo desde Paseo Melancólicos.
Una vez más veo que aciertas en tus comentarios sobre el encuentro. Efectivamente me quedo con el mal sabor de boca con los no habituales.
Guilavogui sigue prometiendo mucho en el primer balón y echando todo abajo en el siguiente y así es complicado confiar tu centro del campo al francés.
Si de algo no se puede quejar Adrián es de ocasiones. Recuerdo cuando era titular. Entonces, de vez en cuando salía Diego Costa y poco a poco le ganó con todo derecho su titularidad.
El cebolla me sigue pareciendo que empeño pone mucho, aunque efectividad tenga poca. Sin embargo, al contrario que los anteriores nombrados se esfuerza por demostrar que es válido para el equipo.
Toby (para mí es más fácil) cumplió con creces y me parece muy buena opción ante posible lesión o sanción de los titulares. A pesar de una jugada de mal entendimiento con Godín que nos costó un susto.
Por último Raúl García que está imitando a Diego Costa en su lucha por la titularidad con David Villa. Sigue ganando enteros para ocupar puesto en el once. Aunque como bien dices, cuando sale del banquillo parece mejor jejeje.
Del resto lo has dicho tú todo. Te cojo la crónica para la web, espero que no te moleste.
Un abrazo rojiblanco enorme.
Fernando A.
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